Nacionales Sociedad

¿Dónde están las escarpadas Montañas de hoy?

Written by Debate Plural

Juan Miguel Pérez (Hoy, 17-12-11)

 

Andaban aún recientes y fiadas las ascuas del Golpe de la Intolerancia, cuando desde el 25 de septiembre de 1963, hundida y corriendo conspiraba por toda la cadavérica República, la moral forrajeada de infraestructura solar, rumbo hacia la insurrección manumisora, hacia los alcores ya chamuscados por el ardor de la indignación y por el compromiso de protección y rebelión juradas ante la pronosticada agresión. Crujía la vergüenza que se iría al monte a entonar en alto el decreto de la guerra necesaria, la misma que tuvo sus inicios en una Juventud Democrática, en un Luperón resurgido y en un Cayo de Confites libertarios. En el prefacio de su suerte, Manolo Tavárez advirtió que los hijos de 14 de Junio del 59 alumbrarían de cuabas redentoras las eminencias agrestes y tupidas de su país. Cuadrumanos de quepis, batas tuertas en peana, Tutumpotes en la hora cero de la piñata, y otros fisgones llevaron a cabo la lóbrega operación de desmonte de la historia que este pueblo fraguaba en esos momentos con Juan Bosch en el poder.

Manó el aire libre de los del augusto y excelso empeño, en el brumo de la noche era 28 de noviembre, seis frentes de decoro encumbraron sigilosos sus abanicos de acero para arruinar en Manaclas al triunvirato de sierpes y de siempre.

Más pudo por ese ahora, el verdugo forastero y la solución acuñada de zanjar a los verdinegros y prolongar la infame asonada, que aquel noble sacrificio de la verdad guerrillera.

Desde entonces, la historia del decoro en este país no ha tenido fausta suerte. Revestida de breves y contundentes victorias en el verano del 1965, el calendario vivió los 24 de abril, 19 de mayo, jornadas que poblaron de júbilo y vergüenza la trayectoria democrática antes truncada. La historia del decoro en República Dominicana ha debido jugársela en historias clandestinas, relegado y oscurecido por la otra historia que lleva por lema la perversión, la depravación y la procacidad de una claque política villana, que cabe y vale y debo reiterarlo así: villana.

A casi 50 años del levantamiento insigne por la constitución de 1963 y el posterior fusilamiento de Manolo Tavárez y sus compañeros del 14 de Junio insurgente, las velas del duelo siguen encendidas.

Sólo bastaría recorrer en instantes los municipios u oficinas públicas de este país, escuchar y analizar las noticias diarias de su gente, el mundo militar, ciertos medios empresariales en contubernio con la cúpula política dirigente, para concluir en dolorosos dictámenes sobre la realidad de República Dominicana, a los 100 años del Natalicio de Bosch y a los 50 de la Raza inmortal de Junio del 59.

Este es el país en el que el 20 por ciento de sus ciudadanos más pobres, maneja apenas el 4% del total de recursos producidos. Esta población se halla en la línea primera ante el patíbulo virtual que significa enfermarse y acudir a un sanatorio público cuando se es pobre, y cuando no se es tan pobre también. La mortalidad de los recién nacidos es de 32 de cada mil nacidos y en la primera infancia (de 0 a 5 años) 38 de cada mil. De cada 100,000 nacimientos, 150 madres mueren. Estas cifras sino superan empatan con las más funestas medias registradas en los otros países de la región. 21% de los dominicanos sufren los rigores del hambre, y un 43% de los –afortunados de ser- empleados, poseen puestos de trabajo de alta vulnerabilidad de ser despedidos.

En 10 años, el país ha retrocedido en 33 lugares del índice mundial de probidad en la administración de los fondos públicos, colocándonos aún más en otra vergonzosa posición ante nuestros similares.

