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Trump, con Guaidó o sin él, busca imponer régimen de terror. ¡Aquí hay más pendejos de lo que uno cree!

Written by Debate Plural

Eligio Damas (Aporrea, 17-2-20)

 

«Uno nunca dejará de asombrarse». ¿Quién dijo o escribió eso? No lo sé, no lo recuerdo, pero sí sé, es una expresión que forma parte de la cultura universal. Y uno se asombra todos los días, porque un día es diferente a otro y eso es lo bello e interesante de la existencia. Claro, trae sus complicaciones, porque en veces creemos que hoy será igual que ayer y solemos siempre apelar a los mismos instrumentos, los de ayer. Por eso la vida es un reto y pese la vejez estamos obligados a estar a atentos a los cambios y si por ella, eso no es posible, es mejor guindemos los guantes y dejemos que todo transcurra y alguien se ocupe de nosotros y no nos empecinemos en cometer errores y caer en el ridículo intentando abrir las puertas de mi casa con las llaves de la del vecino.

El escenario, guión, parlamentos y hasta actores de la política venezolana han cambiado; me atrevería a usar una expresión atrevida, para calificar esto, como que de manera radical.

Solemos decir, no estamos descubriendo «la colilla de cigarro», que los venezolanos estamos polarizados y es un juicio que todo el mundo repite. ¿Y es eso verdad? ¿Por qué no revisamos el escenario de hoy, estando de vuelta Guaidó, más que él, lo que significa e identifica como un mascarón de proa?

Si apelamos al Drae, para tener una referencia, polarización significa por los menos estas dos cosas, a.- concentrar la atención o el ánimo en algo; b.- orientar en dos direcciones contrapuestas.

De donde los venezolanos, según una estereotipada falsa apreciación, estaríamos atrapados entre estar con Maduro y los suyos o por el contrario con Trump y Guiadó.

¿Pero qué dicen las encuestas? No conozco una que diga que la mitad de nosotros estamos de un lado y la otra mitad del otro. Eso no lo dice ni la que pareciera más sesgada. Por regla general las encuestas hablan de un respaldo a los partidos opositores al gobierno con baja cifra para cada uno de ellos, que sumadas terminan en un tope poco significativo. Las mismas dan respaldo al partido de gobierno también bajo, sin dejar de ser significativo, sobre todo que se refiere a un solo partido y una inmensa mayoría que no se «cuadra» o identifica con ninguno de esas dos tendencias y, por el contrario, clama por una salida legal, constitucional, pacífica, democrática y urgente que nos devuelva a la vida. Eso sí, las dos tendencias primeras tienen cierto nivel de organización, particularmente en lo que la del gobierno prevalece. También las dos cuentan con significativos respaldos, particularmente en el ámbito económico. Guaidó, pese no estar en el gobierno aunque diga una insensatez, tiene poder derivado del enorme respaldo de Trump y gobiernos de la UE que tal que tiburones nos miran como sardinas. ¿Tienen interés en nuestro destino y bienestar? Se es bien tonto, si no se tiene un plan personal para sacar ventaja, creer semejante tontería.

La prensa y medios sesgados suelen hacer una particular trampa, como que cuando se refieren a la «popularidad» de Guaidó, para que las cifras aparezcan abultadas, toman las relativas a encuestas hechas entre quienes tienen una clara y definida actitud oposicionista.

Lo de la polarización pareciera ser un cuadro inventado ante el cual coinciden intereses y deseos de los bandos radicalmente en pugna, precisamente para justificar sus posiciones y actitudes destinadas a no abrirse a la realidad y al derecho de todos. Por eso, han tenido «éxito» al lograr que la mayoría determinante que juega como banco, les vea como con la suficiente capacidad y autoridad para decidir el destino de todos y es justo en esa trampa, embelesamiento o «embarbascamiento», como hubiese dicho Simón Díaz, donde reside el poder de cada uno de «los polos». Ojo, este estado de observación de la mayoría al que induce la polarización, no significa alinearse con ningún bando, sino estar como a la expectativa esperando se exprese con contundencia y fuerza orgánica la tendencia que le represente. La mayoría es pues como simple observadora.

De donde el debate se ha radicalizado y hasta alcanzado altos niveles de abstracción y de cuentos de caminos, que si no fuese por el peligro que estos portan, pudieran servir para deleitar el gusto de los venezolanos, pues aquello del «realismo mágico», frente a los rasgos del discurso político y sus efectos, pudiera perder prestancia.

