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Guaidó, un difunto que se niega a morir

Written by Debate Plural

Enoc Sánchez (Aporrea, 9-5-20)

 

Existen muertos físicos, aquellos que sucumben cuando su cerebro deja de irrigar sangre o para los creyentes, cuando el alma abandona el cuerpo al cual estaba sujeta. Hay quienes disertan sobre otros difuntos resucitados, los que tienen presencia física, sin embargo carecen del éter que da la existencia que lo hacen sentir vivo dentro de un espacio físico o dentro de una comunidad, es el caso de los zombis.

Mi abuela me relataba los cuentos de las ánimas o de las apariciones, aquellos espectros que en algún momento tuvieron presencia física pero se niegan a desaparecer del mundo y por eso desandan por aquellos espacios que frecuentaron. Conocí de una anciana de ciento un años que padecía de una enfermedad propia de la senectud, que a pesar de los estertores de la muerte se negaba abandonar el mundo temporal. Se aferraba al mundo de los vivos, sin embargo no sucumbía. Tuvieron que solicitar los servicios de un sacerdote para ayudarla a subir al cielo para acompañar a san Pedro, o en caso contrario, bajar a la profundidad donde se encuentran las pailas de infierno donde el príncipe Satanás acoge a los impenitentes. Era una difunta que se negaba a morir. Finalmente murió en paz ayudada por el hombre de la sotana.

No le estoy deseando la muerte a nadie y mucho menos al esperpento de Juan Guaidó. Este miserable pertenece al segundo grupo descrito en los párrafos anteriores. Juanito Alimaña es un muerto andante, me refiero a un muerto político, un difunto quien, a pesar de sus fracasos, se niega a morir.

El mequetrefe de Guaidó nació muerto, como los fetos a quienes el hálito de la vida no les llegó. Este fracasado desde el momento de su autoproclamación se trazó su destino incierto. La vida no le facilitó el aire preciso, fue el gobierno de EEUU que le prestó una mascarilla para que respirara, con la certeza que dicho aire era impuro. En ese momento no nació el líder de la oposición, sino un fantasma, una señera estantigua que desanda por el mundo, porque el poquito aire fétido que recibe le permite a su cerebro verbalizar ideas que nadie comprende por su falta de dicción. Así mismo, por la poca posibilidad de enhebrar un pensamiento detrás de otro no encuentra un doliente que lo entienda y le rece una oración.

El títere sin cerebro de Juan Guaidó anda por el mundo como un fantasma, que a pesar de su presencia física, todos saben que carece de ideas, su cerebro vacío de pensamientos solo sirve para expresar las opiniones y los mandatos de su amo Donald Trump. Juanito Alimaña es un espectro político sin vida propia, es la sombra de su amo que le concede dinero robado a cambio de intimidar a los pobladores. Lamentablemente, los estímulos para engendrar temor no provienen de su cerebro, provienen del centro del mal, una especie de corporación especializada de organizar y dirigir componendas para destruir.

Las cadenas de fracasos continuados del gafo Guaidó son interminables, sin embargo cada vez que intentan derribar el gobierno del presidente MM vuelve a repetir una nueva sandez. Es un estúpido incansable y no renovable, quiere resucitar, pero no se da cuenta que es un muerto político y a los cadáveres cuando la extraen de la sepultura siguen difuntos. Para este miserable no hay aire que lo avive. En una exhumación cualquier intento de revivirlo siempre aparecerá con su cara de idiota. Después de la muerte política es muy difícil resurgir.

Nunca he visto a un fantasma, pero si existieran deben ser muy parecidos a Juanito Alimaña. Un ser insignificante, transparente, que ya no mete miedo porque la gente se acostumbró a sus naderías y cuando de nuevo aparece todo el mundo se prepara para disfrutar de su nuevo infortunio.

