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Por los servicios prestados, EEUU le da una mesada de 52 millones a Guaidó

Written by Debate Plural

Misión Verdad (26-9-19)

 

El gobierno de los Estados Unidos, a través de su Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), autorizó un monto de 52 millones de dólares para financiar al gobierno fake de Juan Guaidó. Los recursos serán distribuidos, según anunció el administrador Mark Green, entre la Asamblea Nacional manejada por Guaidó, medios de comunicación y frentes organizados de la «sociedad civil».

La noticia fue divulgada por The Associated Press (AP) este martes 24 de septiembre y resalta que es la primera vez que, de manera directa, la Administración Trump entrega dinero al diputado de la Asamblea Nacional.

Según el medio, el año pasado Estados Unidos destinó 15 millones al antichavismo, menos de la tercera parte de lo que hoy autoriza.

Según un alto funcionario consultado por AP, 19 millones de dólares del total asignado serán empleados para que «las fuerzas de Guaidó dispongan de comunicaciones seguras, dinero para gastos de viaje, capacitación en la preparación de presupuestos y otras herramientas que las preparen para gobernar si logran desplazar a Maduro del poder».

No hay sorpresa en la decisión tomada por el gobierno estadounidense. A mediados de julio dio la orden de que 41.9 millones de dólares, en principio presupuestados para proporcionar ayuda a países centroamericanos, fueran redireccionados a la oposición venezolana.

En esa ocasión, se supo que los recursos iban a ser entregados por la USAID con el fin de cubrir gastos operativos del entorno inmediato de Guaidó.

AP menciona que, a pesar del apoyo financiero estadounidense, el gobierno fake de Guaidó «no ha logrado un poder real en su país». Esta frase resume la situación de estancamiento en la que se encuentra el intento de golpe de Estado en Venezuela.

GUAIDÓ RECIBE SU SALARIO DE LA CASA BLANCA

De nuevo: es bien conocido que cada operación de cambio de régimen en Venezuela cuenta con el financiamiento contante y sonante de Washington.

Sin embargo, el financiamiento siempre se ha realizado indirectamente mediante organizaciones no gubernamentales y de la «sociedad civil» que sirven como gestoras (y tapaderas) en la canalización final de los recursos hacia objetivos, como siempre, violentos.

Pero con la fabricación del gobierno paralelo en Venezuela en enero de este año, ya no hacen falta los intermediarios. Esto reafirma el patrón de agresividad que le han impreso los halcones a la política exterior estadounidense.

Si antes la Casa Blanca intentaba ocultar su interferencia en Venezuela, ahora parece importarle muy poco.

Exhibirse públicamente el patrocinio al antichavismo no es visto por los halcones como un costo político que podrían asumir a futuro. Lo importante es «mostrar fuerza», según enseña el decálogo de los neoconservadores, y poco importa si eso desnuda por completo a los golpistas locales que intentan revestir sus acciones con una mística ciudadana y civil, en apariencia despojada de intereses geopolíticos concretos y evidentes.

El dinero entregado por la USAID va dirigido a sostener financieramente a Guaidó hasta que «desplacen a Maduro del poder». Un mensaje que, a su vez, profundiza las grietas en la oposición local: mientras una fracción se sienta en la mesa de diálogo con el Gobierno de Venezuela, este financiamiento ensancha la brecha y ofrece un incentivo para que los partidos opositores ligados a Guaidó no se muevan de esa posición.

Más dinero, más guerra interna: una constante que atraviesa la historia del antichavismo desde su nacimiento.

Aun cuando el golpe del 30 de abril no se cristalizó y los siguientes intentos de lograr el cambio de régimen por vías violentas corrieron la misma suerte, el gobierno de los Estados Unidos dobla sus apuestas para sostener el engranaje del golpe a la espera de un hecho desencadentante que ponga en práctica el financiamiento.

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Si en algún punto ha tenido éxito el gobierno fake de Guaidó, es en la apropiación de los bienes y activos de la República que reposan en el extranjero.

Amparados en un «Estatuto para la Transición» violatorio de la Constitución venezolana, fueron secuestradas CITGO y Monómeros, dos empresas vinculadas a la industria petrolera venezolana, así como otra importante gama de activos líquidos en bancos internacionales privados.

¿Cómo justificaron la toma de facto de CITGO y Monómeros? Con el argumento de «proteger la riqueza» de los venezolanos. Para ello, fue necesario recurrir al nutrido relato de la «corrupción» de la administración de Nicolás Maduro. El gobierno estadounidense desplegó una intensa campaña de incautación de activos que luego serían transferidos al gobierno paralelo, cuestión que nunca ocurrió.

Así, Guaidó se proyectó ante la opinión pública nacional como un defensor de los recursos de Venezuela, los cuales, ahora sí, serían direccionados para subsanar la supuesta crisis humanitaria del país.

Pero los hechos hablan por sí solos: en enero, el secretario de Estado Mike Pompeo anunciaba la autorización de 20 millones de dólares para financiar la «ayuda humanitaria» que, desde Cúcuta, ingresaría a Venezuela el 23 de febrero.

Ese monto puede catalogarse como una propina en comparación a lo que días antes había sido embargado por el Departamento del Tesoro: 7 mil millones de dólares tras apropiarse de las refinerías de Citgo.

El tema fue abandonado luego de que el plan golpista fracasara y, hasta los momentos, Guaidó no da señales de que disfrute de autonomía para decidir qué hacer con el dinero robado, quedando la entrega de medicinas y alimentos en el país como una promesa incumplida.

Al contrario, al mando de los bienes y activos capturados por el embargo ilegal estadounidense, asumen delegados y representantes de empresas transnacionales.

Queda claro, entonces, que el experimento Guaidó puede atribuirse algunas victorias, pero exclusivamente para los intereses de Estados Unidos.

Muestra de ello es la celebración del antichavismo cada vez que Estados Unidos arrebata ilegalmente el patrimonio a Venezuela. Al estar tan seguros de su compromiso con sus intereses, Washington dejó que Guaidó asumiera una autoridad ficticia y la cara pública del golpe solo para gestionar el robo de activos venezolanos.

De vez en cuando, por desempeñar este rol, la Administración Trump lo premia con unos cuantos millones.

 

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