Cultura

El 2018 es el momento de otra verdad

«El devenir de todo hombre implica hoy relaciones de estrecha dependencia con el resto del universo. La aparición de un nuevo humanismo requiere ese precio.» Frantz Fanon

Por la revolución africana

¿Por qué hace falta que nos unamos todos, sin temor a la excepcionalidad interior? Vamos a agradecer por todo lo que sentimos y disfrutamos y por la militante solidaridad de tantos deseos expresados el pasado diciembre. Sabemos que tanta dulzura no tiene otro sentido que no sea el desarrollo de un proyecto de País Plural donde todos tengamos el mismo derecho al festival de un crimen, a un asalto lúcido, a acariciar un busto con las uñas limpias, a acomodarnos olvidando quiénes somos, a desarrollar una escuela inoportuna, o a escribir juntos el ideal de un país orgulloso de sus valores segregados o disgregados, olvidados o mancillados por el derroche al derroche del placer. Y también que se cuestione desde la magia tramposa del decir. 

Estamos frente a un ejercicio verbal que subraya la necesidad de superar todo lo que dificulta nuestra experiencia democrática o afecta nuestra necesidad de romper con el silencio. No necesitamos un País en Singular para salvar «el moro y las habichuelas» de los hombres islas, fragmentos de países que tienden a devorarse entre sí, al chocar con otros escombros, cuyo destino es la nada. No nos contentamos con ser el lujo de la arena de un desierto orgásmico. 

Una asociación de escritores en US que todavía se enorgullecen de tener nacionalidad, puede contribuir a crear una obra que nos devuelva la razón de existir como comunidad cultural. Como nación que celebra la multiculturalidad en todos sus límites. La primera vez que escuché esta palabra (comunidad) en esta ciudad, me asombré de su extrañeza o cuando quisieron confundirme con una caprichosa orfandad poética, representada como parte de una familia sin mesa ni lenguaje donde los hijos habían muerto atrapados en las redes del colonialismo.

Me hubiera gustado ser un hijo de puta pródigo para leerle a un mendigo o abrir el manicomio del progreso educativo y encontrar a un Picasso ciego, disfrutando del olvido de esta Guernica universal donde la mermelada flota en el mar. La comunidad es una de nuestras más actuales arqueologías. 

La literatura puede ser un gesto de recuperación de algo más que una simple y compleja vanidad personal que denuncie nuestra desaparición como Cosa Nostra. No basta con promover la piel de un camaleón desventurado. Es preciso volver a creer que podemos ser auténticos en cuestionar la incertidumbre. Brindemos por unos ilustres salvajes que despierten la envidia de los amados hermanos que medran en la sombra.  Necesitamos la desconfianza de otro fulgor fugaz para desenterrar una nación más próspera. El poder está vacío de verdad.

La inauguración de un lenguaje nuevo debe partir de una necesidad que a los enemigos de la cultura les da risa o los deja mudos. Les falta dignidad para cuestionar su propia inercia. Ellos ignoran que nuestro amor los incluye como terapia en favor del desarrollo recíproco. Usurpan el nicho que no interroga a los muertos más ilustres. Yo le temo al vacío de mi sombra. La busco para no perderle el rastro de mi agonía.

Existir ofrece más ventajas que un despiadado desistir. Ya basta de la pedagogía de morir sin conciencia de la caída. Al verdadero arte nadie puede ponerle precio ni ahogar su audiencia.  Para los ingenuos y los cobardes no es conveniente rescatar a los náufragos y dotarlos de poder de independencia, sometiéndolos a la más reciente desaparición colonial, tan risueña como humillante. Enfrentemonos a nuestros propios demonios. Las máscaras pueden amarse. Ayudenme a tener una verdadera familia, dichosa de pertenecer a los dreamers. Vale más un minuto de dicha miserable en comunión con la verdad y no un año en la riqueza más vacía y nauseabunda. 

