Thierry Meyssan (RedVoltaire, 18-9-18)
El enviado especial del secretario general de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, recibió en Ginebra una delegación del Grupo de Astaná (Irán, Rusia y Turquía). Después, el 14 de septiembre, de Mistura se reunió con una representación del Small Group (el “Pequeño Grupo”, o sea Arabia Saudita, Egipto, Estados Unidos, Francia, Jordania y Reino Unido).
Del lado de los occidentales, el embajador James Jeffrey y el coronel Joel Rayburn encabezaban la delegación estadounidense mientras que el embajador y ex director de la DGSE (la Dirección General de la Seguridad Exterior, o sea el servicio francés de inteligencia para el exterior) Francois Senemaud presidía la delegación de Francia.
Cada delegación del Pequeño Grupo entregó a la ONU un documento secreto con sus exigencias, con vistas a influir en las negociaciones entre los sirios. La televisión Russia Todayreveló el contenido del documento occidental. Anteriormente, hace dos semanas, el diario ruso Kommersanthabía revelado las directivas internas de la ONU.
Primera observación, el punto 3 del documento del Pequeño Grupo retoma la directiva interna de la ONU:
«No habrá asistencia internacional para la reconstrucción en las zonas controladas por el gobierno sirio sin un proceso político creíble que conduzca inevitablemente a la reforma constitucional y a elecciones bajo la supervisión de la ONU, de manera satisfactoria para los potenciales donantes.»
Aunque ha participado en algunas reuniones del Pequeño Grupo, Alemania no parece haber estado representada en la reunión con de Mistura. El día anterior, el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, había emitido una declaración contraria al punto mencionado. Justo antes de reunirse con su homólogo ruso, Serguei Lavrov, el jefe de la diplomacia alemana había anunciado en Twitter que Alemania está dispuesta a participar en la reconstrucción de Siria «si existe una solución política que lleve a elecciones libres». O sea, para el Pequeño Grupo, y para la ONU, la reconstrucción no puede comenzar mientras los potenciales países donantes no hayan alcanzado sus objetivos de guerra, pero Alemania estima que la reconstrucción puede realizarse al mismo tiempo que el proceso de reconciliación política.
El objetivo es, evidentemente, echar abajo las decisiones adoptadas en Sochi, o sea destruir lo que se hizo durante los últimos meses y oponerse así al papel de Rusia en la solución de la crisis. Estados Unidos quiere conservar su rango de potencia indispensable mientras que Reino Unido y Francia pretenden continuar su proyecto colonial.
Las potencias coloniales mantienen su poder en el Medio Oriente gracias a democracias de fachada. Siempre logran conformar gobiernos que no representan a los pueblos. Desde 1926 en el Líbano y desde 2005 en Irak, las instituciones han sido concebidas sobre todo para impedir que esos países vuelvan a convertirse en Estados-naciones. El Líbano fue dividido en comunidades religiosas. Irak fue dividido en regiones separadas donde predomina una comunidad religiosa. Israel, mientras tanto, tampoco tiene un gobierno representativo, pero no por causa de su Constitución –que no la tiene– sino debido a su sistema electoral.
Las potencias occidentales se reservarían así la posibilidad de anular los resultados de las elecciones si esos resultados no corresponden a lo que ellos quieren: bastaría con la presentación de una denuncia de fraude y con declararla válida. El Pueblo sirio tendría derecho a votar… si acepta caer en la trampa que le tienden y, además, a condición de que luego vote por los individuos ya designados para gobernarlo.
En Europa, los europeos están en busca de su soberanía. En Siria, el Pueblo está luchando por su independencia.