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EEUU: «¡Ahora es el momento!»

Written by Debate Plural

Yorgos Mitralias (Aporrea, 10-6-20)

 

La constatación es unánime: El mar de fondo antirracista que barre EEUU desde hace dos semanas no tiene igual en la historia del país. Como dijo Bernie Sanders, que ha visto otras desde principios de los años 60, «¡es increíble, no hay precedente en la historia americana!» Y, en efecto, de un tiempo a esta parte ¡se manifiestan en masa en cientos, si no miles de localidades en la totalidad (¡50 sobre 50!) de los estados federales! Y además, se manifiestan también en masa casi por todo el mundo, no solo por solidaridad, sino también porque el racismo, la brutalidad policial y el autoritarismo de los gobernantes forman parte integrante de la cotidianidad mundial generada por este capitalismo perverso y profundamente inhumano…

Así que sí, seguramente es inaudito, porque, a pesar de la agresividad y las amenazas del poder y las órdenes urgentes dadas inicialmente a los manifestantes de volver a sus casas («Go home now!) por parte de alcaldes negros y otros representantes de la burguesía afroamericana, han bastado tan solo algunos días de manifestaciones de cólera tras el atroz asesinato de George Floyd para que el movimiento permanezca en el tiempo. Y también para que se manifieste y eche raíces por todo el país, para que se haga cada vez más masivo, decidido y sobre todo, ambicioso y radical. Un movimiento formidablemente multiétnico y multicultural como no se ha visto en el pasado donde dominan los mismos jóvenes, blancos, negros, indígenas y latinos que han hecho sus primeros pinitos y se han radicalizado en el movimiento de Bernie Sanders.

Evidentemente, nada cae del cielo y es porque Bernie ha sembrado que ahora comienza a recoger los frutos (1) de su irrupción inesperada en la escena de la vida social y política americana. Pero esto no es suficiente para explicar plenamente lo que está pasando en EEUU. Para empezar, mucho es debido a la excepcional conjunción de crisis cataclísmicas que hace que el país sea golpeado simultáneamente por una recesión y un paro sin precedentes al menos desde el fin de la última guerra mundial, en un contexto de crisis histórica del imperialismo americano, de crisis (¿terminal?) del tradicional bipartidismo y de los partidos Republicano y Demócrata, y de polarización extrema de la sociedad norteamericana.



Y además, y sobre todo, en un contexto de realidades sociales dignas del peor Tercer Mundo, tales como la pobreza absoluta e incluso el hambre endémica que golpean a decenas y decenas de millones de sus ciudadanos al tiempo que ¡las desigualdades sociales se vuelven más que monstruosas, alcanzando cotas inimaginables hace tan solo 20 años! Y por si esto no fuera suficiente, en el mismo momento se suman una crisis sanitaria sin igual desde hace un siglo que provoca una escabechina de víctimas sobre todo entre los Indígenas, los Afroamericanos y los Latinos, además de la catástrofe climática que provoca ya enormes estragos y amenaza directamente al planeta y a la humanidad enteros.

Entonces, dado que las primeras víctimas de todas estas crisis sociales, económicas, sanitarias y climáticas son las poblaciones llamadas minoritarias, y más concretamente las Afroamericanas, no es sorprendente que la cadena norteamericana, ya podrida, se haya roto por su eslabón más débil, el del racismo institucional y de la feroz represión a los Afroamericanos a manos de una policía racista y asesina…

Pero esto no es todo. La presente situación debe mucho al siniestro personaje de Donald Trump y a sus ambiciones abiertamente fascistoides y dictatoriales. Ambiciones que ahora siembran dudas y dividen a la cúpula del Estado y a la clase dirigente norteamericana en el momento en que toda esta gente afronta un movimiento popular sin precedentes cada vez más fuerte y decidido a llegar hasta el final de su lucha radical.



bandera Estados Unidos

¡La actual incapacidad de Trump de intimidar y de amordazar a este movimiento popular creciente, no hace más que agrandar por un lado las dudas y la desconfianza de la clase dirigente y de las cúpulas del Estado hacia Trump, y por otro, la confianza y la determinación de los manifestantes!. No es pues casualidad que los líderes y las personalidades del movimiento como Alexandria Ocaso-Cortez, Cornel West, el reverendo William Barber o incluso Spike Lee y Noah Chomsky expresen el estado de ánimo general cuando insisten en que

«¡Ahora es el momento!». Porque el momento histórico tan esperado ha llegado, y ¡es ahora cuando hay que poner toda la carne en el asador y darle caña!. En resumen, cuanto más los de arriba caen en la desesperación, más los de abajo se vienen arriba y pasan al ataque…

Bien entendido, ni el Estado profundo norteamericano ni mucho menos Trump y los suyos van a rendirse sin luchar hasta el final y utilizar todos los medios a su disposición para eliminar a quienes cuestionen su poder. Por eso podemos legítimamente esperar que se recuperen y comiencen el contraataque. Evidentemente, los grandes generales y almirantes jubilados del ejército americano desfilan uno tras otro por la CNN denunciando «al aventurero Trump» y jurando que no le dejarán lanzar las tropas contra los manifestantes.

Y no hay ninguna duda de que Trump está cada vez más aislado porque, como suele pasar en situaciones parecidas, las ratas comienzan a abandonar el barco presidencial que naufraga. Pero atención, porque Trump no es cualquiera, un político como los demás, alguien que tiene en cuenta la correlación de fuerzas y el estado de ánimo incluso de sus fieles. Como hemos escrito mil veces en el pasado, es más que peligroso (para sus compatriotas y para el mundo entero) y está preparado, sobre todo ahora que se siente acorralado y directamente amenazado, para llevar hasta el final su paranoia a la vez egoísta, racista y fascista…

La conclusión (evidentemente provisional) no es diferente de la que concluía nuestro texto de finales de marzo pasado. Sencillamente, visto lo que está sucediendo en EEUU y en todo el mundo, ahora estamos tentados de ser aún más optimistas y categóricos en nuestras afirmaciones:

«Entonces, vamos hacia un triunfo histórico anunciado de Trump y sus millonarios? ¿Y además hacia un aplastante fracaso no menos histórico de los trabajadores y otros abandonados por el neoliberalismo? Nuestra respuesta es categórica: Nada menos seguro. Porque «los de abajo» norteamericanos ya no están tan desarmados en 2020 como en 2015. ¿Por qué? Pues porque ¡la irrupción de Bernie Sanders en el primer plano de la escena política norteamericana ha dejado huella, transformando profundamente el panorama político, radicalizando como nunca antes a la juventud, modificando seriamente la realidad social del país e inspirando a una nueva generación de (jóvenes) dirigentes y sobre todo mujeres dirigentes populares, combativas y socialistas!

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