Debateplural.com, comparte con sus lectores el interesante articulo del Economista y Politólogo Esteban Morales Dominguez, publicado en el portal Telesurtv.net, en fecha 2 de febrero del 2015.
La construcción de un aparato militar y el surgimiento de un vinculo creciente entre este, la política del gobierno y la economía, responde dentro del capitalismo, a la necesidad, cada vez mayor, de dar respuesta al proceso de agudización de las contradicciones de este régimen de explotación; sirviendo al mismo tiempo para sostener el orden imperialista y proporcionar en tendencia un instrumento regulador del ciclo de reproducción.
Tal proceso, que no tiene su origen dentro del capitalismo, ha engendrado dentro de este el continuo crecimiento de las fuerzas armadas y el estrecho vinculo entre estas y la economía, dando lugar ya con el desarrollo de los monopolios, al surgimiento de una industria bélica, que de manera profundamente contradictoria, satisface las necesidades del continuo incremento de la ganancia y de la concentración del poder económico y político dentro de la sociedad capitalista actual.
En tal contexto antes enunciado, el crecimiento del aparato militar, junto al desarrollo de sus fuentes materiales de sostenimiento, la industria bélica, dejo de representar solamente un incremento del carácter agresivo-represivo del capitalismo en general y del Estado burgués en particular, para devenir paulatinamente en una necesidad del funcionamiento del régimen capitalista de producción como tal, en una necesidad de la reproducción del ciclo capitalista en los centros del capitalismo desarrollado, con sus consecuentes impactos en el resto del sistema capitalista mundial.
El presidente de Estados Unidos, D. Eisenhower, en su discurso de despedida a la nación, alerto acerca de la formación de esa estructura, que por entonces se consolidaba, llamando la atención sobre el peligro que ella podía representar para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el militarismo llego a su apogeo, favorecido en una importante medida por las condiciones que al finalizar el conflicto sirvieron de premisas objetivas a la política de guerra fría: el liderazgo absoluto de Estados Unidos, la debilidad relativa de un Campo Socialista en proceso de formación y la confirmación de que las intenciones que las potencias imperialistas habían tenido respecto a la posibilidad de que el eje fascista, con la Alemania de Hitler al frente, hubiese podido liquidar la experiencia socialista en la URSS, no se vieron satisfechas; por lo cual, a pesar de la alianza lograda para derrotar al fascismo, la guerra, desde la perspectiva imperialista, no soluciono uno de sus objetivos fundamentales.
“Los gastos militares de la nación se habían multiplicado por seis entre 1940 y 1941, y 1940 y 1945, en que el Estado americano gasto no menos de 185,000millones de dólares en tanques, aviones, barcos y toda clase de material de guerra. Esto supuso un poderoso estimulo para la economía del país. La participación de los gastos militares en el Producto Nacional Bruto norteamericano- que había subido entre 1939 y 1944-1945 de aproximadamente 90,000 millones a 200,000 millones-se incremento se un insignificante 1,5% en 1939 a casi un 40% en 1944-1945”.
En tal contexto, las relaciones entre las corporaciones monopolistas productoras de armamentos y la burocracia político- militar, que existe desde hace mucho tiempo, tomaron un auge sin precedentes, a partir del ambiente de “Guerra Fría” que apareció al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Emergió así lo que se conoce como “Keynesianismo Militar”, “Economía de Guerra” o “Economía del Pentágono”.
Durante las dos Guerras Mundiales, se había venido perfilando el sistema de vínculos y ensambladura entre los monopolios y la burocracia política- militar, entrelazándose fuertemente en la organización y funcionamiento de una maquinaria industrial-militar, lo que representaba una tarea de primer orden para operar bajo las situaciones de guerra; pero que, al mismo tiempo, y a diferencia de etapas anteriores del capitalismo, los vínculos logrados fueron dejando de ser algo coyuntural e impuesto por las crisis políticos militares momentáneas, para convertirse en un fenómeno que, cada vez mas, pasaba a formar parte integrante del mecanismo general de funcionamiento de la reproducción capitalista. Es decir, la producción de armas y para la guerra en general, pasaba paulatinamente a formar parte del mecanismo de la reproducción cíclica del capital como un todo. Ello se veía fuertemente estimulado por las ventajas que representaban, para las corporaciones industriales militares, producir a cuenta del presupuesto militar del Estado.
En el caso especifico de Estados Unidos, una vez superada las situaciones de guerra, quedaba una infraestructura industrial, lo suficientemente sólida, como para continuar considerando las necesidades de la defensa, ahora para “mantener la paz”, o como ocurrió con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, para sostener la hegemonía lograda por Estados Unidos.
Esta hegemonía se reforzó, cuando casi al concluir la Segunda Guerra Mundial, el entonces presidente Harry Truman, decidió lanzar las bombas nucleares en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, bajo el pretexto de concluir rápidamente la guerra con Japón, cuando en realidad, lo hizo para enviar un mensaje de chantaje nuclear, principalmente a la URSS. Opinión esta ultima que cada vez mas especialistas comparten.
A su vez, dentro del periodo de la Guerra Fría, las acciones dirigidas a reforzar la capacidad militar norteamericana ( ya entonces también nuclear) y por parte de todas las potencia imperialistas, quedaban matizadas e impulsadas por la búsqueda de la superioridad estratégica sobre la URSS, lo que se erigió además en tópico central del discurso político imperialista. A partir de entonces, la Unión Soviética, emergió como el principal argumento que articulaba la política militar y en particular nuclear de Estados Unidos: como el “enemigo necesario” que daba coherencia a toda su estrategia política externa.
Lo cierto es que, con independencia de los efectos que el gasto militar pudiera tener sobre la economía, y por lo tanto, el crecimiento del llamado presupuesto de defensa, estos se encuentran estrechamente vinculados al bienestar económico de un grupo de importantes corporaciones monopolistas y al poder de una extensa burocracia política- militar y sus grupos colaterales.
Tal proceso antes descrito, ha sido a grandes rasgos valido para todas las potencias imperialistas y sobre el se ha cimentado la existencia del llamado Complejo Militar Industrial, como parte integrante e inseparable del sistema de relaciones político-económicas del capitalismo Monopolista de Estado. Fenómeno que no se circunscribe al ámbito nacional.
La fusión y ensambladura entre los monopolios bancarios e industriales termina por generar la de estos con el Estado.
Esta ensambladura entre Estado y monopolio, termina por generar a su vez el fenómeno de la de la ensambladura especial entre el Estado, gobierno y los monopolios productores de armamentos, que no surge sino impulsada por el propio Estado, también con aquellos monopolios que en general producen a cuenta del llamado presupuesto de defensa. , o se benefician indirectamente del mismo.
Tal comunidad de intereses deviene en garantía de la obtención de la máxima ganancia, así como en una estructura de poder ramificado, que llega incluso a generar su propio aparato ideológico. Dentro de ello, el fenómeno de la competencia, adquiere ribetes cualitativamente nuevos.
El imperialismo engendra el militarismo, y este último, bajo las condiciones del Capitalismo Monopolista de Estado, consolida inevitablemente el surgimiento de un grupo de monopolios estatales-militares, así como una amplia red de vínculos y relaciones entre la burocracia político-militar y la industria monopolista, que abastece al aparato militar, lo que al facilitar e intensificar el proceso de militarización y del militarismo, produce la tendencia a una espiral armamentista, que constituye uno de los rasgos más dinámicos y contradictorios del capitalismo actual. Contradicciones que van, desde un proceso de tergiversación del “valor de uso” (dándole al consumo de este un carácter destructivo); llegando hasta la realización de un proceso cíclico de reproducción, que amenaza crecientemente con destruir a su propios realizadores. Es que los armamentos carecen de todo valor de uso para el proceso de reproducción.
Aunque tal dinámica no puede imponerse siempre, dado que no es lógico suponer que las corporaciones industriales militares representen los intereses de todo el capital monopolista, ni de que estas corporaciones lleguen a constituir algo así como un súper monopolio que lo controle todo en el orden económico y político.
