Internacionales Politica

El callejón sin salida de los «progresismos» latinoamericanos (y 2)

Written by Debate Plural

Andrés Lund M. (Rebelion, 7-9-18)

 

La reactivación económica sin romper la dinámica capitalista o la subordinación al imperialismo permitió incorporar al mercado laboral a parte de los excluidos y a disminuir el desempleo pero no a remontar la precariedad laboral ni, mucho menos, la sobrexplotación. Además, dicha reactivación económica en parte fue aprovechada para la formación de una nueva burguesía ligada al poder político que hizo su acumulación originaria depredando, robando, expropiando dinero, bienes, servicios, tierras públicas.

El control del Estado sobre los bienes comunes se uso para afianzar el modelo neodesarrollista y extractivista que llevó a estos gobiernos a enfrentarse con movimientos de campesinos, pueblos originarios y ecologistas.

La integración regional alternativa, el ALBA, se quedó en el imaginario (el sueño de la Patria Grande) pero no se concretó en la realidad.

La mayoría de reformas políticas que se impulsaron en estos gobiernos no rebasaron los marcos del liberalismo político. Las tentativas de ir más allá fueron y son limitadas: en Bolivia, las autonomías de los pueblos originarios se limita a 15 de 339 municipios pero sólo se practica en dos. En Venezuela, el poder comunal está muy limitado territorialmente y bajo el control burocrático del partido socialista.

Más allá de sus discursos posneoliberales, los gobiernos progresistas, con formas bonapartistas de poder, terminaron promoviendo una modernización capitalista y conservadora (neodesarrollista y extractivista) que finalmente reprimió, desmovilizó y cooptó a movimientos sociales, abriéndole la puerta a la restauración conservadora de una utraderecha con sed de venganza y ganas de escarmentar.

Los signos del agotamiento y del fin del ciclo progresista son cada vez más evidentes:

En Venezuela, la derecha ganó la mayoría en el legislativo

En Bolivia, Evo perdió el referéndum para la reelección presidencial

En Argentina, triunfó Macri

En Brasil, tiraron a Dilma y encarcelaron a Lula

En Ecuador, persiguen a Correa y entierran su proyecto…

En esta última fase de los gobiernos progresistas se observa una ofensiva imperialista y una oleada derechista (Brasil, Argentina, Ecuador, Paraguay) que intentan sepultar y borrar de la historia la experiencia del «progresismo» latinoamericano…

Conclusiones parciales…

El gobierno de AMLO está ubicado en la órbita de los gobiernos progresistas.

Como se puede apreciar, estos no son gobiernos de izquierda que apunten a cambios radicales, socialistas, anticapitalistas, o, por lo menos, gobiernos consecuentemente antimperialistas y nacionalistas. Este es el caso del próximo gobierno de AMLO, que se presenta a sí mismo como un gobierno de todo el pueblo, incluidos los empresarios, sin el proyecto de romper con el capitalismo.

Ideológica y políticamente, la mayoría de los progresistas sigue prisionero del liberalismo político y su falsa democracia formal. Si se les insiste en ubicar a la izquierda de las derechas neoliberales, serían parte de una izquierda liberal, que renegó del proyecto socialista, anticapitalista. En México hemos visto cómo el liberalismo decimonónico de AMLO (juarista) se ha modernizado, neutralizando un proyecto auténticamente nacionalista. Lo (neo) liberal eclipsa lo nacionalista.

El progresismo de estos gobiernos es y ha sido liberal y, en lo económico, ha sido un progresismo procapitalista, que prioriza el desarrollismo economicista. Todo indica que AMLO se ubica en estas coordenadas, por eso sus proyectos de impulsar la inversión pública y privada.

Por eso, los progresistas han sido gobiernos de Estados capitalistas que funcionan permitido la reproducción del sistema capitalista, sin modificar la estructura y relación de clases: la explotación de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales, las desigualdades y violencias sistémicas.

Sin embargo, el impulso social que les permitió acceder al gobierno fue la amplia y persistente lucha contra el neoliberalismo, aunque estos gobiernos no vengan de esos movimientos. Este nuevo gobierno de AMLO no viene de los movimientos sociales que pusieron en crisis la hegemonía del neoliberalismo, carece del impulso social de insurrecciones populares como en Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador, y no tiene esa oportunidad histórica de los altos precios de las materias primas de exportación. Por eso, su «progresismo» es tardío.

Vistos históricamente, los gobiernos progresistas cerraron un ciclo: tienen un impulso inicial, entran en una fase de estancamiento y finalmente se agotan por sus límites y contradicciones, abriendo las puertas a la restauración derechista y neoliberal.

Quizás porque la victoria popular electoral contra el neoliberalismo se presentó como triunfo de AMLO y MORENA, sin tomar en cuenta todas las luchas previas, el nuevo gobierno de AMLO, incluso antes de tomar posesión, parece olvidarse de ese impulso inicial que le otorgó el triunfo, de modo que muy rápidamente empieza a mostrar sus limitaciones y contradicciones. Por ejemplo: se planteó cambiar el sistema de seguridad sacando al ejército de esas tareas pero ahora se dice lo contrario; se había afurmado que se abrogaría la reforma educativa pero los funcionarios propuestos dicen que no será así; la despenalización del aborto ha sido propuesta por funcionarios del nuevo gobierno y al mismo tiempo cuestionada por otros. López Obrador ha reiterado que no se plantea la lucha consecuente por recuperar el petróleo y la soberanía energética, sólo revisar los contratos, ni se ha propuesto una alternativa que recupere la soberanía nacional en la negociación comercial, etc. Todavía no empieza a gobernar y ÁMLO ya claudica ante los poderes fácticos.

La falsa salida al neoliberalismo se puede confirmar en los ciclos cumplidos de gobiernos progresistas: después de varias décadas gobernando, algunos de esos gobiernos terminaron siendo desplazados, por las buenas (elecciones) o por las malas (golpes institucionales), para que una derecha revanchista vuelva al poder como personificación de un capitalismo salvaje, neoliberal. El ciclo progresista se cierra y a su término encontramos que estos gobiernos no representaron una verdadera salida al neoliberalismo.

Para salir del neoliberalismo se debe salir del capitalismo. Para romper los ciclos de los llamados gobiernos progresistas que nos escapan ni del neoliberalismo ni del capitalismo se necesita trascenderlos en la perspectiva de la revolución permanente.

La salida del neoliberalismo, del capitalismo, de las vueltas en falso del progresismo, es el proyecto ecosocialista, que es al mismo tiempo anticapitalista y ecologista, feminista y democratizador, internacionalista. Para llevarlo a cabo se necesita la independencia política ante este tipo de gobiernos, la lucha constante contra el neoliberalismo y el capitalismo, unida y organizada políticamente con la perspectiva de un gobierno del pueblo y los trabajadores.

About the author

Debate Plural

Un medio independiente, libre, plural, sin ataduras con empresas o gobiernos; buscando el desarrollo de una conciencia critica, y la verdad que subyace en el correr de la vida nacional e internacional para el empoderamiento del pueblo dominicano en relación con las luchas y reivindicaciones económicas y sociales fundamentales

Leave a Comment