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Arrastrando a América Latina a la guerra de poder entre Estados Unidos e Irán

Written by Debate Plural

Massimo Di Ricco (Middle East Eye, 17-8-19)

 

Argentina tardó 25 años en congelar los activos de Hezbolá y poner al grupo libanés en una lista de terroristas por el ataque de julio de 1994 contra la Asociación Mutua Israelita Argentina (AMIA), en el que murieron 85 personas.

Si bien muchos en Argentina consideran que Irán y Hezbolá son responsables del ataque y de otro anterior -en 1992- contra la embajada de Israel en Buenos Aires, la decisión no fue judicial, sino política, basada en una serie de decretos emitidos por el Gobierno de Mauricio Macri.

En los últimos 25 años las únicas personas declaradas culpables en la corte fueron varios funcionarios estatales argentinos que intentaron torpedear la investigación. No fue una casualidad que la decisión del mes pasado coincidiera con una visita a Argentina del Secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo para una conferencia sobre el contraterrorismo.

Repercusiones regionales

La medida revela la aparición de un nuevo escenario en el conflicto entre Estados Unidos e Irán, ya que el primero intenta arrastrar a los países latinoamericanos a una guerra por poder contra Teherán y su aliado, Hezbolá. Pero el paso sin precedentes de Argentina podría tener consecuencias inesperadas, especialmente a nivel regional.

Durante décadas Estados Unidos ha considerado la supuesta presencia de las redes de Hezbolá en América Latina una amenaza para la seguridad, con un enfoque especial en el centro financiero de Argentina, Paraguay y Brasil.

Si bien Irán había desarrollado mejores relaciones con los gobiernos latinoamericanos de izquierda en las últimas décadas, incluidos Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, el reciente cambio hacia gobiernos de derecha fue un giro brusco.

La inclusión de Hezbolá en la lista de terrorismo implica un nuevo impulso en lo que siempre ha sido una investigación politizada

El nuevo enfoque sobre Hezbolá en América Latina sigue a la decisión de Estados Unidos el año pasado de retirarse del acuerdo nuclear con Irán e imponer nuevas sanciones.

En octubre pasado EE.UU. aprobó nuevas medidas contra Hezbolá y en abril ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por información sobre las finanzas del colectivo. En enero Pompeo relacionó la crisis de Venezuela con la presencia de Hezbolá, refiriendo a «una obligación de reducir ese riesgo».

Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, se alineó con la administración Trump al vincular a Hezbolá con el terrorismo y el antisemitismo, mientras recibía el Premio Adalid de la Democracia del Comité Judío Americano en Washington.

Financiando a Hezbolá

En los últimos 20 años los analistas de seguridad, agencias de inteligencia y literatura pseudoacadémica han advertido continuamente sobre la creciente presencia de Hezbolá en América Latina, junto con grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico, a menudo con poca evidencia. Citando archivos secretos o información de inteligencia, los medios han sido útiles para difundir esta idea.

En los últimos años Foreign Policy ha publicado varios artículos sobre las finanzas de Hezbolá en el extranjero y la necesidad de erradicar su presencia en América Latina. En mayo el New York Times publicó un artículo, basado en un expediente secreto, sobre un ex-vicepresidente venezolano que presuntamente ayudó a los operativos de Hezbolá. Al mismo tiempo, grupos neoconservadores han estado presionando durante años para incluir a Hezbolá en la agenda de la administración Trump.

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