Benito Mussolini (1883-1945)
fue un político, militar y periodista italiano; Presidente del Consejo de Ministros Reales de Italia desde 1922 hasta 1943 y Duce —guía— de la República Social Italiana desde 1943 hasta su ejecución. Llevó al poder al Partido Nacional Fascista y posterior Partido Fascista Republicano, y lideró un régimen totalitario durante el período conocido como fascismo italiano del Reino de Italia bajo el beneplácito de Víctor Manuel III. Además, fue quien dirigió a Italia durante la Segunda Guerra Mundial, como parte de sus planes imperialistas en Europa y África.
Afiliado al Partido Socialista Italiano, en 1914 fue expulsado de dicha organización por sostener posturas nacionalistas irredentistas contrarias al internacionalismo de los principales líderes socialistas. En 1922, ya como líder oficial del Partido Nacional Fascista organizó la Marcha sobre Roma, tras cuya victoria fue nombrado presidente del Consejo de Ministros. Mussolini obtuvo creciente apoyo popular mediante la exaltación del panitalianismo, el expansionismo y el anticomunismo, sirviéndose de su influencia militar apoyado por la eficiente propaganda fascista y las concentraciones de masas cargadas de simbolismo.
Fue nombrado presidente del Consejo de Ministros Reales en diciembre de 1922, y por la escasa oposición del rey Víctor Manuel III, logró disolver el parlamento y asumir así el mando supremo del Estado itálico. Transformó el Reino de Italia en el Segundo Imperio Colonial Italiano y gobernó con un partido único basado en el totalitarismo y la autocracia de la ideología fascista.
El objetivo de Mussolini era hacer realidad el concepto de la Gran Italia basado en la absoluta hegemonía de Roma en el mar mediterráneo. Su política exterior e interior tenía el objetivo de dotar a Italia de un gran poder —autoidentificándose como el sucesor legítimo del Imperio Romano—, teniendo al pueblo italiano como principal beneficiado de esta y en segundo plano a otras poblaciones que viviese dentro de la península itálica y los territorios de ultramar como Albania y Libia. Promovió el desarrollo armamentístico de Italia y tras la invasión de Etiopía por las Forze armate el 2 de octubre de 1935 y la firma del Pacto de Acero junto con Alemania en 1939 al año siguiente se dio inicio a la participación italiana en la Segunda Guerra Mundial.
Dentro de las campañas italianas, las fuerzas de las nuevas Potencias del Eje —sucesor del pacto de Acero, pues en 1940 había ingresado Japón a la alianza— se encargaron de invadir la península balcánica, África del norte y el cuerno de África, así como algunas áreas de Francia. Esas conquistas territoriales decrecieron de forma paulatina después de la segunda batalla de El Alamein, hasta 1943, cuando los ejércitos aliados lograron tomar el control de toda África y el mediterráneo.
En los meses de 1943 durante la caída de la isla de Sicilia, Mussolini fue arrestado por el Gran Consejo Fascista por orden del rey Víctor Manuel III en un intento por evitar la invasión aliada de la Italia continental. Fue encarcelado en un hotel del área natural del Gran Sasso d’Italia. Adolf Hitler ordenó la operación de rescate mientras invadía el norte de Italia en donde creó la República Social Italiana en contraposición del Reino del Sur (régimen italiano que había realizado un armisticio con los Aliados). La nueva república en teoría representaba la continuación del Segundo imperio italiano aunque en la práctica funcionó como un estado títere de Alemania
Mussolini decidió escapar ante la inminente invasión aliada de la República Social Italiana, en 1945. Junto a su amante Clara Petacci y otros altos jerarcas fascistas, intentaron llegar a la frontera con Suiza haciéndose pasar como una delegación diplomática española. En el camino una patrulla de partisanos comunistas reconocieron el engaño y detuvieron a todo el camión que los llevaba. El partisano Urbano Lazzaro fue el encargado de fusilar el 28 de abril de 1945 a Mussolini. Ninguno de los acompañantes del duce sobrevivió. Luego fueron llevados a Milán, donde -bajo el beneplácito de las fuerzas de ocupación aliadas- fueron masacrados y colgados en la plaza principal.
