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De Maduro a Obama: El cambio repentino de enemigo en la narrativa Trump en Florida

Written by Debate Plural

Ociel Alí López (Pagina 12, 15-7-20)

 

La visita del presidente Trump al estado de Florida, el pasado 10 de julio, puede haber dejado incógnitas a sus seguidores sobre las posibilidades reales de que finalmente quiera o pueda cumplir la demanda central de los votantes cubanos y venezolanos en ese estado: la intervención definitiva, por cualquier medio, sobre esos países.

Las dos reuniones que hizo en el comando Sur y en el bastión venezolano El Doral fueron bastante comedidas, si notamos que no lanzó misiles discursivos al presidente Maduro, ni dejó una promesa potente como para el levantamiento de expectativas en estos sectores electoralmente clave, sino que se centró sobre todo en sobredimensionar su diatriba con Obama.

«Es ridículo lo que él hizo por Cuba», dijo en referencia a la política de Obama, basada en normalizar las relaciones con la isla.

Quedó claro que los estrategas de Trump consideran que pueden ganar en Florida con la incesante difusión, en los sectores más radicales que dominan el voto latino del sur de este estado, de la foto de Obama con Raúl Castro en Cuba. Ganar allí parece ser una cuestión de algoritmos.

Su discurso apeló al miedo de los migrantes cubanos y venezolanos. Resulta que el socialismo puede llegar hasta Miami y esto no es muy difícil, solo se requiere que gane Biden en noviembre: «Los demócratas son el partido del socialismo», dice Trump, y acusa al candidato demócrata de querer «restaurar las medidas procomunistas» de Obama.

Y otra cita más clarificante: «Los patriotas que están acá huyeron del socialismo para encontrar la libertad y ahora Joe Biden y la izquierda radical quieren imponer el mismo sistema socialista acá».

Y eso parece ser suficiente según su cálculo. No fue necesario prometer una invasión a Venezuela o la captura del presidente Nicolás Maduro.

Apenas volvió sobre dos cartas repetidas para consolidar el voto antimadurista y anticastrista: la de que en Venezuela «va a pasar algo», y que en La Habana y Caracas la situación está «bajo control».

Pero ya este tipo de enunciados no generan el mismo entusiasmo que en 2019, cuando estos sectores presumían que Trump podría invadir pronto a Venezuela. Eso ahora nadie lo cree, de hecho parece ser más probable que el «socialismo» de Biden llegue a Miami.

Leyendo en el Comando Sur

El principal acontecimiento de la visita a Florida fue su discurso leído en el Comando Sur, donde algún guionista se cuidó mucho de involucrar a Maduro en el tráfico de droga o calificarlo de terrorista, o cualquier otro epíteto de los que acostumbran a repetir funcionarios como el anfitrión Craig Faller, jefe del comando sur, que elaboró una esmerada escenografía llena de incautaciones realizadas gracias a las acciones que le encomendó Trump a su flota, y que todo el tinglado republicano de Miami relacionaba con Maduro.

Pero Trump no se salió del guión y no ofendió a Maduro, ni lanzó un órdago contra Venezuela. Básicamente situó su discurso en la sede del comando sobre lo malo que son las drogas y en lo que hace para detener su tráfico ante los nuevos enemigos circunstanciales. «Trabajaremos incansablemente para aprehender drogas ilegales, arrestar a viles traficantes -los traficantes son ciertamente viles, terribles, terribles; lo que hacen, principalmente a mujeres, también a niños, pero sobre todo a mujeres-, desmantelar a carteles criminales que son responsables de la muerte de miles y miles de estadounidenses», dijo.

El discurso de Trump, a nuestro entender, se esmeró para que esta vez no se entendiera que el aumento de tropas y actividades del Comando Sur para incrementar la persecución al narcotráfico, que anunció en abril, significaba lo que muchos actores y medios entendieron: como un ataque directo a Venezuela que podría culminar en una invasión.

El discurso del viernes le dio otro sentido a la lucha contra el narcotráfico de Trump, ya que las rutas por el Pacífico que involucran a Colombia, Centroamérica y México terminaron siendo tan importantes como las que pasan por el Caribe. Y el metamensaje cae como un balde de agua fría a unos esperanzados halcones: el culpable de esto no es Maduro.   Según Trump, se han hecho más de 1.000 detenciones y se ha incautado 120 toneladas métricas de narcóticos, valoradas en miles de millones de dólares, en operaciones en el Pacífico y el Caribe, desde que impulsó esta operación antidroga.

Para Trump, Maduro es un socialista y eso es suficiente para ganar su elección en estos sectores. Y  en toda Florida, debido al peso que ejercen estos en los colegios electorales del estado.

La afirmación de Bolton de que si Trump gana se reuniría con Maduro, ha comenzado a ser un escenario con mayores dosis de probabilidad después de esta visita a Florida.

