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Haití necesita una segunda revolución (1 de 4)

Written by Angel Moreta

Por: Angel Moreta (Autor-Editor)

 

La revolución haitiana constituye un hecho histórico universal que se desarrolló entre la última década del siglo XVIII y los primeros años, del siglo XIX. Fue un acontecimiento que impactó durante el siglo XIX contra el colonialismo de las potencias occidentales como Francia y Estados Unidos, que vino a reconocer en términos diplomáticos y políticos la existencia de un Haití independiente en la sexta década del siglo XIX, en los años 1860-1865.

La revolución haitiana se realizó bajo la inspiración de aquellos criollos que liderearon la lucha contra el colonialismo francés contra el sistema esclavista instaurado en la isla de Saint Domingue. De hecho fue la primera revolución latinoamericana llevada a efecto por esclavos provenientes de África

El sistema esclavista, junto con las demás colonias del Caribe del imperio colonial francés, era la fuente de la tercera parte de los ingresos de Francia.

La población esclava, que era el estrato social más bajo, decuplicaba a toda la población libre y representaba la mitad de la población total de esclavos en la región del Caribe, que se calcula cercana al millón.

La revolución haitiana, eses sentido fue un conjunto de rebeliones que se desarrollaron a lo largo de catorce años, y al decir de Juan Bosch, en su libro Frontera Imperial, un acontecimiento histórico de carácter social, racial y nacional.

Las potencias de la época no reconocieron inmediatamente la independencia de Haití,  porque no perdonaban el desarrollo y surgimiento de una revolución radicalmente anti esclavista, razón por la cual le impusieron a Haití como castigo bloqueos  que duraron muchos años, y negaron las posibilidades de ayuda internacional y de desarrollo de un Estado haitiano soberano, ya dijimos por ejemplo, que Estados Unidos, vino a reconocer la independencia de esa nación cincuenta años después, en 1862.

Embajador Supplice

El ex embajador de Haití en República Dominicana, Daniel Supplice, en una carta enviada en julio del año 2015 al presidente Martelly, calculó que el estado de opresión e ignorancia del pueblo haitiano tenía en toda su extensión más de 200 años, situación de atraso de la cual son responsables Francia y los Estados Unidos.

El experimentado diplomático cayó en desgracia al exponer al presidente haitiano, el drama social y humano prevaleciente en Haití  y en República Dominicana en relación con el problema de identidad del pueblo haitiano, enfatizando en que el Estado de su país no ha sido capaz en todo ese tiempo de entregarles a sus ciudadanos las actas de nacimiento, que les permitan probar su existencia.

A lo largo del tiempo, los esclavos liberados del sistema de la esclavitud en las ciudades, se desarrollaron como élites mulatas haitianas, grupos corporativos dominantes, que fueron adquiriendo preeminencia social, hasta llegar al día de hoy al nivel de estamento social dominante en la sociedad haitiana.

Hasta el presente, las élites mulatas lograron con el tiempo asumir el control hegemónico del poder político y del Estado haitiano. Se han desarrollado, antes de la dictadura del presidente Duvalier, y después de la caída, como estamentos privilegiados controladores y detentadores de la hegemonía y la dominación del Estado y de la sociedad de ese país.

Jean-Jacques Dessalines (1758-1806)

Prácticas neocoloniales

Decíamos en 2015 en el artículo titulado “Continúa la intensa explotación social del pueblo haitiano”, que las élites políticas haitianas, exhiben una mentalidad y unas prácticas neocolonialistas en relación con su propio pueblo.

Decíamos que se hace necesario desarrollar como proyecto de investigación tendente a una caracterización sociológica de las élites mulatas dominantes haitianas y de la sociedad haitiana, utilizando el discurso y el análisis de la intelectualidad de ese país.

Es necesario profundizar en una labor del conocimiento con la cual procuremos desarrollar una sociología de la hegemonía de las élites haitianas, es decir, del poder político como ángulo de análisis no explorado todavía en cuanto se refiere a los aspectos históricos de las relaciones económicas y políticas con República Dominicana.

Actualmente tenemos un resultado histórico negativo; que son los niveles de explotación económica y social del pueblo haitiano, al cual las élites mulatas controladoras le arrebatan a ese pueblo todas las oportunidades de desarrollo, manteniéndolo en la pobreza, en la opresión, la marginalidad y el desamparo social, mediante una lógica de expropiación y de miseria, carente de lo indispensable para vivir y afectado por el hambre y la desesperación.

Gobiernos canallas

Mientras tanto, gobiernos van y gobiernos vienen,  en una sucesión interminable de expectativas y frustraciones.

Debido a que esos gobiernos responden irresponsablemente a las necesidades egoístas de las élites dominantes, ninguno resulta capaz de concertar el despegue hacia el desarrollo del pueblo a niveles más altos de vida económica y social.

