Thierrt Meyssan (Red Voltaire, 2-8-19)
11- La “Primavera árabe” en Siria
Desde el 4 de enero de 2011, fecha de apertura de la reunión del Cairo, la coordinación de la primavera árabe en Siria se efectúa desde la cuenta de Facebook “Syrian Revolution 2011”. Sólo con ver ese nombre es suficiente para entender que el objetivo de la operación era un rápido derrocamiento de la República Árabe Siria, tan rápido como las anteriores “revoluciones de colores”, ya que no se trata de modificar las mentes sino únicamente de cambiar dirigentes y algunas leyes del país. El día mismo de su creación, la cuenta “Syrian Revolution 2011” lanza un llamado a la realización de manifestaciones en las calles de Damasco, exhortación de la que se hace eco Al-Jazeera, mientras que Facebook atribuye a esa cuenta decenas de miles de “Followers”… cosas de la magia de la informática. Esta cuenta de Facebook tendrá un papel central en los próximos 5 años. Cada viernes, día de plegaria de los musulmanes, estará dedicado a un objetivo de la Hermandad Musulmana.
El 22 febrero llega a Líbano el senador estadounidense John McCain. Se reúne allí con líderes de la coalición política libanesa 14 de Marzo (pro-saudita). Entre esos líderes está el diputado Okab Sakr, a quien McCain confía la misión de hacer llegar las armas a los islamistas, que ya esperan por ese armamento en Siria [1]. Después, el senador estadounidense sale de Beirut, se va de exploración hasta la frontera con Siria y escoge la ciudad libanesa de Ersal como futura base de operaciones.
A pesar de los llamados que la misteriosa cuenta “Syrian Revolution 2011” sigue lanzado a través de Facebook, habrá que esperar hasta finales de marzo para que comiencen a suceder cosas en Siria. La Hermandad Musulmana congrega en Deraa, ciudad del sur de Siria conocida como muy favorable al partido Baas, un grupo de yihadistas veteranos de Afganistán e Irak. Estos individuos logran desviar de su objetivo una manifestación de funcionarios que reclamaban aumentos de sueldo y comienzan a saquear el Palacio de Justicia. Ese mismo día, bajo la dirección de oficiales del Mossad israelí, esos mismos individuos atacan, en las afueras de la ciudad, un centro de los servicios secretos utilizado única y exclusivamente en tareas de vigilancia de la actividad israelí en el Golán ocupado.
Al mencionar el hecho, Al-Jazeera afirma que la población de Deraa protestaba porque la policía había torturado varios niños que habían escrito en las paredes consignas hostiles al presidente Assad. La confusión reina mientras que los provocadores siguen destruyendo el centro de la ciudad. Durante las semanas siguientes, 3 grupos de islamistas se desplazan por Siria atacando blancos secundarios mal protegidos. Aunque sólo pueden atacar 3 puntos diferentes a la vez, estos 3 grupos crean la impresión de que los desórdenes se generalizan por todo el país. En pocas semanas, se cuentan más de 100 muertos, principalmente policías y militares.
El presidente Assad reacciona a la inversa de lo que esperaban los provocadores: en vez de imponer una especie de “Acta Patriótica”, Assad abroga el estado de emergencia que se mantenía en vigor desde la época de la guerra con Israel –de hecho Siria e Israel siguen en guerra mientras que el Estado hebreo aún ocupa militarmente las alturas del Golán– y disuelve la Corte de Seguridad del Estado. Hace además que el Parlamento adopte una ley que garantiza y organiza el derecho a hacer manifestaciones, denuncia los desórdenes como una operación dirigida desde el extranjero y exhorta al pueblo a respaldar las instituciones de la República Árabe Siria. También reúne a los jefes de estado mayor y prohíbe que los soldados hagan uso de sus armas si existe algún riesgo de daño colateral para los civiles.
Aprovechando esta última orden del presidente, la Hermandad Musulmana ataca un convoy militar en Banyas –la ciudad del ex vicepresidente Abdel Halim Khaddam, ahora miembro de la oposición externa. El ataque dura varias horas, bajo la mirada de la población. Por temor a herir a los espectadores, los soldados –en cumplimiento de la orden de su presidente– se abstienen de hacer uso de sus armas. Una decena de militares mueren así en el incidente. El sargento que encabeza el destacamento pierde las dos piernas cuando cubre una granada con su cuerpo para evitar que la explosión mate a sus hombres. La operación había sido organizada, desde París, por el Frente de Salvación de Abdel Halim Khaddam y la Hermandad Musulmana. El 6 de junio, 120 policías sirios mueren en una situación idéntica, en la localidad de Jisr al-Chughur.
Manifestaciones hostiles a la República Árabe Siria tienen lugar en varias ciudades. Contrariamente a lo que afirman los medios occidentales, los manifestantes nunca reclaman democracia. Las consignas más habituales son: “El pueblo quiere la caída del régimen”, “Los cristianos a Beirut, los alauitas a la tumba”, “Queremos un presidente temeroso de Dios”, “Abajo Irán y el Hezbollah”. Algunas consignas mencionan la “libertad”, pero no en el sentido occidental. La libertad que reclaman los manifestantes es la de practicar la sharia.
