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Las dos caras de la oposición venezolana

Written by Debate Plural

Se cumple un año desde que Nicolás Maduro ganara las elecciones presidenciales en Venezuela. De magnicidios frustrados a golpes de Estado desarticulados, el país ha visto transitar graves provocaciones militares en sus fronteras y una devastación de su bienestar material producto de las medidas económicas unilaterales por parte de EEUU.

En los medios abundan las perspectivas de quienes representan a la opción del chavismo, así como de aquellos que se identifican como la oposición más radical. Ambos defienden sus posturas y acciones. Sin embargo, el tiempo corre tanto para lograr un acuerdo de gobernabilidad, como para evitar uno de los peores escenarios: la intervención militar comandada por Washington.

Sputnik decidió pulsar la opinión de quienes no parecen identificarse con los extremos del espectro político y, de esta forma, matizar el complejo panorama de los actores políticos en pugna dentro de Venezuela.

Enrique Ochoa Antich, escritor y político venezolano cuyo origen está ligado al Movimiento Al Socialismo, pero que en las décadas recientes ha participado como Secretario Ejecutivo Nacional de uno de los partidos de oposición más importantes, Un Nuevo Tiempo, nos recibe para hablar de la polarización política en Venezuela y de los desafíos a los que se enfrenta la sociedad venezolana.

Miembro de la denominada Alianza por el Referéndum Consultivo, se mantiene muy claro en sus demandas y en lo que considera prioritario. Nos presenta un documento donde se rechaza de manera abierta la intención manifestada por Guaidó de reunirse con el Comando Sur para organizar una agresión contra Venezuela. «Es una vergüenza», afirma tajante.

Ubica su postura no tanto como un apoyo al Gobierno, sino más bien a la resolución negociada de la crisis en Venezuela. Afirma que la mayoría del país se aleja de los polos que en estos momentos se enfrentan por llegar a Miraflores. Plantea un proyecto diferente:

«Nuestra postura, en este sentido, la llamo el doble deslinde. El deslinde con los dos extremismos tanto del Gobierno como de la oposición. La clave de nuestra posición es débil, porque los dos polos tienen mucho poder. Un polo tiene a las Fuerzas Armadas, el presupuesto, el apoyo de Rusia y China; el otro polo tiene la Asamblea Nacional, recursos internacionales y el respaldo de Estados Unidos», puntualiza.

Las dos caras de la oposición

Para Ochoa Antich, el mayor problema que enfrenta el sector político que adversa al chavismo son sus propias contradicciones. Pero no las pequeñas diferencias, sino grandes abismos en cuanto a visiones sobre la democracia y el país. El dirigente venezolano lo ejemplifica sin cortapisas:

«Esa cosa del Doctor Jekyll y Mr. Hyde, de tener un señor demócrata civilizado y de pronto un monstruo extremista guarimbero, es una combinación imposible. Tú no puedes poner de acuerdo a quien quiere votar y a quien no, al que quiere ser soberano y al que quiere una invasión, al que quiere diálogo y al que considera que con el otro no se dialoga».

— ¿Hay posibilidad de que surja al interior de la oposición un sector que, aunque adverse al Gobierno nacional, apueste por una posición de diálogo y acuerdos sociales? 

— Creo que, si tuviésemos que simplificar, hay que decir que hay dos oposiciones. Durante los primeros años de la oposición, en particular después de 2002, se manifestó ese sector de alta clase media, extremista, que pensaba en una salida a través de un atajo, que creía que el chavismo era simplemente un grupo de militares que habían asaltado el poder, sin comprender la profundidad del fenómeno histórico chavista, despreciando el chavismo, incluso con posiciones muy clasistas. Esa oposición apareció allí y se hizo dueña de ese sector desde el año 2002 hasta el año 2005, cuando se produjo la abstención a las elecciones de la Asamblea Nacional. Hablo del 11 de abril, del golpe de Carmona, del paro petrolero. Sin embargo, a partir del año 2006 apareció otra oposición que es de clase media baja, de sectores más cercanos al pueblo, con un pensamiento mucho más democrático.

— ¿Representada por qué partidos o figuras? 