Los responsables de esta situación, en un país intervenido por los estados capitalistas hegemónicos occidentales, particularmente los Estados Unidos, son los burócratas que se ocupan principalmente en sus negocios privados.

En el trabajo aludido, de fecha 5 de agosto 2015, iniciamos una caracterización sociológica de las élites haitianas, que lleva a una antropología de esos grupos políticos en su cotidianidad, donde se juntan altos niveles de enriquecimiento ilícito, lavado y apropiación privada de la riqueza pública, incluyendo capitales provenientes del contrabando; negocios espúreos, tráfico internacional de estupefacientes, tráfico de armas, tráfico de mercancías y de personas.

Toussaint Louverture (1743-1803)

Por esas razones nos oponemos radicalmente a la tesis neocolonialista irresponsable de que el Estado haitiano es un ente fallido. La tesis del Estado fallido ha sido elaborada por organismos internacionales y por los Estados Unidos y algunas de sus universidades, para justificar que el estado actual de esa sociedad es una situación de frustración eminentemente imposible.

En lo que si estamos de acuerdo en que no hay estado fallido en Haití, sino una situación de utilización del Estado y sus instituciones por parte del imperialismo norteamericano y las elites mulatas burgueses, creando una situación de explotación generalizada y obstaculizando una genuina ayuda internacional que permita una administración sana del Estado que conlleve la creación de condiciones para el progreso y el desarrollo de ese país.

Haití es una nación rica en minerales y en petróleo, pero Estados Unidos impide la exploración y explotación petrolera porque tiene a esa nación como una reserva futura para cuando se presente la inevitable escasez de petróleo en sus depósitos. Estados Unidos también impide la ayuda internacional de China Continental y de Rusia, que ha ofrecido la primera 30 mil millones de dólares para iniciar el desarrollo de esa nación, pero la Casa Blanca se opuso, dándole vigencia al dicho que dice “ni hace ni deja hacer”.

Este punto de critica a la tesis del Estado fallido, lo desarrollaremos en el próximo articulo y nos opondremos a los teóricos latinoamericanos de USAID y a ciertas universidades norteamericanas que levantan dicha tesis con el fin de justificar las políticas imperiales de los Estados Unidos

La praxis de las élites mulatas haitianas

Las élites políticas haitianas tienen prácticas esencialmente egoístas con respecto a su propio pueblo; pretenden sacar provecho personal y político de enfoques nefastos y difamatorios contra sus vecinos. Saquean cotidianamente al pueblo haitiano, que hoy sobrevive, en medio del flagelo, de la miseria y el hambre.

Esas élites y grupos comerciantes y políticos, hacen negocios de importación de alimentos desde Miami, Puerto Rico y otros lugares de Estados Unidos; trafican con mercancías y comestibles desde la República Dominicana, formando emporios comerciales orientados a la especulación, el dumping y el agiotismo, con la participación y la complicidad de las altas esferas gubernamentales haitianas, las cuales depositan fondos y capitales que obtienen de préstamos y donaciones internacionales; y las depositan y protegen en bancos europeos, norteamericanos, de Gran Caimán y República Dominicana, con la protección cómplice de los países capitalistas hegemónicos de economías neoliberales.

Grupos de expoliadores

Constituyen grupos de expoliadores y embaucadores, que chupan la sangre del pueblo haitiano día tras día; la mayoría de esos grupos económicos y políticos,  (duvalieristas y ex-duvalieristas), son parte de la clase dominante haitiana, funcionarios y comerciantes corruptos que viven de las consignaciones y del contrabando (buorguesie consignataire); tienen mansiones y villas en Bávaro, provincias La Romana e Higuey, República Dominicana, haciendo también negocios, muchos de ellos fraudulentos y lesivos a la dignidad de la República Dominicana; y ofensivos a la seguridad y tranquilidad del pueblo haitiano.

Realizan negocios ambiguos, sucios o espúreos, que les producen enriquecimiento ilícito, todos contra el pueblo y la nación de Haití, que merecen mejor suerte frente a la malicia, la avaricia y la ambición política y económica de estos grupos mafiosos.

Son esos mismos grupos dominantes y hegemónicos, en complicidad con élites dominicanas, los que mantienen la explotación económica y social del pueblo haitiano, que se ve obligado a emigrar en masa hacia la República Dominicana y otros países (véase la encuesta de la Oficina Nacional de Estadística, ONE 2014, sobre las condiciones de pobreza de las mujeres inmigrantes haitianas, empujadas a emigrar por causa de las difíciles condiciones económicas.

Por esas razones, cuyos fundamentos ameritan un desarrollo histórico y sociológico, es que decimos que el control hegemónico depredador (CHD) de las élites políticas haitianas, hacen necesaria una segunda revolución haitiana que permita la modificación estructural, el trastorno y la liquidación radical del estado de cosas a que nos venimos refiriendo.

About the author

Angel Moreta

Angel Moreta, jurista, sociólogo, y filósofo; Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), República Dominicana, Autor-Editor de Debateplural.

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