Con una propaganda fundamentada en concepciones indoctas de progreso, la República Dominicana de hoy accede al siglo 21 con galácticos elevados, fabulosos túneles, un parque profuso de vehículos de lujo y ostentosas obras públicas de dudosa utilidad social pero sí de costosísimos y opacos presupuestos. Con una 73% de la población con celular, la “modernidad” dominicana coexiste con el informe del Laboratorio dominicana coexiste con el informe del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación que les otorga a los estudiantes dominicanos en tercer grado de la educación básica las peores calificaciones de los 17 países analizados del continente. El problema es tan grave que no solo somos los últimos, sino que somos los últimos y por mucho, encontrándose los rendimientos de nuestros mejores estudiantes a duras penas en la media de los peores estudiantes de los otros países analizados.

Qué decir de la protección del dominicano pobre (pienso en las madres dominicanas de los barrios), con una Policía Nacional torturadora y no fiable, ni para detenerse en la vía pública ante su autoridad. Qué decir de una clase política y militar, arrastrado por las ansias de riqueza creada al vapor, y el alarde de todo aquello desmeritado.

Ante un pueblo, y sobre todo su juventud, llevada a niveles de ignorancia, de privación, de distracción, la delincuencia como hecho social sólo puede crecer y el espíritu elegante de la justicia desfallecer.

Cómo siquiera pensar que la actualidad vernácula lleva la merecedora memoria de los esfuerzos del 28 de noviembre de 1963, cómo aseverar que la sociedad nacional navega en las alturas abonadas por la sangre volcada por los mártires.

La consternación que nos envuelve en un cesto de impotencia, brota de cómo la pobreza material de los pobres de esta tierra, la indigencia social y espiritual de este pueblo, de las penurias morales de sus dirigentes políticos, ahogan el recuerdo y el ejemplo de Manaclas.

Ningún linaje de ese 28 de noviembre puede ser vinculado con el desastre que hoy nos ha tocado, a los jóvenes de espíritu, vivir.

Para sobrevivir moralmente a ésta época, con esperanza y responsabilidad hace falta emprender el camino de las Manaclas de hoy, esas que nos han tocado poner en la mira septentrional de una cordillera central de problemas sociales, políticos y morales que nos acosan.

Hoy, desde el Estado dominicano, hechor y distribuidor principal de mensajes ejemplarizantes (para bien o para mal), se perpetran crímenes de lesa patria, cuando todos los días se atenta y se agrede con la impunidad a la integridad moral de nuestra gente, con los abusos, a la elevación espiritual del pueblo dominicano, con la injusticia del funcionario que se enriquece ilícitamente del dinero público, al respeto a la dignidad de los seres humanos que hemos aquí solicitado honradamente convivir.

Por ello las Manaclas hoy representa enfrentar al egoísmo vacuo y narcisista que hoy se erige como paradigma a asumir. Las Manaclas de hoy están en imprimirle frugalidad y lealtad a los sentimientos que cultivamos hacia quienes nos rodean, en contra de la futilidad de moda. Las Manaclas hoy simbolizan el rescate de la constitucionalidad democrática (no de partidos políticos ya amañados) y la ética de vida de un Juan Bosch. Las Manaclas de hoy simbolizan restituir los ejemplos de arrojo y sacrificio de un José Horacio Rodríguez o de un Manuel Tejada Florentino en pleno medio de la plaza pública, sustituyendo con ellos aquellos que hoy malogran la sanidad y nobleza de este pueblo. Las Manaclas de hoy es la liberación del joven dominicano actual, de los falsas adoraciones e impostores profetas que hoy golpean cualquier posibilidad real de cambio nuestro en la casa, en el trabajo, en la calle.

Tal cual expresó Enrique Jiménez Moya: “brillan en nuestros pasados las gestas de gloria, ellas hoy nos iluminan”.

Estamos convencidos de que frente a la ignominia diletante y presente que nos gobierna desde hace décadas, la juventud dominicana resurgirá de sus inercias y sabrá identificar muy bien donde están esas escarpadas montañas de hoy. A ellas estará esa juventud abocada a ir y en ellas transitar y luchar por una vida más justa para todos y por el bien de todos. Dulce es el vivir de pie y saber desaparecer. Somos bastantes.

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