Revela los vínculos de los narcos, políticos y policías en México
Listin (8-9-08)
El periódico El País publicó un reportaje sobre el testimonio de La Reina del Pacífico, una mujer que fue esposa, novia y amante de capos de la droga en México y de agentes policiales, en la que se revela el dominio político que tienen los narcotraficantes y el control sobre las autoridades que deben combatir ese negocio ilegal.
El reportaje firmado por Francesc Relea revela detalles de la vida de Sandra Ávila Beltrán quien está ahora en una cárcel en México.
El reportaje de El País, afirma que “los narcos ya imponen autoridades a la luz del día, imponen a los presidentes municipales, los jefes de seguridad, los que les importan”. Ávila Beltrán habla con conocimiento de causa, afirma el diario español. “Sabe qué se cuece en el interior de las bandas criminales enfrascadas en una espiral de violencia por el control del tráfico de droga en México.
En este mundo nació y creció. Emparentada con figuras conocidas del negocio -la Fiscalía asegura que es sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, El Padrino, jefe de jefes del narco mexicano en los años ochenta-, esta mujer de 45 años ha sido novia, amante y esposa de capos y comandantes de policía.”
Agrega que las autoridades mexicanas y la DEA (agencia antidrogas de EEUU) la persiguieron durante años, considerándola como pieza clave en el trasiego de cocaína a través de la zona marítima de Colombia a Estados Unidos. Y le pusieron nombre de novela: La Reina del Pacífico. Hasta su captura en la ciudad de México, el 28 de septiembre de 2007. Una mujer atractiva en un mundo de machos, dueña de una fortuna importante, fascinada con las joyas -la Fiscalía le decomisó 179 piezas-, siempre cerca de los poderosos dentro y fuera de la ley, siempre en el filo de la navaja, con una vida donde la riqueza y la muerte han sido protagonistas.
Ahora está a punto de cumplir un año presa en la cárcel de Santa Marta Acatitla (distrito federal). Y después de un silencio prolongado ha decidido hablar. Lo ha hecho con un periodista veterano y respetado: Julio Scherer García, director de Excelsior en la época dorada de este diario y de revistas de referencia como Plural y Proceso.
Durante meses, don Julio, de 82 años, visitó una o dos veces por semana a La Reina del Pacífico. Las conversaciones transcurrieron en la sala de juntas del penal. “Sin testigos”, aclara el periodista. De aquellos diálogos ha salido un libro, La Reina del Pacífico: es la hora de contar, que acaba de publicar en México la editorial Random House Mondadori.
La hora elegida por Sandra Ávila para hablar coincide con un periodo extremadamente violento en su país. Secuestros, tiroteos, asesinatos, decapitaciones son moneda común en numerosos puntos de la geografía mexicana.
Las víctimas son, en su mayoría, delincuentes y policías vinculados con el crimen organizado, pero los últimos zarpazos de las bandas de secuestradores han golpeado a familias ajenas a ese mundo. El Gobierno, acorralado, ha convocado a todos los poderes del Estado para hacer un frente común contra la inseguridad.
A la hora de contar, Sandra Ávila descarga su ira contra el presidente mexicano, a quien acusa de imputarle sin pruebas: “El día de mi captura, Felipe Calderón se lanzó en mi contra. Dijo que soy el enlace con los carteles de Colombia. Llegó a decir que soy una de las delincuentes más peligrosas de América Latina y en su ignorancia me llamó La Reina del Pacífico o del Sur, así, literalmente”.
Una vida de muerte
Por la vida de esta mujer discurre un reguero de muerte. El mayor de sus siete hermanos fue asesinado en su ciudad natal, Tijuana. Anteriormente, su primer esposo, José Luis Fuentes, comandante de la Policía Judicial, fue apuñalado cuando su único hijo apenas tenía año y medio. “Era muy noble, pero muy violento”, recuerda. “Siempre andaba armado con su pistola y el cuerno de chivo al hombro.
Era valiente, sus guardias morirían por él y él moriría por sus guardias. No se me quita de la cabeza que José Luis murió a traición. El cuchillo por la espalda, de lo que el mundo del narco está lleno”. ¿Por qué el crimen? “Alguien estorbaba”, relata Sandra Ávila. “Ese alguien era mi esposo. Tenía muchas relaciones con comandantes, con militares, con gente de gobierno. En ese ambiente supongo que daba protecciones y hacía arreglos”.
Su segundo marido, Rodolfo López, con quien convivió cinco años, no corrió mejor suerte. Fue agente de la Fiscalía y trabajó en el Instituto Nacional del Combate a las Drogas. “Mi marido tenía una empresa de tráilers. Yo sabía qué transportaban, pero no conocía los pormenores del negocio”. Murió apuñalado cuando estaba ingresado por una infección grave en el hospital de Hermosillo (Sonora).
Un comando de tres encapuchados eliminó o neutralizó a los vigilantes. Tres años después secuestraron al hijo de 15 años de Sandra Ávila: lo liberaron a los 18 días, después de pagar un millón y medio de dólares a cambio de su vida. La madre cree saber que las fuerzas de seguridad estaban implicadas. “Me di cuenta de que el policía traidor, desde la casa, avisaba a los secuestradores. El comandante antisecuestros de Guadalajara fue quien mandó al policía a espiar a nuestra casa. Los policías protegen a los delincuentes o actúan como ellos”.
Compañías peligrosas
Algunas de las amistades peligrosas de La Reina del Pacífico tienen nombre y apellido. Como Rigoberto Campos Salcido, un pariente lejano. Pasaron los años, y Sandra Ávila y Rigo se encontraron en un hotel. Nada que ver con el tipo flaco de los viejos tiempos.