Es que hay corporaciones industriales-militares, que incluso se benefician al trabajar como contratistas o subcontratistas del gobierno, pero que en términos de su actividad fundamental, no pocas veces, también son productoras de mercancías civiles, requiriendo de un ambiente de relativa paz, que propicie el comercio y la actividad inversionista. Además de que existe todo un sector no-monopolista, cuya actividad está más bien ligada a la economía interna civil y no a la producción militar.
Por todo lo explicado, no es posible suponer que los intereses del sector industrial-militar, por mucho que estos avancen, domine de conjunto todos los intereses de la economía capitalista. En este marco entonces, se producen contradicciones a lo interno de la oligarquía financiera, dado que no todos sus integrantes ven satisfechos sus intereses a partir de un presupuesto militar creciente.
EL GASTO MILITAR DE ESTADOS UNIDOS.
Desde finales de los años cuarenta, apareció una marcada tendencia al incremento del gasto militar de Estados Unidos. Este más nítidamente comenzó con la administración de James Carter, aunque tal tendencia es en última instancia el fruto del papel que la producción para la guerra continua desempeñando a partir del periodo de la llamada Guerra Fría, fenómeno que se inauguro al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
La tendencia al incremento de los gastos militares, se agudizo a partir de los años ochenta, especialmente con la administración de Ronald Reagan (1981- 1988).
Durante la administración de George Bush-padre (1988-1992) y de William Clinton
(1992- 2000), la tendencia al incremento del presupuesto militar no se revirtió completamente y al llegar la administración de George Bush- hijo- recupero rápidamente los niveles.
Entonces, los gastos militares se mantuvieron altos y con el ascenso al poder de la administración ( George Bush hijo ) a partir del 2001 , con posterioridad a los atentados de las torres gemelas del World Trade Center, se agudizo aun más la tendencia a su crecimiento, como resultado de la llamada “Estrategia de Lucha contra el Terrorismo” y de la llamada “Guerra Preventiva” , que trajeron aparejadas la invasión norteamericana a Afganistán primero y a Irak posteriormente. Apareciendo también dentro de esta ultima administración, las tendencias particulares a dejar fuera de los presupuestos los dineros solicitados para la guerra en curso y la practica adicional de imponer plazos de ejecución rápida de los tramos de presupuesto solicitados al congreso para la llamada Guerra contra el Terrorismo.
En la tabla No. 1 anexa, se puede observar claramente, para el periodo 2005 al 2011, la tendencia creciente de los gastos militares del gobierno. Que excluyendo las asignaciones suplementarias para las guerras en Afganistán e Irak, van desde 400 mil millones de dólares anuales en el 2005, hasta 502 mil millones para el año fiscal del 2011.Acciones que han sido responsables de la definitiva desaparición de los superávit del presupuesto federal dejados por William Clinton durante su mandato y del continuo y ya astronómico incremento del déficit presupuestario.
En la tabla No. 2 anexa, por su parte, puede observarse el continuo crecimiento del gasto para todos los departamentos armados de la Secretaria de Defensa.
Ese proceso de militarización de la economía y también de la política, cumple varias funciones fundamentales dentro del capitalismo actual, a saber:
. -Contribuir al incremento de la ganancia de los monopolios en general y de un grupo especial de monopolios industriales-militares en particular.
-Servir de potente medio de influencia monopolista-estatal sobre el proceso de reproducción social.
-Servir de instrumento de hegemonía económica y política a nivel mundial. No es un secreto que la invasión de Estados Unidos a Irak, no tiene otro principal propósito que controlar el petróleo del Medio Oriente.
Este fenómeno de la militarización encuentra hoy su máxima expresión en la economía norteamericana.
La economía militar de Estados Unidos tiene una superioridad evidente sobre el resto de las potencias que integran el sistema. Tal cosa se debe a la hegemonía absoluta en el plano militar, lograda por Estados Unidos con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, que no ha perdido desde entonces, y a que valiéndose de esta hegemonía, Estados Unidos utiliza su maquinaria de guerra como un arma directa de su política hegemónica global, obligando al resto de las potencias imperialistas a compartir los costos de la seguridad del sistema, por lo que tal situación, le ha conducido a un desarrollo sin precedentes del poderío industrial-militar y del militarismo dentro del sistema capitalista en general.
La Guerra Fría, sustituida y reforzada ahora por la política de crecientes gastos militares, como resultado de la llamada guerra contra el terrorismo, influye extraordinariamente en el desvío de la actividad de muchas compañías hacia la producción militar, así como ha impactado sobre muchas instituciones académicas y de investigación, en todos los campos de la ciencia y de la intelectualidad, que buscan solución a su necesidades financieras, por la vía de trabajar para el llamado presupuesto de defensa.
De tal modo, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, surgió un nuevo tipo de empresa industrial y de servicios técnicos, que manteniéndose como propiedad privada, mixta o estatal, encuentra garantía de existencia con altas ganancias, como resultado del fuerte apoyo que recibe del Estado. Estas empresas, están en condiciones de trabajar para una demanda conocida, lo cual les permite planear la oferta, los precios de venta y realizar investigaciones, sin grandes preocupaciones en términos de su costo ni de la rentabilidad.
Dentro de tal fenómeno, ha quedado establecida también una amplia red de subcontratistas, por lo que la influencia que ejerce la garantía de trabajar para la producción militar, no toca solamente a las empresas que producen directamente armamentos, o reciben de manera directa los pedidos estatales, sino también a una amplia red de subcontratistas, que terminan trabajando para satisfacer la demanda estatal generada por el presupuesto militar.
De modo que, tenemos como parte de la base industrial y de servicios de la economía los tipos de empresas siguientes:
-Corporaciones industriales que producen armamentos o componentes y partes de los mismos.
-Corporaciones que producen mercancías de posible uso directo en la vida civil, pero que están destinadas al consumo militar. Por lo que sus producciones con tal destino a veces solo se diferencian de las mercancías que van a los supermercados por su forma de embalaje, conservación y canales de circulación.
-Corporaciones industriales que producen mercancías para doble propósito, civil y militar.
Dentro de este aparato industrial militar, dos tipos de corporaciones, desempeñan un papel fundamental: la Industria Electrónica y la Petrolera. Siendo la primera, puntera de la actual revolución científico-técnica y responsable directa del nivel de sofisticación que adquieren hoy los sistemas de armamentos. La segunda, vital aun para los procesos de transportación. Desempeñando ambas un papel determinante dentro de la llamada seguridad nacional.
Todo este aparato industrial-militar y de servicios, se encuentra entrelazado, en el contexto de la economía, vista como un todo. Siendo la base fundamental de esa interrelación el trabajar para el llamado Presupuesto de Defensa. Lo cual además produce unas relaciones muy complejas entre la tecnología militar y la civil, las que a veces se desdibujan, tanto en el plano de la producción como de la investigación y la comercialización. Haciendo sumamente complejo el fenómeno de la proliferación armamentista.
Paulatinamente, pero de manera creciente, la industria de alta tecnología, va lanzando productos al mercado, que pueden ser adquiridos libremente con objetivos de uso militar. Lo cual alimenta el fenómeno del terrorismo, el para- militarismo y dota a la delincuencia internacional de los medios de acción más sofisticados para desplegar una guerra pequeña.
No es difícil percatarnos, de que estamos en presencia de lo que pudiéramos llamar una “región especial” dentro de la economía nacional. No separada de esta última, pero si delimitada por las condiciones que le ofrece su conexión directa o indirecta, pero siempre especial, con el presupuesto del Estado.
Factores que distinguen a esta economía, del resto de la economía nacional. Constituyéndose de hecho en un subconjunto de relaciones biunívocas especiales, dentro del contexto de la economía nacional. Veamos algunas principales características:
1- Su carácter cíclico no desaparece. Pero, a diferencia del resto de la economía,
el ciclo de la economía militar transcurre bajo la protección del Sistema de Asignaciones del presupuesto de defensa y todo lo que ello implica para absorber la mejor tecnología, la fuerza de trabajo más calificada y las mejores y más ventajosas condiciones productivas, de contratación en general y de comercialización.
2- La competencia se haya prácticamente limitada al periodo de asignación de los contratos del presupuesto. Una vez recibido el contrato, la corporación cuenta con todas las ventajas que ello representa. Es limitado el marco de competencia, aunque sin embargo, resulta particularmente aguda y encarnizada.
