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Antichavismo «en el exilio no cesa de conspirar contra el diálogo nacional

Oposicion venezolana
Written by Debate Plural

Mision Verdad (16-3-21)

 

Las redes sociales actualmente constituyen una de las principales herramientas usadas para promover narrativas que posteriormente sirven de justificación imperial a la aplicación de medidas injerencistas en países soberanos. No hay guerra que no contemple la arista psicológica y mediática, pues en ese plano es donde se toman las decisiones ofensivas y defensas en el marco de una guerra no convencional.

Desde este punto, la oposición venezolana «en el exilio» ha adoptado una retórica agresiva y estridente que proyecta una visión sesgada de lo que ocurre en Venezuela para buscar una mayor intervención por parte de actores exógenos al conflicto («todas las opciones están sobre la mesa»). Esto se debe, en primer término, a que no tienen intereses en el país que se puedan ver comprometidos en caso de una escalada de violencia y miseria mayores a causa del bloqueo y las acciones insurreccionales provenientes de Estados Unidos y Colombia.

Un informe de Crisis Group, una organización dirigida a la resolución y prevención de conflictos armados internacionales con presencia en cuatro continentes, revela la histerización del discurso de los llamados «exiliados» y su efecto perjudicial para los intereses de la nación a la hora de buscar una salida de la coyuntura.

Son estas voces las que dicen representar la dudosa cifra de más de 5 millones de venezolanos y venezolanas que «han huido» de la crisis.

¿EN EL EXILIO?

«Este ‘efecto exilio’ podría ser un impedimento para las conversaciones de paz, que requerirán que Maduro, la oposición y sus apoyos externos se comprometan. Los países anfitriones deben asegurarse de que las voces de los exiliados no dominen las discusiones políticas en detrimento de aquellas más abiertas a un acuerdo político negociado», dice el informe de la organización financiada por el magnate George Soros.

Crisis Group sostiene que el chavismo es el responsable de la crisis, argumento que usa para justificar los ataques a la institucionalidad venezolana como el perpetrado contra la base aérea de La Carlota el 30 de junio de 2019.

«Estas acciones no han quedado sin respuesta. La represión de Maduro impulsó a sus opositores a embarcarse en una campaña, liderada por Guaidó, para derrocar al gobierno e impulsar el retorno a la democracia».

Más adelante reconoce el fracaso de la campaña de máxima presión y se refiere a la victoria del chavismo en diciembre de 2020 como «el control de Maduro sobre casi todas las partes del Estado venezolano», cuando en realidad solo el sector más beligerante de la oposición decidió no participar en las elecciones constitucionales pautadas para la fecha en que se llevaron a cabo.

Este boicot se da luego de que, con el apoyo de la Unión Europea, buscaran la manera de suspender los comicios argumentando que se debían «mejorar las condiciones». Vale acotar que todas las garantías fueron ofrecidas y hubo modificaciones consensuadas con todos los participantes.

Toda la campaña de presión contra Venezuela por parte de Estados Unidos es justificada por las supuestas voces desde el exilio que piden intervención militar para acabar con la supuesta dictadura, los mismos que sostienen la presidencia fake de Guaidó.

Un ejemplo de ello se puede notar en las interacciones que mantienen penosamente a Juan Guaidó en la palestra pública. Quienes aún sostienen la figura del «gobierno interino» son usuarios que viven fuera del país, principalmente en Estados Unidos. Si bien a principios de su aparición tuvo un impulso dado el apoyo de Estados Unidos y sus países satélites, a los pocos meses, por la falta de efectividad real, este se fue desinflando.

Pero el intento de crear un gobierno paralelo no empieza con la figura escueta de Guaidó. Ya en 2017 la dirigente de extrema derecha María Corina Machado y el exalcalde prófugo de la justicia venezolana, Antonio Ledezma, crearon la plataforma Soy Venezuela, que se encargaría de congregar la disidencia al chavismo. La figura de Ledezma es uno de los referentes de aquellos que conforman las «voces en el exilio» que luchan por la libertad de Venezuela.

Históricamente, se pudiera pensar que la figura del exiliado es aquella persona que se ve obligado a huir de su país de origen para salvar su vida. A lo largo del siglo pasado se pueden encontrar muchos de estos personajes que desde otras regiones se convirtieron en la voz que reclamaba por las injusticias que sucedían en el país que abandonaban.

Sujetos como Julio Borges, Antonio Ledezma, Leopoldo López, Carlos Vecchio, entre otros, están lejos de ser una representación del exiliado, al menos en términos políticos. Sus privilegios y vidas acomodadas en el exterior, la huida del país por corrupción y terrorismo, los distancian de ser íconos de verdadera lucha por la justicia social.