Ahora andaba rodeado de gente armada. Tenía nuevo empleo: jefe de la Interpol en Tijuana. Mataron al esposo de La Reina, y siguieron las represalias. Hasta que un día se enteró de que Rigoberto Campos quedó sin brazos. “Unos dicen que los perdió trabajando en su rancho, en Mexicali; otros, que llegó la gente hasta él y se los cortaron”.
La Reina del Pacífico no niega su pertenencia al mundo del narco, el mundo que la vio crecer, donde conoció la amistad, el amor, donde se hizo famosa. En su círculo familiar están los Beltrán Félix y los Beltrán Leyva, dedicados al narcotráfico desde hace tres décadas. Entre sus amistades destacan Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, máximo jefe del poderoso cartel de Sinaloa; Ignacio Coronel Villarreal, Nacho Coronel; Ismael Zambada García, El Mayo; los hermanos Caro Quintero. Todos ellos, grandes jefes.
Su apodo ha quedado inmortalizado en el corrido Fiesta en la Sierra, que cantan Los Tucanes de Tijuana, uno de los grupos más populares de México.
Sicariato y el crimen (II)
El 2010 se caracterizó por crímenes espeluznantes, muertes en intercambios de disparos, el crecimiento del sicariato y de una delincuencia que cada día respeta menos la vida.
Uno de los últimos crímenes escalofriantes ocurrió la semana pasada cuando a Juana López Beltré, de 33 años, le arrancaron las piernas y las lanzaron en la carretera de El Higüero, cerca de Pantoja, en Santo Domingo Oeste.
Los asesinatos de dos testigos de un homicidio en Higüey, el hallazgo de un hombre en una fosa en El Higüero, la decapitación de dos jóvenes en la zona rural de San Cristóbal y la muerte de tres jóvenes en Baní fueron de los hechos más violentos ocurridos en el país.
El 27 de junio, una patrulla de las Policía Nacional mató al universitario Abraham Ramos Montero, de 23 años, cuando lo mandaron a detener en un lugar oscuro y decidió hacerlo más adelante, en un sitio más claro. El sargento Manuel de Jesús Martínez Germán y el raso Elvis Vinicio Montero fueron sometidos a la justicia por el hecho.
Esa muerte desencadenó una campaña contra la Policía con el lema: Policía, no me mates.
Un hecho similar ocurrió el 18 de julio cuando Elio Reyes Severino, de 81 años, fue muerto de un tiro por la espalda en medio de una persecución en la autopista Santo Domingo-Samaná. Viajaba en una camioneta conducida por su hijo, que rehusó detenerse.
El sicariato. Cientos de personas cayeron abatidas este año a manos de matones a sueldo, vinculados al narcotráfico y el crimen organizado.
A fines de enero fue asesinado Ramón Omar Antigua, en el parqueo de Carrefour por sus vínculos con el boricua José David Figueroa Agosto. El 28 de marzo, José Gabriel Arias Castillo (Alex el Pelotero), fue ejecutado en la cárcel de La Victoria.
El asesinato del empresario Rubén Soto Hayet, el 13 de mayo, y de dos empleados de la plaza La Francesa, estremeció al país. Hayet mantenía una relación con el asesinado ex coronel policial José Amado González González, vinculado también a Figueroa Agosto.
El 3 de agosto, cuatro individuos mataron al médico fisiatra Sergio Rafael Rojas Soriano en los alrededores el Jardín Botánico. Nunca se supo el móvil del crimen.
En agosto, dos jóvenes fueron muertos a tiros y sus cadáveres lanzados a unos matorrales en las inmediaciones del kilómetro 60 de la Autopista Duarte, próximo a Villa Altagracia.
Intercambios de disparos. Este año más de 480 dominicanos han perdido la vida en intercambios de disparos entre agentes policiales y presuntos delincuentes, de los cuales más de 60 corresponden a la gestión del actual jefe de la Policía, mayor general José Armando Polanco Gómez.
Desde el inició de la gestión de Polanco Gómez el 16 de agosto, muchos pensaron que se reducirían las muertes en intercambios de disparos en relación con su predecesor, el mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín. No ha ocurrido así. La situación ha llegado a tal grado que el ministro de Interior y Policía, Franklin Almeyda Rancier, ha exigido en dos ocasiones una reducción de los intercambios de disparos.
En este mes la Policía mató a tres presuntos delincuentes en un intercambio de disparos cerca del Aeropuerto Internacional del Cibao. El pasado martes la Policía mató a 5 hombres, 3 supuestos sicarios en Santiago y 2 en hechos separados en la Capital.
Este año han caído más de 50 agentes a manos de la delincuencia. En septiembre murieron en una emboscada el teniente Mártires Pérez Díaz, el sargento Roberto Otaño Medina y el cabo José Arturo Ramírez. Dos de los acusados fueron ejecutados por la Policía. El último policía asesinado fue el primer teniente Diego Ureña, en Villa González.
Las claves
1. Intercambios disparos
Más de 480 personas han perdido la vida este año en intercambios de disparos, de los cuales más de 60 corresponden a la gestión del mayor general José Armando Polanco Gómez
2. Auge del sicariato
Esta modalidad del crimen organizado ha tomado auge en el país este año. Los asesinatos de Omar Lantigua, el empresario Rubén Soto y el atentado contra el abogado Jordi Veras fueron, entre otros, los casos más sonados de este año.
3. La criminalidad
La delincuencia y la criminalidad impactaron durante el 2010. Más de 1,115 muertes violentas ocurrieron este año, sobre todo en la Capital, Santiago y San Cristóbal. La delincuencia común aumentó.