En su alocución del 22 de Julio el Presidente Danilo Medina, ante la imposibilidad de modificar la Constitución, hizo suyo el concepto “sangre nueva” para referirse a su preferencia de que el PLD lleve como candidato a la Presidencia a uno de los precandidatos que giran a su alrededor.
Si el concepto “sangre nueva” alude a la edad, solo uno de esos precandidatos tiene 55 años. Los restantes precandidatos pasan de 60 años.
Pero este concepto de por sí, visto en términos de la fisiología del organismo humano, no puede utilizarse para diferenciar a los jóvenes de los viejos o viceversa, por el hecho simple y sencillo de que la sangre se renueva permanentemente en cualquier organismo humano sin importar la edad.
Por lo que el concepto “sangre nueva”, ni aún como metáfora ni en el estricto marco de la semántica formal sirve para nada en cuanto a retratar la esencia de la política y mucho menos la esencia del liderazgo político.
En definitiva, ese añejo y obsoleto concepto de “sangre nueva”, traído por los moños, no sirve para nada en cuanto a retratar la esencia del liderazgo político presidenciable.
En la era del conocimiento lo que hay que plantear es de si el cerebro del líder es nuevo o no, es decir, si está bien amueblado o no y se renueva o no al ritmo de los cambios científicos y tecnológicos que se están dando en el mundo permanentemente, y esto ocurre independientemente de la edad: ora en jóvenes, ora en adultos mayores.
La metáfora “cerebro nuevo” hace referencia, no estrictamente a la morfología humana (porque no es posible orgánica o estructuralmente un cerebro nuevo), sino a la centralidad del conocimiento en la vertebración, formación y desarrollo del liderazgo moderno. Esa metáfora si retrata, recoge y expresa fielmente la esencia del liderazgo moderno y contemporáneo en las diferentes áreas del quehacer humano.
Entonces el problema central es de “cerebro nuevo” o no, y no de “sangre nueva” o no.
En la era del conocimiento que vivimos en el contexto de la globalización la ciencia y la tecnología juegan un papel central o medular en la modernización del pensamiento y de las sociedades humanas.
Y es en la era del conocimiento en que se gesta el Estado sabio de que nos hablan Chatelet y Kourchner. El Estado nación y el Estado sabio cohabitan y coexisten en la era de la globalización.
De acuerdo a esos autores franceses lo que caracteriza al Estado Sabio es considerar que “el saber producido por las ciencias de la naturaleza y por las ciencias del hombre y de las sociedades, así como las técnicas de apropiación y de transformación que de él se derivan, constituyen la guía por excelencia del buen gobierno, y que es el único que puede permitir la edificación de una sociedad ordenada y feliz”. Pag. 179
“En efecto, digo yo en mi libro Economía Política Dominicana, La expansión sostenida 1996-2000, las ciencias experimentales y las ciencias sociales al descubrir las leyes objetivas que gobiernan la naturaleza, la sociedad y el desarrollo del pensamiento en manos del Estado, de la política y de los políticos, son las herramientas necesarias para lograr una administración racional de los recursos en los seres humanos”. Pag. 180
“En la modernidad y en la post-modernidad se ha institucionalizado el saber o el conocimiento como fuente de poder”. Pag. 181
Y ya hoy se habla del conocimiento científico, de la tecnología y de su poder como motor de la historia.
¿Cuál político dominicano, ya no solo de los precandidatos que hay en el PLD, está mejor situado que Leonel Fernández en términos del conocimiento y de las experiencias acumuladas como presidente y estadista de la República Dominicana en tres períodos de gobierno? Nadie, absolutamente nadie.
En la competencia por la nominación presidencial a lo interno del PLD Leonel está corriendo prácticamente solo, porque no hay ningún otro que se pueda medir FACE to FACE con él en ningún escenario de la política y de la modernidad.
Leonel no solo encarna una amplia, exuberante y prolija visión de Estado y de conocimiento modernizador, sino que encarna la modernidad, en otras palabras, Leonel es por antonomasia el padre de la modernidad en República Dominicana, evidenciada ampliada y muy nítidamente en su trayectoria modernista y modernizadora con que calcó de arriba abajo sus tres períodos de gobierno.
El camino está expedito y claramente vislumbrado y despejado el panorama para que la República Dominicana profundice el proceso de modernización, de progreso y de bienestar con Leonel a partir de Agosto del 20.