Los pocos seguidores de este incapaz deben prepararle la tumba a este cadáver político. No olviden que la carroña exhala un miasma imposible de respirar. Es notorio que las actuaciones del inútil de Juan Guaidó dejan mucho que desear, su accionar político está determinado por la orden del genocida rubicundo Donald Trump, cuyo único objetivo es velar por los intereses de las grandes corporaciones económicas-financieras-agropecuarias-industriales globalizadas. Es que el muerto político de JG nunca aprendió ni aprenderá el accionar de la política, es un incompetente. Por esto fue escogido para llevar a cabo los siniestros planes de un grupo de neoliberales que aspiran saquear nuestro país. Ya Juan Guaidó apesta, despide el hedor de los moribundos, quienes a pesar de estar vivos se van descomponiendo poco a poco víctima de los antropófagos internos que disfrutan de la podredumbre.

El sarcófago del vendepatria JG lo está esculpiendo el mismo y recibe la ayuda de Donald, Duque, Piñera, Lenin, Bolsonaro, Trudeau y otros líderes neoliberales, los mismos que ayudarán a cargar su urna hasta su destino final. Su epitafio aparecerá vacío, porque de él no hay nada que escribir.

La oposición venezolana, en su largo accionar de más de veinte año ha colocado en la tarima a un sinnúmero de bates quebraos que han dado muestra de su torpeza política, entre ellos Carmona, Leopoldo López, Capriles, María Corina, Rosales y otros más. Ciertamente la mayoría han desaparecido porque la pátina del tiempo cubre, hasta el momento de desaparecer, aquello que no brilla. Si uniéramos toda la materia gris de aquellos infelices no daría para un cerebro de 100 g (el normal pesa un promedio de 1300 g). Sin embargo, barrunté que a pesar de los fracasos continuados de la oposición surgiría algún venezolano sensato que podría desaprender y deprenderse de los errores cometidos por aquellos estropajos. Lamentablemente no fue así, hoy estamos en presencia de un muerto político que se niega a desaparecer, un ser anodino que no quiere entender que ya no existe, que no tiene vida. Y en política la nadería no tiene anuencia y en su andar fantasmagórico y errabundo está enterrando una época y obligatoriamente surgirá otro liderazgo. A la muerte de los ineptos sobreviven los más preparados.

El mundo entero se enteró del acto vergonzoso de lo que pretendió ser una invasión armada, en la infausta pretensión de derrocar el gobierno legítimo y constitucional del presidente MM. Escribo vergonzoso porque no se puede ser tan incompetente para preparar algo tan mal concebido. No sé si el Departamento de Estado de USA tiene una red de inteligencia dentro de Venezuela y si la tiene deben ser los espías más incapaces. No puedo creer que algún tarado piense que con dos a tres lanchas con 120 mercenarios aparejados pueden combatir un ejército de más de 400 mil soldados bien armados y bien entrenados, más de tres millones de milicianos adiestrados y contra un pueblo de más de siete millones de chavistas militantes del PSUV dispuestos a defender la patria. No soy experto en nada y mucho menos en cuestiones castrenses, pero he leído hasta el cansancio sobre las guerras en el planeta y estoy seguro que no son como la muestra Hollywood. Los Rambo, las Alias, los Capitanes Américas, los Jame Bonds, los Indiana Jones, los Darkman entre tantos, solo son exitosos en las películas de Marvel. Aquellos(as) traidores que anhelan que los marines estadounidenses pisen la tierra sagrada que liberó Simón, son los mismos soldados que perdieron la guerra de Corea, los mismos que se cagaron cuando tenían enfrente un guerrillero vietnamita, los mismos que regresaron de Vietnam a EEUU locos por su adicción a las drogas, los que se rindieron en la bahía de Cochinos y los mismos que mordieron el polvo de la tierra de Chuao. A los ignorantes seguidores del fantasma de JG les recomiendo que busquen la pala y el barretón para enterrar la estantigua e inhumarlo a tal profundidad que no pueda salir de la sepultura política. Sinceramente, hay que ser una bestia para firmar un contrato para atacar a su patria con agentes extranjeros, venderla por cuatro reales y encima de eso no pagar el compromiso.

Los venezolanos debemos dormir con un «ojo pelao» y estar pendiente de todo lo que nos rodea. En cualquier lugar se puede esconder un traidor, un mercenario cuyo único interés es desestabilizar nuestro país para que perdamos la paz tan necesaria para vencer las dificultades creadas por agentes externos. No se equivocó Augusto Sandino cuando expresó: «Acepto el reto del cobarde coloso invasor y de los traidores a la patria». Lee que algo queda.

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