Stella Calloni (RedVoltaire, 9-5-18)
La propuesta va subiendo de tono como cuando llama a
“estructurar un plan para lograr la deserción de los profesionales más calificados del país, para dejarlos sin profesionales en absoluto, lo que agravará más la situación interna y en este sentido culpar al gobierno”.
Parte 2. La mano militar
Como en una novela de suspenso, este Plan llama a «utilizar a los oficiales del ejército como una alternativa de solución definitiva» y
“continuar endureciendo la condición dentro de las Fuerzas armadas para llevar a cabo un golpe de Estado, antes de que concluya el 2018, si esta crisis no hace que la dictadura colapse o el dictador no se decide a hacerse a un lado”.
Entendiendo que todo lo anterior puede fallar, y con evidente desprecio por la oposición venezolana, el Plan llama a «continuar el fuego continuo en la frontera con Colombia, multiplicar el tráfico de combustible y otros bienes, el movimiento de los paramilitares, incursiones armadas y tráfico de drogas, provocando incidentes armados con las fuerzas de Seguridad de la Frontera» venezolana y además a
“reclutar paramilitares mayormente de los campos de refugiados en Cúcuta, la Guajira y del Norte de Santander, áreas ampliamente pobladas por ciudadanos colombianos que emigraron a Venezuela y que ahora retornaron, huyendo del régimen que intensificó la desestabilización entre las fronteras entre los dos países, usando el espacio vacío que dejó la FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia], la beligerancia del ELN [Ejército de Liberación Nacional (Colombia)] y las actividades en el área del cártel del Golfo (paramilitares)”.
Aquí viene la estructuración del golpe final cuando se planea
“preparar el involucramiento de fuerzas aliadas en apoyo a los oficiales del ejército venezolano o para controlar la crisis interna en caso de que se demore mucho la iniciativa (…) establecer en una línea de tiempo rápido que prevenga que el dictador continúe ganando el control del escenario interno. Si fuera necesario actuar antes de las elecciones estipuladas para el próximo mes de abril”.
En realidad, esas elecciones serán el 20 de mayo y desde ya Estados Unidos y sus comparsas han hecho saber que no las reconocen.
El nudo de la cuestión es
“obtener el apoyo de cooperación de las autoridades aliadas de países amigos (Brasil, Argentina, Colombia, Panamá y Guyana). Organizar las provisiones de las tropas, apoyo logístico y médico desde Panamá. Hacer buen uso de las facilidades de la vigilancia electrónica y las señales inteligentes; de hospitales y dotaciones desplegadas en Darién (selva panameña), el equipamiento de drones del Plan Colombia, como también las tierras de las antiguas bases militares de Howard y Albroock (Panamá) así como las pertenecientes a Río Hato. Además en el Centro regional Humanitario de Naciones Unidas, diseñado para situaciones de catástrofe y emergencia humanitarias, que cuenta con un campo de aterrizaje aéreo y sus propios almacenes”.
Como vemos, ya se trata de un escenario de intervención donde se propone
“avanzar en la basificación (estacionarse) de aviones de combate y helicópteros, vehículos blindados, posiciones de inteligencia y unidades militares de logística especiales (policías, oficiales militares y prisiones) (…)
“Desarrollar la operación militar bajo bandera internacional, patrocinada por la Conferencia de los Ejércitos Latinoamericanos, bajo la protección de la OEA y la supervisión, en el contexto legal y mediático, del secretario general [de la OEA] Luis Almagro.
“Declarando la necesidad de que el Comando Continental fortalezca la acción, usando del instrumento del Capítulo Democrático Interamericano, con el objetivo de evitar la ruptura democrática”.
Y más aún
“Uniendo a Brasil, Argentina, Colombia y Panamá para contribuir al mejor número de tropas, hacer uso de su proximidad geográfica y experiencia en operaciones en regiones boscosas o selváticas. Fortaleciendo su condición internacional con la presencia de unidades de combate de Estados Unidos y de las naciones mencionadas; bajo el mando general del Estado Mayor Conjunto lidereado por Estados Unidos”.
Asombra la impunidad con que todo se está preparando a espaldas de los pueblos, en la ilegalidad absoluta, y esto hace comprensibles las recientes maniobras militares de Estados Unidos en esta región en la frontera de Brasil con Venezuela (Brasil, Perú Colombia), en el Atlántico Sur (Estados Unidos, Chile, Gran Bretaña, Argentina), en el caso argentino sin autorización del Congreso nacional, en octubre-noviembre pasado.
“Usando las facilidades del territorio panameño para la retaguardia y las capacidades de Argentina para la seguridad de sus puertos y de las posiciones marítimas (…)
Proponer a Brasil y Guyana para hacer uso de su situación migratoria a la cual tenemos intención de alentar en la frontera con Guyana.
Coordinar el apoyo a Colombia, Brasil, Guyana, Aruba, Curazao, Trinidad y Tobago y otros Estados frente al flujo de migrantes venezolanos debido a los eventos de la crisis”
Pero además, se prevé
“promover la participación internacional en este esfuerzo como parte de la Operación Multilateral con contribución de Estados, organismos no estatales y cuerpos internacionales y abastecer de adecuada logística, inteligencia, apoyos, anticipando especialmente los puntos más valiosos en Aruba, Puerto Carreño, Inirida, Maicao, Barranquilla y Sincelejo en Colombia, y Roraima, Manaos y Boavista en Brasil”.
Increíble mapa de una guerra de intervención anunciada.
Información estratégica
Es asombroso el plan de silenciar «el simbolismo de la presencia de la representatividad de Chávez y el apoyo popular» y mantener el acoso «al dictador como único responsable de la crisis en la cual él ha sumergido a la nación» y a sus más cercanos seguidores, a los que se acusará de la crisis y la imposibilidad de salir de ésta.
En otro párrafo se llama a
“intensificar el descontento contra el régimen de Maduro (…) señalar la incompetencia de los mecanismos de integración creados por los regímenes de Cuba y Venezuela, especialmente el ALBA (Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América) y Petrocaribe”.
En cuanto al tema mediático, el plan diseñado por Estados Unidos llama a incrementar dentro del país, a través de los medios de comunicación locales y extranjeros, la diseminación de mensajes diseñados y basados en testimonios y publicaciones originados en el país mismo, haciendo uso de todas las capacidades posibles, incluidas las redes sociales, y por otra parte «llamar a través de los medios de comunicación a la necesidad de poner fin a esa situación porque es en esencia insostenible».
En uno de los últimos párrafos del documento se trata de «asegurar» o mostrar el uso de medios violentos por parte de la “dictadura” para obtener el apoyo internacional, utilizando
“todas las capacidades de la Guerra Psicológica del Ejército de Estados Unidos”.
En otras palabras, repitiendo los mismos escenarios de mentiras, armados de noticias, fotografías y videos falsos, y todo lo ya utilizado en las guerras coloniales del siglo XXI.
El documento señala igualmente que «Estados Unidos deberá apoyar internamente a los Estados americanos que lo apoyan», levantar la imagen de estos y del «orden multilateral de instituciones del sistema interamericano, como instrumentos para la solución de los problemas regionales. Promover la necesidad de envío de la Fuerza Militar de la ONU para la imposición de la paz, una vez que la dictadura corrupta de Nicolás Maduro sea derrocada».