3- La producción militar goza de ventajas especiales para absorber la mejor tecnología y materias primas para la producción, así como la fuerza de trabajo más altamente calificada. Se trata de una industria que produce con gran intensidad tecnológica y de capital, donde los aumentos de costo pueden ser transferidos al cliente (el Estado).Basado todo ello en el alto grado de monopolización y el papel que el Estado desempeña en ella. Por lo que sus incrementos de costo terminan por trasladarse a otros sectores de la economía nacional. Su nivel de socialización, viene dado por contener fuertes elementos de previsión, planeación y pronóstico.
4-La demanda estatal y los contratos de ventas a gobiernos extranjeros, operan dentro del universo de los convenios de compra y acuerdos militares, diplomacia, actuando estos como mecanismos de protección de las ventas de armamentos y otros pertrechos, así como en el intercambio de patentes y tecnologías.
5- Al trabajar para una demanda previamente conocida, con precios previstos, los altos márgenes de ganancias están garantizados, sin importantes preocupaciones por los costos. Por lo general y en no pocas ocasiones, los precios de venta pueden ser inflados, los costos y los márgenes de ganancia también .Dando lugar a la existencia de fuertes elementos de corrupción.
6- Una tupida red de vínculos personales y corporativos, garantizan el favoritismo a una “tecnoburocracia estatal” y el correspondiente intercambio de comisiones y favoritismo con la burocracia militar a todos los niveles.
7-Las ventas al exterior, por parte de esta economía militar, van por lo general del brazo garante de la diplomacia gubernamental.15
8- Dado el peso que la propiedad estatal tiene dentro de esta economía militar, la parte de la política económica que la regula, tiene sobre la misma un impacto más directo, produciendo un alto nivel de planeación y de utilización previsible del dinero estatal.
9- A diferencia del resto de los acápites del presupuesto, la distribución del dinero federal, para gastos militares, adopta el carácter de un presupuesto en sí mismo. Generándose a su alrededor un subsistema de relaciones y tráfico de influencias, de las que se beneficia un abultado grupo de burócratas ligados a la actividad militar y de la seguridad nacional, en todos los Departamentos y Agencias del Gobierno.
10- Los asuntos relativos a la seguridad nacional y dentro de ella la defensa, conceden a la llamada economía militar un grado de prioridad del que no disfruta ningún otro asunto dentro de la política interna o exterior del estado.
11- La economía militar, deviene en un factor de continua contradicción con aquella parte del presupuesto que puede estar destinada a incrementar los gastos sociales en materia de salud, educación, alimentos a bajos precios, seguridad social etc. Por lo que dentro de la dinámica del presupuesto federal, la parte dedicada al llamado presupuesto de defensa, siempre aparece en una relación de oposición con la llamada “Economía del Bienestar”.
Con el desarrollo de la economía militar, se produce una tendencia permanente a trabajar para un presupuesto militar creciente, y junto a ello, una ineludible dependencia del ciclo económico general de la economía norteamericana, a la producción armamentista y para la guerra en general. De modo tal, que el funcionamiento de la economía no puede ser concebido al margen de la producción con destino militar. Por lo cual, la llamada producción para la defensa, deviene en una necesidad de la dinámica del ciclo de reproducción de toda la economía. Dinámica que obedece, a que ninguna producción como la llamada para la defensa, satisface tan bien el objetivo racional de la producción capitalista: el continuo incremento de la ganancia.
Entonces, como un primer acercamiento a una definición del Complejo Militar Industrial, podemos decir, que después de la Segunda Guerra Mundial, esta ultima dejo las secuelas que produjeron la política de Guerra Fría, incrementándose y acelerándose la formación de una estrecha alianza sistémica de los monopolios industriales-militares, bancarios, los círculos belicistas y el aparato burocrático gubernamental, vinculado a la seguridad nacional, generándose la fusión y ensambladura de fuerzas conocida como Complejo Militar Industrial.
Pero lo que hace de las corporaciones industriales-militares parte integrante del complejo militar industrial, no es su nivel de actividad, ni siquiera producir armamentos, sino precisamente el sostener un subsistema especial de relaciones y vínculos con el aparato estatal, el presupuesto federal sobre todo y en particular con las instituciones y personalidades del gobierno, que se mueven en el ámbito de los problemas militares y llamados de seguridad nacional.17 Por lo que en la actualidad, las corporaciones industriales-militares, el llamado Presupuesto de Defensa y el Consejo de Seguridad Nacional, han pasado a constituirse en la piedra angular del poder político interno en los Estados unidos. Siendo este un rasgo distintivo del imperialismo en la contemporaneidad y de imperialismo norteamericano en particular, donde esta tríada asume una fuerza casi incontrolable.
V.I.Lenin, ya había definido que los intereses de la Oligarquía Financiera ( Cúspide de la Burguesía Monopolista ) son opuestos a los de toda la sociedad .Sin embargo, esta Tríada de Poder, supera esa definición, dado que se trata de un sector dentro de la propia Oligarquía, que es capaz de exhibir un poder, que cualitativamente está determinado por un proceso de monopolización del poder político y económico, del que no había disfrutado ningún sector o clase social hasta ahora. Tratándose de un fenómeno generado por el propio desarrollo del imperialismo. Por lo que no es casual, que cuando muchos se refieren a este asunto, vean en el mismo un fenómeno similar al que tuvo lugar en la Alemania nazi durante los años de la Segunda Guerra Mundial.
Los principales sectores o instituciones del sistema político, que en los Estados Unidos en particular, conforman lo que hemos llamado el subsistema de relaciones del Complejo Militar Industrial son los siguientes:
1-Corporaciones productoras de armamentos o partes de los mismos y las instituciones financieras, bancarias y no bancarias que les están asociadas.
2- Principales subcontratistas de las corporaciones.
3- Organismos gubernamentales, tales como: Consejo de Seguridad Nacional, Pentágono, NASA, FBI, CIA, Departamento de Seguridad Interna, Comisión Nuclear Reguladora y otras agencias gubernamentales o no, vinculadas con las cuestiones relativas a la seguridad nacional.
4- Miembros del Congreso vinculados a monopolios armamentistas o cuya base electoral se encuentra ubicada en estados de la Unión con fuerte influencia de la industria militar.
5- Comités del Congreso, tanto en la Cámara como en el Senado, que deciden sobre los asuntos militares y de seguridad nacional.
6- Instituciones académicas, Tanques Pensantes y Universidades que trabajan para la defensa.
7- Sectores de la prensa, revistas especializadas, u otros grupos ligados a la actividad militar.
8- Lobbies y Comités de Acción Política de las corporaciones industriales militares.
COMPLEJO MILITAR INDUSTRIAL Y CONSEJO DE SEGURIDAD NACIONAL.
De todas las estructuras políticas en que se apoya la existencia del Complejo Militar Industrial, es el llamado NSC (National Security Council) o Consejo de Seguridad Nacional, el que más poder acumula en la actualidad.
“El Consejo de Seguridad Nacional nació en 1947, como un mecanismo de coordinación, para garantizar que al presidente llegaran las opiniones de los principales miembros de su equipo de seguridad nacional.
Al principio, en realidad, el CSN, tenía una escasa influencia, pero esta fue creciendo durante los primeros 20 años de su existencia. Pasando en los años setenta a convertirse en un centro de poder extraordinario, bajo la dirección de los consejeros de seguridad nacional que lo convirtieron en una institución moderna : Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinski y Brent Scowcroft.
Esta estructura se ha hecho tan poderosa, que ha logrado opacar la influencia de los departamentos de Estado y Defensa.
Dentro del gabinete ejecutivo del presidente, actualmente, el Consejo de Seguridad Nacional, actúa con una libertad extraordinaria, en comparación con casi todos los demás organismos. Ni el Consejero de Seguridad Nacional ni los demás miembros de su equipo se someten a la confirmación del senado. Como entidad, el CSN no está sujeto al control del congreso, a pesar de que en sus competencias actuales, invade muchas que antes estaban reservadas al Departamento de Estado. Deviniendo en el refugio de aquellas actividades que el gobierno quiere llevar a cabo fuera del escrutinio del congreso. Un ejemplo de las cuales, fueron las acciones de Oliver North en Centroamérica, durante la administración Ronald Reagan”.
