Cine Nacionales

Roma, siempre Roma, aquel cine que desconcierta en las brumas del siglo XXI…

Written by Debate Plural

Carlos Francisco Elías (Hoy, 9-8-19)

 

“La muerte mexicana es el espejo de la vida de los mexicanos.
Antes ambas, el mexicano se cierra, las ignora.”… Octavio Paz

He buscado ese pie de amigo de Octavio Paz (México. 1914-1998), porque con Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco, nadie en términos contemporáneos ha podido profundizar en ser nacional mexicano, más que ellos, de ahí que el contenido de su imaginario literario tenga tanta certeza en el dibujo de caracteres y microcosmos íntimos cuyos vehículos de universalidad son reconocidos sin discusión o polémica posible.

La película Roma (2018) de Alfonso Cuarón, he aquí mi punto, no escapa tampoco a esa dialéctica de la mexicanidad suprema, expresada en una engañosa simpleza, que la trascendencia final obvia…

Queda claro: no me corresponde hablar de oscares ni expectativas, me interesa escribir lo que se me quedó en el tintero sobre la película en mi texto pasado (*)

1 / Roma: una dialéctica de la mexicanidad fílmica…

Alfonso Cuarón, director de Roma, cuando quiso hacer su película no pensó en nadie, tenía ganas de tener libertad y evocar el resto se lo ha dejado al espectador, las obras son justamente para eso, nos comunicamos con él cuando reflexionamos sobre lo que hizo. Se me ocurre pensar, al ver la película una y otra vez, en Leopoldo Zea (México. 1912 – 2004.), aquel filósofo mexicano, notable, influido por el filósofo republicano José Gaos.

Si la película Roma (2018) me obliga a realizar este recorrido feliz de hombres del pensamiento mexicano, es porque entonces hay algo en ella que como valor agregado y vasto, el director atrapa con autenticidad en un bi-lenguaje asequible, que tiene una bisagra de entendimiento que como columpio del pensamiento, nos lleva hacia dentro de México y fuera del mismo. Conjugando el valor de un lenguaje que la historia simplifica en apariencia y cuyo contenido conmueve con fuerza, tiene una representatividad social verosímil, cuya sonata de tristeza visual es bien escuchada por todos y todas, en silencio mientras el brillo grisáceo hiere pupilas atentas…

Para hacer su guión, Cuarón no asiste a un concurso de guiones donde habían reglas previas, determinadas. Nadie le exigió, experimentado de Hollywood y cartones huecos, que la película fuera lo más mexicana posible. Pero cuando se evoca se sueña y cuando se sueña la obsesión del recuerdo puede luego, en una sala de montaje, hacer milagros, porque Roma (2018 ) es un milagro del siglo XXI, un siglo donde el cine propone la mejor distancia entre hacedores de historias humanas y sensibles y la gran oferta, devastadora, de la nueva imagen de los mitos renovados del Hollywood System, cuyo monumentalismo vacuo, repleto de chispas electrónicas, generan una hipnosis colectiva, que lleva al desvarío a sus partidarios y promotores, disfrazados de personajes escudos en manos, para la batalla gigante de la ignorancia en la pantalla, eso existe.

Roma (2018) no se puede leer con esos códigos, luego no se “entiende”… Queja abundante que retrata a quien se queja, Cuarón lo sabía y se le importó, nos lo tomó en cuenta y prefirió propinarle, para alejarlos, un castigo cromático: para narrar eligió el blanco negro, se recordó del peso de los filmes de los 30 y los 40 del siglo XX y porque además: evocar la colonia Roma a color, hubiera supuesto no soñar y olvidar las grandes y fabulosas lecciones del cariñoso y estético Expresionismo alemán, de la vieja república de Weimar, en cuyos claroscuros a principio del siglo XX muchas historias agridulces como la de Roma se filmaron con esfuerzo inspirador…

Sin embargo, de lo que se trata es de entender, ahora lejos de la recompensa que con el tiempo le tiene la historia a Roma (2018), que en la película la universalidad de su historia narrada, tiene el arraigo de un sello que es como diría Zea, de una dialéctica de la mexicanidad, abrir la mente para entenderlo así, llevaría a descubrir otros detalles, implicaría otras lecturas que dejarían claro que Roma (2018) no es tampoco una película huérfana de historia dentro del cine mexicano, vertiente ya analizada por quien escribe en un texto anterior, ya citado.

2 / Yalitza Aparicio, ser actriz como en el neorrealismo italiano pero hablar en mixteco. ¿Provocación al Star System?…

Cuando un director sabe lo que busca, encuentra lo que necesita. No es un axioma, pero suele suceder… En películas como Roma (2018) hay una puesta personal, totalmente. Y cuando las apuestas son tan personales, las mismas nacen desde un gran túnel de oscuridad imaginativa que poco a poco se despeja. La película es ella, porque recuerda a la Sra Liboria, aquella nana que tuvo Cuarón alguna vez. Me refiero a Liboria Rodríguez, la misma señora que en la cinta Y tu mama también – 2001 – (Leodegaria Leo Victoria) tiene un rol secundario. La actriz Aparicio, indígena y mujer, las ha sorteado todas, con el tiempo se verá si la fama de Hollywood es condescendencia o paternalismo vergonzante. ¿Por qué confiar en una institutriz de etnia mixteca sin experiencia histriónica para el rol de Cleo?… Primero porque en esa elección reside la fidelidad de la historia.

Segundo, porque Fellini, Pasolini y De Sicca enseñaron con el neorrealismo italiano a la cabeza, que los actores estaban en la calle y que solo había que ensayar con ellos. Enfrentar a Hollywood como mujer a Yalitza Aparicio, lejos de los esquemas de glamour caucácicos de aquella jungla frivoloide, era otro reto que solo su profesionalidad y dedicación podía salvar. Contenida, dramática cuando es necesario, ella convence, porque hasta los planos primeros en el films son para ellas, porque a ojos vistas, ella es la película. Marina Tavira (Sofia) o Verónica García (Teresa, la abuela), aparecen como cuadro de pretexto. Pero ella es la película y logra un carácter intimista y creíble de su personaje, que es encantador, hasta donde se puede concebir con una historia en ese tenor. Para los esquemas femeninos de Hollywood, ella es una provocación genial que llega colocarse al lado de Glenn Close o Julia Roberts.

3 / Imaginario de la música popular en Roma hasta Berlioz

Finalmente, el imaginario musical de la película ambienta al mismo tiempo claves sentimentales y textos de las canciones que dibujan el mundo romántico de las trabajadoras populares, las famosas “Marias”, que animadas deambulan por Coyoacán, para solo citar un lugar de la ciudad de México. Leo Dan, te he prometido. Javier Solis, sombras. y aquel archi famoso Rigo Tovar, Gracias. Rocio Durcal, Más bonita que ninguna. Juan Gabriel, no tengo dinero. Las letras de esas canciones, incluyendo La Nave del olvido, interpretada por José José, todas están incluidas de modo incidental, la radio como acompañante de labores domésticas, son contrapunto sonoro del retrato interior de la historia de amor de Cleo, donde todo amargue es posible y necesario… Berlioz y su sinfonía fantástica sellarán otra cultura y otro estatus.

En lo que mi respecta, no hice apuestas, que le dieran oscares o no, igual me daba, sí sabía que en la lucha de Plataformas, Netflix es poderosa y la Academia, pese a todas sus reformas, en tema de dinero es generosa y que a Roma (2018) algo le tocaba, para su dueño. Lo que quedará para siempre, es la película, con eso me basta. (CFE)

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