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Pedro Henríquez Ureña: Entre la memoria y el presente

Por: Odalís G. Pérez (Investigador de la Universidad Autónoma de Santo Domingo).

La memoria es el principal activo cultural de un pueblo o nación.  Los hombres son los cuerpos de esa memoria.  Pero ambos constituyen la real biblioteca de la tradición y el pensamiento.  Los signos de la tradición alcanzan los horizontes verdaderos de la mirada social, de tal manera que, allí donde la presencia habita palabras y construye movimientos, aparece también la claridad junto a la visión de la historia y la cultura.

El intelectual Pedro Henríquez Ureña escribió, divulgó, enseñó y creó cauces de conciencia que todavía hoy, en esta posmodernidad abstrusa y agónica siguen siendo válidos como propósitos, soluciones y progresos generados por lo que fue su práctica social como escritor, filólogo, historiador y fundamentalmente culturólogo. La explicación de este aserto la encontramos al entrar en el contexto del habla o los hablares dominicanos en constante desarrollo, tanto en el área urbana y rural,  como en las diversas áreas periféricas o fronterizas del país.  Y es que la socialización  producida por los hablares locales dominicanos, indica una aventura lingüística donde podemos advertir la idea de tipo, historia y de cambio a la que se refería Eugenio Coseriu, el romanista más lúcido de los últimos cincuenta años.

Sólo hay que caminar por el país y memorizar los diversos rutarios políticos, económicos, culturales, diplomáticos, lingüísticos, educativos, geopolíticos, académicos y etnoartísticos para toparse con la obra de este maestro dominicano de manera directa, indirecta o contextual.  Aunque su patria fue toda la América continental, PHU nunca se desprendió de la sociedad dominicana a la que siempre volvió en idea, pensamiento y cultura.

Nuestro intelectual fue el primer estudioso y analista de las instituciones  culturales, sociales y políticas de la República Dominicana.  Al leer una vieja compilación publicada en la década de los 70 del pasado siglo XX, podemos constatar nuestro argumento sobre nuestro humanista en torno a su mirada lejana y cercana sobre su tierra de origen.  Se trata de la antología titulada De mi patria,publicada por la entonces Secretaría de Estado de Educación.  (Biblioteca Pedro Henríquez Ureña, Vol. III, Santo Domingo, 1974) y cuyo responsable de selección, juicios, presentación y notas fue el historiador, bibliógrafo y educador Jorge Tena Reyes.

Dicha compilación antológica de 418 páginas fue la primera en su género que se publicó en el país y una de las primeras (junto con laObra crítica, publicada en 1960 bajo el sello del Fondo de Cultura Económica) que se publicaron en América.

Este hecho impone un juiciohistórico que debe ser el pretexto para una discusión crítica y cultural sobre el desarrollo de las ideas culturales, históricas, literarias y educativas que se han conformado en el espacio infuso y difuso de las Américas y en particular de la República Dominicana.

PHU hizo de la Filología una rama significativa de la Historia Cultural, visible e libros como Las corrientes literarias en la América hispánica, Historia de la cultura en la América hispánica, Plenitud de América, La Utopía de América, La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo, Para la historia de los indigenismos, El español en Santo Domingo y Seis ensayos en busca de nuestra expresión,entre otros, ya mencionados, referidos y citados.

Es importante destacar que hasta la fecha la producción más alta y cuantiosa del corpus textual y de estudios dedicados a PHU ha tenido lugar en la República Dominicana.  Antologías, compilaciones, obras de la mano y el trabajo de intelectuales dominicanos activos y presentes, han  contribuido al conocimiento del corpus textual e ideológico de nuestro autor.

Las contribuciones, en este sentido, han sido destacadas en revistas, libros, periódicos, actas de congresos, antologías, reuniones formales e informales de ensayos y otras publicaciones en revistas dedicadas a la historia de las ideas, en cuyos surcos intelectuales podemos leer y advertir la siembra y la cosecha de nuestro polígrafo.

Justamente en la primera recopilación de textos formalmente publicada por la entonces Secretaría de Estado de Educación en 1974 a cargo del historiador Jorge Tena Reyes, encontramos el prototexto que le sirviera de base a su famoso libro de 1940 titulado El español en Santo Domingo; el ensayo titulado “El idioma español y la Historia política en Santo Domingo” fue, tal como lo indica el compilador de la antología De mi patria, la ponencia que presentó PHU en el 2º Congrego internacional de Historia celebrado en Buenos Aires entre los días 5 y 14 de julio de 1973, como representante de la República Dominicana. Dicha conferencia fue publicada según la referencia de compilación en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Vol. 3, Buenos Aires, 1983, mejorada con adiciones, complementos y retoques.

Dicha ponencia fue un primer estudio diasincrónico sobre el español en Santo Domingo y América, a la luz de la geografía lingüística y cultural como rama de estudio que cultivó la filología hispánica de aquel momento y cuyos resultados constituyeron una primera síntesis lingüística, institucional, geosocial y cultural de la República Dominicana y gran parte de América (Ver pp. 231-242).

Nuestro autor socializó sus conocimientos y explicaciones sobre el idioma español, su distribución geográfica en lo que él y otros lingüistas llamaron las cinco zonas donde se empezó a desarrollar el idioma español en América.  Según Henríquez Ureña:

“En la formación de estas zonas influyeron, ante todo, sucesos de historia política; a ellos se suman, en grados variables, hechos geográficos, núcleos de cultura hispánica, substratos de lenguas indígenas.Generalmente las regiones comprendidas dentro de cada zona estuvieron unidas durante la época colonial, o parte de ella, bajo una misma autoridad política: cuando estas situaciones cambiaban, persistían relaciones activas…(Op. cit. p.231).

Subraya más adelante PHU que:

“…Santo Domingo fue el primer centro de americanización del español, tanto en la adaptación de palabras europeas a cosas o hechos del Nuevo Mundo como en la adopción de palabras indias (sic), actividad importante en los siglos XV y XVI, pero detenida luego, al desaparecer las lenguas aborígenes de las grandes Antillas: hoy, por eso, hasta los indigenismos tienen en Santo Domingo carácter arcaico”. (ibíd. P. 239)

El sentimiento de cultura, lengua e historia que anima a la reflexión cultural y filosófica en PHU, parte del concepto de tipología, historia, sincronía y habla en sus corrientes de lengua-lenguaje, toda vez que desde dicha conjunción, la geografía lingüística junto a la historia cultural y la dialectología desarrollan los diferentes ámbitos del saber o las prácticas diversas de los saberes en América.

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