En ese momento, mucha gente cree en Siria que la única información confiable es la que ofrecen Al-Jazeera y Al-Arabiya, las televisoras de Qatar y de Arabia Saudita que respaldaron los cambios de régimen en Túnez y Egipto. Y esa gente está convencida de que el presidente Assad va a dimitir y que la Hermandad Musulmana tomará el poder. La gran mayoría de los sirios asisten estupefactos a lo que creen una “revolución” y se preparan para vivir un viraje hacia el islamismo. Resulta muy difícil dar cifras sobre la cantidad de sirios que se manifiestan contra la República o que apoyan a la Hermandad Musulmana. Lo más que puede decirse con seguridad es que hay en el país cientos de pequeñas manifestaciones y que la más importante reunió cerca de 100 000 personas en Hama. El presidente Assad recibe en Damasco a los organizadores de esta última demostración. Cuando les pide que expongan sus reclamos, le responden: “Que se prohíba el acceso de los alauitas a Hama”. Atónito, el presidente –que es alauita– pone fin a la entrevista.
En París, la Hermandad Musulmana y el gobierno de Israel organizan subrepticiamente –el 4 de julio– una reunión pública para enrolar a la clase dirigente francesa. Al llamado del “filósofo” Bernard-Henry Levy, del ex ministro francés de Exteriores Bernard Kouchner y del futuro jefe de la diplomacia francesa Laurent Fabius, acuden senadores, diputados y alcaldes de todos los horizontes políticos –derecha, centro, izquierda y ecologistas– para respaldar lo que se les vende como un combate por la democracia. Nadie nota en la sala la presencia de los verdaderos organizadores del encuentro: Alex Goldfarb, consejero del ministro de Defensa de Israel, y Melhem Droubi, responsable mundial de la Hermandad Musulmana a cargo de las relaciones exteriores. Este último ha llegado a Francias expresamente desde Arabia Saudita.
En agosto, se constituye en Estambul un Consejo Nacional Sirio (CNS), siguiendo el modelo del Consejo Nacional de Transición Libio. Ese Consejo reúne una serie de personalidades que desde hace años viven fuera de Siria, sólo algunos que acaban de salir del país y miembros de la Hermandad Musulmana. La extraña idea de que ese grupo pueda estar realmente interesado en el establecimiento de una “democracia” parece avalada por la presencia de algunas personalidades de extrema izquierda, como el profesor Burhan Ghalioun, a quien pondrán en la presidencia del Consejo. Pero hace años que el profesor Ghalioun trabaja con la NED estadounidense y con la Hermandad Musulmana. Aunque se dice laico, Ghalioun escribe los discursos de Abassi Madani –el presidente del Frente Islámico de Salvación (FIS) de Argelia– desde que este último se exiló en Qatar. En el mismo caso se encuentran George Sabra y Michel Kilo, quienes trabajan con la Hermandad Musulmana desde hace más de 30 años y siguieron a los trostkistas estadounidenses incorporándose a la NED, en 1982. Bajo la dirección del libio Mahmud Jibril, George Sabra trabajó en las versiones para el extranjero del programa de televisión para niños Sesame Street –producido por el grupo francés Lagardere Média y el canal qatarí Al-Jazeera– junto con Cheryl Benard, esposa de Zalmay Khalilzad, embajador de Estados Unidos en la ONU, y posteriormente en Irak. Otro personaje cuya presencia sirve de “garantía” es Haytham Manna, el mismo que se ocupaba de las inversiones de los miembros sudaneses de la Hermandad Musulmana.
Qatar compra a la OLP su turno en la presidencia rotativa de la Liga Árabe. ¿Precio? 400 millones de dólares. En violación de los estatutos, Qatar hace que la Liga suspenda la membrecía de la República Árabe Siria, a pesar de tratarse de un Estado fundador de ese grupo de países. Qatar propone después el envío a Siria de una Misión de Observación presidida por Sudán –país que sigue bajo un gobierno de la Hermandad Musulmana. Sudán designa como jefe de la Misión al general Mohamed Ahmed Mustafá al-Dabi, ex jefe de sus servicios secretos y ex embajador en Qatar. Cada Estado miembro de la Liga Árabe envía observadores para que todas las tendencias estén representadas en la Misión. La República Árabe Siria acepta el envío de esa Misión de Observadores y permite que se despliegue en el territorio nacional. Será esa la primera y única vez que un órgano pluralista llega a estar presente en el terreno, se reúne con todas las partes y visita todo el país. Se trata, en realidad, de la única fuente externa de información realmente digna de confianza en todo el conflicto.
Todas las partes saludan favorablemente la nominación del general al-Dabi, el hombre que negoció la separación entre Sudán y Sudán del Sur y a quien numerosos países árabes proponen como candidato al Premio Nobel de la Paz. Pero la lectura de los informes preliminares muestra que este militar sudanés no tiene intenciones de redactar informes para complacer a nadie sino de dirigir una auténtica observación pluralista de la situación. Bruscamente, los medios internacionales cambian de tono y acusan al general al-Dabi de ser uno de los genocidas de Darfur. Los que antes aprobaban su designación, ahora exigen que dimita. El general sudanés se mantiene en sus trece.
Finalmente se publica un informe preliminar que certifica que no hay revolución en Siria. La Misión confirma que la exageración es considerable en cuanto a la violencia atribuida al gobierno, que el ejército se ha retirado de las ciudades, que no hay represión, que las víctimas son principalmente soldados y policías, que más de 5 000 detenidos cuyo nombres ella misma entregó a las autoridades sirias han sido liberados y que los medios de prensa extranjeros que solicitaron cubrir la situación han podido hacerlo.
Lleno de cólera, Qatar paga a Sudán 2 000 millones de dólares para que se lleve a casa al general al-Dabi y se opone a que la Liga Árabe nombre un sucesor a la cabeza de la Misión. Descabezada, la Misión de Observadores de la Liga Árabe será disuelta a principios de 2012.