— El cierre del proceso extremista en la oposición que arrancó en el 2002 fue la abstención del 2005. Allí se probó que una forma de salida rápida fallaba. En ese momento apareció la candidatura de Teodoro Petkoff, vinculado con la democracia social, con un pasado comunista y guerrillero, dio paso a otros sectores dentro de la oposición. Entonces surgió la figura de Manuel Rosales, que también venía de Acción Democrática. En ese momento, la oposición dio un golpe de timón, y ese liderazgo que representaban Manuel Rosales, Teodoro Petkoff y Julio Borges, lograron llevar a la oposición a la primera victoria que fue la del 2007, que se le ganó al Chávez más popular…

— La elección para aprobar o no la Reforma Constitucional…

— Correcto. Y se logró relegitimar el voto como un instrumento de cambio, porque la gente observó que aún ganando por poquito margen fue respetado el resultado y el CNE lo proclamó.

A partir de esa victoria del 2007, los sectores extremistas de la oposición reconocieron la hegemonía del otro sector y entonces apareció la oposición moderada, que podríamos llamar la oposición de la ruta democrática. Entonces, la oposición comenzó a vivir con esas dos oposiciones adentro, el bando extremista, que había fallado, pero que seguía allí con sus planes, y la oposición, que en ese momento tenía el liderazgo, que a mi modo de ver tiene cuatro valores fundamentales: el voto siempre, diálogo y negociación siempre, las protestas solo pacíficas, una oposición que no sea tutelada.

— Esta historia no es muy conocida y mucho menos analizada por las generaciones jóvenes que se identifican con la oposición. ¿Cree que eso influya en el comportamiento actual de este sector político?

— Fíjate, no existe un reconocimiento a esa dirigencia que guio a la oposición hasta el año 2015. Donde hubo una continuidad de acumulación de fuerzas. Se ganaron las gobernaciones y alcaldías más importantes del país, se estuvo cerca de ganar la presidencia frente a Maduro y se ganó la Asamblea Nacional.

Me separé de la MUD en el año 2016-2017 porque hubo un resurgir de las posiciones extremistas, de guarimbas, cero diálogo y negociación. Al final, terminamos en este momento. En el año 2014, cuando se presentó el proyecto de La Salida al margen de la MUD, algunos planteamos que en la MUD debía ponerse sobre la mesa un deslinde entre demócratas y extremistas, y planteábamos un deslinde con Leopoldo López y María Corina. Y poner sobre la mesa las condiciones dentro de las cuales se participaba dentro de la MUD, como el voto siempre, ser soberanos y no tutelados, cuestión que los extremistas no iban a compartir y, por tanto, quedarían al margen.

— ¿Cómo puede aparecer esta nueva oposición nacionalista y no tutelada?

— Yo sí creo que es necesario ese deslinde y, cuando lleguen unas elecciones, para que aparezca esa oposición democrática, nosotros tendríamos que tener ese coraje, quizá con menos recursos, con menos apoyo, con menos organización tenemos que presentar una opción propia. Cuando lleguen esas elecciones, no creo que el electorado tenga que dividirse en dos, Maduro y Anti-Maduro. En todo caso creo que debe dividirse en tres: Maduro, oposición democrática y oposición extremista. Y puede que tal vez, en varios, y ojalá que aparezcan otros sectores chavistas. No hay nada más embrutecedor que la polarización. La cual parte de la premisa de que yo tengo la razón y el otro no, eso no es democrático. La última encuesta de Datincorp señalaba que más del 60% estaba de acuerdo con dos opciones con diálogo y negociación, y la salida violenta menos del 25%.

— Lo que ratifica el carácter del pueblo venezolano de apostar a la democracia…

— Claro, Claro. Allí está la base para que una nueva oposición aparezca. Pero como te digo no es fácil, porque los dos extremos se autolegitiman. El Gobierno legitima a la oposición extremista, y esto tiene su razón en el hecho de que el Gobierno quiere levantar las sanciones y ese sector es el único que no solo tiene el contacto con Estados Unidos, sino el que obedece órdenes de ellos.

— ¿Cuál es el mecanismo para que la oposición moderada pueda derrotar a la oposición extremista? 

