Cultura Nacionales

Estética, semiótica y sociología en la pintura mural (1)

Written by Marko Florentino

Cuando se visualiza una enorme composición gráfica estampada en la pared de una metrópolis o en sus zonas adyacentes, debajo de un puente, en lugares abandonados o en alguna zona rural; puede ser que el espectador estándar desconozca la génesis de dicho trabajo artístico que, podría estar definiendo acontecimientos-hechos de interés social, informando o, simplemente podría ser el referente de la conducta transferida por su realizador para llamar la atención y persuadir a públicos cautivos. Esta clasificación, disciplina o tendencia artista se conoce como Muralismo.

En su generalidad, el mural incorpora el sentir individual de su creador, define un estilo de vida y escenifica la expresión grupal de un segmento social. Asimismo, los murales promueven productos, bienes y servicios de toda índole para ofertarlos con estética y funcionalismo a un público determinado. Algunos murales son mero paisajismos publicitarios, otros, no pasan desapercibidos; su contenido concepto-visual actúa en consonancia con sus gamas cromáticas y convida a contemplar su estructura.

Los murales hablan, cuentan historias e invitan al espectador a formar parte de los deseos ocultos de su creador, a recapitular situaciones olvidadas o ignoradas por la sociedad. Muchos murales introducen en su contenido un lenguaje popular sencillo, cotidiano; pero es posible que retengan expresiones iconográficas indescriptibles para el espectador convencional.

El muralista intenta acorralar a cualquier costo al transeúnte con su arte —que podría ser interpretado como una expresión vandálica de rebeldía de los divergentes al sistema— Si no lo logra en el primer intento, insiste, y vuelve a insistir. Puede que el espectador lo perciba como elemento decorativo o complemento paisajista de los espacios vacíos. —En el caso de los murales religiosos, estos son motivo para renovar la fe, para temer y amar a líderes y entidades espirituales.

 Sociología en la pintura urbana

El arte urbano retiene un porcentaje significativo de las manifestaciones artísticas de la industria cultural amateur; un arte que puede ser fruto de la espontaneidad, de la inmediatez o del compromiso social representado por artistas de formación cultural común o, con niveles sociales y culturales medios y bajos; recurren al muralismo para exponer sus divergencias con el sistema o, para exhibir su talento a través del colorido. Otros hacen de esta expresión su oficio o modus vivendi, tal vez para embellecer, adornar e informar interviniendo los espacios públicos. Muchos murales poseen significados que van más de su visibilidad, evocan la actitud egocéntrica de su creador. Los muralistas no tienen patrones reglamentarios que delimiten o tracen pautas a sus exposiciones; no obstante, no es lo mismo que un artista intervenga un espacio para expresar e informar sobre hechos relevantes desde su punto de vista, a que ese mismo artista sea contratado para realizar un trabajo de propaganda publicitaria. No es lo mismo que un desorientado social embadurne una pared con espray para delimitar sus fronteras vandálicas —aun si introdujera elementos decorativos—, a que un decorador profesional use la misma técnica para embellecer.   El muralista de profesión introduce simetría, equilibrio y armonía en sus realizaciones; sus conceptos intentan llegar a la conciencia social. Cualquiera que sea el objetivo de estos artistas, muchos de los murales callejeros no pasan desapercibidos; ya sea por las molestias que causa el ruido visual o por la estética con que plasman las imágenes.      El mural, como canal trasmisor de protesta social, inserta imágenes que invitan al espectador a formar parte de la disidencia mediática como alternativa inmediata.

Las concepciones teóricamente justificadas por Rudolf Arnheim y su planteamiento sobre el pensamiento visual, son referentes indiscutibles que demuestran que los murales no son simples producciones pictóricas.

   «Dado que una obra de arte se sitúa a la vez en relación con las intencionalidades de una época, de un grupo, un individuo o dentro de los géneros de sociedades que presuponen una experiencia cada vez diferente en cuanto a las relaciones humanas, los sentimientos y las emociones, es necesario pues, para medir el arraigo de la creación imaginaria, definir doblemente a la misma en función de las posturas artísticas coincidentes o implícitas y en relación con la función que el arte asume dentro de un tipo particular de sociedad »[… ] R. Arnheim

El muralismo es una disciplina del arte que puede ser excitante, inspiradora y estimulante para que el espectador lo asocie con su causa y se meta en sus pigmentos. Tanto en su forma bidimensional, tridimensional o táctil, el mural está condicionado por los parámetros arquitectónicos, y los muros que actúan en su entorno que le sirven de soporte.  Óleo, acrílico, cerámica, hormigón, yeso, ladrillo, piedra, entre otros elementos, hacen del mural un relator social en alto relieve. Un mural puede orientar al transeúnte de los complementos necesarios para guiarse en un entorno confuso; lo previene sobre las normas en espacios públicos.

Los registros históricos dan cuenta de que los murales se vienen realizando desde el paleolítico para decorar las cavernas y registrar actividades de cacerías, peleas de animales; graficados con pigmentos naturales, aplicados a mano, con pinceles hechos con ramas y hojas.  En tiempos de los faraones, los egipcios decoraban los muros con esculturas, pinturas y técnicas al temple para narrar las historias de sus dioses, de las dinastías y las escenas cotidianas. Los griegos y los romanos usaban la pintura mural para relatar batallas épicas, banquetes, actividades sociales y secciones del senado. Entre los años 200 y 600 D.C. los monjes budistas de la India realizaron murales al fresco para narrar batallas trascendentales.  Los Incas, Mayas, Aztecas y los Hopis representaron fantásticas historias a través de murales. En la Edad Media se usó la pintura mural para educar y para enseñar a la población las historias sagradas. —La mayoría eran ágrafos.  En el Renacimiento y en el Barroco el mural tuvo un gran apogeo, se realizaban para decorar templos, iglesias, palacios y en referencia a sucesos mitológicos; como se puede observar en los murales de Leonardo Da Vinci, Giovanni Battista Tiepolo, Miguel Ángel Buonarroti, Rafael Sanzio, Peter Paul Rubens, entre otros. Los murales renacentistas usaron la técnica del fresco; con estas características se encuentran obras de grandes dimensiones realizadas sobre tela, lienzo, soportes metálicos, plástico y madera, que luego son fijadas al muro o comúnmente aplicadas directamente en la pared.   Los mexicanos del siglo XX alcanzaron grandes dimensiones con el movimiento «Muralismo»; con sus representaciones decoraron hospitales, escuelas y bibliotecas —posteriormente realizaron murales para denunciar la corrupción gubernamental—

About the author

Marko Florentino

Licenciatura en Publicidad - UASD Rep. Dom; Master en Periodismo - UCM España; Máster en Escritura Creativa - UCM España; PhD Programa de Doctorado en Arte Semiótico – UCM graduado de Ambiente de aprendizaje virtual y Relaciones públicas
Miembro del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, Asociación de Pintores y Escultores Españoles y del Colegio Dominicano de Periodistas
Profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (Actualidad), Profesor Universidad del Caribe, Diseñador gráfico creativo-Agencia de publicidad Inventum, Periodista Periódico Universitario, Periodista independiente
escritor-pintor (exposiciones: Boston, Nueva York, Madrid, Santo Domingo)

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