A las reuniones de esta poderosa estructura en la actualidad (2005) asisten: Presidente, Vicepresidente, Secretarios de Estado, Tesoro y Defensa, el Ayudante del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional. Se incorporan otros en ejercicios específicos, tales como: el Jefe de la Junta de Estado Mayor, en función de consejero para temas militares, el Director de la CIA, para asuntos de inteligencia. Pudiendo participar también el Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, el Consejero del Presidente y el Asistente para la Política Económica, así como el Fiscal General, y el Director de la Oficina de Presupuestos, cuando las reuniones tratan temas de su competencia; al igual que otros directores de departamentos y agencias, según se considere necesario por el presidente.
Actualmente esta estructura ha tomado el control absoluto de la política de gobierno y es de hecho el Estado Mayor del Presidente.
Todo ello ha generado un complejo mecanismo de toma de decisiones, donde quedan estrechamente vinculados los problemas relativos al presupuesto militar y el uso de la fuerza como tal .Por cuanto es raro, que una decisión del Consejo de Seguridad Nacional, no tenga que ver con la movilización o despliegue de las fuerzas militares norteamericanas y sus aparatos de inteligencia.
Toda la histórica polémica, dentro del sistema político norteamericano, respecto a las prerrogativas del Congreso y del Ejecutivo, ha quedado por ahora dormida, para dar paso al poder absoluto del presidente al frente del Consejo Nacional de Seguridad.
Sin embargo, no se llega con esta alianza de fuerzas al “supermonopolio”, pues esta ensambladura no es un poder aparte del poder de los grupos financieros, ni esa alianza puede ser entendida si no se tiene en cuenta lo siguiente:
1- Ni siquiera los principales contratistas de defensa tienen toda su actividad económica ligada exclusivamente al presupuesto militar. Una parte importante de su producción de alta tecnología entra al comercio civil.
2- Los grandes monopolios armamentistas están inmersos también dentro de la más compleja estructura de poder que constituyen los grupos financieros.
3- Un importante número de corporaciones monopolistas no dependen del presupuesto militar.
4- Los grupos financieros, de los cuales son partes integrantes estas corporaciones, tienen intereses que van más allá de los representados por un presupuesto militar siempre creciente.
5- En el plano político, se pueden presentar contradicciones dentro de estas estructuras, tal y como recientemente se presentan dentro de la llamada guerra contra el terrorismo.
Por ello, el complejo militar industrial es el que constantemente desempeña el papel de catalizador de los proceso militares y de las aventuras militares. Son sus objetivos, entre otros, incrementar las asignaciones para gastos militares, la creación de una economía típica de tiempo de guerra y el sostenimiento de condiciones comerciales características también de tiempo de guerra.
Tal fenómeno ha adoptado un carácter internacional, formándose una compleja red de vínculos y relaciones entre las principales potencias capitalistas, que toman, al mismo tiempo, al resto de los países del sistema, los subdesarrollados, como mercado para las ventas de armamentos y holgura de la política armamentista.
Esta internacionalización de la base material del complejo militar industrial no ha sido algo aislado, sino que ha marchado conjuntamente con los procesos de internacionalización del capital y de la producción, junto al crecimiento de las empresas transnacionales y de la exportación de capitales. A partir de aquellos monopolios, que siendo, al mismo tiempo, los más importantes productores y comercializadores de mercancías, son también los más importantes contratistas de sus respectivos gobiernos para la producción de armamentos. Lo cual genera un grado de comprometimiento de casi toda la industria con el presupuesto militar.
Estos monopolios han diseminado sus filiales por el resto de las potencia capitalistas y demás miembros del sistema, formando una tupida madeja de interrelaciones, que ha servido de base para convertir al complejo militar industrial en mucho más que un fenómeno localizado en los Estados Unidos.
Es decir, el Complejo Militar Industrial, nace en los Estados Unidos, entre los años finales de la década del cuarenta y principios de los cincuenta , del siglo XX, pero la influencia de esta estructura comienza a asentarse también desde entonces, dentro de la dinámica económica y política de las principales potencias imperialistas; impulsada por las mismas causas que la generaron en Norteamérica, aunque con una evidente supremacía, económica, política y tecnológica por parte de Estados Unidos.
EL CARÁCTER TRANSNACIONAL DEL COMPLEJO.
Factores de transnacionalización de la economía militar.
Existe un conjunto de factores que alimentan actualmente el carácter transnacional del Complejo Militar Industrial.Entre ellos los más importantes son:
1- El amplio espectro de intereses económicos y político-militares de las potencias imperialistas en el mundo, particularmente los de Estados Unidos, que ha reforzado su hegemonismo militar al finalizar el siglo veinte.
2- La existencia de una amplia red de bases militares fuera del territorio norteamericano.
3- La existencia de una amplia red de alianzas y pactos militares. Ahora reforzados por la ampliación de la OTAN, con la entrada de exmiembros del desmembrado Pacto de Varsovia.
4- El abrupto e inédito crecimiento del presupuesto militar norteamericano, alimentado por la llamada estrategia de “lucha contra el terrorismo”.
5- La desmesurada ampliación del poderío destructivo, militar convencional de Estados Unidos, lo que en particular, tiende a cambiar las reglas de la guerra, de modo que para defenderse, solo es posible hacerlo recurriendo a las nefastas tácticas del terrorismo o al arma nuclear.
6- La tendencia a desarrollar un poderío nuclear- táctico, dirigido a “disuadir” la capacidad contestataria de los países del tercer mundo, en la lucha contra el imperialismo.
7- Estados Unidos ha inaugurado el siglo veintiuno con una política exterior de corte extremo agresivo, que no respeta reglas ni institucionalidad internacional alguna. Apoyándose en una visión del mundo que ha sido extraída de los sectores más reaccionarios de la política y la intelectualidad norteamericana.
8- El siglo XXI ha inaugurado un proceso de restructuración del sistema colonial, que ha traído como consecuencia el hostigamiento y la invasión de territorios para satisfacer necesidades energéticas y de fuentes financieras para palear la crisis económica por parte de las potencias imperialistas con los miembros de la OTAN y Estados Unidos al frente.
Como ya expresamos, la economía militar no se encuentra delimitada del resto de la economía por líneas divisorias absolutas, valiéndose de los mismos mecanismos e instrumentos que caracterizan hoy el sistema de relaciones económicas capitalistas a nivel mundial, y constituyendo de hecho un subconjunto de tal sistema. Son estas:
1- El comercio mundial de mercancías, en este caso de armamentos y sus componentes.
2- La formación y desarrollo de una capacidad industrial y tecnológica para la producción de armamentos, principalmente en Europa y Asia, dirigida a disminuir la dependencia de la industria militar norteamericana.
3- Junto al comercio de armamentos, la comercialización de licencias y patentes para la producción de los mismos en otros países capitalistas, con las lógicas limitaciones impuestas por la competencia en el plano militar.
4- La exportación de capitales, bajo la forma de préstamos bancarios y ayuda para la compra de armamentos y materiales de guerra en general.
5- La formación de una amplia red de vínculos técnico-económicos entre las potencias capitalistas desarrolladas, para la producción conjunta de armamentos.
6- Intercambio de asesoría militar entre los países miembros de las diferentes alianzas, en particular entre los miembros de la OTAN.
7- La exportación de tecnología militar convencional, de menor rango, hacia los países subdesarrollados, para el fomento de cierto subtipo de industria militar, más bien dirigida al apoyo de las oligarquías subalternas existentes en estos países.
8- La exportación de asesoría técnico-militar para la creación de escuelas de entrenamiento militares, desarrollo de los cuerpos represivos y formación de cuadros en general.
9- La tendencia a desplegar una política selectiva de no-proliferación nuclear. Estados unidos ataca en este campo a Corea del Norte e Iran, mientras son permisivos en los casos de Pakistán e Israel.
