Hoy día 15 de abril, la Armada de República Dominicana celebra jubilosa y con mucho orgullo, por medio de diversos actos, la conmemoración del 171 aniversario de su fundación y triunfo en la Batalla Naval de Tortuguero.
La importancia de este magno acontecimiento histórico para nuestro país, acaeció en la Bahía de Ocoa, frente al puerto de Tortuguero, en Azua, como parte de los primeros enfrentamientos realizados por los dominicanos contra las ofensivas de las poderosas tropas de 30,000 soldados bien entrenados de la primera invasión haitiana de 1844, ocurrida inmediatamente después de la Declaración de la Independencia de la República Dominicana.
Pero para poder comprender en su justa medida, tanto la importancia de este magno acontecimiento naval como la de muchos otros, así como de la notable participación militar de la incipiente marinería dominicana en su involucramiento en beneficio de la causa independentista, debemos primeramente reconocer y tener muy en cuenta el origen común de nuestro conglomerado humano dominicano, que a través de los acontecimientos sociales, políticos y bélicos que lo precedieron, forjaron el embrión de una idiosincrasia individual e intransferible, con un mismo origen matriz de nuestra naturaleza humana que engendraron el comienzo de nuestra incipiente nacionalidad dominicana, por la cual, orgullosamente, nos identificamos y luchamos los dominicanos; y cuya notoria característica es el de no haberse logrado asimilar en lo más mínimo con la exclusiva etnia haitiana, con su cultura, su religión, su idioma y, mucho menos, el de haberse integrado al mestizaje biológico con los haitianos, como se fueron creando los dominicanos con los tainos, españoles, africanos y algunos otros, que para bien o para mal forjaron nuestras características y nuestro ser tan diferentes, el uno del otro, aunque hemos vivido tan cercas y padecidos de los mismos males.
Nacimiento de la Armada
Es a partir del inestable momento histórico surgido luego de la Declaración de la Independencia Nacional que surge la Armada Dominicana, o sea, una Marina de Guerra que, junto al Ejército Nacional, nacían concomitantemente con la misma República Dominicana, debido a la necesidad que tenían los dominicanos de defender su integridad territorial y marítima, puesta en peligro sucesivamente a través de las diferentes invasiones haitianas hacia nuestro país.
Es por eso la importancia de poder conocer desde su mismo origen a la Armada Dominicana, conocida primeramente como “Flotilla Naval Dominicana “, la cual había surgido, minutos después del “Grito de Independencia” frente a la Puerta del Conde, pronunciado por el prócer Francisco del Rosario Sánchez, el 27 de Febrero de 1844, luego del motivador trabucazo del prócer Matías Ramón Mella, y que fuese la de encargar de inmediato al criollo Juan Alejandro Acosta, de la “Comandancia de Puerto de Santo Domingo y de las dependencias de la Marina. Al amanecer del otro día, en la misma Puerta del Conde, quedó constituida la “Junta Central Gubernativa de la República” presidida por Tomás Bobadilla y Briones como Presidente de esta, debatiéndose de inmediato el asunto de mayor trascendencia, como naturalmente era: “La repatriación de los haitianos”.
Para este indispensable operativo de repatriación se estableció de inmediato, al segundo día, 29 de febrero, una ruta marítima entre Santo Domingo y Barahona, que cubrían los barcos asignados a la Flotilla Naval Dominicana y de la Marina Mercante, en los cuales transportaron sobrecargados de gentes y pertrechos dicha ruta, siendo la mayoría desplazados por tierra en carretas, burros, caballos y otros medios de transporte, custodiados por los primeros soldados del Ejército de tierra.
La Armada Dominicana, como el Ejército Nacional, nacieron, pues, bajo el signo de la improvisación, ya que nuestro país no trató de librarse del yugo colonialista, porque en realidad ya España se había retirado del escenario. Nuestro país, para ser independiente y para constituirnos en nación soberana, teníamos que liberarnos de otro país americano, es decir, de Haití, bajo cuya dominación esta tierra y el mismo pueblo dominicano sobrevivieron durante 22 largos y penosos años.
Los marinos empezaron a prepararse militarmente y adaptaron sus barcos para la guerra.
