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Obama, Trump y América Latina y el Caribe

Written by Debate Plural

Alexander Kórdan Acosta R. (Aporrea, 23-1-20)

 

Me interés es tratar de responder la siguiente pregunta, ¿considera usted una estupidez los cambios que la administración Trump ha introducido en las políticas hacia América Latina y el Caribe desplegada por el «gobierno temporal» de Barack Obama o que, por el contrario, en la lógica de los grupos de poder y de la maquinaria burocrático-militar de los Estados Unidos, esos cambios eran necesarios para enfrentar las disputas geopolítica, geoeconómica y estratégica que se están desplegando en el sistema mundo y en el Sistema Internacional de Estados?. Pregunta formulada en el seminario del Clacso, 2019, en el área de Geopolítica del siglo XXI.

Una constante de la política de los estados Unidos es el supremacismo y la hegemonía en «el hemisferio occidental», por parte de la maquinaria burocrática civil-militar de los Estados Unidos, es decir del poder social, económico, político, ideológico y cultural enquistado en el gobierno por parte de demócratas y republicanos, asimismo; todas las gestiones de estos partidos, han considerado de su patio trasero el espacio geopolítico y geoeconómico de América Latina y el Caribe donde se ha ejercido un sistema de dominación unas veces con diplomacia y otras con violencia, en todo caso preservando su posición hegemónica en el continente preservando los «legitimo intereses nacionales» de la seguridad imperial.

Una vez que se liberara los Estados Unidos del imperio británico, se planteó su unificación y crecimiento de su poblamiento, una vez consolidado se planteó, el empoderamiento «pedazo a pedazo» como lo dijera uno de sus padres fundadores, T. Jeffersoón, expresidente de los Estados Unidos en el momento del desprendimiento de las colonias del imperio español. El objetivo esta orientado a crear como lo dijera otro fundador de la nación de los Estados Unidos A. Hamiltón la creación de un Gran Sistema Americano de Seguridad superior a las fuerzas transatlántica» capaz de imponerse no solo en su espacio americano sino más allá de sus fronteras, en todo el mundo, es decir en nuevo y viejo mundo, consolidándose como potencia mundial imperialísta.

Durante la gestión de Obama, el espíritu imperialísta de su gobierno no es muy diferente de sus antecesores, si bien cambia por sus métodos, se trata de una estrategia llamada de «estrategias inteligentes», solapadas y sofisticada de dominación, para seguir sosteniendo «el escudo de seguridad del nuevo mundo» y «espada de expansión hacia el viejo mundo». Del sistema interamericano, el cual Obama, enmascarará el «sistema interamericano» de las formas del «unilaterialísmo mesiánico» que proyecta hacia el mundo.

Durante la administración de Bush, «el patio trasero» latinoamericano y caribeño fue desplazado por el conflicto Estados Unidos Irak, Obama viene a rescatar ese retroceso, establece un nuevo liderazgo ante «el vacío político» dejado en la región por la administración de Bush y que inclinara el péndulo político hacia el establecimiento de gobierno progresista en la región latinoamericana. Frente a esta realidad; Obama se trazó una estrategia inteligente, el poder (soft power), es decir una política de diplomacia inteligente, agresiva y abierta con todas las fuerzas políticas de la región, inclusive, en especial dialogo directo con Cuba y la República Bolivariana de Venezuela sin abandono de las políticas del Poder Duro, (Hard power) vale decir el uso de la fuerza y la coerción.

Para ello Obama se planteó una mayor presencia de funcionarios del cuerpo civil militar burocrático en América Latina y el Caribe, funcionarios del aparato del poder orientado acometer una mayor injerencia en la región, en espacial «los cuerpos de Paz», el apoyo a la sociedad civil, ONG, fundaciones, etc. apoyo a Radio y TV Marti como a los disidentes cubanos, al mismo tiempo que convalidó la injerencia y violencia represiva de seguridad, hacia México, Centroamérica y los países de la región andino amazónica al mismo tiempo, sancionar países que considera terroristas por apoyar presuntamente sospechosa de apoyo al ELN y a la FALN colombiana o «grupos críticos de violencia» por parte de Cuba y Venezuela.

De modo que apenas hay rasgos de que Obama rescata «el vació de Bush» hacia Latinoamérica y el Caribe, da prioridad a esta parte del hemisferio, pero en nada sustancialmente cambia su política de dominio de los estados Unidos, a diferencia de esta gestión que flexibiliza la política entre dos formas de aplicar el poder, la administración Obama es inflexible, continúa sin miramiento, las políticas de dominación, porla forma del uso del poder duro, el hard power, una redoblada injerencia e intervención en los asuntos internos Latinoamericanos y Caribeño, haciendo hincapié en negociaciones de fuerzas con enemigos y aliados orientados a subordinar la región a sus intereses de seguridad nacional imperial. Clara muestra d elo anterior es la continuidad y profundización e la aplicación del Decreto Obama con respecto a Venezuela volviendo a declarar Trump lo dicho por Obama Venezuela es «una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad de los Estados Unidos».

