Jesús de la Rosa (Hoy, 2-8-12)
Próximo a la apertura de un nuevo semestre académico, la Universidad Autónoma de Santo Domingo requirió del gobierno del presidente Leonel Fernández y del Congreso Nacional erogaciones extras para satisfacer sus necesidades más urgentes: compras de butacas, reparación y equipamiento de aulas, ampliación de laboratorios, libros, programas de computadoras y otros recursos tecnológicos de última generación.
Su Rector, el maestro Mateo Aquino Febrillet, diligenció, sin éxito, la inclusión de la UASD entre el grupo de instituciones públicas que habrían de ser beneficiadas con un presupuesto complementario que redundara en una mejora y ampliación de sus servicios. Al no poder lograrlo, se vio precisado a traspasar a los padres de familias una parte, muy mínima por cierto, del costo de la enseñanza, sin pretender con ello sustituir la responsabilidad del Estado dominicano de financiar las instituciones públicas de educación superior.
En las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo 20, los profesores nos sacrificamos para evitar que la UASD colapsara ante la indiferencia del gobierno de los doce años del padre de la democracia.
En esos años, para mantener abierta la Universidad estatal, los rectores Andrés María Aybar Nicolás, Rafael Kasse Acta, Jottin Coury Hugo Tolentino Dipp dispusieron que los catedráticos Tirso Mejía Ricart, Emilio Cordero Michel, Daniel Cabrera Zorrilla, Ivelisse Prats, los hermanos Andrés y Francisco Avelino, Abelardo Vicioso, Tulio Arvelo, Jesús de la Rosa, entre otros, impartiéramos docencia a más de cuatrocientos alumnos a la vez bajo el novedoso sistema de cátedra conferencia. Todo en abono a conservar la presencia y estabilidad del más antiguo establecimiento de educación superior del nuevo mundo.
Hoy corren otros tiempos. La UASD ha dejado de ser la universidad de la ciudad de Santo Domingo hasta convertirse en una universidad nacional, en todo un subsistema instituciones públicas de educación superior. Ello ha sido posible, es justo reconocerlo, gracias a las aportes del gobierno de presidente Leonel Fernández.
El aumento del costo de matrícula y de otros servicios que presta la UASD generó protestas entre estudiantes, algo que había de esperase. Pero, la actitud negativa de algunos estudiantes y de unos que otros instigadores, expertos en la organización de trifulcas y desórdenes empañó la protesta por algo tan justo como el oponerse a que los padres de familias sufraguen el costo total o parcial de la educación de sus hijos.
Una cosa es protestar (la UASD es la única institución de educación superior del país que reconoce el derecho de los estudiantes, profesores y empleados a protestar individualmente o a través de sus organizaciones) y otra es recurrir a acciones delictivas como secuestro, destrucción de propiedades, etc., etc.
No es cierto que la UASD sea el centro de estudios de menor costo en toda América Latina, para los estudiantes del nivel superior como afirma el periodista José Antonio Torres en su crónica publicada en El Nacional en su edición correspondiente al 6 de julio recién pasado. Resulta que es justamente lo contrario. La Universidad Primada es una de las más caras.
La UASD figura entre las pocas universidades públicas de la América española que cobran por matricularse en ellas. También, son errados los cálculos del referido comunicador y sus apreciaciones en relación al pago de los estudiantes de la Universidad estatal por hora de docencia recibida. Antes de terminar, invito al apreciado colega a leerse el contenido de la Ley 5578, el capítulo 10 de la Ley 139-01, y el inciso 7 del Art. 63, de la Sesión Segunda sobre los Derechos Sociales y Económicos de la Constitución de la República.