El verdadero arte no excluye ni escapa por las cloacas de las calles prestadas. Un verdadero artista no se auto desprecia. Este maquillaje oficializado es depredador. Lo más triste es morir sin haber cuestionado el establishment interior. El que saluda la neblina de mis propios deseos. A veces somos la memoria festiva de la resignación. Nos invade y nos impide interrogarnos sobre las puterías de la añoranza. Empecemos a pensar: hay más ventajas en la unidad que negándonos a existir o a co existir como desafío histórico. No podemos hablar de esperanza sin otro modo de dialogar. 

Vamos a escribir el poema que represente la continuación del debate que inició César Vallejo, Baudelaire, Senghor, Aimé Césaire, Roque Dalton, Delmira Agustini, Gabriela Mistral, Roumain, y que continuó Pedro Mir, Manuel del Cabral, Hanna Arend, Wole Soyinka, Carlos Marx, Miguel Hernandez, Pablo Neruda, James Joice, Saint John Perse, Derek Walcott, Gabriel García Marques. El debate de un poema se nutre del riesgo de vivir bajo la máscara furiosa de la soledad. Vamos a leerle a los fantasmas que nos deshabitan. Podemos sacudirnos de la miel del silencio. O del terror dulce del progreso hipotecado. Una pequeña diferencia es un acto de perversión celebratorio. Apuremos el estigma de la desobediencia senil. Aplaudan este fascinante crematorio. Es benigno el perfume de esta atormentada apatía.

El 2018 puede ser el comienzo de una aventura colectiva que rompa con la baja autoestima de creer que no podemos ser los protagonistas de un cambio en la mirada, de una moral del oprimido que descubra su fuerza frente a Dios. No hay que apretar el puño antes de tiempo ni abrazar tardíamente a quien está enfermo de amor al prójimo. Hay suficientes almohadas para adormecer nuestro ego. Falta el abrazo de otra fraternidad. El chiste de una bomba hermosa. El desamparo de un sublime descaro. 

Venguemonos de la apatía de los triunfadores. Para iluminar el asco hay un arco iris desechable. No vamos a privatizar la verdad. No existe una crítica de la cultura en el exilio. Esta cómoda estadía despierta lágrimas para iluminar el azar. Una ola de impuestos lúgubres. Ni  siquiera se ha inventado una apologética historia de la desventura. En esta lista no hay un orden jerárquico ni académico. No hay citas bibliográficas para darle crédito al estilo prestado que crea un homicidio voluntario del pensamiento. Sé que el trabajo que se ha hecho en el mundo para corrompernos más, implica otro genocidio de la esperanza. 

Volver a Galeano no es un pecado capital para decapitar a los culpables. Si no folclorizamos el desapego, promovemos la vanidad de otra indiferencia. Son siglos maquillando la máscara de una colonización permanente. Prospera bajo el terrorismo fascista de las dictaduras consentidas que minan los restos de la humanidad.

Cualquier gesto contrario a la mentira es una revolución íntima. Conquistemos a alguien y la obra del cambio habrá comenzado a resistir la historia del dolor. Vamos a diferenciarnos de nosotros mismos. Hagamos triza de este miedo a la indiferencia. La apatía es la sangre de un pudor seductor. Estamos a la intemperie pero nuestra casa está hecha de palabras inmunes al frío o al fuego insostenible de la hipocresía.

About the author

Tomás Modesto Galán

Escritor dominicano que reside en Nueva York desde 1986. Fue profesor en la UASD antes del 86. Enseña en York College (recinto de Cuny, desde mediados de los 90). Gano el premio de poesía Letras de Ultramar 2014 con su obra poética: Amor en bicicleta y otros poemas.También obtuvo el premio Poeta del año 2015, otorgado por el América 's Poetry Festival de Nueva York. Es el autor de la novela Los Cuentos de Mount Hope, publicada en el 1995. Presidente de la Asociación de Escritores Dominicanos en Los Estados Unidos, (ASEDEU)

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