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«El Barrio Chino»: estafa multimillonaria contra el Estado Dominicano

Barrio chino Republica Dominicana
Written by Angel Moreta

Haciendo memoria sobre hechos y casos de corrupción en República Dominicana (LXV)

 

Por: Angel Moreta (Autor-Editor)

 

El proyecto de remodelación y construcción de lo que se denominó con bombos y platillos “El Barrio Chino”, en el año 2008, cumple aproximadamente ocho años.

El presupuesto de Obras Públicas del gobierno dominicano y los gastos financieros ascendieron según se proclamó a cerca de mil millones de pesos; y la importante comunidad china en República Dominicana, cuyos orígenes se sitúan primero en Cuba y luego en el país, en las cuatro primeras décadas del siglo XX, probablemente sintió orgullo por la anunciada obra gubernamental que venía en reconocimiento de la laboriosa e histórica comunidad china que se había instalado en territorio dominicano en los años 20 del siglo pasado.

Los ciudadanos chinos que vinieron como inmigrantes a República Dominicana, lo hicieron de manera escalonada, en años en que se vivían y ocurrían los trágicos conflictos de la guerra chino-japonesa y los promisorios de la revolución comunista China, cuando se produjo la mayor oleada migratoria a nuestro país.

La mayoría de los chinos llegados al territorio nacional pertenecen a la etnia Han, cuya dinastía se remonta a los años 200 antes de Cristo y 220 después de Cristo, los cuales conforman la gran mayoría étnica en la República Popular China, y en República Dominicana.

Muchos de los inmigrantes chinos de la década de 1920 regresaron a su país, pero otros se quedaron para morir aquí, después de fundar sus familias y sus negocios en República Dominicana, y haber logrado integrarse como comunidad humana en nuestro país.

El proyecto de remodelación del llamado “barrio chino”, fue más una acción de propaganda masiva del presidente de entonces, con la ayuda de los medios de comunicación monopolicos, que una iniciativa real y concreta de cultura y de riqueza histórica de dichos inmigrantes.

El gobierno dominicano y sus ingenieros quisieron imitar el barrio chino de New York, pero el proyecto quedó demasiado lejos de aquel, pues a pesar de la capacidad comercial de la comunidad china para insertarse en el mercado, la inversión del Estado Dominicano no representó una verdadera inyección de apoyo al espíritu y a la cultura de los chinos y sus descendientes de segunda y tercera generación en nuestro país.

El proyecto se limitó a un gasto fastuoso, poco creativo y contradictorio. Fue una inversión superficial que no respetó ni consagró las tradiciones y la unidad de la comunidad china; se remodelaron aceras y calzadas con materiales de poca calidad, que hoy están deteriorados; se colocaron algunas estatuas que rememoran la rica cultura china; se modificaron algunas fachadas de casas; se pintaron y colocaron ladrillos de barro o arcilla en unas dos o tres cuadras de lo que se llamó “barrio chino”, que quedó muy lejos de lo que serían las aspiraciones de la colonia china en República Dominicana.

Pero siguió siendo el mismo sector urbano decadente de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, cuando el esplendor de la ciudad capital se centralizaba de manera principal en la vida del barrio de Villa Francisca, que era el núcleo más importante de Santo Domingo.

Con el tiempo se comprueba que el barrio chino pertenece a las memorias de la corrupción en la República Dominicana. Ha resultado una frustración y una acción inútil porque no sufrió una verdadera remodelación cultural y arquitectónica ni una autentica reconstrucción histórica conforme a los principios fundamentales de la cultura ancestral de esos inmigrantes.

No se modificaron los hábitos barriales, no se hicieron centros culturales chinos, no se construyeron iglesias o centros comunitarios; lo que quiere decir, que la inversión calculada no se aplicó realmente a las necesidades de lo que sería un proyecto de conformación y desarrollo para el crecimiento de la comunidad china y la misión de mantener la tradición y la unidad de los comerciantes y familias inmigrantes.

Entonces el gasto de más de mil millones no contribuyó absolutamente a configurar lo que verdaderamente seria un barrio chino, y dudamos que construir dos puertas alusivas a la cultura china en la Avenida Duarte, represente verdaderamente una obra cultural.

Como barrio de migrantes, como colonia histórica, como comunidad, el barrio chino es una pantalla del Estado Dominicano y de los minoritarios grupos corporativos que operan como sanguijuelas en nuestra sociedad; comenzó como un proyecto de creación monumental, con mucha propaganda y bulla para justificar el gasto de mil millones y terminó siendo lo que hoy es, un sector urbano arrabalizado, sin espiritualidad, sin cultura, sin identidad propia.

Los restaurantes son los mismos y los negocios y tiendas también. No se respetó la tradición; República Dominicana y la República China de Taiwán han mantenido relaciones diplomáticas, económicas y culturales por más de 70 años y las relaciones bilaterales en las áreas  políticas, comerciales, culturales, educativas han sido bastante significativas y estrechas.

República Dominicana ha sido un aliado importante para Taiwán y viceversa. Y actualmente, aunque de manera tímida, un aliado de China Popular o Continental, que tiene apenas una oficina comercial en Santo Domingo. A la sombra de esta relación con Taiwán y China popular se han establecido decenas de compañías en República Dominicana, con una inversión de más de 300 millones de dólares.

El intercambio comercial se ha intensificado significativamente; el barrio chino no representa ni siquiera un 5% de ese flujo de negocios, porque el mismo no es reflejo de la vida de la comunidad china y, mucho menos, de la colonia china en República Dominicana.

El aspecto deslucido, sin brillo y sin creatividad arquitectónica ni cultural, indica que gran parte de los mil millones supuestamente invertidos en esa obra propagandística, no fueron realmente invertidos y contrariamente fueron dilapidados, saqueados y dirigidos al ámbito de la corrupción, sobre todo en el segundo gobierno del partido de la liberación dominicana.

El barrio chino forma parte de las memorias de la corrupción y del engaño que día a día ponen en práctica las elites políticas partidarias egoístas y delincuenciales, que se aprovechan corporativamente del poder y se apropian de los recursos de la nación mediante el tráfico de influencia, el abuso de Poder, el enriquecimiento ilícito y la lujuria concupiscente por el dinero malhabido.

De nada o poco ha servido el famoso “barrio chino”, ni mirando desde República Dominicana hacia Asia, ni desde Asia hacia República Dominicana. Hoy es un esplendoroso y mediocre monumento del robo irresponsable del patrimonio pùblico.

About the author

Angel Moreta

Angel Moreta, jurista, sociólogo, y filósofo; Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), República Dominicana, Autor-Editor de Debateplural.

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