CONSPIRACIONES CONTRA EL DIÁLOGO

El informe de Crisis Group refiere que la agenda de diálogo entre la oposición y el chavismo se estancaron en septiembre de 2019, luego de un año convulso signado por la autoproclamación, intentos de ingresar ilegalmente al país bajo la mampara de la ayuda humanitaria, sabotaje al sistema eléctrico, intento de toma de base aérea y el despojo de activos del país en el exterior.

Después de lo descrito -señala- hubo un intento de establecer negociaciones entre ambos bloques políticos. Evidentemente, el único apoyo a la oposición era el de Estados Unidos. El chavismo decidió dejar de participar en las reuniones luego de que se aplicara una nueva ronda de «sanciones» y al poco tiempo la oposición declaró a las mesas de negociación de «agotadas».

Es necesario recordar que ante todos los escenarios de desestabilización impulsados por la oposición, incluyendo las guarimbas de 2014 y 2017, además de los intentos de golpe de Estado en 2019 y 2020, el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha buscado una salida a través del diálogo.

Ante estos escenarios, en el ecosistema que conforma a la oposición venezolana, hay posiciones conciliadoras que han buscado la manera encontrar una salida democrática a la crisis, sin que esto represente estar de acuerdo con el gobierno de Maduro. «Los miembros más conciliadores también se separaron de la corriente principal de la oposición en busca de un mayor compromiso con el gobierno», señala el informe, y luego recuerda las elecciones presidenciales de 2018, en las que participó Henri Falcón, líder del partido Avanzada Progresista, pese al boicot de la extinta Mesa de Unidad Democrática (MUD).

La Mesa de Diálogo Nacional ha llevado a cabo sus propias negociaciones como un interlocutor que tiene un poco más de autonomía y está más anclado a los intereses nacionales que a los designios de Estados Unidos. La diferencia es grande si se compara con el movimiento Soy Venezuela, que «abiertamente llama una intervención respaldada por el extranjero para derrocar a Maduro, abogando por el nombramiento previo de un gobierno en el exilio».

Estos desacuerdos también se evidenciaron en las elecciones parlamentarias. Mientras Guaidó exhortó a la abstención, Henrique Capriles Radonski, candidato a la presidencia en dos oportunidades, llamó a la oposición a negociar mejores condiciones para las elecciones para «no dejar a la sociedad civil sin opciones».

Ante esta disyuntiva es fácil reconocer quiénes apuestan a una salida de la crisis por los propios venezolanos y los que buscan promover la intervención militar. Existe una constante conspiración contra el diálogo pacífico en Venezuela, y los dedos apuntan a este sector «exiliado».

RADICALIZACIÓN DEL DISCURSO

El informe de Crisis Group incluye un sondeo que revela cómo varía el discurso de los que salen del país, narrativa que se ha radicalizado conforme aumenta la presión. El mismo «incluye el análisis de sus publicaciones en las redes sociales en el que usa métodos cuantitativos. También se basa en entrevistas con figuras de la oposición dentro y fuera del país, diplomáticos y otros observadores conocedores, así como en los escritos publicados de exiliados prominentes».

Según la encuesta, la dinámica de los exiliados siempre es más o menos la misma. Los políticos de oposición suelen permanecer activos tratando de influir en las políticas de sus países de acogida contra el gobierno de Maduro, sobre todo si pertenecen al gabinete ficticio de Guaidó y «dirigen embajadas paralelas en los países que lo reconocen como presidente interino».

Por otra parte, la diáspora en general suele reunirse con estos líderes para organizar concentraciones y con ello presionar para que se apliquen políticas más duras contra el gobierno del presidente Maduro.

Si bien suelen mantener la misma línea anti-Maduro, «existe una percepción generalizada de que los que huyen suelen adoptar una postura más hostil después de salir del país», y una de las razones, según la ONG, es que el exilio puede ser desestabilizador tanto psicológica como físicamente debido a división de familias.

Otro argumento es que supuestamente el exilio ofrece una mayor libertad de expresión, lo que permite a los activistas dar rienda suelta al antagonismo reprimido contra el chavismo, argumento que se cae en tanto que en Venezuela hay libertad de expresión y las redes sociales son un parlante para los líderes de oposición dentro del país.

Y es que todo parece indicar que se naturalizó la radicalización del discurso antichavista de los «exiliados». Por tanto, todo aquel que quiera formar parte simbólicamente de esta masa social debe seguir esta ruta. Quien no lo haga o salta de este extremo es rechazado. «Salir con una idea un poco diferente, un poco más centrista, es casi inaceptable», es la opinión de un político «exiliado» tras expresar públicamente una idea más centrista.

Es tal el extremo que quienes tienen una opinión contraria a los de esos líderes en el exilio son catalogados como traidores y chavistas. Esto hace que en algún punto los «exiliados» se conviertan en jaurías contra los paisanos que discrepen de las ideas extremistas o cuestionen alguna conducta de esos líderes.

