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Haciendo memoria sobre Caamaño

Written by Debate Plural

La memoria de Caamaño

 

Lilliam Oviedo (El Nacional, 15-2-02)

 

Al hablar del militar cuyo compromiso con el pueblo lo llevó a dejar su vida en las montañas de Ocoa en febrero de 1973, hay que poner delante la palabra soberanía. ¿Acaso no es su última proclama la mejor definición del término?: “¡Coño, que viva la República Dominicana!”.

La imagen de su rostro con un balazo en la frente, algunas pertenencias en manos de quienes dejaron de considerarlo compañero de armas cuando él decidió  convertirse en rebelde con causa, son recuerdos sentimentales. ¿Cómo no asociar al sentimiento tantos actos de entrega total?.

El llamado a derrotar el miedo está contenido en esta frase, cuando el grito es acompañado por la acción de no prosternarse ante el poder, de no subordinarse a la sinrazón.

Y para este fin, basta una interjección, la expresión de un deseo que es además decisión, y pronunciar con fuerza su nombre.

No había que decir más, cuando estaba presente el ejemplo. Con sus virtudes y sus defectos, con sus aciertos y sus errores, Francisco Alberto Caamaño Deñó había sido llamado “El Coronel de Abril”, por su destacada participación en la lucha por el retorno a la constitucionalidad y contra la acción interventora más espectacular y aparatosa hasta entonces conocida, que fue la intervención militar estadounidense a la República Dominicana en abril de 1965.

Con sus virtudes y sus defectos, con sus aciertos y sus errores, el coronel de abril se negó a colaborar con los gobiernos entreguistas que dejó como herencia la intervención yanqui, y reconoció como enemigo del pueblo a un gobierno que había teñido la tierra con sangre de muchos hijos valiosos del pueblo.

Hablamos de virtudes y defectos, de aciertos y errores, porque el coronel de abril era un ser humano, pero no hay en esta figura histórica defectos ni errores suficientes para negarle el mérito de haber participado en la lucha contra la intervención de 1965 y también contra el balaguerismo.

La asunción de lo esencial del balaguerismo por parte de los representantes del sistema político y arraigo adquirido por Joaquín Balaguer en la clase dominante por haber encabezado, por designio imperialista, el proceso que culminó con su unificación, son factores que inciden en el hecho de que, a este momento las Fuerzas Armadas no estén siendo educadas en el compromiso con el pueblo y en una visión de soberanía tan diáfana como la revelada en el grito de Caamaño.

A pesar de los esfuerzos que se realizan para lograr un mejor relacionamiento con la población civil, el elemento fundamental de compromiso con el pueblo no se manifiesta en las Fuerzas Armadas Dominicanas, cuyos jefes incluyen en su discurso la palabra soberanía, pero sustentan criterios de modernización que constituyen la adopción del esquema impuesto por las grandes potencias capitalistas.

Porque el poder de las grandes potencias, y, con la acentuación del esquema hegemónico, mucho más aun el poder de los Estados Unidos, es determinante en la orientación de las acciones y en la elaboración del discurso de las Fuerzas Armadas en nuestros países.

Hablamos de soberanía, y es la palabra soberanía, pronunciada o detenida en lo esencial, lo que tratan de ahogar en nuestras gargantas, de usar como disfraz y no como el componente básico de nuestra propia piel.

No es fortuito el hecho de que, en un equipo de gobierno formado cuando ya Balaguer es un anciano enfermo, se haya incluido a personajes que tuvieron participación protagonista en la eliminación física del coronel de abril, y se presente como prueba de eficiencia la represión ejercida contra el pueblo.

La muestra constituida por sus representantes nos libera de la tarea de definir a estos sectores y de abundar en la naturaleza de su incidencia.

Y hay que hablar de soberanía, en un momento en que la injerencia se ejerce en forma más descarnada y descarada, en que han tomado la palabra y se atreven a levantar sus voces los sectores que insisten en difundir la falacia de que la amenaza a nuestro proyecto nacional está la en migración haitiana y no en la acción imperialista. ¡Vaya concierto de vendedores de enajenación!.

A ese concierto hay que oponer el sonido de la voz del Coronel de Abril, la impotencia de su puño y la majestad de su figura: “¡Coño, que viva la República Dominicana!”.

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