Primeros años
Benito Mussolini nació en Dovia, una aldea del municipio de Predappio, en la provincia de Forlì-Cesena, región de Emilia-Romaña, el 29 de julio de 1883. Su padre, Alessandro Mussolini, era herrero; su madre, Rosa Maltoni, era una maestra que creía firmemente en la importancia de la educación. El nombre «Benito Amilcare Andrea» fue decidido por su padre, un líder local socialista, en memoria de Benito Juárez, héroe reformista y expresidente de México; de Amilcare Cipriani, patriota italiano y socialista; y de Andrea Costa, primer diputado socialista elegido en el parlamento italiano.
De niño, recibió la enseñanza básica en Dovia y luego en Predappio (desde 1889 hasta 1891). Luego ingresó al colegio salesiano de Faenza, pero fue expulsado por una pelea con un compañero. Prosiguió los estudios secundarios en el colegio Giosuè Carducci de Forlimpopoli donde obtuvo en septiembre de 1898 la licencia de técnico inferior. A partir de octubre de ese año, por una pelea que tuvo con otro compañero, se le obliga a asistir como alumno externo (hasta el año 1901).
Allí en Forlimpopoli, por influencia paterna, Mussolini se acerca al socialismo militante y en el año 1900 se inscribe en el Partido Socialista Italiano. Mientras tanto, concluye los estudios y obtiene la Maturità (título de bachillerato). El 13 de febrero de 1902 fue nombrado suplente para la escuela elemental de Pieve Saliceto, fraccionamiento de Gualtieri Emilia.
El 9 de julio de 1902, tras concluir el año escolar, se trasladó a Lausana donde se inscribió en el sindicato de albañiles y obreros. Luego fue nombrado secretario y publicó su primer artículo en el periódico L’Avvenire del Lavoratore («El Porvenir del Trabajador»).
En el ejército en la Primera Guerra Mundial
Cuando Italia entró en la Primera Guerra Mundial al lado de la Entente, Mussolini manifestó su completo apoyo al esfuerzo bélico italiano y, aunque no llegó a presentarse como voluntario, amenazó con hacerlo ante el retraso de su reclutamiento;1 así, en agosto de 1915 fue asignado a la División 11° y el 2 de septiembre partió al frente. Escribió un diario de guerra donde narra su vida en las trincheras y se ve a sí mismo como héroe carismático de una comunidad nacional, guerrera, socialmente jerárquica y obediente.
En marzo del año siguiente Mussolini fue promovido a cabo por méritos de guerra. En su informe militar se lee: «Actividad ejemplar, batallador, serenidad de mente, no toma en cuenta los desalientos, celoso, regular en el cumplimiento del deber, primero en cualquier empresa que requiera trabajo y arrojo». El 23 de febrero de 1917 fue herido al estallar un mortero durante un ejercicio. Fue inmediatamente dado de baja. Aunque algunos han sostenido que el motivo de su baja fue alguna enfermedad infecciosa, la presencia de tales patologías no ha sido comprobada con los datos que emergieron de la autopsia que le fue practicada. En este año, y según se ha descubierto, trabajó de espía para los servicios secretos británicos.1
Al volver del frente, publicó en Il Popolo d’Italia el artículo «Trincerocrazia», donde reivindicaba para los soldados italianos que habían combatido en las trincheras el derecho a gobernar Italia tras la guerra.
El fascismo y la «revolución fascista»
Cartel de propaganda fascista en el que aparece Mussolini.
