En abril 1919 EU utilizó el aeroplano para bombardear a los patriotas dominicanos

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La resistencia a la presencia yanqui en República Dominicana en 1916

Dantes Ortiz N. (El Nacional, 14-5-16)

A lo largo de la ocupación de 1916 hubo enfrentamientos y oposición a la presencia de las tropas extranjeras, de igual magnitud que en 1655 contra los ingleses; que en 1808 contra la ocupación francesa; superior a la resistencia nacional contra los haitianos entre 1822-1844 y contra los ocupantes españoles entre 1861-1865.

Tan pronto supo de la presencia norteamericana en San Pedro de Macorís, Gregorio Urbano Gilbert la enfrentó a tiros, ajusticiando al Teniente C.M. Bulton, por lo que fue juzgado y condenado a 99 años de trabajos públicos, escapó y se unió a la resistencia campesina de Ramón Natera, en El Seybo y más tarde a Augusto César Sandino, en Nicaragua.

En Puerto Plata, el gobernador Apolinar Rey se insurreccionó en la comunidad de El Aguacate, luego se entregó y partió hacia Cuba. En San Francisco, el jefe de la plaza, Nico Ventura combatió hasta morir heroicamente junto a otros, levantando la insignia nacional; luego se levantó el gobernador, General Manuel de Jesús Sosa (a) Lico, con más de 60 hombres.

En Baní, la población se fue al monte y conminó a las tropas invasoras a abandonar el lugar, toda la noche fue de intenso tiroteo.
Desde Montecristi, las tropas penetraron al Cibao y al llegar a Esperanza unos 80 hombres, dirigidos por el General Carlos Daniel y el Capitán Máximo Cabral, entablaron desigual combate. Allí cayeron M. Cabral, Francisco Peña, Carlos Jiménez, Belarminio Rodríguez, Bernardo Gutiérrez, Agustín Cabral y Magdaleno Zapata.
Santiago fue fácil presa de los ocupantes dada la actitud capitulante de las autoridades de preparar la entrada del coronel Pendleton y sus 1,500 hombres.

En San Pedro, Los Llanos, El Seibo, La Romana, Higüey y Hato Mayor, los campesinos (los gavilleros) dieron combates de larga duración como resultado de la existencia de un movimiento social campesino opuesto a la disolución de sus modos de vida que objetaba el despojo de tierras que desde 30 años atrás se efectuaba y con la ocupación se constituyó en Resistencia Popular Armada.
La respuesta de las tropas de desalojar las poblaciones de los bateyes y pequeñas aldeas y reconcentrarlas con métodos terroristas irritaba a los habitantes que en respuesta se unían a los guerrilleros, otros daban informaciones falsas a las tropas, desorientándolas. El método de guerra irregular no era conocido por los oficiales ocupantes y creyendo amedrentar a las pequeñas aldeas como San Felipe y El Coco, que fueron arrasadas, provocaban aumentos de los combates.

Fue en República Dominicana donde primero se usó el aeroplano en lucha contra los patriotas del Este, según Hoepelman en sus Documentos históricos; los pobladores de Yerbabuena, El Toro y Sabana Grande fueron diezmados por ataques aéreos en abril de 1919.
La generalización de la represión a la población civil se incrementó con torturas, golpizas, asesinatos y prisiones indiscriminadas según Bruce J. Calder en Impacto de la Intervención Norteamericana. El caso de Cayo Baéz, torturado sádicamente es emblemático, según lo describió el Dr. Heriberto Pieter, quien lo curó y protegió.

Dice Don Vetilio Alfau que en julio de 1919 Marcial Guerrero y otros entraron a Higüey ondeando la bandera dominicana y vociferando consignas nacionalistas, lo que prueba que la represión no surtía los efectos esperados de acorralar la resistencia armada.

UN APUNTE

Ensayo de guerra aérea

Los bombardeos desde aviones realizados por los norteamericanos en contra de sectores en los cuales entendían se escondían o se apoyaban a los “gavilleros”, fue en primer ensayo de utilización de la naciente fuerza aérea en maniobras relacionadas con la ocupación de otros países. Crónicas de la época indican que fue la primera vez, en República Dominicana donde los norteamericanos utilizaron la aviación, con la ventaja para ellos de que no había capacidad de respuesta.

Resistencia y solidaridad (II)

Para 1920, los informes de los oficiales norteamericanos dan cuenta de más de trescientos combates entre guerrilleros y tropas regulares.

En algunos pueblos, las autoridades locales cooperaban con los combatientes y el poblado de Los Llanos “…es un paraíso para los bandidos”, según reporte de Félix Servio Ducoudray.

