Pablo LLabre Raurell (BAGN 147, enero-abril 2017)
Secuestro y Asesinato
En horas de la noche del 8 de diciembre de 1950, Mauricio Báez recibió la visita de tres individuos en su domicilio, calle Cervantes No 8, en el reparto Sevillano. Al menos uno era conocido o amigo suyo. Luego de una breve plática lograron, mediante engaño, que los acompañara. Mauricio montó junto a ellos en el auto que los había traído y marcharon hacia un lugar desconocido. Jamás regresó. Fue asesinado. Su cadáver no se encontró.
Vecinos y familiares lograron identificar a Glicerio Segundo Castellanos Martínez (a) El Negro, entre los individuos que visitaron a Mauricio la fatídica noche.
Segundo Castellanos (a) el Negro, perteneció a la organización, Acción Revolucionaria Guiteras (ARG). Obtuvo una plaza de chofer en la empresa Autobuses Modernos SA, por recomendación del principal lugarteniente de González Cartas, Vicente Lerruz Kairos (a) El Italianito. (17).
Las versiones
Como en el film de Kurozawa (Rashomon), el crimen originó distintas versiones. En una el cadáver fue atado a un bloque de cemento y arrojado al mar. Método utilizado con frecuencia por los grupos gansteriles. En otra el cuerpo está dentro de la estructura de un edificio en construcción. (18). Una tercera asegura que fue llevado en avión de un aeropuerto en la provincia de Camagüey (ubicado en una finca de Genovevo Pérez Damera) a la República Dominicana y entregado a Trujillo. Esta opinión señala a Eugenio Rodríguez Cartas, como ejecutor.
El ex-congresista, Eugenio Rodríguez Cartas, pidió que al morir fuese enterrado de pie. En 1919 mató al alcalde de Cienfuegos, su ciudad natal. Fue condenado por asesinato. En prisión conoció a la esposa del Alcaide, hija de Alfredo Zayas, Presidente de la República (1921-1925)con quien se casó. Zayas lo indultó. El 3 de mayo de 1950, a consecuencia de infidelidades políticas, asesinó de 10 balazos al congresista, Carlos Frayle Goldarás, en la oficina del senador Auténtico, Armando Dalama. Fue encausado. Logró eludir la acción judicial y abandonó el país.
La tercera versión olvida que al producirse la desaparición de Báez, Eugenio Rodríguez se encontraba fuera de Cuba, prófugo de la justicia. Rodríguez no fue un asesino a sueldo ni militó en grupo revolucionario alguno, sus homicidios fueron por problemas personales; su condición de ex-congresista y yerno de un ex-presidente le facilitaban una vida holgada sin necesidad de actuar como sicario a una edad avanzada. No figura como acusado en la Causa Criminal 1225 de 1950, radicada al efecto.
En su obra Personajes Dominicanos (tomo II pag 374), el historiador Roberto Cassá afirma: “existen suficientes evidencias de que el ejecutor del crimen fue Jesús González Cartas, el Extraño, dirigente de ARG, grupo revolucionario que terminó en una práctica delictiva”.
La impunidad
Familiares y amigos de Báez movieron cielo y tierra para encontrarlo. El Tribunal de Urgencia de la Habana radicó la causa No 1225 de 1950, en la que figuran como acusados, Jesús González Cartas, Marcos Antonio Hirigoyen, Glicerio Segundo Castellanos Martínez, y otros, todos militantes de ARG. Ninguno fue condenado.(19)
La renuncia de Conrado Rodríguez
El dirigente de los obreros azucareros, Conrado Rodríguez, en clara señal de protesta por el asesinato de Mauricio Báez le envió a González Cartas su renuncia como jefe de la sección de ARG en su pueblo natal, Sagüa la Grande. No habían transcurrido 48 horas cuando recibió la visita de dos miembros de la organización. Rodríguez les ratificó su renuncia. Antes de marcharse, los individuos le transmitieron una recomendación del Extraño: “no hacer comentarios públicos, no ir a la prensa”. (20). “Conrado cumplió la recomendación… al pie de la letra” (21).
La muerte de Antonio Bayer
El 10 de enero de 1951, a treinta días del asesinato de Báez, Antonio Bayer, ex secretario de propaganda de ARG, fue asesinado por órdenes de Jesús González Cartas. El extraño había expulsado a Bayer de la organización por oponerse a la ejecución del dirigente anarquista, Juan Arévalo, acaecida el 1ro de septiembre de 1948. Por temor a represalias huyó a la Argentina.
En 1950regresó y Rolando Masferer le dió trabajo en su periódico, Tiempo en Cuba. Al publicarse la desaparición del líder dominicano, Bayer comentó en la redacción que detrás del crimen estaba el Extraño y que iba a denunciar todo lo que sabía de él. – “Yo lo conozco bién, no en balde pertenecí al grupo”– dijo. (22)
En horas de la mañana del 10 de enero de 1951, Bayer se dirigió a la cafetería de Bernal e Industrias, junto a José Luis Izquierdo, Miguel Patiño y Felipe Alóstegui, trabajadores del rotativo. De momento cuatro pistoleros irrumpieron en el local y abrieron fuego con armas automáticas. Recibió 29 impactos de bala que le produjeron la muerte. Sus compañeros, aunque heridos de gravedad, lograron sobrevivir. Participaron: Emilio Grillo Ávila(a) Pistolita, quien dirigió el grupo; Fulgencio Cruz Bonet (a) el ñato, actuó como chofer; además, Nivaldo Noriega, Evelio Otero, Tomás García y Raúl Hernández. Todos militantes de ARG.( 23).
El que a hierro mata …
Al triunfo de la Revolución el Extraño regresó a Cuba. Detenido por la Dirección de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER), fue liberado poco tiempo después. A finales de1959 abandonó el país. En la década del 60 fue condenado por un tribunal de Nueva York –junto a otros tres cubanos –por Fasificación de Billetes de distintas denominaciones. En 1976, a los 56 años de edad, lo encontraron muerto en el interior de un auto en la zona de los Everglades, en Miami. El cadáver exhibía múltiples heridas de bala.
El mejor homenaje.
La mayoría de los crímenes de la era de Trujillo han quedado impunes. El de Mauricio Báez no fue la excepción. Pero a 66 años de su desaparición física su recuerdo vive en el corazón del pueblo Dominicano, pues su obra, aunque inconclusa, lo inmortaliza.
Irónicamente, como afirmó Roberto Cassá: “el crimen fue el mayor homenaje que el tirano pudo rendirle a su enemigo”. (24)