Cultura Nacionales

Ferias de Arte en la promoción y el mercado del arte

Written by Debate Plural

Delia Blanco (Hoy, 28-12-19)

 

En los años 80, desde París, se pudo apreciar y calibrar el sentido de una Feria de y para el Arte, matizada y comedida frente a una sociedad que controla con profesionalidad el concepto del precio y el valor de una obra.

Después de que la capital francesa hubiera demostrado al mundo toda su dinámica en el coleccionismo de principios del siglo XX, experimentado con el movimiento impresionista, y con la implicación de los artistas más conscientes en los salones independientes del otoño parisino, donde el galerismo fue creciendo a partir de los años 50, alcanzando una fuerte puja del mercado en los años 60, 70 y 80.

EL valor del arte y su significado financiero se confirmó gracias a artistas como Dalí, Picasso, Brancusi, César, Arman, y tantos más que por sus propuestas plásticas posicionaron al arte como un producto financiero de valor, que, como todo producto de inversión, significa altas y bajas. Lo que sucedió con las diferentes crisis que impusieron el cierre a una multitud de galerías en el mundo entero.

Debido a la baja del galerismo, muchos proyectos de Mercados del Arte, Salones y Ferias surgieron por la necesidad para los artistas de exponer sus obras y enfrentarlas al mercado. De las experiencias vividas mencionaremos a MAC 2000 fundado por la hoy fallecida artista española, republicana, residente en París, Concha Benito.

En varias exposiciones que se daban cada año en un espacio altamente digno, con unos cubículos espléndidos, hemos podido conocer, alcanzar e interesarnos por artistas franceses, pero también internacionales. Allí pude disfrutar de las obras de los dominicanos Fernando Varela y Radhamés Mejía, pero también del mejicano Kaminer.

Con Mac 2000, muchos artistas pudieron entrar en nuevos mercados y abrir proyecciones de encuentros internacionales, con la oportunidad que debe de ofrecer una Feria de Arte, tales como “promover y vender,” sin dejar de lado las exigencias curatoriales, museográficas y mediáticas que deben y pueden contribuir al mejor posicionamiento de la obra de un artista.

Con estas experiencias vividas cono público, pero también como profesional, con el referente de ARCO en Madrid, de la FIAC de París, del Mercado del Arte de Martinica, llegamos con entusiasmo a visitar amigos, artistas expositores en ARTEFORO 2019, entusiasmada por la dedicatoria a don Miguel Cocco y por la belleza del lugar.

En muchos casos el espacio fue dignamente ocupado y los artistas intentaron, por encima de una compleja arquitectura, exponer con concepto museográfico como fue el caso del espacio de la artista Iris Pérez, del escultor Freddie Cabral, de Marcia Guerrero, Lucía Méndez y Mayobanex Vargas.

En ellos descubrimos obras que no conocíamos y que atrajeron nuestra mirada como debemos señalarlo en el caso de Mayobanex Vargas, cuya factura de un surrealismo lírico, no dejará de sorprender por su trabajo elegante y meticuloso que conlleva una poética visual exclusiva.

Después de muchos años sin ver sus obras, el maestro Freddy Javier presentó unas pinturas de excepcional factura en el tratamiento del sujeto y del color con una obra que marca una factura excepcional en el manejo del color y del movimiento cuando trata el protagonista del “gallo”, inspirado en la magistral obra de Gabriel García Márquez, “El coronel no tiene quien le escriba”.
En el caso de estos dos artistas, creemos que ARTEFORO ofreció al coleccionismo la posibilidad de adquirir obras de valoración antológica y ojalá las hayan comprado…

Estos encuentros fueron posibles por el tiempo que dedicamos durante tres visitas, buscando lo que justificaba este evento en República Dominicana, en uno de los momentos más críticos del mercado del arte nacional.

Antes de acudir a las exposiciones, también consideramos el hecho de una ausencia total de estructuración profesional que justificara un equipo convencido y convincente para armar y garantizar el éxito de tal evento. Su fundador y conceptor, el artista Oscar Abreu, exresidente en New York, lo hizo todo solo, hasta el afiche donde aparece él en ejecución artística, lo que nos pareció bastante descomunal.

Más, sin embargo, reconocemos su aferrada voluntad de hombre orquesta que asumió en toda la producción, desde ser el fotógrafo del evento y el excelente anfitrión que nunca dejó de ofrecer atención y hasta una botella de agua a quien lo necesitara. Su voluntad de marcar la necesidad para el país de una feria que defienda el valor del arte, tanto en precio como en factura, es encomiable, digno de aplausos largos, pero también, es necesario llamar al hombre-orquesta que tome conciencia de dirigir con sincronización y sinfonía a un equipo de producción, con tareas delegadas y estructuración de competencias, para articular una rueda de prensa profesional, con todos los medios del país, y de la prensa escrita especializada, pero también, de programas televisivos, y tomar en cuenta que en el mismo lugar y durante toda la duración se necesitan dos encargados de prensa que lleven recomendaciones a toda la prensa y durante todos los días, logrando que se muevan las miradas hacia todos los artistas participantes y se especialicen en reportajes y temas.

Reconocemos el esfuerzo llevado para programar coloquios y seminarios, en este caso hay que centrar mejor las temáticas y el propósito, y enfocarlo más al arte “per se” es decir, al mercado y a su difusión, para que el público se intensifique y multiplique en estos cuatro días a través de eventos especiales para galeristas y coleccionistas.

Estamos convencidas de que el entusiasmo, la urgencia y el tiempo no permitieron una curaduría racional y razonada, por su generosidad y voluntad de llenar el espacio, como las obras mayores expuestas entre las que destacamos las de Clara Ledesma, Ramón Oviedo, Iván Tovar, perdieron su fuerza, porque imperó la cantidad más que la calidad.

Se sintió la presencia de artistas y obras que no tenían razón de estar, y el hecho de que el artista pague o intercambie su espacio no le legitima la mediocridad y mucho menos la ausencia. Muchos artistas internacionales invitados no respondieron a los principios de este evento que solicita la presencia para poder intercambiar con el público, esa falta de responsabilidad es inaceptable frente a la generosidad de quien convoca y organiza. Pero, frente a estas osadías, el artista dominicano Caminero, residente en Miami, Florida, de sólido trazo dibujistico, mantuvo una presencia y animación firme.

Nadie puede restarle a Oscar Abreu, “el garbo y el duende” de su iniciativa, desde ya debemos apoyarle y exigirle de trabajar con apertura de equipo y competencia, sin miedo de colaborar para enriquecer este proyecto que puede ser una joya de convocatoria hacia República Dominicana, pero, para lograrlo se deben establecer ambiciones claras del sector privado del arte, coleccionistas y galeristas y del sector público, sobre todo, del Ministerio de Turismo que puede hacer de este evento una razón más de venir a conocer nuestra capital primada de América.

ARTEFORO hizo también posible encuentros inesperados y allí conocimos al manager del guitarrista de los Rolling Stones, muy interesado en una obra de José Sejo, con quien hemos podido intercambiar, y obviamente, estas vivencias y anécdotas nos animan para seguir con el proyecto y solidarizarnos con el mismo.

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