Se trata de una transnacionalización, liderada por Estados Unidos, dirigida a incrementar su capacidad militar nuclear y convencional; fortalecer su papel en el comercio mundial de armas y de la tecnología para su producción; fortalecer la capacidad disuasiva y de agresión de estados, que como Israel, desempeñan un importante papel en su estrategia dentro de una región de su especial interés; así como también, incrementar su capacidad para movilizarse militarmente por el mundo, sin depender de alianzas.
LA INDUSTRIA MILITAR Y LA GLOBALIZACIÓN ECONOMICA.
Como en cualquier otro sector de la economía, la toma de decisiones en la industria militar está fuertemente influida por la obtención de la máxima ganancia. Tales cálculos, son determinantes en cómo se concibe el desarrollo y fabricación de cualquier sistema de armamento.
La producción militar, al mismo tiempo, no puede ser vista al margen de sus extraordinarios vínculos con los asuntos políticos- estratégicos.
Es que la producción militar sirve de soporte material a la construcción de estrategias militares y los que pudiéramos llamar escenarios de seguridad. Creándose así, de manera indisoluble, opciones de defensa y potenciales amenazas.
A todo lo cual se agrega que la seguridad de que se habla y las estrategias político-militares, están íntimamente ligadas a la realidad de que vivimos dentro de un mundo desigual y hegemonizado, por un conjunto de potencias imperialistas, que utilizan a la fuerza militar como instrumento de su hegemonía.
De modo tal, que los cambios que se han operado en la producción militar, desde el llamado final de la guerra fría, son el reflejo de los cambios que se han producido en el escenario estratégico y el sistema económico internacional, así como también en las tecnologías. De aquí que podamos decir, que en los años finales del siglo XX y principios del siglo XXI, se ha estado generando un cambio radical dentro de la industria militar.
Tales cambios se observan en los procesos de innovación tecnológica que tienen lugar, pues la revolución científico- técnica da impulso a una mejora continua del equipamiento militar, en términos de capacidad de detección, alcance, precisión y capacidad de destrucción. Ello se hace particularmente visible en los grandes sistemas, pero también en equipos más simples (Ver: Revista Española de Defensa- 2000, p.9.)
Las rápidas mejoras han restado valor estratégico a las versiones menos avanzadas de los sistemas, en la medida en que su rendimiento era inferior. Como consecuencia, los ejércitos han mantenido una presión constante sobre la industria para obtener equipos modernos competitivos. De tal modo que las empresas se han visto obligadas a mantener un gran esfuerzo de investigación y desarrollo permanente. (Ver: Revista Española de Defensa- 2000, p.9)
Todo ello ha traído como consecuencia, que la correlación entre tecnología civil y militar se ha hecho cada vez más compleja y estrecha. De modo que, muchos de los avances que han surgido en la microelectrónica o telecomunicaciones en el sector comercial, se han pasado a aplicar luego en la industria militar, aunque no de manera directa ni sencilla.
Europa y Estados Unidos han mantenido niveles científicos similares, aunque Washington ha logrado, en general, una aplicación tecnológica militar más eficiente. (Ver: Revista Española de Defensa, 2000, p. 9).
Lo anterior, es representativo de la realidad, de que existe una estrecha y creciente relación entre la tecnología militar y la civil. Por lo que la industria de defensa, a pesar de sus ventajas, ya antes apuntadas, no puede ser vista al margen de la industria civil y mucho menos del entorno económico creado por el desarrollo tecnológico de la industria en general, dentro de los países capitalistas desarrollados. Razones entre otras, por las que la producción militar no puede ser aislada de la producción industrial en general. Y el ciclo de la industria militar, no se encuentra sino dentro del ciclo industrial en general. Entrelazándose, tanto en términos material, tecnológico y de objetivos de racionalidad capitalista (de obtención de máxima ganancia) de tal modo, que ya el uno no puede existir sin el otro.
“La tasa de inversión productiva puede variar con los cambios que tienen lugar en el peso del sector civil y el sector militar. Sobre todo, si estos cambios van dirigidos fundamentalmente a la elevación de la producción industrial militar a partir del presupuesto”.
Este solapamiento entre tecnología militar y civil profundiza extremadamente el impacto del Complejo Militar Industrial dentro de la economía, dado que aparecen con mucha fuerza los multipropósitos de la producción industrial, llegando incluso desdibujarse, en algunos casos, los objetivos finales de determinadas producciones.
Por ejemplo, es difícil distinguir entre la Investigación-desarrollo de vectores espaciales para uso comercial y científico y el de mísiles balísticos; algo parecido sucede con los satélites de comunicaciones o reconocimiento. Si se desciende al ámbito de los componentes básico, como nuevos materiales o circuitos microelectronicos, la discriminación es todavía más compleja. (Ver: Revista Española de Defensa- 2000, p.9)
Tal situación antes apuntada, encierra grandes peligros, por cuanto se hace muy difícil controlar la proliferación de determinados tipos de armas, por cuanto se va haciendo cada vez más fácil adquirir en el mercado civil equipamientos de posible utilización militar.
Ello hace más viable el comercio clandestino de armamentos, el contrabando de componentes para la producción nuclear y la adquisición de armas para la actividad terrorista.
Entonces, este continuo quiebre de las fronteras entre tecnología militar y tecnología civil, limita evitar la proliferación. Pero también ello ha tenido su impacto sobre el mercado. Produciendo una creciente difuminacion de las barreras entre compradores y vendedores en el mercado mundial de armamentos.
Los gobiernos receptores de sistemas de armamentos tratan de potenciar la industria de defensa propia y facilitar el mantenimiento y la reparación de los equipos. Al mismo tiempo, la producción local potencia la economía nacional, convirtiendo el gasto de defensa en una inversión industrial. (Ver: Revista Española de Defensa- 2,000, p.13.)
Dentro de tal dinámica tecnológica y las intenciones de los gobiernos por potenciar su industria militar, la carrera de los armamentos, no solo no desaparece, sino que se hace más compleja, en caso de que existiese la voluntad política por detenerla. Por cuanto el gasto militar se hace cada vez más una parte indivisible del gasto gubernamental y del desarrollo de las industrias nacionales. Lo que antes podía ser considerado como un gasto inútil, desde el ángulo de la satisfacción de las necesidades del ser humano, ha comenzado a ser visto como algo consustancial al proceso inversionista para el desarrollo industrial.
Otro factor determinante en la evolución del sector de defensa ha sido la globalización económica. La necesidad de los gobiernos de mantener los equilibrios macroeconómicos, para resultar un destino atractivo a la inversión extranjera, ha funcionado como un estrecho corsé sobre el volumen del gasto público en general, y el de defensa en particular. Ello se combina con el incremento de los costos de los sistemas de armamentos, en la medida en que estos últimos se hicieron más sofisticados, repercutiendo en la necesidad de más inversiones. (Ver: Revista Española de Defensa -2000).
Al mismo tiempo, hacia principios del 2000, ello se vinculaba particularmente en Europa Occidental y la antigua URSS, con reducciones significativas de las Fuerzas Armadas y la consiguiente disminución de las necesidades de armamento. Trayendo como resultado una contracción sustancial de la cantidad y variedad de la demanda a la industria militar.
La Guerra de Kosovo, posteriormente Afganistán y poco más tarde la invasión de Estados Unidos a Irak, vino en auxilio de las industrias militares de los que quedaron enrolados dentro de estas contiendas bélicas, sobre todo los que han colaborado con Estados Unidos, integrando la coalición que se formo contra Irak.
Estos conflictos mencionados no hacen sino confirmar lo dicho por muchos analistas políticos, cuando al caracterizar a la Guerra del Golfo (1991), dijeron que allí se desplegaba el modelo de guerra contra los países del tercer mundo. Efectivamente, no fue Afganistán lo que inauguró esta nueva etapa, sino la operación “Tormenta del Desierto”. Desarrollada por Estados Unidos contra Irak, cuando este último le proporciono oportunamente mostrar el poderío militar que estaba preparado para intervenir en cualquier país del tercer mundo.
Es que hace mucho tiempo se viene produciendo una transformación sustancial en el patrón de conflicto bélico. Lo que ha determinado nuevos tipos de misiones militares y al mismo tiempo, nuevos requerimientos de tipos de armamentos. Así emerge con fuerza el dotar de un mayor poder destructivo y de una mayor eficacia a las armas convencionales. Pero más que ello, van desapareciendo paulatinamente las fronteras que permiten diferenciar a las armas convencionales, de las no convencionales o nucleares. Dotando a las primeras de un poder destructivo, sofisticación, movilidad y efectividad, que terminan por convertir a la llamada guerra convencional, en algo muy alejado de sus parámetros durante los años de la segunda postguerra.
