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Sanders saca su artillería contra Biden en un debate decisivo y reclama «repensar EE.UU., preso de las grandes corporaciones»

Written by Debate Plural

Manuel Ruiz Rico (Público,  17-3-20)

 

En el primer debate televisivo cara a cara con Joe Biden, el senador por Vermont lideró el duelo de las ideas y trató de dejar en evidencia las contradicciones del exvicepresidente.

Estaba en juego la batalla de la elegibilidad más que de las ideas y el senador por Vermont Bernie Sanders salió a por todas contra Joe Biden. Por un lado, trató en todo momento de dejar en evidencia las contradicciones de la carrera política y del programa del vicepresidente de Barack Obama; y, por otro, de poner sobre la mesa machaconamente los temas estrella de su campaña: la reforma del sistema energético para hacerlo sostenible a través de un Green New Deal, los impuestos a las grandes fortunas, la mejora de los salarios de la clase trabajadora y, sobre todo, la sanidad pública universal y gratuita como derecho humano. Este asunto resultó trascendente en medio de la crisis del coronavirus, que en el momento de celebrarse el debate afectaba a 3.500 estadounidenses y había causado al menos 66 muertos.

El coronavirus no sólo ocupó prácticamente la mitad del cara a cara entre ambos, sino que debido a la expansión del virus en Estados Unidos, el debate, inicialmente previsto en Arizona, acabó trasladándose a la capital del país, Washington, donde se celebró sin público anoche (entre las 20.00 y las 22.00 horas local; cinco horas más en España).

Ambos candidatos se enfrentan ahora a otra cita decisiva de la campaña electoral demócrata: el martes se elegirán 577 delegados en cuatro estados: Florida (219), Illinois (155), Ohio (136) y Arizona (67). Biden va ganando la carrera por la nominación (a falta de cerrar del todo el resultado final de algunos estados) por 890 a 736 delegados. Se necesitan 1991 para ser el candidato de partido.

Sanders no se puede permitir otro traspiés y ya sabe que perderá en Florida, donde el voto latino apoya a Biden porque considera que Sanders, por el mero hecho de definirse «socialista demócrata», está cercano a Cuba.

El senador por Vermont, como él mismo dijo en un discurso público el miércoles pasado, llegó ayer al debate sabiendo que ha ganado ya el debate de las ideas, pero pierde en el de la elegibilidad. Las encuestas, de hecho, revelan que los demócratas votan con dos o tres temas en la cabeza que son los temas centrales de la campaña de Sanders, sin embargo, hasta ahora votan más por Biden porque lo consideran mejor candidato para ganar al actual presidente Donald Trump en las próximas elecciones generales de noviembre.

El mismo Biden admitió ayer en un momento del debate: «Sanders y yo estamos de acuerdo en los principios, sólo diferimos en la manera de hacerlo». Y hasta en las horas previas al debate anunció que asumiría como propias propuestas del programa de Sanders y de la excandidata Elizabeth Warren (también del espectro izquierdista del Partido Demócrata).

Entre ellas, según concretó durante el debate, la medida propuesta por Sanders garantizar la gratuidad de la educación en las universidades públicas para las familias con ingresos inferiores a 125.000 dólares (112.000 euros) y la medida de Warren de dar una segunda oportunidad a las familias que se hayan declarado en bancarrota. «A lo largo y ancho del país, las familias de clase media y trabajadora están siendo estrujadas por la deuda. Es un problema masivo», aseguró Biden en su Twitter horas antes del debate, para tratar de arrastrar al electorado de Sanders hacia su campaña y, admitiendo, en el fondo, el liderazgo en la batalla de las ideas de la candidatura de Sanders.

La estrategia de Biden es clara: si logra ser visto como mejor candidato y encima va a asumiendo ciertas medidas de Sanders, ¿por qué habrían de seguir votando a Sanders y no a él? Frente a esto, el senador por Vermont juega la baza del liderazgo: «Un líder tiene que defender las ideas cuando éstas erosionan, como cuando yo defendí en su día el matrimonio gay, y no sumarse a ellas cuando ya no tienen ningún coste», le recriminó.

En general, Biden arriesgó poco en todo el debate. Va ganando la campaña y arriesgas sólo puede hacerlo perder. Anoche trató de aguantar las arremetidas de Sanders y volvió a tirar de manual para mostrarse como un líder fiable y el mejor candidato para ganar a Trump: «La gente no quiere revoluciones, quiere soluciones», «estamos en medio de una emergencia nacional con el coronavirus, no se trata de reformar justo ahora el sistema sanitario o el sistema fiscal», argumentó a menudo, al tiempo que no dejó de citar su bagaje de gobierno y su papel de vicepresidente de Barack Obama (sobre todo apelando al Obamacare o al liderazgo internacional de Estados Unidos en aspectos como el Acuerdo del Clima de París) para transmitir la idea de que él sabrá hacer las cosas porque ya lo ha hecho.

Frente a esto, Sanders recurrió mucho a confrontar con Biden en el debate de las ideas. Así, durante la primera hora del debate, dedicada a la emergencia nacional del coronavirus, Sanders aprovechó para denunciar una y otra vez las grietas y desigualdades del sistema sanitario norteamericano y para reclamar un sistema sanitario público, gratuito y universal.