Posteriormente, quiso capitalizar el sentimiento de insatisfacción que se apoderó de la sociedad italiana tras el fin de la contienda, debido a que Italia había obtenido muy pocas ventajas territoriales y económicas en el Tratado de Versalles, pese a las grandes promesas de Francia y Gran Bretaña con las cuales se había estimulado la participación italiana en la contienda. Ese descontento se manifestó en continuas huelgas y protestas de obreros y campesinos a los cuales se unían veteranos retornados del frente de guerra, ante lo cual Mussolini empezó haciendo un llamamiento a la lucha contra los partidos de izquierdas, a los que señaló como culpables del descalabro social. Para ello Mussolini creó en Milán el 23 de marzo de 1919 los Fasci Italiani di Combattimento, grupos armados de agitación que constituyeron el germen inicial del futuro Partido Nacional Fascista, fundado en noviembre de 1921. El 18 de noviembre fue arrestado de nuevo por tenencia ilegal de armas y explosivos pero sería liberado gracias a la intervención del senador liberal Luigi Albertini.
El 24 y 25 de mayo de 1920, Benito Mussolini participó en el segundo Congreso de los Fasci di Combattimento, que se realizó en el Teatro Lírico de Milán. En noviembre, con el artículo «Rapallo», comentó favorablemente el tratado ítalo-yugoslavo firmado por Giovanni Giolitti por el que la ciudad de Fiume queda libre.
El 28 de marzo de 1921, Mussolini desfiló en Milán con sus columnas de «camisas negras» con ocasión del funeral de las víctimas del terrorismo anarquista del Teatro Diana. Al mostrarse como enemigo de socialistas y comunistas, el fascismo consiguió ganarse el favor de los grandes terratenientes e industriales y Mussolini logró salir electo diputado en las elecciones de mayo de 1921, gracias también al apoyo de Giolitti.
Toma del poder de Mussolini
A partir de este éxito, los camisas negras se fueron convirtiendo en protagonistas de numerosos episodios de violencia y agresión física o verbal contra sus adversarios políticos, sobre todo contra los socialistas y comunistas; el fenómeno fue llamado squadrismo debido a las «escuadras de acción» organizadas por los camisas negras como piquetes callejeros encargados de atacar arbitrariamente a sus rivales.
El 2 de julio, Mussolini invitó a los socialistas, con un artículo en Il popolo d’Italia, a establecer un pacto de pacificación para acabar con la violencia squadrista, firmado el 2 de agosto gracias a la mediación del presidente de la Cámara Enrico De Nicola; sin embargo, los episodios de violencia no cesaron porque la ejecución del acuerdo se dejó a la decisión de los jefes locales de cada partido.
A propósito de la autonomía de la que gozaban los grupos particulares de squadristas, Renzo De Felice escribe que Mussolini entró en discusiones con algunos jefes que ponían en duda su posición de guía del movimiento (sobre todo Dino Grandi) y que no aceptaban la voluntad de Mussolini de presentarse como normalizador del orden social. De ahí que, siempre según De Felice, Mussolini escribiera: «¿Puede el fascismo dejar de contar conmigo? ¡Claro! Pero también yo puedo dejar de contar con el fascismo».
Sin embargo, las divergencias internas fueron superadas y el 7 de noviembre se realizó en Roma el tercer congreso de los fasci di combattimento, que fueron transformados en el Partido Nacional Fascista, con Michele Bianchi como primer secretario. El 1 de enero de 1922, Mussolini fundó la revista mensual Gerarchia (‘Jerarquía’), donde colabora su amante Margherita Sarfatti.
El 2 de agosto de 1922, las izquierdas promovieron una huelga general contra las violencias de los camisas negras, que intervinieron produciendo el fracaso de la iniciativa. Entretanto, los primeros días de septiembre, las escuadras fascistas ocuparon los municipios de Ancona (Milán), Génova, Livorno, Parma, Bolzano y Trento, obteniendo el control de estos tras violentos episodios armados.
Se trata del inicio de la «revolución fascista», con la que Mussolini intentaría un ambicioso golpe de mano para adueñarse del poder, aprovechándose del consenso adquirido ante los ambientes sociales más importantes del reino, que combinaban el miedo a los socialistas y comunistas con la convicción de que Mussolini y sus fascistas aceptarían sujetarse a las viejas reglas de la monarquía parlamentaria. El 24 de octubre Mussolini se encontraba ya en Nápoles con 40 000 camisas negras allí reunidos, afirmando públicamente el derecho del fascismo a gobernar el país.