— Nosotros tuvimos una oportunidad el 20 de mayo, pero por errores nuestros y de los abusos propios del Gobierno, la perdimos. Nosotros postulamos a Henry Falcón, que representaba a la oposición de la ruta democrática. Incluso hay quienes aseguran que Henrique Capriles simpatizaba con esa candidatura, pero nunca se pronunció porque Primero Justicia no se lo permitía. Además, la campaña de los contemporizadores y del extremismo que atacaron a la propia oposición fue feroz. Entonces tienes una campaña muy mala, los abusos del Gobierno y la feroz campaña interna por la abstención perjudicaron las opciones reales de ganar. Creo que el mensaje final de Henry Falcón fue errado al desconocer los resultados. Se pudo haber dicho que había existido abuso de poder, pero la responsabilidad fundamental de la derrota tenía que ponerse en la abstención. Por esas razones, tuvimos dos millones de votos y tampoco fuimos capaces de capitalizarlos.

— En ese momento, el candidato de la oposición Henry Falcón resultó fuertemente atacado por la propia oposición, vía redes sociales. ¿Se puede hacer política sin ser chantajeados por la opinión parcial de quienes participan en dichas redes?

— Alguien me decía que menos mal que cuando Mandela estaba negociando con el Gobierno no había Twitter, porque de seguro no habría logrado ningún acuerdo de gobernabilidad.

Creo que eso es fundamental, que un liderazgo político se sustraiga de ese chantaje. Comenzando porque eso no es expresión de la voluntad mayoritaria, es solo una minoría la que participa de esas redes, es una realidad paralela que perturba y atrofia mucho la visión de la realidad. Si un liderazgo político se deja llevar por una realidad paralela y por el chantaje de una minoría y modela y conforma sus pensamientos sobre la base de lo que allí se dice, cuando se enfrenta al mundo real tiene una visión distorsionada. Lo cual es funesto a los efectos de cualquier estrategia política asertiva.

— Quizá la mayor dificultad para llegar a acuerdos es que hay una oposición de la que llamas extremista que públicamente aboga por «exterminar al chavismo». 

— Cualquier proyecto de transición tiene que implicar que quienes dejen el Gobierno compartan el poder. Porque Gobierno y poder no son lo mismo; el primero es quien ejerce el poder ejecutivo, pero lo segundo va más allá. Lo componen la Fuerza Armada, el Tribunal Supremo, las Gobernaciones, Alcaldías. La oposición debe ofrecer una transición en la que garanticen al chavismo que pueden dejar el Gobierno, pero que se van a mantener con una presencia en el Tribunal Supremo de Justicia, que van a mantener la presencia en la Fuerza Armada sin que eso implique una partidización.

Tampoco puede el Gobierno pretender que en la oposición no se le desarrollen los gérmenes extremistas, si se le dice: ‘Nosotros vamos a gobernar 1.000 años, a nosotros nadie nos va a sacar de aquí, y si es necesario uso las armas’. Con esa actitud es imposible que el otro dialogue. Por eso digo que una clave es que se aísle a sus extremos, y que los moderados de los dos polos, y nosotros que podemos contribuir en el medio, puedan crear vasos comunicantes.

Por otro lado, a la oposición le diría que ha llegado la hora de abandonar el extremismo y el inmediatismo, de regresar a la ruta democrática y de civilizadamente deslindar campos; quien quiera mantenerse en la abstención, en la búsqueda de una intervención militar extranjera que lo haga, y quienes creamos que no, debemos unirnos y presentar una opción política vinculada con la ruta democrática, que es donde creo que está la mayoría, y que debe reconstruirse sobre la base de valores. Porque no puede ser que tú plantees negociación, como lo hace Guaidó, vas a Noruega, pero el lunes me reúno con el Comando Sur para ver cómo hago para la invasión. No puedes mantener a Doctor Jekyll y Mister Hyde, unidos por mucho tiempo.

— ¿Se puede evitar la intervención militar? 

— En la medida en que los sectores políticos venezolanos logren construir un consenso creíble, un acuerdo mínimo de convivencia, eso evitaría cualquier posibilidad de intervención. Además, no estoy tan seguro que Estados Unidos esté tan interesado como a veces se dice. No sé hasta dónde le conviene electoralmente meterse en un enredo militar de una incertidumbre tan grande. Venezuela tiene más de 900.000 kilómetros cuadrados, Irak tenía apenas 600.000, Panamá ni por asomo tiene esas extensiones. Por tanto, no es algo que se decida tan fácilmente. Sin embargo, EEUU sabe cómo derrocar Gobiernos, cómo invadir países, cómo acabar con una economía, eso no es algo que está fuera de su lógica. Por tanto hay que tener en cuenta siempre esa amenaza.

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