Y su visión de la modernidad, es decir, su visión de largo plazo para desarrollar la República Dominicana es obra del conocimiento profundo y estratégico que se ha acumulado en su cerebro.
Eso significa que Leonel no fue ni a volver a la dirección del Estado dominicano a ensartar agujas ni a improvisar.
Pero el liderazgo político de Leonel tiene una muy amplia y establecida base social en la sociedad dominicana que se extiende por todo el territorio de nuestro país.
Leonel ha pasado con éxito la prueba de fuego del poder al llevar a cabo tres grandes revoluciones u obras de transformación del país: La revolución física, sembrando de obras de infraestructura la geografía nacional, la transformación estructural y funcional de la diplomacia dominicana y del servicio exterior y la transformación institucional.
Y todo ese proceso integral de modernización física, institucional y funcional de la sociedad dominicana y de la Administración Pública incluyó la transformación física de la UASD, convirtiendo los centros regionales en verdaderas ciudades universitarias regionales.
El ITLA, el Metro y los centros tecnológicos comunitarios son iceberg o el buque insignia de ese crecido y abundante proceso de modernización del Estado y de la sociedad en lo físico, en lo institucional, en lo funcional y en lo tecnológico.
Y la estrella fulgurante de la economía convirtió al país en un modelo de estabilidad y de crecimiento en América y el mundo.
Fue en los gobiernos de Leonel que el PIB nominal pasó de 21 mil millones a más de 60 mil millones. Y el crecimiento del PIB real fue de 7.5 % promedio.
Y hubo avances importantes en los niveles de reducción de la pobreza extrema o crítica y en la reducción del coefciente de Gini.
Pero Leonel no solo es cerebro nuevo, sino que es el cerebro político más renovado y actualizado con que cuenta la nación dominicana.
Su nuevo proyecto de nación -con la vista puesta en el 2044 cuando la República Dominicana cumplirá 200 años de haber sido fundada como nación libre, independiente y soberana- profundizará los avances materiales logrados, desarrollará nuevas líneas de acción y, sobre todo, se llevará a cabo una gran revolución social.
Esa gran revolución social priorizará el ataque frontal de las grandes desigualdades sociales, la pobreza, la marginalidad y la exclusión.
En el plano de la educación, esa revolución social implicará una verdadera transformación de la calidad en la educación dominicana, y en el caso de la UASD, ésta vivirá una verdadera renovación por dentro en cuanto a elevar significativamente los estándares de calidad en la docencia, en la investigación y en la extensión.
Y lo mismo ocurrirá en la salud y en la seguridad social en cuanto a los trascendentes efectos de esa revolución social.
Solo la realización de una gran revolución social nos permitirá agotar el tránsito de uno de los países más desiguales de América Latina a uno de los países menos desiguales de la región latinoamericana.
Para hacer eso, Leonel tiene la visión y la estrategia de lograr una simbiosis histórica entre el crecimiento económico y el desarrollo.
Y para impulsar ese vasto y amplísimo proyecto de nación, Leonel cuenta con el mejor equipo de profesionales y especialistas en todas las áreas del conocimiento que lo acompañará, como soporte de su gestión, en la realización de esas grandes transformaciones sociales, económicas, políticas, institucionales, tecnológicas, culturales, etc.
Ese proceso de grandes, necesarias y oportunas transformaciones en todos los órdenes requiere de manera esencial la profundización y ampliación de los horizontes, competencia y funcionalidad del Estado sabio en nuestro país.
No hay otro por encima de Leonel en el país que esté en capacidad de acometer, desde la dirección del Estado dominicano, esas tareas gigantes y ciclópeas.
Las primarias abiertas, convocadas para el 6 de Octubre son elecciones nacionales anticipadas. Nadie en el PLD, ni en el país, ha ganado más elecciones nacionales que Leonel Fernández.
Leonel ha ganado, limpia y abrumadoramente, las elecciones nacionales del 96, las del 2004, las del 2008 y las de medio término del 2006, las del 2010 y fue decisivo para que Danilo ganara en el 12 y en el 16.
No hay duda, Leonel es el gigante de la política dominicana contemporánea que no tiene competencia ni en las primarias del 6 de Octubre ni en las elecciones nacionales convocadas para Mayo del año 2020.
Después del 6 de Octubre, el PLD unificado bajo la candidatura presidencial de Leonel Fernández ganará sin problema las elecciones de Mayo del 2020.