Crisis Group comparó la actividad de figuras de la oposición venezolana en el exilio con los líderes de aún están en Venezuela para probar si los exiliados adoptan posiciones más intransigentes fuera del país.

La muestra fue de 357 miembros de la élite opositora con cuentas activas en Twitter.

«Alrededor de dos tercios de ellos son políticos, ya sea alcaldes o miembros de la Asamblea Nacional, mientras que el resto son activistas no electos, periodistas y jueces. Un total de 94 de estos 357 se exiliaron durante algún periodo entre enero de 2013 y mayo de 2020. De esos 94, 86 se fueron después de que Maduro asumiera el cargo en abril de 2013. El estudio examinó el análisis de más de cinco millones de tuits de los 357 opositores desde el 1 de enero de 2013 -poco antes de que Maduro asumiera el cargo- hasta el 31 de mayo de 2020».

El estudio se centró en dos categorías de tuits de «exiliados venezolanos» que demuestran un cambio en el tono y el contenido a lo largo del tiempo señalado anteriormente.

La primera categoría incluye tuits que transmiten críticas mordaces contra el presidente Maduro dirigidas a deslegitimar su figura. La segunda categoría incluyó aquellos trinos que justifican una acción extranjera agresiva para apretar o desbancar al gobierno, que va desde las «sanciones» económicas hasta la intervención militar.

Además del extremismo del discurso de los «exiliados», la pequeña muestra recoge que sus picos más altos de interacción están signados por eventos que pudieran tener impacto en una decisión geopolítica de Estados Unidos: elección del expresidente Trump en 2016, los hechos insurreccionales de 2017 y la autoproclamación de Juan Guaidó en 2019, por ejemplo.

EL NORTE NO ES VENEZUELA

¿Venezuela sigue siendo prioridad para los que se instalan fuera del país? Según Crisis Group, «los líderes exiliados también pueden desconectarse de las prioridades de los que permanecen en casa». Incluso pueden tener una interpretación errática en tanto pudieran no tener una apreciación real de lo que sucede en este territorio, sobre todo si las fuentes son medios de comunicación estadounidenses o las redes sociales.

Por tanto, no tener una conciencia de la realidad venezolana puede hacerlos «menos conscientes del amplio descontento que existe en Venezuela con los políticos de oposición vinculados a hechos de corrupción». Un ejemplo de ello puede ser el apoyo incondicional que aún muestran a la figura de Juan Guaidó, causante de un gran daño al patrimonio de la nación.

El crecimiento de la diáspora venezolana en Estados Unidos puede influir en las políticas que se apliquen contra este país debido a que, al igual que la cubana, puede tener una incidencia en los procesos electorales de la nación norteamericana y definir el gobierno regional de Florida, así como sus curules ante el Congreso y el Senado en Washington.

Si se establece una relación especular con la diáspora cubana, se debe tomar en cuenta el gran impacto de ésta en las políticas contra la isla. Los exiliados de línea dura han promovido políticas que perjudicaron a los cubanos que viven en el país, embargo de décadas que ha sido ineficaz para lograr un cambio de régimen y que es el responsable de los altos niveles de pobreza de Cuba.

Pese a que la orientación del informe es abiertamente antichavista, refiere que las posturas más duras de los «exiliados» afectan a la política local al exacerbar las divisiones entre los políticos de la oposición, sobre todo entre los activistas en el extranjero y en el país. Asimismo, destaca el papel preponderante que han tenido políticos como Carlos Vecchio, quien busca la intervención militar extranjera para Venezuela y dirige la embajada de la oposición en Estados Unidos, cargo que le había permitido discutir la política anti-venezolana con el exvicepresidente Mike Pence.

Por otra parte, menciona a Antonio Ledezma como promotor constante de la «intervención humanitaria» (R2P) para el país y participa activamente en el intento de definir las políticas hacia Venezuela en España, donde el debate político sobre el tema ha estado encendido.

La visión de Crisis Group sigue siendo intervencionista, pero apela a la sugerencia de negociaciones con mediación internacional entre el gobierno chavista y la oposición como esperanza para salir de la crisis pacíficamente. Como era de esperarse, culpa al gobierno del presidente Maduro como promotor de la actual situación. Plantea que todas las partes clave -el gobierno, la oposición y los actores externos- tendrán que comprometerse en la búsqueda de una salida negociada.

Gobierno y oposición política conservan sus visiones irreconciliables. Sin embargo, han puesto por delante los intereses nacionales para superar el bloqueo impulsado por los «actores externos» que hemos mencionado a lo largo de esta nota, los mismos que sin vivir lo que sucede en Venezuela proyectan una imagen abyecta y tóxica fuera del país.

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