Durante los últimos años, han proliferado los enfrentamientos civiles, los conflictos localizados en pequeños espacios, los ataques quirúrgicos y las invasiones” humanitarias” en nombre de la democracia y de los derechos humanos, o supuestamente contra el terrorismo.
.Estos enfrentamientos demandan equipo ligero, de media y baja tecnología, como los que fueron utilizados en Yugoslavia. Habiéndose satisfecho estas demandas a partir de ciertas reservas, que no siempre habían sido modernizadas.
En medio de la actual situación internacional, caracterizada, en primer lugar, por la política extremo agresiva de Estados Unidos, con posterioridad a los ataques terroristas del 11 de septiembre, se ha producido un incremento de la demanda de armamentos, proveniente del interés de algunos Estados que han querido dotarse de medios militares modernos para ganar status internacional, asegurar su influencia regional, protegerse de vecinos que lo amenazan, o simplemente, para dar respuesta a los llamados de Estados Unidos, en la formación de coaliciones bélicas, que den respuesta a los conflictos que la propia política norteamericana ha creado o contribuido a crear.
Tales situaciones han producido una importante reanimación en las adquisiciones de tecnologías media-alta y alta en el Oeste Asiático, Oriente medio y ciertas zonas de Africa y América Latina.
Además, la situación actual, ha provocado que tanto Estados Unidos como la Unión Europea, junto a otras potencias occidentales, enfrenten la necesidad de contar con una creciente capacidad de intervención de los conflictos que han creado fuera de sus fronteras, para proteger sus intereses externos y promover los valores que sustentan sus sociedades.
En medio de tales situaciones, la producción militar en todo el mundo, ha tomado formas muy distintas, según las condiciones regionales y los objetivos con que los gobiernos la fomentan.
La proliferación de la producción de armamentos ha avanzado, por medio de la extensión de licencias de fabricación de material bélico ligero, impulsando la aparición de microproductores. Estados tan variados como Argelia, Colombia o Birmania, disponen de instalaciones propias para la producción de armamentos ligeros, reparación y modificación de vehículos blindados. Se trata de una industria nacida para garantizar cierta autonomía en las necesidades más inmediatas, mantenidas políticamente sin aspirar a una cierta rentabilidad financiera. La importancia estratégica de estos pequeños productores no es despreciable, al hacer difícil el control internacional de la circulación de armas. (Ver. Revista Española de Defensa-2000, p.17.)
Otro grupo de industrias, llamadas Autóctonas, lo forman un buen número de países muy diferentes, que con mayor o menor éxito, están desarrollando sectores nacionales de defensa diversificados. Entre ello se encuentran aquellos que han optado por tener industria autóctona, básicamente destinadas a sus propias necesidades pero poco presentes en el mercado de exportación. Estos Estados han invertido enormes recursos públicos para dotarse de capacidad productiva en una amplia gama de equipos de cierta entidad, en un esfuerzo que responde a condicionantes estratégicos muy diversos: respaldar una política de gran potencia (La India); ser inmunes a un embargo internacional (Irán); disponer de capacidad de defensa frente a un vecino poderoso (Pakistán) o apuntalar un régimen de autarquía política (Corea del Norte). (Ver: Revista Española de Defensa- 2000, p. 17.)
Ante tal proliferación de los armamentos, los Estados Unidos, adoptan una actitud, que no tiene nada que ver con la ética de la no-proliferación, sino con la de la conveniencia a su política estratégica de fuerza. Ejemplos claros de ello lo son la actitud que asumen ante Pakistán, que incluso ha llegado a tener armas nucleares, pero es su aliado en el Conflicto Afgano; y la actitud que asumen ante Corea del Norte, a la que continuamente amenazan por haber adquirido capacidad nuclear. Ocurriendo algo similar con los casos de Colombia y Venezuela. Pero, sin embargo, permitiéndole a Israel disponer de armas nucleares, por ser su aliado principal en un área de conflicto que es de su completo interés.
Otro grupo de países con industria de defensa relevantes son los antiguos exportadores emergentes en los años ochenta: Brasil, Sudáfrica, Israel y a cierta distancia, Argentina y Chile. (Ver: Revista Española de Defensa- 2000, p.20.)
Un tercer grupo está constituido por países del Este y varias exrepublicas de la URSS. A excepción de la Federación Rusa; en el resto de los casos sus industrias han seguido una trayectoria similar.
Tradicionalmente, las industrias militares situadas en Bielorrusia, Ucrania, Eslovaquia o Rumania, se orientaban a satisfacer necesidades propias. Disfrutando de una preeminencia en la estructura económica y en el esfuerzo de investigación desarrollo nacional. Pero con el hundimiento del sistema soviético, estas ventajas han desaparecido, a la par que el calamitoso estado de las finanzas y la reducción de los aparatos militares, han provocado una drástica reducción de la demanda interna.
Un cuarto grupo significativo está compuesto por una serie de productores emergentes que han creado sectores autóctonos de armamento, en paralelo a un rápido desarrollo tecnológico civil. Los casos más significativos se han dado en Asia, donde esta tendencia ha estado animada por fuertes amenazas exteriores, pero sobre todo, por el liderazgo en tecnologías claves fácilmente militarizables. (Ver: Revista Española de Defensa-2000, pp.21- 30.)
Sin embargo, muy por encima de todos los grupos industriales militares mencionados, con industrias autóctonas notables, se encuentra el grupo de los grandes productores-exportadores: la Federación Rusa, China, Estados Unidos y la Unión Europea.
Particularmente, Estados Unidos y Rusia lideran los suministros de armas a nivel mundial. Aunque el primero, ha podido incrementar su posición dominante en el mercado mundial de armamentos, hasta una cuota entre el 40 y el 50 por ciento del total. La que mantiene y tiende a aumentar, sobre todo a partir de los más recientes acontecimientos bélicos en el mundo.
Veamos cómo se comporta este comercio.
LA INDUSTRIA MILITAR Y EL TRANSITO AL NUEVO PARADIGMA TECNOLÓGICO.
La industria militar siempre ha estado muy vinculada al surgimiento y desarrollo de los adelantos científico-técnicos.
Mas que vinculada, durante todo el periodo de la Segunda Guerra Mundial , así como los 30 años de la posguerra , hasta la crisis económica de 1974-1975, la industria militar fue el origen de la casi totalidad de los adelantos científico-técnicos, que después , exponencialmente, pasaron a la industria y el comercio civil.
Este fenómeno del avance científico-técnico, dentro de la industria militar, ha estado impulsado por dos factores fundamentales: la competencia en el plano militar y el disponer de un fuerte financiamiento para la investigación, proveniente de las asignaciones realizadas a cuenta del presupuesto estatal de que esta industria disfruta. Ello le ha permitido, realizar investigaciones sin grandes preocupaciones por los costos. Muchos de estos resultados, pasan a la economía civil, como resultado de que muchos de estos productores monopolistas, también están vinculados a la economía y el comercio civil.
Es decir, el presupuesto militar, ha devenido crecientemente en un factor impulsor de los adelantos científico-técnicos con fines militares, pero que a la larga, la mayoría de ellos, pasan a la economía civil.
Con el decursar de este proceso descrito, la industria civil, también termina generando componentes y producciones que pasan a la economía militar. Por lo que, como ya hemos expresado, se verifica, que aunque la economía militar constituye una subregion de la economía global, estas tienden a vincularse de manera estrecha y creciente.
A diferencia del periodo de posguerra, en que lo dominante fue el complejo Automovilístico-Metalmecanico-petroquímico, que constituyo la base material del ciclo Fordista- Keynesiano, en la actualidad la industria Electrónica –Informática, ha devenido en la nueva base tecnológica de la economía y de la sociedad.
El Complejo Electrónico-Informático ha emergido como el núcleo integrador y dinamizador de la producción social y la acumulación del capital. Lo que ha producido un nuevo dinamismo y un nuevo ciclo industrial.
