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¿Se puede decir que Dios “es”? Wittgenstein, Carnap y la metafísica

Carnap asegura que los conceptos principales de la metafísica carecen de sentido porque no tienen significado verificable empíricamente (no refieren ni designan algo concreto), así como tampoco poseen un criterio de aplicación, no se han establecido claramente sus condiciones de verdad ni mucho menos se ha establecido un método de verificación

Rudolf Carnap, en «La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje» (1932) sostiene que los enunciados de la metafísica no tienen sentido, y se propone demostrarlo a través de un análisis lógico, cuyo resultado, a decir suyo, «ha revelado que las pretendidas proposiciones de la metafísica son en realidad pseudoproposiciones».

Carnap asegura que los conceptos principales de la metafísica carecen de sentido porque no tienen significado verificable empíricamente (no refieren ni designan algo concreto), así como tampoco poseen un criterio de aplicación, no se han establecido claramente sus condiciones de verdad ni mucho menos se ha establecido un método de verificación. Partiendo de esa base, se hallará que de la mayoría de los conceptos centrales de los que trata la metafísica, no se puede hablar, en consecuencia, como lo diría Wittgenstein en su Tractatus Logico-Philosophicus (1921), respecto a eso, mejor es callarse. De hecho, Carnap parte de la idea wittgensteiniana de que el mundo es la totalidad de los hechos y que sólo de hechos (verificables por medio de la contrastación empírica) pueden enunciarse proposiciones. Es decir, para Carnap, igual que para Wittgenstein, si una oración cualquiera no refiere a un hecho, no es una proposición.

Además de la asignificatividad de los conceptos metafísicos –por carecer de referencia empírica y otras deficiencias- otro problema al que alude Carnap para sustentar su tesis de la inautenticidad de los enunciados metafísicos, es que el lenguaje posee una debilidad, a saber: que la sintaxis gramatical no exige una correspondencia con la sintaxis lógica para la expresión de las proposiciones. Y es por esta deficiencia del lenguaje que se hace posible la formación de proposiciones carentes de sentido, que son a las que él llama pseudoproposiciones.

Para tener sentido y ser tal cosa, explica Carnap, una proposición debe declarar algo, expresar “una relación objetiva existente o inexistente”. Cuando la relación es existente, la proposición es verdadera, si la relación es inexistente, se tendrá una proposición falsa, pero en ambos casos, se trata de una proposición. Sin embargo, no basta con tener una estructura gramatical sintácticamente correcta, pues el sentido de una proposición “descansa en el método de su verificación”.

Sucede en la metafísica que se expresan pseudoproposiciones cuya estructura sintáctica es correcta pero cuyos elementos a los que refiere pertenecen a clases totalmente distintas, característica que convierte a estos enunciados en frases totalmente carentes de sentido. “Si la sintaxis gramatical tuviera una exacta correspondencia con la sintaxis lógica no podrían formarse pseudoproposiciones”, dice Carnap al respecto.

Para dar explicación al fenómeno, Carnap ubica el origen de ese sinsentido, propio de la metafísica, en una confusión de tipo común que en la cotidianidad no reviste alta importancia, ya que en ese ambiente cotidiano suele ser comprendido fácilmente el significado de las expresiones por la actitud del hablante. Pone por ejemplo la palabra “mayor”, que puede usarse para referir una relación entre objetos o para referir una relación entre números en dos enunciados muy similares (“esta mesa es mayor que aquella”, “la altura de esta mesa es mayor que la de aquella”). Sin embargo, en la metafísica, esa confusión de tipos dio origen a una imposibilidad de traducción lógicamente correcta de algunos enunciados por el uso indistinto de los términos que ha degenerado en un sinsentido. Es el caso del verbo “ser” que pasó de denotar una relación entre un sujeto y un predicado (de ser una cópula) a ser utilizado como un predicado en sí mismo, v. gr: “Dios es”.

Por las características anteriores explicitadas con relación al discurso de la metafísica (un discurso lleno de palabras sin significados, pseudoproposiciones o enunciados carentes de sentido y plagado de confusión en el uso legítimo de los términos), la metafísica pretende “formular un género de conocimiento que no es accesible a la ciencia empírica”; sin embargo, un conocimiento que no sea tautológico (como lo es el lenguaje de la lógica y la matemática) ni empíricamente verificable (como el conocimiento científico-empírico), no es legítimamente comunicable.

Con este último enunciado, se despacha en el mismo barco a la ética y la estética, pues lo “bueno” y lo “bello”, -conceptos sobre los cuales estas versan, respectivamente- también resultan ser conceptos carentes de sentido, por no ser empíricamente verificables ni tener un significado universalmente válido.

En este punto, habiendo sido explicado que sólo las proposiciones de naturaleza empírica y que, por consiguiente, pertenecen a la ciencia fáctica son las que afirman algo, lo que le queda a la filosofía es exclusivamente un método: “el del análisis lógico”; un método que sirve para eliminar las palabras asignifcativas y las pseudoproposiciones, carentes de sentido, para el esclarecimiento de los conceptos significativos y las proposiciones auténticas así como también para la fundamentación de las ciencias fácticas y la matemática. El análisis lógico viene a ser, pues, la investigación de los fundamentos del conocimiento y el método propio de una filosofía científica, con sentido, opuesta por demás a la metafísica,que constituye un sinsentido en su totalidad.

Por otro lado, la razón por la que la metafísica ha tenido éxito y muchos hombres (incluyendo personas brillantes) han caído en sus redes, Carnap la justifica con el argumento de que, aunque sus pseudoproposiciones “no sirven para la descripción de relaciones objetivas […], sí sirven para la expresión de una actitud emotiva ante la vida”. Las oraciones metafísicas tienen un significado expresivo, y en ese sentido, la metafísica es similar al arte, es como una inclinación al arte por parte de un teórico que intenta expresar su actitud ante la vida, pero como no conoce de arte, lo hace a través de palabras y proposiciones que luego pretende defender como plenas de sentido porque están formuladas de manera que parecen tener sentido, pero que si se les aplica el método del análisis lógico, se llega contundentemente a la conclusión de que no es así.

Así que, tanto para Wittgenstein como para Carnap, las cuestiones de la metafísica no son siquiera pensables (pues “un pensamiento es una proposición con significado” según Wittgenstein), si no se pueden pensar, pues mucho menos se puede hablar de ellos y, “sobre lo que no podemos hablar, debemos guardar silencio”.

Una versión de este texto se encuentra publicada en el libro Ensayos filosóficos (2017), del mismo autor.

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Edwin Santana Soriano

1 Comment

  • Excelente artículo.
    Me llama la atención la comparación de la metafísica con el arte. Concuerdo en que la metafísica tiene algo arte impresa en ella, pues le da relevancia a lo sensible sobre lo explicable. Sin embargo, creo (de manera artística) que los estudios y esfuerzos alrededor de la metafísica pueden devenir en un nuevo método de comunicación con el mundo, material e inmaterial, del cual podremos hablar en el futuro no tan próximo.

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