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Contradicción calculada, Trump no quiere atacar Irán pero hace creer lo contrario

Written by Debate Plural

Javier Biosca Azcoiti (El Diario, 26-9-19)

 

Trump está aplicando una estrategia de máxima presión sobre Irán con el aumento de las sanciones y la amenaza del uso de la fuerza para forzar a Teherán a llegar a un nuevo acuerdo que cumpla todas sus exigencias

Se está convirtiendo en una práctica habitual. Trump entra en su red social favorita y anuncia que está preparado para atacar Irán –para alivio de los halcones del Partido Republicano–. Después matiza y asegura que EEUU quiere una resolución pacífica y dar a la diplomacia una nueva oportunidad. Esta aparente contradicción sirve para transmitir al mundo que la situación es insostenible, que en cualquier momento estalla un conflicto y que para evitarlo hace falta forzar a Irán a sentarse en la mesa de negociaciones y aceptar unas condiciones mucho más duras de las que logró Obama en el acuerdo nuclear de 2015.

Inmediatamente después del ataque a la mayor refinería del mundo en Arabia Saudí, Trump afirmó que tenía su armamento «cargado y preparado» para Irán. El propio atacado se ha mostrado mucho más contenido, asegurando que tomará las «medidas apropiadas» cuando se conozcan los resultados de la investigación de la ONU, según señaló el ministro de Exteriores saudí, Adel al Jubeir. Tras la amenaza, la matización: «La diplomacia nunca está agotada», ha afirmado el secretario de Estado, Mike Pompeo, este fin de semana.

«Parece que los iraníes están sedientos de sangre y buscando una guerra. El presidente Trump y yo buscamos una resolución diplomática a todo esto», afirmó este fin de semana Pompeo, que no se olvidó de volver a mencionar el uso de la fuerza. «Queremos dar a la diplomacia todas las oportunidades para triunfar, pero creo que todo el mundo sabe que cuando eso fracasa, cuando creemos que ya no podemos convencer al régimen iraní para comportarse de la forma que le hemos pedido, el mundo entero conoce, incluido el régimen iraní, el poderío militar estadounidense».

La historia de este aumento de la tensión se remonta a la retirada de EEUU del acuerdo nuclear. El tratado firmado con Teherán contemplaba un levantamiento progresivo de las sanciones a cambio de que Irán frenase su programa nuclear. Trump considera un fracaso este acuerdo porque solo aborda el programa nuclear y no la política exterior de Irán en la región ni su programa de misiles, por lo que Trump decidió retirarse del tratado y anunció «las sanciones más fuertes jamás impuestas».

Comenzaba la era de «maximum pressure on Iran«, entre la que se incluye amenazar con disparar, pero no hacerlo. Teherán, en lugar de retirarse del acuerdo y continuar libremente con su programa nuclear, respetó sus compromisos y presionó a Europa para que compensase o neutralizase el efecto de las nuevas sanciones de Washington. Europa no lo ha conseguido y el presidente iraní, Hasán Rouhaní, ya ha anunciado que está enriqueciendo uranio por encima de lo acordado (aunque lejos de los niveles de peligro).

La tensión ha aumentado en los últimos meses. En mayo, cuatro petroleros –dos saudíes, uno noruego y uno emiratí– fueron atacados en el Estrecho de Ormuz. Nadie reivindicó los ataques. En junio, otros dos cargueros fueron atacados y EEUU publicó un vídeo como prueba de que Irán estaba detrás de los ataques. Ese mismo mes, Teherán derribó un dron de vigilancia estadounidense valorado en 130 millones de dólares. En julio, capturó un barco británico y a su tripulación después de que las autoridades británicas parasen a un carguero iraní del que sospechaban que intentaba romper las sanciones internacionales contra Siria (Irán ha ordenado este lunes la liberación del barco). El 14 de septiembre, el último pico de tensión con el ataque a la refinería saudí.

Finalmente, la crisis por el ataque a la refinería que redujo temporalmente la producción de petróleo saudí a la mitad se ha cerrado con más sanciones de EEUU contra Irán, el envío de sistemas de defensa aérea a Arabia Saudí y un «despliegue moderado» de tropas estadounidenses en la región.

Cuando Irán derribó el valioso dron estadounidense, Trump también jugó con la posibilidad de responder con misiles a los misiles. Convocó a su equipo y contemplaron hundir un buque iraní habiendo advertido antes a la tripulación para que abandonase el barco y evitar víctimas mortales –una opción considerada demasiado blanda para el ahora exasesor de seguridad nacional, John Bolton, que fue sustituido la semana pasada–. Finalmente decidieron atacar tres puntos militares estratégicos, pero Trump suspendió la operación 10 minutos antes, cuando todo estaba preparado y los aviones ya estaban en el aire.

Al anunciar la suspensión de la operación militar tras el derribo del dron de EEUU en junio, Trump utilizó la misma expresión que en el caso de la refinería: «we were loaded (teníamos las armas cargadas)». Y la historia acabó igual: con más sanciones y sin descartar el uso de la fuerza. «No tengo prisa, nuestro Ejército está reconstruido, listo para marchar y es, de lejos, el mejor del mundo. Las sanciones son mordaces y anoche se añadieron más».

Trump tiene una estrategia y está convencido de que la «maximum pressure on Iran» tendrá su resultado. «Creo que les gustaría llegar a un acuerdo. Sé que les gustaría llegar a un acuerdo, pero les gustaría hacerlo con sus propias condiciones y no lo haremos». Para el presidente, las sanciones y las amenazas del uso de la violencia serán el incentivo para volver a sentar a Irán en la mesa de negociaciones. «Yo creo que en algún momento funcionará».

Sin embargo, para Irán, lo que antes era un incentivo para negociar, ahora es el obstáculo para no sentarse y aseguran que no habrá nuevo acuerdo si no se levantan las sanciones de antemano. «El presidente Trump, queriendo o sin querer, cerró el viernes la puerta a las negociaciones», afirmó el domingo el ministro iraní de Exteriores, Javad Zarif. «Si no puede sacar al Banco Central de Irán de esa designación [vinculado al terrorismo], entonces no habrá normalización de la actividad económica, Así que no tiene nada que ofrecernos para sentarnos en la mesa de negociaciones», añadió.

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