Tal situación se pone de manifiesto en la participación creciente de la industria electrónica e informática, la cual supera a la industria automovilística, la metalmecánica y la petroquímica, observándose el predominio creciente de la industria electrónica- informática dentro del comercio a nivel internacional .En particular, dentro de la economía norteamericana, es posible observar el peso determinante que esta ultima industria mencionada tiene en los gastos de consumo.
Todo ello trae como resultado un cambio importante en las características y el comportamiento del ciclo económico.
Estos cambios han tenido un impacto importante sobre la industria militar, lo cual se expresa, entre otros, del modo siguiente:
a- La industria militar, logra establecer estándares tecnológicos, lo cual se suma a las ventajas que ya esta tiene al producir a cuenta del presupuesto militar. Lo que, entre otras cosas, le facilita disponer de mejores insumos, la fuerza de trabajo más calificada, limitadas preocupaciones respecto a los costos de la producción y fondos para investigación .Todo lo cual le permite disfrutar de un monopolio “Natural “, que la convierte en receptora permanente de altas ganancias.
b- Le permite establecer una relación con las restantes actividades productivas, que al hacerse por la vía del sistema de los subcontratos, es mucho más directa e integrada.
c- La integración se produce hacia delante, al estimular la demanda, por medio de una oferta, que es estimulada por el presupuesto militar creciente y la política armamentista. Por lo cual, no esta obligada, como el resto de la industria, a generar una oferta a precios decrecientes.
Esta industria militar, aprovecha las ventajas del nuevo paradigma tecnológico, al mismo tiempo, que en los países capitalista desarrollados, principalmente, recibe el estimulo de una política económica que privilegia la existencia de un presupuesto militar creciente.
Esta dinámica entre industria militar y presupuesto militar creciente, dentro del contexto del nuevo paradigma tecnológico, generado por el predominio del complejo electrónico- informatico, ha realizado una contribución importante a los cambios en el desenvolvimiento del ciclo económico.
Tales cambios, tienden a manifestarse del modo siguiente:
a- La fase expansiva del ciclo se hace más prolongada y el crecimiento así como la productividad se hacen mayores, debido al papel dinámico de la oferta a precios decrecientes.
b- L a fase de contracción del ciclo resulta menos duradera y recesiva. Puesto que para la industria militar el coeficiente de inventario es menor respecto a los pedidos y las ventas, dado que estas últimas están aseguradas por los contratos estatales.
Tal situación se pone claramente de manifiesto en Estados Unidos, la economía más altamente militarizada y el principal suministrador de armas del mundo. En términos comerciales, pero sobre todo, en inversiones conjuntas para la producción de armamentos, en todas las regiones del mundo, principalmente con los países desarrollados.
De modo que la más reciente fase expansiva de la economía norteamericana se prolongo por diez años., del segundo trimestre de 1991 al primero del 2001.
En el periodo 1995-2000 la economía norteamericana tuvo una tasa promedio de crecimiento del 4,1%, contra una del 4,2% entre 1959-1973.La productividad creció el 3,2% en el periodo 1995-2000, contra el 2,9% durante el periodo 1959-1973.
Es decir, este crecimiento tuvo lugar dentro de un periodo de altos gastos militares, lo que no impidieron el equilibrio presupuestario e incluso, el superávit.
Es la administración de George Bush (hijo) quien consume este superávit. Además, eleva el presupuesto militar, produciendo un déficit creciente que ya amenaza seriamente la salud de la economía norteamericana.
Es decir, a pesar de sus efectos sociales nocivos, en términos de la competencia del gasto militar contra los gastos sociales; el desvió de recursos humanos y materiales de la producción civil y el clima de tensión interna e internacional que provoca, al garantizar la más alta ganancia, la industria militar, entra en la racionalidad del capitalismo como sistema. No es posible prescindir del gasto militar, por cuanto ninguno garantiza como este el principio racional que guía a la producción capitalista.
COMERCIO MUNDIAL DE ARMAS LLAMADAS CONVENCIONALES.
En las tablas No. 4 y 5 anexas, podemos observar muy claramente el comercio de armas convencionales del periodo 2000-2004, para los 10 mayores suministradores y los 38 mayores recipientes.
Como se ve, Rusia y Estados Unidos, son los principales suministradores, mientras que Asia, Europa y Medio Oriente son los principales receptores de este comercio.
Salta a la vista, que siendo África el continente más pobre, compro 5130,0 millones de dólares en armamentos, solo entre los años del 2000 al 2004. Luego, cuando se piensa en el posible traslado, de aunque sea una pequeña parte de los gastos en armamentos para trasladarlos al desarrollo, no tiene nada de extraño, que se tenga que pensar en la propia África.
Para todas las regiones, el comercio en armamentos fue de 84,491 millones de dólares, de lo cual Rusia y Estados Unidos suministraron de conjunto 52,855 millones de dólares, 26,925 millones Rusia, el mayor suministrador y 25,930 Estados Unidos. Para un 62,26 % de todo el comercio mundial de armamentos.
Tales ventas por parte de Rusia y Estados Unidos, sobrepasan en mucho a las del resto de los ocho suministradores restantes, que solo distribuyen el 37,74 %, para un promedio del 4,19 % para cada suministrador.
En la tabla No. 5 anexa, en particular, es posible observar, como para los periodos 2000-2004, Rusia y Estados Unidos se repartieron alternativamente el liderazgo del comercio de armamentos en el mundo. Además de estos líderes mencionados, se han mantenido entre los primeros suministradores de armamentos, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Ucrania, Canadá, China, Suiza, Israel , Italia, Holanda, Bielorrusia, Uzbekistán y España; para un rango de ventas de armamentos por parte de todos los países mencionados, que oscila entre los 26,925 y 25,930 para Rusia y Estados Unidos respectivamente y entre 6,358 millones y 479 millones , esta última cifra para el caso de España, que aparece como el menor suministrador.
Es evidente, que Rusia y Estados Unidos son los principales responsables de las ventas de armamentos a nivel mundial, durante los primeros años del siglo que transcurre.
A pesar de presentar cantidades similares, para una diferencia entre ambos de solo 995 millones a favor de Rusia, no obstante, se observa que las ventas de Estados Unidos están más concentradas en Asia, Europa y Medio Oriente; mientras que los suministros de Rusia están más dispersos por el mundo. Lo cual pone de manifiesto.
La encarnizada competencia existente entre ambos.
No es difícil percatarnos, de por qué los llamados “Siete Grandes”, le han reservado a Rusia un rincón No. 8, entre ellos. Rusia fue y continua siendo una potencia militar y un gran exportador de armamentos, lo cual es sumamente importante en la estrategia de fuerza, que particularmente Estados Unidos lleva adelante, con su llamada Guerra Contra el Terrorismo.
LA TRANSNACIONALIZACION DE LA ECONOMIA MILITARISTA HACIA LOS PAÍSES SUBDESARROLLADOS.
Las Corporaciones Transnacionales, es uno de los indicadores imprescindibles de las dimensiones económicas del imperialismo norteamericano.
La mayoría de los economistas coincidimos en que estas corporaciones, constituyen el centro de los flujos internacionales de inversiones, transacciones financieras y comercio mundial.
Según la UNTACD, en el 2003, existían unas 65,000 corporaciones con un estimado de 860,000 filiales.
De las 500 más importantes del mundo, el 48% son norteamericanas; le sigue Europa con el 28%, Japón 9%, y el resto del mundo 4%.
Pero la concentración del poder de Estados Unidos se evidencia aun más, cuando sabemos, que de las 50 más grandes corporaciones transnacionales, el 60% son norteamericanas y que de las 20 aun más grandes, el 70%, son también norteamericanas.
En las tablas Nos. 6, 7, 8 y 9, se pone de manifiesto claramente el poderío de las transnacionales de armamentos, en particular las norteamericanas.
En que medida los países subdesarrollados son clientes de esa economía militar transnacional, ha quedado evidenciado con claridad al analizar el comercio de armamentos convencionales, según las tablas anexas No. 4 y 5.
