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Comandante Hugo Chávez: en las antípodas del progresismo

Written by Debate Plural

Luis Pino (teleSur, 5-3-18)

 

Ahora que el Comandante de la revolución bolivariana y socialista está física y materialmente, ausente, es cuando entre las mujeres y hombres de la tierra, los que lo conocimos de lejos y de cerca, geográficamente, sin fraseología alguna edulcorada por la ausencia de su muerte, extrañamos de él ese ser tan directo y transparente desde la palabra, con la candidez de un niño y la profundidad de un intelectual orgánico, que expresaba: lo que sentía, lo que sabía, lo que estaba haciendo y lo que haría.

Cuentan, palabras más, palabras menos, entre sus amigos de la época infantil, juvenil y militar, incluso, entre los que lo despreciaban, que cuando se estaba gestando en Hugo Chávez ese huracán revolucionario, con el Movimiento Bolivariano, el soldado de la Patria, el romántico rockolero, el pelotero jugador de softbol, el profesor en la Academia Militar, el comandante de puesto, siempre hacía valer las cosas con la verdad y el convencimiento por lo que predicaba, sobre todo, con lo acucioso y lo curioso propio de él, desde que era el arañero de Sabaneta de Barinas.

Luego, irrumpió en la escena nacional, asumiendo su responsabilidad en el golpe de Estado fallido el pasado cuatro de febrero del año mil novecientos noventa y dos (04/02/1992), con una pasantía por la cárcel de la dignidad, que en lugar de someterlo y llevarlo a asumir un discurso para la clemencia, la lástima y el perdón, al Comandante Hugo Chávez esta circunstancia le sirvió como faro desde donde guiaba, ya no a un puño de soldados, sino a un Pueblo arrecho y oprimido que vio en él, la esperanza liberadora en las postrimerías del siglo XX e inicios del XXI. Esa esperanza de pueblo se desbordó y tomó las calles, desde el día en que Hugo Chávez Frías salió de la cárcel, hasta hoy, cuando con Nicolás Maduro, pretendemos, pese a toda adversidad, consolidar la revolución que lideró el Comandante Hugo Chávez.

Ese Hugo Chávez, fue acumulando fuerza, llamando al pueblo, recogiendo voluntades, aquí y allá, hasta que con su mensaje liberador, con el Socialismo Bolivariano, como bandera y plan de cambios y transformaciones, echó las bases de una revolución pacífica, aunque no desarmada, de la nueva Patria, cuyos sueños de Bolívar y Zamora se vieron frustrados por la traición y la barbarie capitalista, las mismas que pretendieron adocenar a Hugo Chávez y que los llevó a traicionarlo, darle un Golpe de Estado y de asesinarlo, con apoyo de la nanociencia al servicio de la muerte. Y todo ello, por una razón de fondo: porque el Comandante Hugo Chávez se ubicó con la revolución bolivariana y socialista en las antípodas del llamado “progresismo”.

En ese andar haciendo caminos, el Comandante Hugo Chávez, siguió acumulando fuerzas, no para él, sino para todos los pueblos del Nuevo Mundo multicéntrico y pluripolar, en el que, con meridiana, sencillez, claridad y honestidad, nos señaló que el camino es el socialismo, no los revisionismos en todas sus formas y manifestaciones, menos aún, el capitalismo de la derecha expresa.

Hugo Chávez Frías, como gran estadista, supo percibir el momento histórico que le correspondió vivir, como buen discípulo del marxismo y como un buen aprendiz, dialéctico por antonomasia, comprendió a Karl Marx, a V. Ilich Lenin y recreó en su hacer, a lo venezolano, todo aquello que Albert Einstein explicó en su libro Por qué el socialismo.

Ahora bien, el Comandante Hugo Chávez, siendo dialéctico: primero entendió, vivió y trasformó el contexto y la realidad política, económica y social de Venezuela; al mismo tiempo, desde su internacionalismo revolucionario y con el ejemplo del grande entre los grandes, el Comandante Fidel Castro, Hugo Chávez entendió la necesidad de trabajar por la unidad de los pueblos que forzaban por la emancipación de nuestros pueblos hermanos, entendiendo los niveles y grados de conciencia revolucionaria en cada punto específico de los pueblos, que como la República Bolivariana de Venezuela, se rebelaron contra el imperialismo y defendieron los intereses de nuestros pueblo, reclamando una sociedad más justa y humana.