El apoyo logístico de la población fue tal que algunos podían “dormir de noche en sus respectivas casas”, tal fue el caso de Martín Peguero en Los Llanos, según parte militar.

Los invasores contaron con apoyo de los beneficiarios del despojo de tierras a los campesinos.

Así, en El Seybo se creó una oficina investigativa para sostener a agentes secretos.

Los terratenientes aportaban carne a las tropas, y a veces, también a los combatientes a cambio de que sus propiedades no fueran incendiadas por colaborar con los yankees.

La resistencia armada duró hasta que tropas criollas entrenadas por oficiales norteamericanos se integraron a las persecuciones, los miembros de la Guardia Nacional estaban aclimatados, conocían la topografía, los topónimos y tenían los mismos hábitos alimenticios, lo que les permitió asediar las tropas irregulares de combatientes hasta destruirlas.
En ello participaron sicarios cuyo propósito era perseguir y asesinar guerrilleros, autorizados por la Orden Ejecutiva del 7 de abril de 1917.

La represalia era de tierra arrasada, “las aldeas de Caimoni e Higueral fueron quemadas y más de 150 familias están sin hogar”, reportó el Listín Diario en agosto de 1921.

Aún así, la figura de Vicente Evangelista se hizo legendaria junto a Chachá Goicochea, Ramón Natera, y Pedro Celestino del Rosario (a) Tolete, este último derrotó una docena de veces a las tropas de ocupación en el Este.

Evangelista aceptó un trato y fue a una reunión, y al igual que Sandino en Nicaragua, lo asesinaron, según testimonio de Gregorio Urbano Gilbert.

Ramón Batía, Tomás Mota, Martín Peguero y Juan Pablo Marcial encabezaron tropas irregulares exitosas que se hicieron legendarias, donde había varias mujeres combatientes al igual que en todas las epopeyas nacionales.

La resistencia nacional desde 1919 realizaba una serie de jornadas internacionales de búsqueda de apoyo en Cuba y Nueva York que movilizó la prensa y recibió apoyo de intelectuales, como fue el caso de Francisco Villaespesa autor del “Canto a Santo Domingo”, entre otros muchos más en todo el continente.

Américo Lugo organizó un encadenamiento patriótico popular y fundó La Unión Nacional Dominicana y publicó el Credo Dominicano de gran peso en la toma de conciencia en esa coyuntura.

Paulino Ramos aporta múltiples datos respecto al rol de los intelectuales durante la intervención de 1916 en su Paladión.

Entre el 12 y 19 de mayo de 1920 se llevó a cabo la Semana Patriótica y luego se extendió por las principales ciudades del interior.

El Movimiento Estudiantil se fortaleció y operó en toda la geografía desafiando los interventores con movilizaciones.

La represión tocó a Fabio Fiallo, a Doroteo Regalado, Oscar Delanoy y Américo Lugo, todos penados a tres años de prisión y trabajos forzados. La foto del poeta Fiallo, en ropa de prisionero, dio la vuelta a América y Europa desatando solidaridad para el país y condena a los ocupantes.

El presidente Henríquez y Carvajal recorrió América concitando apoyo a la causa nacional, según una bien documentada descripción de Eliade Acosta Matos en Casa de Las América.

El Movimiento Nacionalista hizo gala de grandes inventivas que mantuvieron en jaque a los invasores.

La resistencia de masones, intelectuales, campesinas, estudiantes y la solidaridad internacional se evidenció efectiva y entre 1921 y 1924 hubo múltiples negociaciones.

En enero de este último año hubo elecciones que ganó Horacio Vázquez y luego una convención que legitimó los actos de los ocupantes creándose las condiciones para la lenta desocupación.

Invasión aseguró mercado RD a EU (III)

El conjunto de medidas adoptadas por Estados Unidos durante la ocupación de 1916 al 1924 puso a la sociedad dominicana en condiciones de operar como mercado seguro para sus productos manufacturados y como proveedor de materias primas baratas para su industria.  Para adecuar el país a las demandas estadounidenses se implantaron políticas en varias áreas a los fines de hacer al país más eficiente en todo, modernizarlo. Desde 1844 los dominicanos, especialmente los intelectuales, demandaban medidas para insertar la nación en el progreso, que no era otra cosa que el desarrollo capitalista; por ejemplo se hablaba de ejército pero a la luz de la teoría militar de ese momento, tal entidad no existía pues carecía de escuela, no había protocolo militar, institucionalidad de mando, escalafón, etc.