Pero otros datos que evidencian también el poderío de que disfruta Estados Unidos en el mundo. Son los siguientes:
-Estados Unidos tiene bases militares en 120 países.
– No existe una secuencia precisa entre expansión económica y expansión o acción militar, aunque sí una vasta red de vínculos.
-Unas veces son los intereses económicos los que imponen la existencia de las bases militares; otras son los propios intereses militares.
– No existe una simetría perfecta entre los gastos imitares, la participación militar imperial y la construcción económica del imperio.
-Estados Unidos cuenta con Estados Clientes que asumen tareas militares por él.
La política agresiva del imperialismo, cuyo principal instrumento es el Complejo Militar Industrial, necesita que los gastos militares de los países subdesarrollados se incrementen continuamente, para dar respuesta a la estrategia de militarización de la economía y a la política imperialista a nivel mundial, que persigue, en esencia, los objetivos siguientes:
1- Sostener y desarrollar el sistema transnacional de obtención de altas ganancias por parte de las corporaciones armamentistas.
2- Apoyar el acceso a las fuentes de recursos energéticos y de materias primas donde quiera que estos se encuentren.
3- Aprovechar las fuentes de mano de obra barata calificada, especialmente en los países subdesarrollados clientes del comercio de armamentos.
4- Fortalecer la capacidad ofensiva de una red de estados que respaldan la política imperialista. Dotándolos de todas las posibilidades para reprimir cualquier movimiento contestatario o de resistencia a la explotación capitalista.
5- Sostener la posición interna de las oligarquías, llamadas nativas, o subalternas, que facilitan o dan cobertura a la política de control y saqueo de los recursos.
6- Ampliar el espacio dentro de la competencia interimperialista en el lucrativo negocio de la comercialización de armamentos.
La estrategia imperialista de militarización transnacionalizada hacia los países subdesarrollados tiene su expresión en fenómenos como los siguientes:
1- El auge de la venta de armamentos a los países subdesarrollados.
2- La creación y desarrollo de la industria bélica en diferentes regiones subdesarrolladas, con el objetivo de elevar la capacidad logística de las fuerzas armadas de las principales potencias imperialistas.
3- La creación y desarrollo de subgendarmes regionales, lo cual se concreta en un grupo de Estados subdesarrollados que aumentan continuamente su capacidad militar.
4- La inducción al incremento de los gastos militares por parte de un grupo de países subdesarrollados progresistas, que al estar amenazados por conflictos regionales, se ven forzados a desviar importantes recursos con fines de defensa.
5- La generación de tensiones regionales relativas a problemas como el narcotráfico, la emigración, disputas territoriales, el medio ambiente etc.
Los fenómenos antes señalados, son expresión de en que medida los países subdesarrollados se ven empujados a participar en el armamentismo, a pesar de las ingentes y continuamente agravadas dificultades que estos confrontan en el orden económico y social.
El neocolonialismo, desarrollado por las potencias imperialistas, con particular fuerza después de la Segunda Guerra Mundial, trajo consigo nuevos fenómenos y mecanismo de dominación en el plano militar.
Se acelero el proceso de transnacionalizacion de la economía militarista, impulsada por el Complejo Militar Industrial y en su apoyo surgieron mecanismos tales como los siguientes:
Programas de Ayuda Militar abierta e incubierta.
Sistema de Escuelas Militares y de entrenamiento con vistas a la preparación de cuadros para apoyar a las oligarquías dominantes en los países subdesarrollados.
Comercio cautivo de armas.
Bases Militares.
Sistema de Intercambio con miembros de la OTAN.
Los mecanismos neocoloniales-militares, instrumentos del Complejo Militar Industrial en los países subdesarrollados, tienen un apoyo fundamental en los llamados Programas de Ayuda Militar, entre los que podemos mencionar los siguientes:
-Programa de Asistencia Económica para la Seguridad.
-Ley Pública 480- Alimentos para la Paz.
-Programa de Artículos Excedentes de la Defensa.
-Programas de la AID (Agencia Internacional del Desarrollo).
– Programas de Entrenamiento del Sistema de Escuelas Militares.
– Programas de Becas de las Academias Militares.
Una clara expresión de esa transnacionalizacion militarista la encontramos hoy en América Latina bajo el denominado “Plan Colombia “ o llamado ahora “Iniciativa Regional Andina”, elaborado en ingles bajo él titulo de “ Plan for Peace, Prosperity and the Strenghtenin of the State “.
Corea (1950-1953), Indochina (1965-1974), la época de Reagan (1981-1989) y ahora Irak, Afganistán, son ocasiones en que la participación militar domina la agenda económica.
Asia meridional en la actualidad es una demostración del rápido crecimiento del imperio militar norteamericano y de la creación de nuevas oportunidades para que las corporaciones transnacionales norteamericanas expandan el imperio económico.
Luego los fenómenos que impulsan la necesidad del crecimiento industrial militar, y del complejo, como estructura dentro de la cual ese crecimiento funciona, no provienen principalmente del funcionamiento de la economía para garantizar la ganancia. Ese seria un objetivo muy limitado. Provienen del máximo objetivo estratégico imperial de mantener su poder hegemónico a nivel mundial.
Particularmente Estados Unidos, al ser la primera potencia militar , utiliza este poder incompartido para garantizar sus intereses , no solo políticos, sino también económicos.Lo logra, haciéndoles pagar a sus aliados buena parte de la factura de la llamada defensa del “mundo libre “.
Entonces, si en una aproximación final, quisiéramos definir el Complejo Militar Industrial, diríamos que se trata de un SUBSISTEMA DE RELACIONES ECONOMICO-POLITICO-MILITARISTAS, QUE TENIENDO SU BASE EN LA ESTRECHA RELACION CREADA ENTRE LAS CORPORACIONES INDUSTRIALES MILITARES Y EL ESTADO, ESTAS PRODUCEN A CUENTA DEL LLAMADO PRESUPUESTO DE DEFENSA, GENERANDO LAS MÁS ALTAS GANANCIAS, SOBRE LA BASE DEL SISTEMA DE PRIVILEGIOS ESTATALES DE QUE DISFRUTAN, AL TRABAJAR PÁRA EL LLAMADO PRESUPUESTO DE DEFENSA, BAJO LA COVERTURA DE LA SEGURIDAD NACIONAL.
ESTE SUBSISTEMA HA GENERADO ADEMÁS SU PROPIO APARATO IDEOLÓGICO, REPRODUCTOR DE LAS IDEAS DEL MILITARISMO.
TENIENDO SU CENTRO HEGEMÓNICO EN LOS ESTADOS UNIDOS, EL COMPLEJO MILITAR INDUSTRIAL, SE DESPLAZA POR EL MUNDO COMO UN SUBSISTEMA TRANSNACIONAL DE COMERCIO CAUTIVO DE ARMAS, PATENTES E INVERSIONES, PARA LA PRODUCCIÓN CONJUNTA DE ARMAMENTOS, PRINCIPALMENTE CON PAISES DESARROLLADOS, APOYÁNDOSE EN LOS CONVENIOS MILITARES Y EL SISTEMA DE BASES, PROGRAMAS DE ENTRENAMIENTO Y COLABORACIÓN MILITAR. TOMANDO TAMBIEN COMO HOLGURA DE SU DESARROLLO ARMAMENTISTA A LOS PAISES SUBDESARROLLADOS; LOS QUE SE VEN ENTONCES OBLIGADOS AL CONTINUO INCREMENTO DE SUS GASTOS MILITARES. HACIENDOLOS FUNCIONAR COMO OLIGARQUIAS SUBALTERNAS, QUE APOYAN REGIONALMENTE LOS OBJETIVOS DE LA POLÍTICA IMPERIALISTA.
Este Subsistema de relaciones económico-político-militaristas, ha devenido en una necesidad del proceso de reproducción económica, política e ideológica del imperialismo en el ámbito mundial. Viéndose reforzado, en los umbrales del siglo XXI, por la posición de hegemonía absoluta, que en el plano militar, estratégico y regional, ha logrado Estados Unidos. Trayendo todo ello aparejado un conjunto peligros para la paz mundial, que hoy sobrepasan a los del periodo de la llamada Guerra Fría.
Cordial Saludo, me interesaría saber cómo puedo citar este articulo