La noche del 27 al 28 de octubre, grupos de fascistas empezaron a ocupar centralitas de teléfonos y edificios gubernamentales. El jefe del gobierno, Luigi Facta, le pidió al rey Víctor Manuel que declarase el estado de sitio para que el ejército pudiese frenar a los fascistas pero el monarca se negó. Al contrario, el 29 de octubre el rey encargó a Mussolini la formación de un gobierno, a pesar de que su partido solo contaba con una pequeña minoría de diputados. Al día siguiente, Mussolini entró con sus seguidores en Roma (véase Marcha sobre Roma), creando el mito de que había llegado al poder impulsado por una insurrección popular que había frenado una revolución socialista.1
Mussolini como presidente del Consejo
El 16 de noviembre, Mussolini se presentó en la Cámara (obtuvo el voto de confianza con 316 a favor, 116 en contra y 7 abstenciones) y dio su primer discurso como presidente del Consejo de Ministros (el llamado «Discorso del bivacco»). Declaró:
He rechazado la posibilidad de vencer totalmente y podía hacerlo. Me autoimpuse límites. Me dije que la mejor sabiduría es la que no se abandona después de la victoria. Con 300 000 jóvenes armados totalmente, decididos a todo y casi místicamente listos a ejecutar cualquier orden que yo les diera, podía haber castigado a todos los que han difamado e intentado enfangar al fascismo. Podía hacer de esta aula sorda y gris un campamento de soldados: podía destruir con hierros el Parlamento y constituir un gobierno exclusivamente de fascistas. Podía: pero no lo he querido, al menos en este primer momento.
El 24 de noviembre le fueron conferidos por el Parlamento plenos poderes en los ámbitos económico y administrativo hasta el 31 de diciembre de 1923 con el fin de «restablecer el orden». El 15 de diciembre de 1922 se reunió, por primera vez, el Gran Consiglio del Fascismo (‘Gran Consejo del Fascismo’).
El 14 de enero de 1923 los camisas negras fueron institucionalizados a través de la creación de la Milizia Volontaria per la Sicurezza Nazionale (‘Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional’). Luego, el 9 de junio, presentó en la Cámara la nueva ley Acerbo sobre las elecciones. Fue aprobada el 21 de julio. Ese mismo mes, gracias al apoyo británico, en la Conferencia de Lausana se reconoció el dominio italiano sobre el Dodecaneso, que había sido ocupado en el año 1912.
El 28 de agosto tuvo lugar la masacre de Gioannina: la expedición militar italiana Tellini —que tenía la tarea de definir la línea limítrofe entre Grecia y Albania— fue aniquilada por soldados griegos. Mussolini envió un ultimátum a Grecia para solicitar reparación y, tras el rechazo del gobierno griego, ordenó a la marina italiana que ocupara Corfù.
Con esta acción, el nuevo presidente del Consejo demostró tener una política externa fuerte y obtuvo, gracias a la Sociedad de Naciones, las reparaciones solicitadas (sólo tras abandonar la isla ocupada).
El 19 de diciembre Mussolini presidió la firma del acuerdo entre Confindustria y la Confederación de las corporaciones fascistas. El decreto real número 284 del 30 de diciembre de 1923 estableció la creación de los Enti Comunali di Assistenza (ECA) con la misión de «coordinar todas las actividades, públicas o privadas, dirigidas a socorrer a los indigentes, proveyendo, si fuera necesario, de sus cuidados o promoviendo donde fuera posible la educación, la instrucción y el aprendizaje de profesiones, artes o trabajos». Fueron unificados en dos entes territoriales que se dedicarían a la asistencia sanitaria y material de los pobres y de la infancia abandonada (véase el real decreto 383 del 3 de marzo de 1933).