Esta verdad histórica, de su inaplazable conversión marinera a la militar y de su integración a las luchas armadas y patrióticas con sus hermanos de sangre dominicana por la liberación y soberanía del país, las hemos podido comprobar a través de casi todos los conflictos desarrollados en los que la Marina, tanto en la mar, con sus barcos adaptados apresuradamente para la guerra, así como en tierra firme con su Infantería de Marina, cuyos Regimientos 1ro. Dominicano y 2do. Ozama, asignados como fuerza rotativa de apoyo al Ejercito y a la Guardia Civil, utilizando los barcos de la Flotilla Naval Dominicana permanentemente como sus destacamentos, participaron juntos en las diferentes campañas libertadoras, conforme señala Don José Gabriel García, tales como; Las Hicoteas, Los Quemadillos, Azua, Las Carreras, Santomé, La Estrelleta, El Número, Cachimán, El Puerto y Las Caobas ( Radames Hungría; Calendas Historicas y Militares Dominicanas).
Tanto fue así, que en las obras “Guerras de Separación “ y “Compendio de Historia de Santo Domingo “, Don José Gabriel García señala que “la Marina siempre luchó junto al Ejercito, palmo a palmo, sin dejarlo solo en ningún momento “ y puntualizando que “donde quiera que este estuvo, allí estaba también la Marina”!
Incluso, el nacimiento Constitucional, tanto del Ejército como de la Armada, ocurren juntos con el Art. 185 de la Primera Constitución de la República Dominicana, promulgada el 6 de noviembre de 1844, la cual señalaba que: “LA FUERZA ARMADA SE DIVIDE EN EJERCITO DE TIERRA, ARMADA NACIONAL Y GUARDIA CÍVICA”. (Esta última, la integraban los voluntarios llamados a servicio en tiempo de guerra.)
Búsqueda de Duarte
Otra de las primeras medidas tomadas por la Junta Central Gubernativa fue la de Comisionar al mismo Juan Alejandro Acosta, un experto en asuntos del mar, para que comandara la Bergantín Goleta “Leonor “ y se dirigiera a Curazao, junto a una Comisión, para traer al más ilustre y forjador de la dominicanidad, el Patricio Juan Pablo Duarte, quien se encontraba exiliado allá. Imagínense que alegría y emoción se desató entre los dominicanos repatriados cuando se dieron cuenta de que lo insistentemente voceado por el vigía del Puerto de Curazao, el día 2 de marzo de 1844 de “Buque a la vista con Bandera desconocida!! “, era en realidad un buque dominicano que, por primera vez en nuestra historia, ondeaba airosa y orgullosamente desde la cangreja de la popa del Leonor, el Pabellón Nacional en aguas y tierra extranjera.
El día de mayor emoción del Patricio Duarte fue aquel 15 del mismo mes de marzo cuando desembarcó del “ Leonor” en el Puerto de Santo Domingo, siendo recibido jubilosamente por todo el pueblo y reincorporándose de inmediato a la Patria que se había emancipado, como consecuencia de sus prédicas, su mística y su acción.
Formación de la Armada
De igual manera, la Junta Central Gubernativa, a principio de marzo de 1844, comisionó a un experto naviero de origen genovés llamado Juan Bautista Cambiaso, para que junto al dominicano Juan Alejandro Acosta armaran varios buques y los dotaran de tripulantes competentes para formar la Flotilla Naval Dominicana. Precisamente ese mismo bergantín “Leonor”, que bautizado con el nombre “General Santana” se constituyó en el primer buque de guerra de nuestra incipiente Armada, y que anteriormente había sido una Fragata de la Marina de Guerra Venezolana, que tenía el nombre de “ Mariscal de Ayacucho “bajo el mando del Coronel de Marina, Juan Alejandro Acosta, (aquel que posteriormente se convirtió en primer almirante criollo de República Dominicana, ya que Cambiaso y Maggiolo eran de origen genovés y son estos tres, los reconocidos como los “Fundadores de la Armada de la República Dominicana”.)
Batalla naval de Tortuguero
Luego de la Declaración de la Independencia Dominicana, el 27 de febrero de 1844, los haitianos aumentaban su flotilla para utilizarlas contra los dominicanos, tales como el bergantín Unión, como buque Insignia, comandada por el Almirante Cadet Antoine, así como la Guerriere, la Mouche, la Pandora, la Signifie, entre otras.
Con este panorama armamentistas y belicoso fue que en apenas 6 días de la proclamación de la Independencia dominicana, Haití invade simultáneamente el país por tres diferentes vías terrestres con 30,000 soldados bien entrenados, siendo comandaba, por el ala central, por el propio Presidente de la República Haitiana, Charles Herald, y con una ofensiva por mar al mando de la Flotilla Naval Haitiana, por el coronel de Marina Juste Lafont, teniendo como misión principal transportar refuerzos y suministros a los ejércitos de tierra y proteger su avance por los caminos del Sur, y hundir todas las embarcaciones enemigas a lo largo de toda la costa.
