Medio Ambiente Nacionales

Denuncian extracción descontrolada de guaconejo

Written by Debate Plural

Marvin del Cid (D. Libre, 28-11-18)

 

Es martes 20 de noviembre, un equipo de Diario Libre acompaña a la ONG Grupo Jaragua a documentar una denuncia sobre acumulación de madera de guaconejo (Amyris balsamifera) extraída, de madera ilegal, en la Reserva de la Biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo. Es la tercera vez que Diario Libre documenta el problema desde el 2014, que según comunitarios de la zona, tiene más de una década sucediendo.

Son las 9 de la mañana y al pasar por Cabral comentamos con la Dra. Yolanda León, profesora de INTEC y bióloga de Grupo Jaragua, sobre la visita que hicimos en mayo de 2018 a la procesadora de guaconejo Domarome, del haitiano de ascendencia francesa Gueric Boucard, quien además tiene la empresa Texarome, en Texas, Estados Unidos, destinada al comercio de aceites esenciales, especialmente de cedro.

Boucard aseguró en esa oportunidad que compra cada tonelada de guaconejo entre RD$6,000 y RD$8,250, pero asegura que en las fábricas haitianas vale el doble. En sus instalaciones se procesan hasta cuatro toneladas diarias y él estima que de una tonelada de madera de buena calidad se pueden extraer 20 kilos de aceite.

Unos pocos kilómetros más adelante, en el barrio de El Naranjo de la comunidad de La Lista, nos detuvimos a ver una procesadora de madera de guaconejo.

Había una pila enorme de madera seca de guaconejo, la cual era molida hasta hacer un fino aserrín. Uno de los empleados de la fábrica nos dice que es llevada desde San Juan de la Maguana y es vendida a Domarome de manera legal.

Más adelante en nuestro recorrido, nos encontramos con un grupo de comunitarios que nos llevarán a una de las zonas de extracción cercana al pueblo de El Limón, a unos 11 kilómetros de distancia antes de Jimaní. Prefieren el anonimato por miedo a represalias de los traficantes.

Tomamos un camino polvoriento entre bosque seco, la guasábara es omnipresente. Uno de los comunitarios dice estar cansado de denunciar el problema y que no pase nada.

Por momentos tenemos que detenernos a acondicionar el camino, las rocas y maleza hacen difícil que el vehículo 4×4 pueda avanzar. Podemos ver algunos árboles de guaconejo jóvenes.

Recorrer unos 5 kilómetros nos toma cerca de hora y media hasta llegar al primer punto de acopio de madera. Es una especie de cañada, el guaconejo está al fondo rodeando los restos de un horno de carbón. Habíamos visto restos de más hornos en el camino.

Uno de los comunitarios dice que los carboneros son los mismos que recolectan el guaconejo, por lo regular haitianos con patrones dominicanos que controlan el tráfico en la zona.

Cuentan que el Ministerio de Medio Ambiente ha hecho incautaciones, para luego subastar la madera públicamente. Sin embargo, son los mismos infractores que compran en la subasta para luego vender la madera a la fábrica de Cabral o traficarla a Haití por el poblado fronterizo de Tierra Nueva, donde Diario Libre documentó en 2014 la ruta de tráfico de carbón ilegal.

Aseguran que lo infractores son los mismos de siempre, que las autoridades los conocen, pero nunca hay consecuencias que frenen el tráfico.

“Hay no más de cinco o seis personas en la frontera que hacen ese contrabando y todo el mundo les conoce, todo el mundo sabe quiénes son, especialmente el Ejército, toda la gente de Medio Ambiente, ellos saben quiénes son, si no les quieren parar la culpa es de ellos”, aseguró Boucard en una entrevista a Diario Libre en mayo.

En julio de 2018 el ministro de Medio Ambiente, Ángel Estévez, advirtió ayer que será drástico en la aplicación de la ley a los traficantes de guaconejo y con los funcionarios que no asuman su responsabilidad en ese tema.

Seguimos el recorrido y llegamos a la parte alta de una loma donde la vista quita el aliento. Un impresionante paisaje seco, donde el suelo coralino evidencia a más de 150 metros de altura, lo que fuera un arrecife hace millones de años. Solo quedan parches de bosque seco. Es la zona de amortiguamiento de la reserva.

Nuestros guías nos señalan una enorme pila de guaconejo hacia el sur y a nuestras espaldas tres pilas más, sin faltar los restos recientes de un horno de carbón.

Dicen que esta madera fue denunciada, sin embargo fue dejada en el lugar. Tiene varias semanas y la Dra. Yolanda León hace una importante observación.

En la pila de guaconejo hay madera verde cortada.

Hasta ahora los guaconejeros y las autoridades siempre han asegurado que el guaconejo recolectado es madera seca. El mismo Boucart dice que solo la madera seca, de forma natural, sirve para fabricar el aceite esencial, la base para la industria del perfume.