Este país», señaló, «gasta el doble en salud per cápita que los más avanzados del mundo, sin embargo tiene a 70 millones de personas sin seguro o infraaseguradas. Hay muchos millones de personas que deciden no acudir al médico porque no podrán pagarlo o porque si lo pagan no podrán dar de comer a su familia. No tenemos un sistema de salud sino un puñado de compañías privadas de salud, pero eso no es un sistema», denunció.Millones de personas que deciden no acudir al médico porque no podrán pagarlo

Por lo demás, en cuanto a cómo actuar frente a la pandemia del coronavirus no hubo demasiadas diferencias: ambos candidatos apoyaron que mientras dure el estado de emergencia nacional declarado por Trump esta semana, tanto los test como los tratamientos deberían ser gratis para todos y reclamaron muchos más recursos financieros y sanitarios para atajar el problema. En esto sólo había un enemigo claro al que atacaron: Donald Trump, a quienes ambos le achacaron su falta de previsión y falta de liderazgo.

Sanders denunció que la pandemia «ha expuesto también la disfuncionalidad de nuestro sistema financiero y la injusticia de nuestra economía» y así aprovechó el momento para recriminar a Biden que votara a favor de rescatar a grandes de Wall Street cuando la crisis de 2008 «sin pedir nada a cambio, dándoles miles de millones de dólares a un interés del 0% a esos mismos que poderes de Wall Street que ahora financian tu campaña», le espetó.

«En los últimos 20 años los ricos cada vez amasan más dinero y sin embargo este país no garantiza la sanidad como un derecho humano ni el derecho a la baja médica. ¿Quién tiene el poder? La gente que financia tu campaña«, insistió.

Más tarde, Biden le recordó que su campaña dispone de mucho menos dinero que la de Sanders y, a pesar de esto, le ha ganado en tres citas seguidas: las primarias de Carolina del Sur, la gran cita del supermartes y la posterior del minimartes, el 10 de marzo.

En la segunda hora del debate se abordaron un rango de temas más amplio, como educación (donde Biden anunció que adoptaría ciertas medidas de Sanders), medioambiente, cambio climático, comercio o migraciones.

Sanders, en su intento de minar la elegibilidad de Biden, volvió a arremeter contra él duramente por haber votado en su día en contra del matrimonio homosexual y del derecho al aborto y a favor de la guerra de Irak y de acuerdos comerciales como el de México (el NAFTA), «que ha causado la pérdida de millones de puestos de trabajo en Estados Unidos», aseguró Sanders.

En el apartado de las coincidencias, ambos prometieron un gobierno que no cerrarías las fronteras sino que regularía los flujos de migrantes (Biden dijo incluso que su administración «los abrazará») y afirmaron que designarán a una mujer de vicepresidenta.

Finalmente, llegaron dos temas de desacuerdo. Sanders recriminó a Biden su propuesta medioambiental, que considera muy limitada y poco ambiciosa frente al Green New Deal que él propone: «Un programa completo para hacer los edificios, el sistema energético y de transportes de este país sostenibles, dará muchos millones de trabajos», explicó, al tiempo que recordó que la administración Obama, de la que Biden fue vicepresidente, potenció enormemente el fracking.

Biden: «Votar a favor de la guerra de Irak fue un error»

Biden tiró a menudo de su consigna la gente no quiere revoluciones, quiere soluciones y hasta en ocasiones admitió errores pasados: «Votar a favor de la guerra de Irak fue un error», dijo. Pero acto seguido mostró estos errores como propios de alguien que ha estado en el ajo, que ha hecho cosas «mientras tú estabas mirando», le espetó a Sanders en un momento dado.

Casi el último tema que se abordó en el debate fue de política internacional, donde Biden volvió a mencionar el trabajo que él había liderado como vicepresidente de Obama, haciendo por mostrarse como alguien con experiencia y lejos de veleidades, y trató de recriminar a Sanders su presunta cercanía hacia regímenes con la URSS, China o Cuba, en un intento de hacerlo parecer comunista, que en Estados Unidos sigue siendo tabú.

«Hasta el propio Obama se acercó a Cuba en su mandato», se defendió Sanders, que recordó que «una cosa es reconocer hechos, como que China ha reducida la pobreza extrema en los últimos 40 años, y otra cosa es denunciar, como yo he hecho siempre, a las dictaduras».

Sanders aseguró estar ganando el debate generacional y tener más apoyos entre los latinos, «y necesitamos toda esa fuerza, esa energía que sólo mi campaña puede generar«, dijo, «para ganar a Donald Trump en noviembre, a un presidente que es un mentiroso compulsivo y un corrupto». «Es el momento de repensar Estados Unidos para que deje de ser la nación de la corrupción de las grandes corporaciones», pidió Sanders.

A pesar de que Sanders se empeñó en poner sobre la mesa el debate las ideas, atacó por momentos a Biden y trató de acorralarlo, en general se trató de un enfrentamiento un tanto encorsetado y frío, por el clima general de emergencia nacional por el coronavirus y por la ausencia de público en el plató. Mañana se verá si el efecto Sanders logra frenar la racha de victorias seguidas de Biden. Una nueva noche triunfal para éste podría ser decisiva para su campaña y dejar la candidatura de Sanders casi sin margen ya para la remontada.

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