Para evitar precisamente el abastecimiento y apoyo bélico haitiano por la vía marítima, la escuadra dominicana había llegado patrullando a la Bahía de Ocoa y localiza las embarcaciones haitianas antes mencionadas ya en pleno ocaso del día.
Al otro día, el 15 de abril de 1844, se abalanzaron nuestras naves con rumbo de colisión hacia el enemigo, con sus velámenes desplegados por completo, “con viento en popa y a toda marcha,® ya que estaban en Tortuguero y no había tiempo que perder para el encuentro histórico que daría origen al acontecimiento más esperado y de mayor envergadura de la historia naval de la República Dominicana, como lo fue la más importante batalla naval que definiría el imprescindible control marítimo de nuestras costas, el apoyo bélico con nuestra artillería naval a nuestros combatientes y el oportuno transporte de nuestra infantería de Marina y pertrechos militares a los lugares más cercanos del combate.
Para el logro de estos objetivos se contaba con una incipiente marinería de abordo, pero que con sus pechos hinchados de emoción patriótica y muy conscientes de que en sus manos estaba en juego el destino del porvenir de la Patria. Se arrojaron decididos hacia el invasor en zafarrancho de combate para definir de una vez y por todas el necesario control, el dominio y la defensa de nuestro litoral marítimo y zonas costaneras, como paso imprescindible para asegurar el triunfo de nuestra guerra libertadora.
Fue así como “La Batalla Naval de Tortuguero” se constituyó en el “bautismo de fuego” para nuestra incipiente, pero valerosa Armada Dominicana, ocurrida hace exactamente 171 años de tan magno acontecimiento patrio, que durante cinco horas de duro batallar, frente a frente y a sangre y fuego!, pudo la Flotilla Naval Dominicana obtener un triunfo arrollador, cuyo saldo resultó ser, según narra la parte histórica haitiana : “La destrucción parcial del Fuerte Tortuguero bajo control haitiano en ese momento, la Flotilla Naval haitiana averiada completamente y encallada e inerte en la costa, así como también la artillería del Ejército haitiano con sus depósitos de pertrechos , armas, municiones y alimentos esparcidos e incluso la caballería en desbandadas en los matorrales de las sabanas costeras”, conforme señala Doverlas Doval, un teniente del Ejército haitiano, ayudante del coronel Louis Brouard, participantes en dicha batalla, en su obra, “Campagne del Est en 1844”, Port Au Prince, 1862.
Tristemente señala Doval que “los cadáveres y destrozos yacían por doquier, que la destrucción fue casi total y el coraje casi enloquecía a su Presidente, al verificar como impunemente la Flotilla Dominicana se alejaba ilesa de aquella desgracia”. El plan de Herald en sitiar a Santo Domingo fue exitosamente frustrado en gran parte por los marinos dominicanos en Tortuguero.
FESTEJOS CONMEMORATIVOS
Por todo esto, es que la Armada de República Dominicana, tradicionalmente se viste de Gala para celebrar cada 15 de Abril, el triunfo de la Gloriosa Batalla Naval de Tortuguero, donde quedó allí plasmado, el valor y la importancia de la Armada Dominicana y de nuestros incipientes pero valerosos marinos, que con coraje, arrojo y determinación, supieron aportar su cuota de sacrificio e inmolación, para una Patria que así lo reclamara y esperaba del apoyo y participación incondicional de toda esa generación, tanto en aras de nuestra Identidad, Soberanía y Libertad, como para la misma satisfacción en el cumplimiento de su deber Patriótico y orgullo ejemplar para las posteriores generaciones dominicanas.
Estamos conscientes de que la presente generación de marinos ha continuado asumiendo el relevo de la Antorcha Patriótica e Institucional de la Honorabilidad; Pues cuentan para tales Nobles fines, de la ejemplar herencia recibidas de generaciones pasadas de militares, además, de contar con una excelente formación Académica y Militar, y más aun, por el Juramento por todos ellos realizados , ante los Sagrados Símbolos de la Patria; que son completamente incompatibles con el deshonor, la deslealtad y peor aún, por traición a la Patria.
Por eso nos consta que la Institución Naval va bien enfilada, con buen Rumbo, y con su marcha Avante, sabiendo capear y enfrentar los malos tiempos; al poder contar con un personal consciente de su deber patriótico, que rechazan el mal proceder de aquellos que se alejan de los principio morales e inobservancias de las ejemplares herencias recibidas de Patriotismo, Honor y Dignidad.