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La llamada “desindustrialización” de AL no tiene que ver con China

Written by Debate Plural

Jiang Shixue, Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Shanghái  (Listin, 18-9-20)

 

La industrializa­ción es el cami­no hacia la mo­dernización. Desde que co­menzó la revolución in­dustrial en Europa en la segunda mitad del siglo XVIII, la humanidad ha es­tado disfrutando de todo tipo de progreso industrial. Sin embargo, en las últi­mas décadas, algunas par­tes del mundo están siendo testigos de un proceso de “desindustrialización”, es decir, la importancia decre­ciente del sector manufac­turero o de la producción industrial en la economía.

Muchos economistas di­cen que América Latina ha sido atrapada en la “desin­dustrialización”. Enton­ces, ¿por qué América La­tina está experimentando este proceso? Algunas per­sonas tienden a culpar a China por ello. Sus conclu­siones provienen de cua­tro puntos:

1. China importa mu­chos recursos naturales de América Latina, y este ti­po de exportación no tiene contenido técnico y poco valor añadido.

2. Cómo los países lati­noamericanos pueden ad­quirir riqueza fácilmente exportando recursos natu­rales a China, han sufrido la llamada “enfermedad holandesa”, una termino­logía de economía que sig­nifica que la economía ho­landesa cayó en una crisis en la década de 1960 de­bido a la gran cantidad de afluencia de ingresos por la venta de gas natural.

3. China exporta una gran cantidad de produc­tos manufacturados a los países de América Lati­na, lo que coloca a sus in­dustrias manufactureras en una situación de gran des­ventaja.

4. Los productos manu­facturados de China compi­ten con productos similares de países latinoamericanos en los mercados de Estados Unidos y Europa, constriñen­do el crecimiento de la fabri­cación latinoamericana.

De hecho, las importacio­nes de recursos naturales de China procedentes de Amé­rica Latina son propicias pa­ra el desarrollo de las ven­tajas comparativas de los países latinoamericanos. Es bien sabido que los países la­tinoamericanos tienen una ventaja comparativa en sus dotaciones de recursos na­turales. Como resultado, las enormes importaciones de recursos naturales de China han beneficiado a la región.

No hace falta decir que una de las condiciones ne­cesarias para la industria­lización es tener un capi­tal más abundante. Hasta cierto punto, el capital es igual o incluso más impor­tante que la tecnología mis­ma, porque la transferencia de tecnología o la importa­ción de tecnología requie­ren mucho dinero. Son las importaciones de China de grandes cantidades de pro­ductos básicos latinoameri­canos las que han permitido a la región obtener enormes ingresos de exportación, lo que permite a los gobiernos o empresas allí desarrollar tecnología o importar alta tecnología.

Si China no importa re­cursos naturales de países latinoamericanos, ¿dejará de exportarlos América La­tina? No hay duda de que otros países tomarán el lu­gar de China como un mer­cado de exportación de los recursos naturales de Amé­rica Latina. En otras pala­bras, América Latina no se­rá menos dependiente de la agricultura y la minería, in­cluso si China pudiera re­ducir sus importaciones de productos básicos.

Las exportaciones de pro­ductos manufacturados de China a América Latina son propicias para enriquecer la oferta de mercado latino­americano. Entre los años 1930 y 1970, los países la­tinoamericanos impusie­ron barreras de comercio exterior para proteger sus mercados con el fin de im­plementar su industrializa­ción de “sustitución de im­portaciones”. Este modelo de desarrollo orientado ha­cia el interior fue criticado por economistas de insti­tuciones como la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Lati­na. Después de que estalla­ra la crisis de la deuda lati­noamericana en la década de 1980, los países latinoa­mericanos comenzaron a li­beralizar el comercio, redu­ciendo en gran medida las barreras comerciales. Está impulsado por este modelo de desarrollo orientado ha­cia el exterior. Por lo tanto, la economía de América La­tina se está integrando cada vez más estrechamente con el mercado mundial, y los mercados latinoamericanos son cada vez más abundan­tes en términos de produc­tos extranjeros.

La apertura de los merca­dos de América Latina es pa­ra todos los países del mun­do, no solo para China. Esto significa que en el mercado latinoamericano, además de los productos chinos, hay muchos otros productos ex­tranjeros. Por lo tanto, si la “desindustrialización” de América Latina es causa­da por las importaciones de productos manufacturados, es claramente injusto culpar a China por sí sola.

Economistas de Améri­ca Latina y otras partes del mundo han demostrado que el proceso de “desin­dustrialización” de Améri­ca Latina comenzó en la dé­cada de 1990. Cabe señalar que las relaciones económi­cas y comerciales entre Chi­na y los países latinoameri­canos todavía estaban en un nivel bajo en ese momen­to. En 2000, por ejemplo, el comercio bilateral de China con los países latinoameri­canos fue de sólo 12.600 mi­llones de dólares, y no supe­ró los 300.000 millones de dólares hasta 2018.

De hecho, la llamada “desindustrialización” en cualquier país del mundo es el resultado de una varie­dad de factores. En el caso de América Latina, la razón más fundamental es la falta de políticas industriales pro­picias para la región.

Gracias a la política de la industrialización de “susti­tución de importaciones”, se estableció la base indus­trial de América Latina. Pe­ro desde la década de 1990, el papel del gobierno en la promoción de la industriali­zación se ha reducido consi­derablemente, mientras que el mecanismo de un mer­cado libre ha aumentado significativamente. Como resultado, el gobierno ha de­jado en gran medida de for­mular políticas industriales eficaces para promover la industrialización.

Es precisamente por la fal­ta de políticas industriales efi­caces que no se pueden resol­ver los siguientes problemas a los que se enfrenta el sec­tor industrial en los países la­tinoamericanos: por un lado, la innovación tecnológica se queda rezagada; por otro la­do, las necesidades internas de tecnología avanzada de­penden en gran medida de las importaciones. Es decir, si América Latina desea elimi­nar la “desindustrialización”, o revitalizar el sector manu­facturero, debería fortalecer la innovación tecnológica.

En las últimas una o dos décadas, China ha ayudado a América Latina a ralentizar el proceso de “desindustrializa­ción”. China ha establecido muchas empresas conjuntas en el sector manufacturero en muchos países de la re­gión, aumentando en gran medida su capacidad de pro­ducción industrial. También ha realizado grandes canti­dades de inversión directa en sus infraestructuras, alla­nando el camino para am­pliar las actividades manu­factureras. Por último, pero no menos importante, em­presas chinas como Huawei han transferido mucha tec­nología avanzada necesaria para promover los esfuerzos de industrialización de esta región.

América Latina es la “ex­tensión natural” de la inicia­tiva la Franja y la Ruta. Se puede predecir que, con su implementación más efecti­va en el futuro, esta iniciativa desempeñará un papel im­portante en estimular el de­sarrollo del sector industrial de América Latina. Por lo tanto, es justo decir que Chi­na seguirá ayudando a esta región a ralentizar el proceso de “desindustrialización”.

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