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Economía política de las masacres (1)

Written by Debate Plural

James Petras (Rebelion. org, 15-3-18)

 

Cada año más de 30.000 ciudadanos de Estados Unidos pierden la vida a causa de disparos. Cada mes, en patios escolares, discotecas, salas de concierto, centros de trabajo y lugares públicos, personas inocentes son exterminadas por asesinos que manejan potentes armas semiautomáticas compradas legalmente. La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas inglesas), una organización con 3 millones de afiliados, apoya y promociona el acceso libre a armamento militar. La inmensa mayoría de legisladores, presidentes y jueces de EE.UU. es partidaria de la posesión de esas mismas armas que causan las masacres.

¿Por qué el sistema político estadounidense se lamenta de la frecuencia con que se producen atentados masivos y sin embargo respalda el proceso político que hace posibles las matanzas? El volumen, alcance y duración de las masacre requiere que examinemos las características sistémicas a gran escala y largo plazo de la economía política estadounidense.

Política bélica: Las masacres en el exterior como símbolo del “heroísmo americano”

El gobierno de EE.UU. ha participado en multitud guerras sangrientas en las que ha masacrado a millones de civiles –incluyendo familias enteras en sus casas– que no suponían ninguna amenaza para el pueblo estadounidense. Las guerras representan el triunfo de la destrucción y la muerte como modo de promover los programas políticos de Estados Unidos. Se rinde honores a los criminales de guerra. Los conflictos políticos y problemas sociales internos se resuelven destruyendo a adversarios inventados y a naciones enteras.

En una economía política en la que las masacres perpetradas en el extranjero son dirigidas por líderes elegidos democráticamente, ¿quién va a cuestionar el comportamiento de un “vecino sociópata” que se limita a seguir el modo de actuar de su presidente? Este hecho no debería sorprender a nadie: las masacres al por mayor en el exterior promovidas por nuestros dirigentes se reproducen en las masacres al por menor en el interior desencadenadas por el “chiflado local”.

Los medios de comunicación: Hablan las armas, los asesinatos resuelven y los medios se enriquecen

Todos los días, a todas horas, en todos los medios de comunicación, las armas y las matanzas dominan las mentes, los pensamientos y las fantasías (o las pesadillas) de los espectadores, especialmente de los millones que absorben el “mensaje”. Las películas, los programas de televisión y los videojuegos están plagados de conflictos que se resuelven por las armas, matando víctimas, ya sean policías o civiles. Los problemas se resuelven mediante la violencia.

El mensaje de los medios de comunicación es que las masacres logran victorias. Las guerras y los asesinatos se reproducen en multitud de escenarios: hogares, edificios públicos, escuelas, centros de trabajo, calles y plazas. Las guerras y las masacres son un elemento esencial de este sistema político y los medios de comunicación aseguran que penetren en la mente de las masas y se normalicen.

La economía

Las armas que se utilizan en las masacres son un negocio muy lucrativo. Los fabricantes, vendedores al por mayor, vendedores al por menor y clubs de armas así como las instituciones policiales y militares prosperan en este mercado libre del asesinato. Los dirigentes políticos utilizan la economía que se mueve alrededor de las armas para financiar sus campañas electorales. Los políticos ven con buenos ojos las guerras, la industria armamentística y las asociaciones pro-armas, con lo que perpetúan las condiciones para que se produzcan las masacres. Las grandes empresas están protegidas de los asesinatos internos. ¿Por qué iban a preocuparse los ejecutivos y las élites políticas de las matanzas que se producen en las escuelas públicas si sus propios hijos están a salvo en sus caros colegios privados? Al fin y al cabo, están en juego los votos y los beneficios. Solo los “fracasados” envían a sus hijos a peligrosas escuelas públicas. Los “triunfadores” tienen alternativas más seguras…

Soluciones

Para hacer frente a la epidemia de matanzas masivas es esencial efectuar cambios en la economía política.

1. Reemplazar las políticas de guerras imperiales por el fomento de la diplomacia, las negociaciones y la resolución pacífica de los conflictos.

2. Reemplazar la cultura de las armas presente en los medios de comunicación por los valores culturales de la solidaridad en comunidades seguras y comprometidas con lo público.

3. Reemplazar la obsesión de los civiles por poseer armas militares con una visión de la propia vida edificada en torno a un ambiente saludable compartido por vecinos comprometidos socialmente.

4. Prohibir o regular los clubs de armas y las milicias. Abolir la venta del armamento militar que se utiliza en estas carnicerías. Las armas empleadas en tiro deportivo y en la caza son diferentes de las armas de guerra utilizadas para masacrar a docenas de niños apiñados en sus aulas.

Planteamientos falsos y verdaderos sobre las masacres

El presidente Trump ha propuesto armar a los profesores para “solucionar” las matanzas en la escuela. Se trata de una opción descabellada que solo agravaría la proliferación de armas, estimularía nuevas carnicerías, socavaría el papel de los maestros como educadores y crearía nuevos “modelos” para potenciales futuros asesinos. La propuesta de Trump también pone de manifiesto el profundo desprecio de su administración por el papel que tienen la educación pública y los educadores públicos en la construcción de una sociedad sana. Su propensión a culpar a las víctimas (“si los maestros estuvieran armados…”) es una muestra del grotesco darwinismo social inherente a su ideología y de su interés por destruir por completo el sector público. Los hijos de la élite y de los políticos no tienen que asistir a clases de matemáticas o de francés a cargo de profesores armados. Según la lógica de Trump y de la élite empresarial y política, los tiroteos en las aulas de las escuelas públicas simplemente subrayan la necesidad de disolver los Departamentos de Educación de todos los niveles, así como los demás servicios públicos de esta nación.

Los profesores deberían poder concentrarse en educar a sus alumnos sobre cómo ser ciudadanos productivos y competentes que valoran la comunidad y la cooperación por encima de las armas y la guerra. Deberían graduar estudiantes capaces de evaluar críticamente el papel de los medios de comunicación en la promoción de la violencia. Deberían fomentar en sus alumnos habilidades cívicas que les llevaran a movilizarse contra líderes políticos que han aceptado sobornos (“donaciones”) de sectas de la muerte como la Asociación Nacional del Rifle.

Para detener la violencia, los dinamizadores comunitarios pueden boicotear a las empresas que proporcionan apoyo político y material a quienes promueven la guerra, a las milicias y a los extremistas armados.

Sería necesario aprobar leyes nacionales para limitar las armas de fuego a parcelas y eventos bien definidos, como los clubs de tiro o la caza.

Los propietarios de armas deberían obtener los permisos de uso según estrictos criterios psicológicos y tener que renovar dichos permisos con frecuencia. El ejército debería informar a las autoridades civiles locales de cualquier conducta violenta y criminal de los soldados que dejen el ejército. No pueden liberar una “bomba de relojería” en medio de la población a la que han jurado proteger así como así. La enfermedad mental es un asunto de salud pública y debería incrementarse la partida presupuestaria destinada a financiar hospitales e instalaciones en las que identificar y tratar a los individuos que lo necesiten. Estos enfermos no deberían entrar y salir de las cárceles o ser arrojados a las calles.

Los vendedores de armas y las exhibiciones de armas tendrían que estar regulados y obligados a seguir protocolos estrictos bajo amenaza de sanciones.

Los cazadores deberían usar armas apropiadas para el tipo de caza que practican. Las armas semiautomáticas no son las indicadas para cazar ciervos, conejos o pavos. Pero se utilizan para cazar y para matar a seres humanos, incluyendo a niños desarmados en sus aulas.

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