Por: Angel Moreta(Autor-Editor)
El sistema político dominicano se encuentra actualmente en un proceso de degradación debido a situaciones extremas de clientelismo, distribución anticipada de cargos y posiciones en el aparato administrativo del Estado, y prebendas, ventajas y canonjías que el Poder Ejecutivo reparte entre los partidos políticos tradicionales.
Más de veinte partidos minúsculos, sin mucha importancia electoral, participaron y participan actualmente del festín de la repartición, girando como satélites alrededor de lo que fue la candidatura del presidente Danilo Medina; formando todos en conjunto un elenco proselitista y un coro electoralista cuyo fundamento central es el clientelismo, que representa el escalón más bajo de la vida política dominicana.
El llamado partido de la liberación dominicana, que abandonó sus principios centristas y de centro-derecha para ocupar posiciones abiertamente de derecha, es el centro del universo político del poder, y constituye el eje gravitacional alrededor del cual se mueven todos los demás satélites que buscan en su movimiento quedarse con una parte del pastel en los bolsillos.
En este punto se presentaron problemas alrededor del reparto de candidaturas congresionales y municipales, que tendrán que resolver, no sin ciertas contradicciones, como es natural en la distribución del festín. El partido de gobierno, el presidente-candidato y su grupo corporativo intimo, entregarán todo lo necesario para crear niveles de conformidad entre todos los aspirantes a posiciones electorales.
Concentración de los poderes públicos
Un elemento fundamental es la concentración de todos los órganos y poderes del Estado dominicano en manos del Poder Ejecutivo y del partido de la liberación dominicana, tales como la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral, la Cámara de Cuentas, el Tribunal Superior Administrativo, la Suprema Corte de Justicia, el Poder Legislativo, el Poder Municipal, las Sindicaturas Municipales y las Gobernaciones Provinciales; amén de los cargos y posiciones dentro del Estado dominicano; y todas las oportunidades del poder son manejadas bajo tráfico de influencias, soborno, abuso de poder y enriquecimiento ilícito.
La actual Constitución de la República es ciertamente “un pedazo de papel”, como afirmó Joaquín Balaguer en una ocasión, pues sus disposiciones fundamentales asumen un carácter democrático-corporativo, mediante el cual el gobierno actual transfiere riquezas a los monopolios de la comunicación social en República Dominicana, para que refuercen su imagen en la opinión pública y contribuyan con la creación de una fotografía presidenciable a favor de Medina, que en esa virtud ha sido catalogado como el candidato más popular de las elecciones recien celebradas.
El papel de los monopolios de la comunicación
La imagen creada por los monopolios de la comunicación en República Dominicana es que el presidente Medina resulta el más popular de todos los candidatos. No asumieron una postura honesta y responsable cuando el presidente hizo aprobar en pocas semanas una reforma constitucional al vapor con el fin de garantizar su candidatura reeleccionista.
El dinero invertido en sobornos para comprar las conciencias de diputados y senadores a favor de la reforma constitucional, vino a ser parte del caudal presupuestario que se habrá de consumirse próximamente en el nuevo “hoyo fiscal” que ha sido creado en interés de la candidatura del presidente Medina, a costa de la miseria y la pobreza de la sociedad dominicana, que tendrá que pagar muy pronto con una segunda reforma fiscal.
Contaminación del sistema político de la República Dominicana
El sistema político vigente ha sido totalmente contaminado por el Comité Central del partido de la liberación dominicana, que ha gobernado bajo un sistema de exacción, cooptación y enriquecimiento ilícito, utilizando el poder tanto para el beneficio de sus miembros como para comprar y adquirir, como si fuera un mercado, la conciencia y la voluntad de sectores del pueblo dominicano.
Las acciones y actuaciones de ese partido corporativo pueden servir de materia prima para una discusión sobre la democracia dominicana, que se caracteriza desde 1996 por la implantación de un modelo capitalista neoliberal en la sociedad dominicana; por la concentración de los poderes públicos; por las prácticas ordinarias de corrupción administrativa; por la pérdida del principio de separación de poderes públicos, el reeleccionismo presidencial a base de sobornos; y una modificación constitucional al vapor antidemocrática, oligárquica con la solidaridad de los medios de comunicación monopólicos.
La democracia dominicana se caracteriza también por un sistema político con rasgos de arrodillamiento del Estado al capital extranjero monopolista multinacional; por una subordinación a las políticas imperiales de Estados Unidos, que pretende la entrega de una porción estratégica del territorio nacional, tal como analizaremos en próximo artículo.
La economía dominicana es dependiente de los grandes centros hegemónicos internacionales; del capital transnacional que se beneficia de las violaciones al código del trabajo y de una política de tolerancia neta a la intensificación de la explotación social del pueblo dominicano desde 1996 hasta la fecha, que cubre los periodos sucesivos del llamado partido de la liberación dominicana.
Todos estos elementos constituyen causas de la ascendente miseria material y pobreza espiritual de la población dominicana.
Si no hacemos está distinción fundamental jamás podremos criticar el modelo capitalista neoliberal corporativo vigente actualmente en la sociedad dominicana desde 1996, modelo impuesto por las políticas del partido de la liberación dominicana. Tampoco podremos combatirlo, criticarlo, interpretarlo ni superarlo.
Dicho modelo es responsable del sistema de corrupción, prevaricación y explotación social que nos arropa, modelo hegemónico que hace posible cada día que la económica nacional se mantenga en manos de las empresas monopólicas extranjeras.
Los principios del modelo neoliberal son el de privatización de los patrimonios estatales, libre competencia en materia de precios de productos de primera necesidad; monopolios encubiertos en todas las esferas de la economía; exacción de la riqueza pública; miseria material y pobreza social; bajos salarios y atropellos laborales; des-sindicalización de la fuerza de trabajo; privatización de la seguridad social; robo de los bienes públicos mediante mecanismos de globalización; lavado y paraísos fiscales.
También complicidades entre los grandes monopolios y negocios transnacionales, multiplicando ese mundo económico y social que es el modelo neoliberal capitalista que no podrá ser negado, conocido, interpretado y criticado por el pueblo dominicano y sus organizaciones, tampoco podrá luchar contra la privatización de todos los servicios públicos, playas, peajes, turismo, minería, industria y demás, hasta llegar a la misma artesanía nacional.