Sacar a Maduro del discurso no es casual. Parece que en este momento la estrategia de campaña de Trump sobre los latinos es tratarlos bien a todos, bajarle temperatura al conflicto,  y aunque dijo que «algo va a pasar con Venezuela», no fue especialmente violento.

Trump viene de encontrarse con López Obrador, a quien vitoreó como el mejor presidente que ha tenido México, y sobre Caracas ya no repite su discurso de junio de 2019, cuando afirmaba cosas como «Venezuela es un pueblo fantasma». Ahora todo el planteamiento es positivo y no fanfarronea con el uso de la fuerza, como lo hacía en momentos en que sus provocadores discursos generaban muchas expectativas en la derecha latinoamericana de una posible invasión militar a Venezuela. Ya a cuatro meses de laselecciones, el discurso no es tan radical. Y se dejan barajar otras opciones.

Pareciera que el principal enemigo es el éxito que Biden pueda tener con el voto latino. El voto cubano fue especialmente bondadoso con éste en las primarias demócratas y el voto mexicano y centroamericano ha tendido a ser contra Trump. Si se le suma que el voto afroamericano es un punto fuerte de Biden (por ser el vicepresidente de Obama), entonces las minorías raciales pueden volver su furia contra Trump y Florida podría no escapar a ese escenario, lo que le complicaría su continuación en la Casa Blanca.

El polémico periodista Jaime Bayly, muy escuchado por latinos de derecha, catalogó en su programa el discurso como «ambiguo»: «Esto lo viene diciendo hace 4 años y no pasa nada».

Trump en gueto: El Doral

El segundo evento de la visita a Florida fue en El Doral, un pueblo en las afueras de Miami que está lleno de venezolanos migrantes de clase media-alta, muy militantes de la causa contra Maduro. Un nuevo gesto para los venezolanos.

Allí se esperaba que un Trump más vociferante se saliera del libreto y lanzara alguna frase contundente sobre Venezuela. Y no solo no lo hizo, sino que más bien terminó de aclarar que ha sacado de la escena todo el imaginario del interinato de Guaidó: sus funcionarios como Iván Simonovis, Carlos Veccio o el propio Guaidó, a quienes se les rendía pleitesía en eventos anteriores, ahora fueron excluidos y cambiados por comunes migrantes venezolanos de la Florida, como la desconocida periodista Lourdes Ubieta. Marco Rubio tampoco tiene el mismo peso de antes.

Si hay algún perdedor en la reciente visita de Trump a Florida es Guaidó. No solo porque Trump haya dicho en una entrevista que «parece que está perdiendo cierto poder» y no sea enfático apoyándolo como en febrero, sino porque la campaña presidencial de Trump ya no recoge nada de él en su relato, después de que fuera aupado en el propio discurso del Estado de la Unión en el Congreso. Guaidó se esfuma del discurso de la reelección y Trump deja colgados de la brocha a los países que lo reconocieron como Presidente interino.

l medio VOA, con mucho poder en estos sectores de latinos anticastristas, se pregunta si finalmente «¿convence el discurso de Trump de mano dura sobre Nicolás Maduro?», y recoge la expresión de Diana Romero, decana de la Universidad de Zulia, quien dice que el encuentro de El Doral «dejó un sinsabor» y que Trump no expresó un «fuerte compromiso» con Venezuela.

Así las cosas, Florida

La visita de Trump a Florida estuvo marcada por el auge del coronavirus en ese estado, que ha superado el récord de Nueva York en número de contagios diarios. Todavía no puede percibirse a ciencia cierta el efecto de la pandemia en el resultado electoral. En todo caso, la jornada sirvió para abrir otro repertorio de problemas, encabezados por el tema del narcotráfico, en momentos en que la pandemia parece estar impulsando el número de sobredosis, que algunos calculan en 70.000 al año en todo el país. Una cifra a la medida de la competencia electoral con el covid-19.

La jornada del 10 de julio en Florida se cerró con un tercer acto en Palm Beach para recaudar fondos para su campaña, un dato importante si tomamos en cuenta que Biden le sobrepasa en este renglón, que dice mucho de las perspectivas con la que los adinerados prevén el resultado de la campaña electoral.

Biden fue enfático en declarar que la visita de Trump a Florida equivale a «una sesión fotográfica y una distracción de sus fracasos».

Maduro, por su parte, dijo que Trump está «desesperado» por los votos y enmarcó este viaje a Florida a su situación electoral.

La campaña continúa y queda tiempo aun para que el candidato Trump lance nuevas ofertas electorales. América Latina y Venezuela pueden volver a ser su centro de atracción, pero por los momentos parece estar suavizando los discursos incendiarios por narrativas más optimistas.

Si resulta ganador en noviembre, ¿podrá esperarse una reunión con Maduro?

De verdad, queda la incógnita.

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