El 27 de enero de 1924 se firmó el Tratado de Roma entre Italia y Yugoslavia, con el cual esta última reconocía la italianidad de Fiume, que fue anexada el 16 de febrero. Después de esto, el rey confirió a Mussolini la condecoración del Collare dell’Annunziata.
A partir del 7 de febrero, el gobierno italiano estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Un acuerdo con el Reino Unido permitió a Italia adquirir una región que fue anexada a la Somalia italiana. El 24 de marzo se intentó por primera vez radiotransmitir un discurso político.
En las elecciones del 6 de abril de 1924, la Lista Nazionale (conocida con el nombre de Listone) obtuvo el 60% de los votos y 356 diputados (después quedaron en 355 por la muerte de Giuseppe De Nava, que no fue sustituido); a ellos se añaden el 4,8 de los votos y 19 puestos conseguidos por la «lista bis». En total las dos listas alcanzan el 64,9 % de los votos válidos, obteniendo 375 parlamentarios, de los cuales 275 inscritos en el Partido Nacional Fascista. Además del PNF se habían unido al Listone la mayoría de los exponentes liberales y democráticos (como por ejemplo Vittorio Emanuele Orlando, Antonio Salandra y Enrico De Nicola (que retiró su candidatura antes de las elecciones), expopulares expulsados del Partido Popular Italiano, demosociales y del Partido Sardo de Acción y numerosas personalidades de la derecha italiana.
La consulta se desarrolló en un clima de violencia e intimidación contra quienes se opusieran a los candidatos del régimen, y los abusos perpetrados por los fascistas fueron denunciados el 30 de mayo por el diputado socialista Giacomo Matteotti, que con un duro discurso en la Cámara pidió que se anulara el resultado de las elecciones.
El 10 de junio de 1924, Matteotti fue secuestrado y asesinado por squadristas fascistas. El evento provocó la «secesión del Aventino», es decir, el abandono del Parlamento por parte de los diputados de la oposición, quienes se reunieron en el Aventino para protestar por el homicidio. Sin embargo, no realizaron ninguna acción política. Fortalecido por la indecisión de la oposición, el 3 de enero de 1925 Mussolini dio un discurso en el parlamento en el que se muestra a las claras la verdadera relación de fuerzas que había en el país: con el fin de demostrar su propio poder, proclamó que quería asumir sobre sí «cualquier responsabilidad histórica, política y moral» que se derive del asesinato de Matteotti. Tal discurso es considerado el inicio del régimen dictatorial fascista.
La muerte de Mussolini
Al hacerse evidente la derrota alemana en la primavera de 1945, Mussolini no tenía claro qué camino debía seguir y dudaba entre retirase a una última defensa desesperada en Trieste o en la Valtelina, o buscar refugio en Suiza; pero realmente no había planes concretos para ninguna de esas posibilidades. Finalmente, el 18 de abril se trasladó a Milán, donde se concertó una reunión con la resistencia que se debía celebrar a las tres de la tarde del 25 de abril en el palacio arzobispal, con la mediación del cardenal y arzobispo de Milán Ildefonso Schuster. Apenas hubo negociaciones porque pronto llegó la noticia de que el general de la Waffen-SSKarl Wolff había fijado el cese de la lucha para las cinco de la tarde. Aunque Mussolini afirmó que continuaría con las conversaciones, inmediatamente marchó hacia Como, donde la República de Saló se desmoronaba. Finalmente decidió huir, hacia el norte y sin destino concreto, disfrazado de soldado en un convoy alemán al mando del teniente Schallmayer de la Luftwaffe. En Como se quedaron su esposa Rachele y sus hijos pequeños, aunque sí se llevó consigo a Clara Petacci y a su hermano Marcello, que pretendían hacerse pasar por el cónsul español y esposa. También formaban parte de la columna otros líderes fascistas, como Alessandro Pavolini y Nicola Bombacci.4
