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Un escenario peligroso para un plan sospechoso en El Líbano

Written by Debate Plural

Hispantv (19-6-20)

 

Las últimas protestas acaecidas en El Líbano han probado una vez más que no haya pronósticos que valgan para este diminuto pero complejo país.

Los disturbios callejeros no son una táctica nueva para generar caos en El Líbano. La revuelta callejera se produce, normalmente, debido a la existencia de multiplicidad de puntos de vista, antecedentes, tendencias y afiliaciones políticas y religiosas entre las personas de la comunidad libanesa.

Dada la difícil situación actual de El Líbano, esta vez, estos disturbios podrían provocar consecuencias muy peligrosas a nivel interior y exterior para el país.

Los enemigos del actual Gobierno libanés, liderado por el primer ministro Hasan Diab, acusan al Gobierno de estar controlado por el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá). Además, EE.UU. y algunos países árabes del Golfo Pérsico alegando la influencia de Hezbolá en el Gobierno, pretenden dificultar la vida de los libaneses poniendo sanciones económicas y de seguridad contra este país.

El Líbano atraviesa una situación crítica debido a una crisis económica y política, y desde octubre de 2019, sus calles han sido escenarios de protestas que resultaron en la dimisión del entonces premier del país, Saad Hariri. Las marchas comenzaron de forma pacífica pero pese a reformas aprobadas por el Gobierno de Beirut para responder a las demandas legítimas de los manifestantes, se tornaron violentas después de que vándalos y saboteadores infiltrados comenzaran a cometer actos de sabotaje en el país.

La casi peor crisis económica de este país se está agravando por las medidas de confinamiento impuestas para frenar la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19. Diab inició negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conseguir un nuevo préstamo que permita impulsar la recuperación del país. Pero los esfuerzos del nuevo Gobierno libanés han chocado con la rotunda negativa de EE.UU., país que pide el desarme de Hezbolá a cambio de permitir a FMI entregar dinero a Beirut.

Actualmente, los precios de la mayoría de los productos y servicios en El Líbano están alcanzando máximos históricos, lo que sume en la pobreza a porciones cada vez más grandes de la población. Además, este país con unos cinco millones de habitantes que alberga a más de un millón y medio de refugiados es considerada una de las naciones más endeudadas del mundo.

Teniendo en cuenta esta situación, algunos países y grupos políticos empezaron a sacar provecho del derecho del pueblo libanés al expresar sus demandas para impulsar sus propios intereses. En su día, el presidente libanés, Michel Aoun, advirtió de que algunos partidos políticos “usan la ira de las calles para alimentar las protestas”.

Pues, los últimos hechos registrados en este país avistan que algo muy peligroso está ocurriendo en El Líbano. Según los informes, tales acontecimientos son perpetrados por grupos entrenados, que están capacitados para realizar manifestaciones y generar enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del país.

Dos puntos clave de los últimos disturbios en El Líbano

Según los informes, Bahaa Hariri, hijo mayor del expremier libanés Rafiq, ha contratado grupos para organizar protestas violentas y atacar a las fuerzas militares y de seguridad del país en las ciudades de Beirut (capital) y la norteña Trípoli. Bahaa eligió estas localidades para conseguir apoyo en los feudos de su hermano Saad. Bahaa, desde hace semanas, lleva promoviendo la idea de que está capacitado para reemplazar a su hermano menor en la cúspide de la política libanesa.

Algunos de los saboteadores y atacantes a las fuerzas de seguridad, en especial en Trípoli, son grupos afiliados al exministro de Justicia libanés Ashraf Rifi. Curiosamente, Ashraf Rifi y Bahaa Hariri son socios cercanos de Arabia Saudí, un régimen que no mantiene buenas relaciones con Saad Hariri, quien el pasado 4 de noviembre de 2018 dimitió de su cargo como premier libanés por sorpresa en un discurso televisado desde el reino árabe alegando temer por su vida y arremetiendo contra la injerencia iraní en los asuntos libaneses. Pero en realidad, Saad Hariri fue rehén de las autoridades saudíes, y regresó 18 días después a Beirut para retomar su cargo.

Conforme a los informes, algunas facciones y grupos libaneses sirven a los intereses y políticas de países extranjeros. Por ejemplo, desde el anuncio de la formación del nuevo Gobierno libanés, se ha ejercido presión económica contra el país y se han tomado medidas para devaluar la lira, destruir la confianza entre los bancos y el pueblo. Además, en el medio de estos acontecimientos, EE.UU. decidió imponer nueva ronda de sanciones contra El Líbano aplicando la llamada “Ley César”, y promovió la inseguridad en el país para generar caos y culpar a Hezbolá de ello.

Washington es muy consciente de que las sanciones económicas no pueden afectar fácilmente a Hezbolá ya que la economía libanesa no tiene nada que perder por temor a los embargos. Además, Hezbolá goza de una popularidad que nadie puede negar, excepto algunas partes expatriadas que poseen demandas irracionales que quieren que este movimiento renuncie del Gobierno.

En este contexto, el comando de las fuerzas de seguridad de El Líbano anunció la detención de cuatro grupos que pretendían atentar contra las protestas en el país. Abás Ibrahim, director general del Servicio de Seguridad Pública, asimismo, declaró que habían obtenido información sobre realizar un ataque terrorista contra el Aeropuerto de Beirut. Atacar un aeropuerto tiene dos propósitos. El primero es evitar la actividad económica libanesa, especialmente desde que el Gobierno manifestó su decisión de reabrir este aeródromo para impulsar la economía del país. El segundo es allanar el camino para efectuar ataques más amplios, más violentos e incontrolables en otras áreas.

La escalada de la tensión y el empeoramiento de la situación de seguridad en El Líbano allanarán el camino para el comienzo de un “escenario” que legitimará los asesinatos selectivos en el país, tal y como había ocurrido tras la muerte de Rafiq Hariri. Muchos están interesados en utilizar esta táctica como una herramienta para implementar las políticas y planes de algunas partes, a saber, Washington y sus aliados árabes ribereños del Golfo Pérsico. Pero lo que estas partes no saben es que los disturbios callejeros pueden volverse en su contra, y así nunca podrán conseguir sus objetivos en El Líbano.

 

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