Esto puede ser una mala señal, el guaconejo seco está escaseando y están tratando de secarlo en estas enormes pilas.

Esta puede ser una práctica que se está generalizando en otras zonas. Un colaborador envía una imagen de un árbol verde de guaconejo con cortes en la base. Asegura haber visto más de 40 en las mismas condiciones dentro de los límites del parque nacional Jaragua la semana pasada.

Por un modelo de negocio sostenible

“Pudimos ver unos 150m3 de madera de guaconejo en dos zonas visitadas y nos informaron de otros tres puntos de acopio (dos de ellos recientemente retirados). En uno de los sitios inspeccionados, pudimos evidenciar palos cortados verdes y secos, indicando que no toda la madera proviene de árboles muertos, como a menudo se alega. Esto, unido a otras informaciones sobre el comercio de guaconejo en el lado sur de la Sierra de Bahoruco demuestra el valor comercial de un grupo de especies nativas que forman parte de la biodiversidad de nuestra isla. Nos da tristeza que en lugar de desarrollar un modelo de negocio sostenible en torno a este valioso recurso, este tráfico se realiza en la clandestinidad por unos pocos individuos conocidos por todos, utilizando mano de obra en situación migratoria irregular. En lugar de esto, entendemos que el país debería invertir en la investigación sobre la distribución, situación poblacional y el desarrollo de plantaciones y un modelo de negocio en torno a las especies traficadas de guaconejo. De este modo, más hogares podrían beneficiarse a largo plazo y de una manera regular. De continuar, las actuales prácticas amenazan con la extinción comercial o bien total de algunas de las especies de guaconejo implicadas, especialmente las más escasas, cerrando así las puertas a potenciales alternativas económicas para esta empobrecida región”. Dra. Yolanda León, Grupo Jaragua.

En junio de 2018, Diario Libre atendió una denuncia de comunitarios de Los Ríos, la las orillas del lago Enriquillo, en la provincia Bahoruco.

Miembros de la comunidad están preocupados por la degradación del bosque en la Sierra de Neyba. Durante años han visto como la extracción de guaconejo ha aumentado en toda la zona.

En 2014 Diario Libre hizo un recorrido por la zona donde pudo documentar camiones con guaconejo sin ningún tipo de control.

En la comunidad de Los Ríos y La Clavellina, dicen sentir ya los efectos de la degradación del bosque en la montaña. Se han hecho deslaves, sedimento por la erosión está afectando el suministro de agua.

El Ministerio de Medio Ambiente cerca de marzo, hizo una reunión en la comunidad para tratar el tema. Según los comunitarios trataron de convencerlos que la extracción es legal y que hay guaconejo suficiente.

No conformes con las explicaciones, los comunitarios de Los Ríos trataron que se emitiera una resolución municipal para prohibir la extracción, pero esta no prosperó.

Por ahora dicen que el movimiento de guaconejo ha disminuido drásticamente en las últimas semanas, creen que no es por el control de las autoridades, sino porque sospechan que ya no queda suficiente madera en la zona.

Al final de la tarde del 20 de noviembre, decidimos ir a otra zona denunciada, esta vez en el norte del lago. A unos 500 metros de altura, próximo a la comunidad de Los Pinos del Edén, subiendo por La Descubierta. Hace unos meses se denunció un punto de acopio de guaconejo, de unos 300 metros cúbicos. Las coordenadas indican que puede estar dentro del área protegida llamada Las Caobas, que hace frontera con Haití.

Un joven de la comunidad de Los Pinos del Edén nos acompaña hasta el punto en la carretera más cercano al lugar.

Las Caobas en un área de bosque seco, en la pantalla del dron se puede ver un espeso bosque, con algunos parches cortados.

El joven nos señala el lugar exacto pero es imposible verlo desde el aire. Con voz tímida nos dice que ese guaconejo tiene tiempo ahí, que quien lo mandó a recolectar no es de la comunidad y hasta ahora no han permitido que lo saque.

Señala en la dirección este un punto donde hace poco la misma comunidad quemó un punto de acopio de guaconejo, que era de otro infractor ajeno a la comunidad.

En la siguiente foto enviada por un colaborador, se puede ver el guaconejo apilado entre el bosque, pudimos confirmar que está dentro del área protegida.

Los comunitarios dicen que esta madera ya fue subastada, y seguro el mismo infractor es quien la compró y logre con esto comercializarla legalmente. Pero para sacar semejante volumen tendrán que abrir una trocha, a lo cual se oponen rotundamente.

A los pobladores alrededor del lago, no les queda claro quien tiene y quien no tiene permiso de extracción, tampoco tienen claro cuánto afecta al bosque la explotación. Si tienen claro que las mismas comunidades no reciben beneficio directo de esta actividad.

Los biólogos Yolanda León y Brígido Peguero, del Jardín Botánico Nacional, estiman que en 10 años podría agotarse el guaconejo en la República Dominicana debido a la extracción indiscriminada.

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