Para suplir tal déficit los ocupantes crearon la Escuela Militar de Haina donde adiestraron un conjunto de hombres en las técnicas y rigores militares; así surgió un cuerpo especializado en el uso de las armas, que con las distintas leyes y modificaciones posteriores dieron lugar al moderno ejército nacional, portador del monopolio de la violencia y sustento del Estado en época de crisis.

El desarme de la población civil fue decisión estratégica para eliminar posibilidades de resistencia contra los ocupantes pero resultó fallida, pues las insurrecciones fueron cotidianas hasta 1920. Las Órdenes Ejecutivas de censura a la prensa y control a la libre circulación de las ideas, buscaban acallar opiniones adversas y evitar rebeliones.

Obras Públicas
La construcción de obras públicas, en especial carreteras, por igual revistió carácter estratégico, porque sentó las bases para comunicar la capital con las distintas regiones, lo que permitió que los oficiales se desplazaran por toda la geografía nacional extendiendo los legalismos. Esas vías permitían desplazar las mercancías a todos los confines, ampliando el mercado interno; igual permitieron el desplazamiento de la fuerza laboral a los centros de trabajo, aumentando la oferta de mano de obra. Esas obras contribuyeron a fortalecer el capitalismo y a disolver los modos de vida premodernos, configurando un nuevo perfil nacional en el marco de la pauperización de los trabajadores, tal como había advertido Pedro F. Bonó 50 años antes que ocurría.

Carretreras

Con las carreteras llegaron los vehículos, camiones, y posteriormente las guaguas, lo que cambió la forma de transporte de personas y cargas, agilizándolas y dando paso a nuevos oficios.

La construcción de las redes viales permitió la superación del cabotaje para bordear la isla, la eliminación de los caminos de herradura y la creación de mayor rapidez para que los ciudadanos recibieran asistencia médica viajando en vehículos.
El desarrollo de las carreteras sentó las bases para una mayor movilidad poblacional del campo a la ciudad e interregional, compactando la integración nacional.

El impacto de las carreteras en la vida nacional fue de tal magnitud que puede calificarse como la de mayor trascendencia de las que hizo la dictadura militar norteamericana durante sus ocho años de ocupación.

Ejército Nacional
La creación de un ejército profesional, que garantizara el orden y la infraestructura vial, así como las restricciones a los nacionalistas y las ampliaciones de las operaciones mercantiles eran cónsonas con el interés de la burguesía tradicional y de sus intelectuales que clamaban paz, emigración civilizatoria, escuelas, obras públicas y mayor radio de acción y eficacia del Estado desde los primeros días de la República.

El programa ejecutado afianzó la alianza con los sectores nacionales partidarios de la Ideología del Progreso que entendieron que las mismas les resultaban beneficiosas. Esa alianza reviste carácter estratégico hasta hoy.

Desde las dictaduras de Lilís y Cáceres se estaba conformando una burocracia que tomó perfil bajo la ocupación, se amplió bajo el régimen de Trujillo, creció durante los de Balaguer, para ampliarse y corromperse posteriormente.

Los ocupantes introdujeron modernos métodos de contabilidad, ampliaron la materialidad estatal, modernizaron los aparatos represivos, crearon escuelas para que estas facilitaran modernizar la fuerza laboral, crearon las leyes de tierra y los tribunales correspondientes para legitimar los despojos inmobiliarios, las leyes de organizaciones no gubernamentales y de salud pública, no porque amaran al pueblo sino porque las mismas contribuían a dinamizar las relaciones entre el Estado, la economía y la Sociedad Civil deseadas.

Los ocupantes no estuvieron solos en el escenario nacional pues contaron con el apoyo de los sectores empresariales, burocráticos e intelectuales, pero hubo una masiva repulsa del colectivo nacional, expresadas en lucha armada, resistencia cultural, marchas nacionalistas y denuncias internacionales.
Para 1922 se pactó el acuerdo conocido como Plan Hughes-Peynado y se estableció un gobierno interino; ya para ese entonces hacía cuatro años que la primera guerra mundial había concluido y en Europa comenzaban a bajar los precios del azúcar por lo que no era negocio seguir con los costos de la ocupación.

En 1924 se efectuó una convención que los partidos y líderes firmaron dando como bueno y válido el programa de los ocupantes. Convertida la patria en neocolonia, entonces la evacuaron.

UN APUNTE

La resistencia fue intensa

Los ocupantes no estuvieron solos en el escenario nacional pues contaron con el apoyo de los sectores empresariales, burocráticos e intelectuales, que compartían la ideología del desarrollo dentro del capitalismo y justificaron sus acciones, pero hubo una masiva repulsa del colectivo nacional, expresada en lucha armada, resistencia cultural, marchas nacionalistas y denuncias internacionales, que nunca pudieron ser apagadas por la represión.

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