Igual que Obama, en sus interés por la región, Trump retoma la doctrina Monroe, haciendo alarde de su americanismo nacionalista, vale decir de América para los americanos (los estadounidense), apoyando descaradamente un golpe de estado o una invasión sobre Venezuela, una «política estúpida» a la luz del derecho internacional, pero como el aparato burocrático civil-militar no conoce de derechos, sino del uso de la fuerza para resolver sus «amenazas», entonces lo tiene sobre la mesa, o en su defecto, la creación de un «falso positivo conflicto» entre Colombia y Venezuela para resolver el problema.

Son variados los recursos para justificar la intervención, por ejemplo, la acusación de Venezuela como «Estado fallido, dictadura corrupta, tiranía» etc, todo ello para actuar en conjunto con el sistema interamericano para subvertir el orden constitucional venezolano, e estado social de derecho y justicia. Trump abandona todas «las estrategias inteligentes de Obama», procede a actuar y crear capacidades con países de la región, con socios comprometidos con los Estados Unidos, a crear redes de operatividad político-militar, por ejemplo con los países del grupo de Lima, los miembros del Tiar, etc. llamados a fortalecer el bloqueo comercial y financiero contra Cuba, Venezuela y Nicaragua.

La política agresiva de Trump es congruente con las políticas del imperio, con su aparato burocrático civil-militar del Estado y del gobierno, responde a una ideología imperialísta así los revelan los planes conspiracionistas en Nicaragua y Venezuela, no menos en Cuba y cualquier país miembro del Alba-Tcp con miras a desestabilizar política y económicamente los países que consideran amenaza a su seguridad imperialísta. Si bien Obama no logró su propósito en Cuba y Venezuela de la misma manera Trump no logra desestabilizar estos países, pese al acoso, la agresión, las sanciones y los bloqueos, continúan dando ejemplos de ineficacia política, de estupidez política en el logro de los objetivos, no logran doblegar la resistencia y los sacrificios de los pueblos.

«El excepcionalismo» de los Estados Unidos tal cual se planteó Obama, Trump pretende igual dar continuidad, mediante su americanismo, de hacer el país de nuevo «grandioso», a rescatar la supremacía de postguerra, de imponer la ley el orden mundial, no olvidemos los planes de Obama, Freedom I y Freedom 2, comandada por el comando Southcom enfilada contra Venezuela, de la misma forma Trump llamando a desestabilizar Bolivia, mediante la cooperación con diferentes partidos y movimientos no gubernamentales con vista a derrotar a Evo Morales y Alvaro Linares, tal cual se consumó a fines del 2019.

Con respecto a los países del Caricom, la política de Trump es continuar la política de Obama en la región de suministrar petróleo y gas para desplazar a Petrocaribe, a cambio de renunciar a su soberanía y el derecho de autodeterminación, en relación con Venezuela, aprovecharse de esta debilidad que presentan dichos países para aplicar la carta Interamericana a Venezuela, de intervenirla colectivamente como justificación de la Iniciativa de la Seguridad Energética del caribe.
Igual actitud ha demostrado Trump en relación a estos países, equivalente a las de Obama, ante las situaciones de desastres naturales en el Caribe, con vista a fortalecer la dominación colonial a cuenta de la ayuda en situaciones de desastres, aprovechar las circunstancias para retomar una iniciativa privatizadora, de conculcación de derechos sociales, económicos y políticos, tal cual ocurrió en Puerto Rico, con el huracán María. Asi mismo se pueden citar otros datos por ejemplo la cooperación militar con México en justificación de la lucha contra el tráfico de droga, y a decir verdad, no es mas que acciones conjunta para luchar por la seguridad hemisférica.

Finalmente; la gestión de Trump se caracteriza abiertamente por ser un presidente plutocrático, unilateralista y militarista lo cual imprime un sello a su política exterior, no sorprende pues sus agresiones a Venezuela, Cuba o México, al mismo tiempo, veamos algunos gestos de su política internacional de acuerdo con Leandro Mongerfel, por ejemplo: Trump atacó a China vía Twitter, bombardeó Yemen el 29 de enero, impulsa el expansionismo de los asentamientos ilegales en territorio palestino, recibió con honores al ultraderechista Netanyahu, quien pone en duda la solución de los dos Estados, amenazó a Irán, arrojó la Mother of All Bombs en Afganistán, envió un portaaviones a Corea del Norte y agredió a Venezuela incluyendo al vicepresidente de Maduro en la lista de promotores del narcotráfico y recibiendo en la Casa Blanca a la esposa de Leopoldo López, incluso antes que a cualquier mandatario regional. Más que reducir el intervencionismo a escala global, Trump pretende reimponer el unilateralismo, en detrimento del multilateralismo y de una conducción imperial más colegiada. Como sus antecesores, sigue pregonando el excepcionalismo y la idea de que los estadounidenses son un pueblo elegido, diferentes al resto», en conformidad con la doctrina Monroe y el Destino Manifiesto.

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