El convoy fue detectado cerca de la localidad de Dongo a las seis y media de la mañana del 27 de abril por un grupo de partisanos comunistas de la Brigada Garibaldi dirigidos por Urbano Lazzaro. Después de un primer intercambio de disparos, y ante la llegada de refuerzos guerrilleros, Schallmayer accedió a negociar. Los partisanos, que ya habían identificado al funcionario de la RSI Francesco Barracu, permitieron la retirada de los alemanes a cambio de la entrega de todos los italianos. Cerca de las siete de la tarde, cuando los partisanos revisaban la documentación de los miembros de la columna, uno de ellos, Giussepe Negri, reconoció a Mussolini y se lo comunicó a Lazzaro.4
La misma noche del 27 al 28 de abril la noticia de la detención de Mussolini llegó a Milán y la hizo pública por radio Sandro Pertini, futuro presidente de la República y entonces dirigente del Comité de Liberación Nacional (CLN), a la vez que anunciaba la decisión del Comité de que Mussolini debía ser fusilado «como un perro rabioso».4
La mañana del día 28 se reunió a Mussolini y a Clara Petacci en una casa campesina de Dongo y hasta allí llegó desde Milán un grupo de partisanos comunistas dirigidos por Walter Audisio, con orden de ejecutarlos. Aunque Mussolini creyó en un primer momento que Audisio venía a liberarlos, este los llevó en un Fiat 1100 hasta la aldea de Giulino di Mezzegra donde, junto a la vía XXIV Maggio, y ante las puertas de Villa Belmonte fueron fusilados a las 16:10.5
Los cadáveres fueron trasladados en la tarde del mismo 28 de abril en un camión a Milán. En el trayecto no se permitió que nadie se acercara a los cuerpos, hasta que llegaron el día 29 a la Plaza Loreto de esa ciudad. Allí fueron sometidos a toda clase de ultrajes por la muchedumbre; el servicio de policía, compuesto por partisanos y bomberos, colgó luego los cadáveres cabeza abajo en una gasolinera de la plaza, algo que algunos autores consideran como simbólico por la forma en que los fascistas trataban a sus enemigos. Esto se hizo para confirmar públicamente su muerte, y como gesto de humillación y venganza partisana, ya que en ese mismo lugar se habían colgado meses atrás los cadáveres de quince partisanos antifascistas. El cadáver de Mussolini fue desfigurado a golpes a tal extremo que su rostro resultó casi irreconocible; algo menos ocurrió con Petacci. Aun muertos fueron objeto de burlas e incluso fueron colocados uno al lado del otro para ser fotografiados en la morgue. Horas más tarde los líderes locales del CLN decidieron cesar la exhibición y retirar los cuerpos, que fueron colocados en cajones de madera con paja en su interior y retirados para sepultarse en tumbas anónimas.
Poco después del final de la guerra, el 22 de abril de 1946, los restos de Mussolini fueron robados del cementerio de Musocco por obra de un grupo de neofascistas autodenominados «SAM-Squadre d’Azione Mussolini» y capitaneados por Domenico Leccisi. El cuerpo de Mussolini estuvo desaparecido varios meses. Después de la restitución a la familia, su cadáver fue trasladado en 1957 a la capilla de Predappio.
El 29 de abril de 1945 se informó a Adolf Hitler de la muerte de Mussolini, aunque no está claro si se le transmitieron los detalles de lo sucedido con su cadáver y el de Clara Petacci. En cualquier caso ya había tomado la decisión de que los soviéticos no iban a capturarlo y tampoco iban a hacerse con su cadáver, por lo que ordenó que el suyo y el de Eva Braun fuesen quemados después de su suicidio. Diversas fuentes han alentado la leyenda de que la suerte de Mussolini influyó en Hitler; por ejemplo se atribuyó a Göring una conversación durante los Juicios de Núremberg en la que afirmaba que él y Hitler habían visto las fotografías de Mussolini colgado boca abajo, cuando Göring había estado por última vez con Hitler ocho días después del cumpleaños de este, el día que sucedió la muerte de Mussolini.5