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De nuevo a la calle

Written by Debate Plural

Aureliano Carbonell (Sin Permiso, 12-9-20)

 

El aislamiento obligatorio impuesto por la pandemia interrumpió la dinámica de luchas y movilizaciones que se había desatado en el país desde el Paro Nacional del 21 de noviembre de 2019 y con ello se debilitó la fuerza y la capacidad de presión que había alcanzado el movimiento social. Pero, una vez que el gobierno ha levantado la cuarentena, la condiciones están dadas para que la inconformidad vuelva a hacerse presente en las calles.

Los pasados días 9 y 10 de septiembre esa inconformidad se ha manifestado frente a uno de los rasgos del Régimen: la brutalidad policial, la violencia sistemática de la fuerza oficial contra pobladores indefensos. Tras el asesinato de un trabajador en Bogotá, hecho grabado y difundido, masas de jóvenes hartos de tanta indolencia y abandono estatal, marcan no sólo una coyuntura sino una tendencia. La calle es escenario de defensa y resistencia.

Las medidas de Duque

La pausa impuesta por la cuarentena favoreció momentáneamente al Gobierno, en tanto le facilitó actuar con más libertad y desfachatez y tomar medidas que han favorecido la banca y los grandes capitales y que han desmejorado las condiciones económicas y de subsistencia de la mayoría de la población.

No es casual que las ganancias del grupo Aval en este primer semestre de pandemia y de desastre económico, hayan llegado a 1.1 billones de pesos, que en días pasados se le hubiesen entregado 370 millones de dólares a Avianca, empresa no colombiana, y que semanas atrás el Gobierno hubiese dispuesto de 117 billones de pesos para los bancos.

En contraste, mientras se presentan estos hechos, el Gobierno se negó a aprobar una Renta Básica [*], a subsidiar temporalmente a las Micro y a las Pequeñas y Medianas Empresas [**] y a hacerse cargo por unos meses de los arriendos y el pago de los servicios públicos.

Se acrecientan las dificultades del gobierno

Sin embargo, a la vez que el gobierno está concentrando todos los poderes, recurriendo a todo tipo de arbitrariedades, gobernando a punta de decretos y sin controles, -lo que aparentemente lo muestra más fortalecido-, se mantiene la tendencia a su debilitamiento, agravado ahora por la aguda crisis económica que está dejando la pandemia, por el incremento y desborde de la violencia, por la impunidad, por las dificultades del uribismo, por el creciente malestar e inconformidad social, como lo está viendo el mundo tras la masacre de Bogotá, como bien llamó a este vandalismo institucional la alcaldesa Claudia López.

El manejo dado a la pandemia no está dejando bien parado a este tercer gobierno de Uribe; en la segunda semana de septiembre el país ocupa el puesto 11 en las muertes por covid-19 en el mundo y el séptimo con más contagios, al acercarse a los 750.000.000 a mediados de este mes.

El cuadro económico actual y el venidero es crítico; en el segundo trimestre de este año se presentó un decrecimiento del 15.7 %, en este 2020 el Producto Interno Bruto será de –7.5, mientras el desempleo llegó en julio al 20.2%. En estos meses muchos colombianos han visto drásticamente mermados sus ingresos o no han tenido sustento alguno, no han podido con qué conseguir la comida, ni cómo pagar el arriendo, ni los servicios, ni las deudas.

A partir del 1º de septiembre con un promedio de 250 muertes causadas por el virus, el Gobierno ha dejado atrás la cuarentena y ha abierto casi todas las actividades para entrar a la llamada recuperación económica, en la que de nuevo los sacrificados serán los sectores medios y especialmente los trabajadores y demás sectores populares, la llamada economía informal, con lo que tenderá a ampliarse el descontento y la inconformidad y por tanto las condiciones para tomarse de nuevo las calles, como es su derecho.

Las masacres ocurridas estas últimas semanas y sobre todo el incremento de las mismas (van 56 este año), ha hecho crecer en el país la sensación de que se está incrementado y saliendo de madre la violencia, de que en ello hay responsabilidad directa del Gobierno y que éste, efectivamente, está haciendo trizas los Acuerdos de la Habana y las perspectivas de paz. Los asesinatos de dirigentes sociales llegan a 1.000 y a 225 el número de ex combatientes de FARC.

Vuelven las jornadas

Todo lo anterior tiende a reactivar la movilización y a fortalecer la oposición, así en los meses de la cuarentena Duque hubiese tenido un respiro y una relativa tranquilad. El aislamiento obligatorio ha quedado atrás desde este 1º de septiembre, el gobierno ha tirado a su suerte a la gente en busca de sobrevivencia, en ciudades sin fuentes de trabajo, o a los centros de producción, comercios y actividades sin garantías de cuidado o bio-seguridad, priorizando la economía capitalista sobre la vida.

Las Marchas por la Dignidad de hace unas semanas, el Canto por la Vida convocado el 30 de agosto por los artistas, el ambiente de la convocatoria del 4 de septiembre, la Caravana Nacional del 7, jalonada por el Comando Nacional de Paro, la convocatoria de las redes para el 13 y la que se está haciendo para el 23, son los asomos de un nueva oleada de movilizaciones y de nuevos momentos de lucha social y política; ese será el signo dominante de los meses venideros.

Combinar distintas dinámicas y formas de lucha

Las perspectivas hacia la crisis de gobernabilidad y hacia las opciones de nuevo Gobierno, no murieron con el paréntesis de la cuarentena, por el contrario, están reapareciendo, tienden a fortalecerse hacia el futuro inmediato y están renovando las esperanzas.

La movilización social que se ve venir, será más fuerte y de mayor futuro si se avanza en la confluencia para la acción y se decantan al fragor de la misma puntos convergentes que le den vida y consistencia a un bloque de cambios, que trascienda la coyuntura y se proyecte en una perspectiva más amplia de lucha, nuevo Gobierno, transformaciones y paz.

En la acumulación y los caminos hacia esa convergencia, si bien están contempladas las cuestiones electorales, lo central estará en las dinámicas de movilización, en el de fortalecimiento de la organización popular y en el ascenso de la lucha por reivindicaciones políticas y cambios.

Sin excluir, ni polarizar, habrá que combinar distintas dinámicas, expresiones y formas de lucha de conformidad con los escenarios y caminos que la misma realidad vaya habilitando.

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