Pues bien, vivimos una época de maduración, crecimiento y emancipación de muchos pueblos hermanos, y con ellos, nacieron hermosas iniciativas, como la Alternativa Bolivariana para Los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y PetroCaribe, además de fortalecer otras existentes, con fines de estrechar lazos de solidaridad, apoyo económico y el fortalecimiento de nuestras democracias nacionales, por un mundo mejor para las mayorías.

Esta fiebre de revoluciones, con líderes autóctonos se expresó en un fervor y búsqueda de fortalecimiento democrático, pero esta euforia revolucionaria no fue tal en todos los rincones en donde despertó este sueño y anhelo de nuestros pueblos, por una razón: entre la ignorancia aprendida, el cretinismo y el culillo ante el imperio estadounidense y las otra hienas europeas, muchos de nuestros gobiernos y gobernantes de este nuevo mundo, tendieron a coquetear con la conseja del “progresismo”, porque no se atrevían a decirle a sus pueblos que lo que perseguían eran ciertas reivindicaciones, sin tocar, ni afectar las bases del capitalismo y, fundamentalmente, sin afectar a la verdadera clase gobernante, a la burguesía, razón por la cual, muchos de sus gobiernos, siendo populares y populistas, no eran en nada, gobiernos del Pueblo, ni para la emancipación o empoderamiento de ellos.

Es por esto que pasado un corto tiempo lineal y cronológico, ante cualquier vaivén electoral, esos gobiernos, amigos, aliados y hermanos, que se pregonaron “progresistas”, que abrazaban a Hugo Chávez y asumían, con cierta sorna y lástima condescendiente al soñador de Sabaneta, empezaron a ser reemplazados por los gobiernos de la extrema derecha. Peor aún, con el voto y el escamoteo de la voluntad del pueblo al que con el engaño y el cambio de estado de bienestar social distrajeron por un tiempo, se sumaron la ignorancia aprendida y el discurso del progresismo, que no es otra cosa que el reacomodo tolerable del capitalismo, para que todo siga igual en las bases estructurales del Estado, gobierno y la República.

El resultado de ese progresismo fue la caída de tales gobiernos y la desesperanza de éstos ante la clase política que los ha dirigido, esa llamada dirigencia progresista, por un lado y la de la derecha extrema y más servil que la anterior, por el otro, mientras que en las antípodas está el camino del socialismo del siglo XXI, sin recetas mecánicas, sin malas copias y sin remedos, como proponía en todo foro internacional, el Comandante Hugo Chávez.

Han pasado cinco (5) años, desde de la muerte del Comandante Hugo Chávez y, aunque algunas voces optimistas y con pretendidas terapias de ausencia y de duelo pregonen que Chávez no está muerto, la verdad verdadera es que el dolor y la ausencia física no la repondrán, ni la fraseología barata, ni el consuelo de bobos ilustrados, porque la única manera, honesta, material y concreta de que nosotros, los que llegamos a admirarlo, a quererlo y a cuestionarlo en todas sus aristas, podamos hacer que esa ausencia y falta de la sonrisa, la voz y la acción de Hugo Chávez se vitalicen en nosotros, es preservando su legado, en la palabra y la acción, desde donde intentemos, con sumo cuidado, emular las cosas, tal y como las hubiese hecho el Comandante Hugo Chávez, tal y como las prefiguró en su plan de la patria y tal y como vivió este gigante hombre, con honestidad, claridad y transparencia, tanto como lo está haciendo el obrero presidente chavista, Nicolás Maduro Moros, con el orgullo y el empeño de construir el socialismo bolivariano y chavista en la República Bolivariana de Venezuela, respetando la diversidad, pero sin sucumbir al reacomodo del capitalismo, así se disfrace del ropaje del “progresismo”. ¡Chávez vive! El nuevo mundo, multicéntrico y pluripolar, sigue.

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