Ayer, no voy a decir que me asombré, pues me quedaría corto, sino me aterré, al leer una nota de un viejo amigo, eterno militante de la socialdemocracia, lo que es un poco hacer lo que todo el mundo hace en una sociedad como la nuestra, caminar hacia adelante como todo el mundo, o por aquella definición de Gramsci del sentido común, buena gente, comprobadamente honesto y excelente servidor a sus amigos y a quienes le rodean, siempre defendiendo en primer término los intereses nacionales, donde descalifica al Papa por haber recibido de la manera que lo hizo «a un corrupto» e indeseable como Lula, según su percepción. Lo sé desde el principio contrario a Chávez, a todo lo que este hizo y con más razón a Maduro, pero nunca esperé que llegase a plegarse al discurso de personajes como Bolsonaro y Trump. Jamás creí que de su posición socialdemócrata y muy humanizada pasase a esta que lo iguala a los fascistas. Eso fortalece lo que dije arriba, «uno nunca dejará de asombrarse» y un día nunca será igual al otro.

Pero también todo esto enseña, como en este debate polarizado, que como he dicho no es la polarización cuantitativa, de la gente toda, el fascismo pareciera haber venido ganando espacios. No quiero decir que la ultra derecha ahora sea mayoría o significativa, sino avanza e incorpora a sus filas gente que antes uno nunca pudo imaginar. Y todo porque el debate, lejos de centrarse en las salidas u opciones reales, se da en lo supuesto, en el lo deseado, personal, sobre símbolos y figuras nada atrayentes y con el odio como ingrediente y cuando esto sucede cualquier cosa es un arma o un instrumento de combate.

Los planes de Trump y de quienes adentro de Venezuela son sus aliados, no están por ahora en eso de ir a competencia electoral. Ni que el contrario le dé todo lo que pida. Como CNE imparcial y hasta gobierno transitorio pero equilibrado. Aquellos están dirigidos a destruir toda la legalidad venezolana y eso implica establecer un régimen acorde con eso y esa meta. Tener que compartir el poder con un poder legislativo equilibrado no le sirve a esos planes. Porque, en el fondo de todo, métalo en la cabeza amigo, está en apoderarse de las riquezas nacionales y poner disponer de ellas sin limitaciones. Por eso, de los planes sobre la mesa, los preferidos son la invasión, el golpe y en esencia la destrucción de la legalidad.

Y para esos fines se promueve un espíritu como ese que avala las sanciones de Trump contra los venezolanos. Se trata de, no habiendo podido ganarse a las mayorías para la invasión, la guerra y el golpe, entonces es necesario llevarlas al estado de desesperación y locura. Si no apoyan a Guaidó y los suyos, por las razones que sean, es necesario ponerles al borde de la locura para que reclamen, acepten y hasta se incorporen a cualquier acto desesperado para que Guaidó llegue al poder. Y si ese estado de consternación, de locura colectiva, se une las ideas que ahora se apoderan de mi amigo antes socialdemócrata e insobornable nacionalista, amigo de comunistas y de toda la gente de nacionalista, progresista y demócrata, tendrían Trump y los suyos el cuadro ideal no sólo para apoderarse de Venezuela, sino de verdad instaurar una férrea dictadura que cierre todo espacio a la legalidad y hasta la inteligencia. Es decir, el discurso y la práctica de Guiadó, que no es más sino el plan ideal de Trump y el Pentágono, están dirigidos a imponernos un régimen de terror.

Las declaraciones de Guiadó, vertidas hoy en el diario EL Nacional, que constituyen una descarada y soez amenaza contra el sector militar y la legalidad venezolanos, son una muestra más que existe un plan que incita a la guerra y la destrucción de la legalidad y nacionalidad venezolanas, no es sólo un cambio de gobierno y sacar a Maduro.

https://www.elnacional.com/venezuela/guaido-a-los-militares-el-cambio-de-gobierno-es-inevitable/

Lo que asombra es constatar que aquí hay más pendejos de lo que uno cree. Tantos que esperan que Trump y sus soldados o agentes vengan con las manos llenas de chupetas y hasta decretos, aumentando inmediatamente los salarios, tirando los precios por el suelo y a darnos «libertad y democracia». ¡Pónganse a creer!


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