Fernando Martínez Heredia (Cubadebate, 2-5-18)
Creo que en el 2017 vamos a salir adelante. Yo tengo el 16 de junio de 2016 como la primera reunión de este Grupo de Estudios; lo cual quiere decir que vamos a ser como los buenos ciclones: vamos a ganar en intensidad y en organización. Así decía antes el Observatorio Meteorológico sobre los ciclones: “ha ganado en intensidad y en organización”. Vamos a hacer lo mismo. Además, no vamos a hacer daño como ellos, sino lo contrario. Este año debemos lograr que cada uno tenga su tema y vayan trabajando, e incluso pretendemos en el segundo semestre hacer un primer taller que lo ponemos en el plan de trabajo. Yo estaba medio preocupado en ponerlo y que no pudiéramos hacerlo, pero hay que hacer un esfuerzo.
Aquí, el mayor culpable es Luis Emilio Aybar porque a él se le ocurrió la idea de lo que yo debía hacer en esta reunión. Digo que “el mayor culpable”, porque lo que él planteó es algo inabarcable. He tratado de ver cómo hago de lo inabarcable una cosa completamente parcial pero que tenga sentido, que tenga organicidad y que pueda servir, por tanto, para ustedes. Y le puse ¿Cómo investigar la Revolución cubana? a partir de lo que me había planteado él, siempre cuidadoso de los géneros, para que pudiera servir a todo investigador y toda investigadora.
Les propongo una fórmula que ustedes puedan cambiar, aunque claro, es muy difícil querer cambiarla sin haberla visto, lo malo es que después de verla ya sea imposible. Sería lo siguiente: ver cinco problemas, seis necesidades básicas, una especie de nota teórica, y si todavía tienen fuerzas entonces pasar –pero ya como iniciativa completa de ustedes– a primeros desarrollos de esto mismo. Entonces, ya casi les pregunto –por formalidad– si les parece bien, porque ya está hecho.
Un problema elemental en la investigación de la Revolución cubana, es la relación del pasado con el presente.
Cuando yo era un niño, un muchacho, un adolescente, las revoluciones de independencia eran absolutamente del pasado. Sin embargo, había Centros de Veteranos en mi pueblo y en todos, unos viejitos que a veces lo único que tenían era la estrellita con la bandera enganchada en la camisa. Pero era el pasado. Pasado glorioso, pasado como usted quiera, pero pasado. Incluso, la Revolución del 30 que le llamo yo –la gente le llamaba la Revolución del machadato– era del pasado también. Y era muchísimo más próxima, pero estaba en el pasado. Es decir, el pasado llegaba casi hasta el presente. Hacia esta última, y un poco para la anterior, había un sentimiento de frustración. El sentimiento de frustración era bastante generalizado, se usaba mucho, podía llevar o no a algo, pero era usual. Se decía: “esta no es la Patria que quiso Martí”. Incluso los más viejos conocían la canción que aprendieron de niños, la de “Martí no debió de morir”. Había una más terrible que era la de Maceo, no sé si ustedes la conocen, que decía “Si Maceo volviera a vivir / y a su noble Patria contemplara / de seguro la vergüenza lo matara / y volvería a morir”.
Eso lo enseñaban los maestros en las escuelas en la primera República burguesa neocolonial, como yo suelo llamarle. La de Martí era más conocida, ya no se conoce en ningún lado, pero da una idea poética de un problema gravísimo que era: la Historia como algo que decía “¿cuándo tú vas a ponerte para la Historia, cuándo tú vas a convertir en realidad la Historia?”. A diferencia de otros muchos países donde la Historia se ha convertido en historia, y se estudia y todo eso, tiene sus símbolos y todo pero no es igual que aquí. Por eso aquí, parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario. Esta idea de frustración, de necesidad que se cumpla lo que se planteó, es una idea importantísima para lo que queremos.
La otra cuestión, todavía más importante, es que es la primera vez –que yo sepa– en la historia de una revolución en el mundo, que 58 años después los protagonistas siguen en el poder; pero físicamente incluso, uno de ellos es el presidente de la República. Además, las Fuerzas Armadas llevan el mismo nombre, la tradición de cuando se fundaron como insurreccionales, y aquel gobierno revolucionario. Entonces, la continuidad pareció garantizada por esta continuidad. La revolución dio lo que había querido Martí. ¿Qué quiere decir esto entonces? Que se presenta como un problema grave en lo que se diría que es un estudio histórico, y para otros es un estudio de algo que es lo que es. Eso presenta siempre escollos. Aunque en mi opinión es lo que nos mantiene a todos aquí, y no a los americanos. Pero bueno, eso es otra cosa. Quiere esto decir que nosotros tenemos un problema previo no pequeño. Yo voy a empezar por ahí con los cinco problemas que trataré de sintetizar.
El primero es confundir el apoyo a la Revolución con el defensismo. Es decir, toda gente que vive en un lugar tiene sus opiniones políticas y tiene incluso su militancia si la tiene, y por ahí por ejemplo puede apoyar algo. En este caso, se trataría de apoyar lo que uno estudia. Si lo confundimos con el defensismo entonces no aceptamos ningún conflicto, no aceptamos hechos que sean discordantes, ni siquiera hechos que sean molestos, no aceptamos errores, no aceptamos derrotas. Es decir, son muchas cosas que no aceptamos por defensismo. Pero puede creerse que no aceptamos porque apoyamos.
Por ejemplo, que el PSP y el Movimiento 26 de julio no solo no se entendieron, sino que hubo conflictos muy graves, y que estos se reprodujeron de otro modo en más de una ocasión después del triunfo. Este año, cuando se hizo una historia –sintetizada en Granma– para el séptimo Congreso del Partido, era como un violín maravilloso, así, no pasó nada. No dijo mentira, pero ahí no está. Por ahí ya no hay que estar insistiendo demasiado porque se ve un caso de defensismo que perjudica. ¿Por qué? Porque al ocultar la verdad se perjudica. Podrían ponerse otros ejemplos, yo no voy a ponerme a dar ilustraciones. Pueden darse muchísimas de esto. No solo en hechos importantes, sino en hechos molestos. Lo que fue molesto no existió tampoco. Por eso se puede decir que la UMAP existió hasta el otro día. La UMAP, sin que nadie sepa ya qué quieren decir las siglas, tú preguntas y la gente no sabe que quiere decir “Unidades Militares de Apoyo a la Producción”; pero que existió hasta hace poco tiempo puede parecer cierto porque medios norteamericanos hablaban de la UMAP como algo de los noventa. Y los medios cubanos no hablan. Ahí está el problema grave.