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La amenaza más peligrosa para EE.UU. de toda su historia

Written by Debate Plural

Eva Golinger (Russia Today, 1-2-21)

 

El 27 de enero del 2021, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos emitió una ‘alerta terrorista’ sobre la creciente amenaza que supone la violencia de ‘extremistas domésticos’. Es la primera vez en la historia de este Departamento, creado después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, que se advierte públicamente sobre el terrorismo doméstico proveniente de milicias armadas y supremacistas blancos.

La alerta se produce semanas después del violento asalto al Capitolio estadounidense, instigado por el expresidente Donald Trump y liderado por sus seguidores. Cinco personas murieron en el ataque a la sede legislativa, incluyendo un policía que fue golpeado brutalmente por las hordas de Trump. En los días siguientes al asalto, que tuvo que haber sido realizado con la complicidad de actores internos, dos policías se mataron. Decenas más fueron heridos y muchos pensaban que iban a ser asesinados, incluyendo algunos congresistas.

Los videos y evidencias que han salido a la luz pública demuestran la violencia extrema de los seguidores de Trump y sus planes terroristas contra el Congreso. Además, se sabe ya que el ataque no fue ‘espontáneo’, como algunos habían especulado, sino que fue bien planificado por los grupos más violentos y extremistas de la ultraderecha, que también apoyan al expresidente.

Por ejemplo, al menos tres miembros del grupo racista, extremista y paramilitar los Oath Keepers ya han sido imputados por cargos de conspiración para atacar el Capitolio. Según el Departamento de Justicia, los Oath Keepers son una organización paramilitar que incluye exmilitares, expolicías y funcionarios de seguridad. Son conocidos por sus tendencias racistas, xenófobas y ultraderechistas, y andan armados hasta los tuétanos y preparados para la guerra civil. En algunos videos del 6 de enero, miembros de esta organización violenta visten uniformes militares, cargando armas, tasers, gas pimienta, equipos policiales y radios para comunicarse entre ellos. Además, se aprecia en los videos cómo gritan a los policías que protegen el Capitolio que los van a matar.

Los insurrecionistas, que parecían salvajes de los tiempos medioevales, construyeron una guillotina afuera del Capitolio, donde pretendían asesinar al entonces vicepresidente Mike Pence por haber sido ‘desleal’ a Trump. Los seguidores del exmandatario estaban enojados porque Pence cumplió con su obligación constitucional de certificar la legítima victoria electoral de Joe Biden, aunque Trump lo presionó hasta última hora para ejecutar un golpe de Estado que lo mantuviese en el poder.

Los seguidores de Trump que ejecutaron el asalto al Capitolio no eran un grupo de votantes molestos por haber perdido una elección. Fueron provocados por el exmandatario, que los instruyó a tomar la sede legislativa con la clara intención de impedir el proceso constitucional de certificación de la victoria electoral de Biden. Eran grupos de extremistas armados que llevaban semanas planificando el asalto. Entre sus planes estaba la captura de varios congresistas, incluyendo la jefa de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y otros demócratas, como Alexandria Ocasio Cortez, para su posterior asesinato. Otro plan era encerrar a los congresistas en los túneles del Capitolio y prender gas para matarlos a todos. Suena a ficción, pero ya las evidencias de estos planes macabros han salido a la luz pública.

La noche antes del 6 de enero, una persona aún no identificada fue vista en las calles de Washington colocando dos bombas activas en las afueras de las sedes del Partido Demócrata y el Partido Republicano. Por suerte, un residente de la zona donde estaban las bombas vio una y llamó a la Policía de inmediato. Fueron desactivadas antes de explotar.

Varios congresistas republicanos también estuvieron involucrados en la conspiración para atacar el Capitolio y posiblemente asesinar a algunos congresistas. Entre ellos, la derechista y extremista Marjorie Taylor Greene, representante del estado Georgia y promotora de las teorías de la conspiración más grotescas y racistas.

El Departamento de Seguridad Nacional alertó que las acciones violentas de estos extremistas domésticos apenas están comenzando. Así, anticipan más ataques e intentos terroristas, posiblemente contra otros blancos a nivel nacional.

Hay 400 millones de armas en manos de civiles en Estados Unidos. En ‘el país de la libertad’, el derecho a poseer armas está consagrado en la Segunda Enmienda de la Constitución. Sin embargo, el objetivo de la Segunda Enmienda, que fue aprobada por el Congreso estadounidense en 1789 y ratificada en 1791, no era armar a toda la población con la intención de derrocar el Gobierno, sino garantizar la seguridad de un Estado Libre con una milicia bien regulada. Una ‘milicia bien regulada’ no es lo mismo que cientos de millones de personas comprando fusiles AR-15 o pistolas semi-automáticas para tener ‘en casa’.

La Segunda Enmienda fue aprobada una década después de la revolución en Estados Unidos que liberó a la nación del poder colonial, y aún era un país joven, sin una fuerza armada potenciada, como la que tiene hoy. Es realmente absurdo interpretar la enmienda más de 200 años después como una licencia para comprar y poseer armas de guerra en un hogar privado. No obstante, la posesión de armas en Estados Unidos es uno de los temas más polémicos y más apasionados entre los ciudadanos.

Con tantas armas en manos de civiles, una guerra civil parece inevitable.

Hay una clara división entre republicanos y demócratas con el tema de las armas. Los demócratas abogan por ejercer un control y muchos están a favor de derogar la Segunda Enmienda completamente. En cambio, los republicanos rechazan cualquier normativa sobre su derecho a comprar, poseer y cargar armas. Por ejemplo, después del violento ataque al Capitolio en Washington, la jefa de la Cámara de Representantes implementó una regla que prohíbe portar armas adentro de las salas comunes. Incluso, colocaron detectores de metal a la entrada de las salas para asegurar la seguridad de los congresistas en los espacios comunes. Varios congresistas republicanos se negaron a pasar por los detectores de metal y algunos intentaron portar sus armas consigo, en plena violación de las reglas.

Hasta ahora, los líderes republicanos no han denunciado este extremismo que existe adentro de su partido. Aunque muchos de ellos también fueron víctimas del terror que se impuso sobre el Capitolio el 6 de enero, no han querido aceptar la responsabilidad y normalizar a estos grupos terroristas como parte de su plataforma política.

Mientras el nuevo gobierno de Biden intenta manejar la grave crisis sanitaria y económica causada por la pandemia, tendrá que enfrentar la amenaza más peligrosa para la sociedad estadounidense que ha existido en toda su historia: el terrorismo sembrado en casa.

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