Inmediatamente después de que Juan Guaidó anunciara en una plaza su autodesignación como presidente interino de Venezuela, el militante de Voluntad Popular realizó una gira por algunos países del continente latinoamericano donde fue recibido por presidentes y figuras públicas.
El milagroso ascenso, en cuestión de días, de un político desconocido a tema principal de la prensa mundial, no pudo haber sucedido sin la intervención de factores duros de la política estadounidense.
Sus viajes lo confirmaron. En su agenda de febrero por los países suramericanos, siempre estuvo acompañado de Kimberly Breier, subsecretaria de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental.
En Twitter, la funcionaria se encargó de reportar el acompañamiento a Guaidó por Brasil y Paraguay, donde hizo un despliegue de su influencia diplomática para formalizar los enlaces con los dirigentes sumados a la injerencia en Venezuela.
Desde entonces, Breier monitoriza los pasos del político en el país y se ha hecho eco de la guerra informativa contra Venezuela.
¿QUÉ HACE A BREIER UNA «ADICIÓN CLAVE» EN LA CASA BLANCA?
La republicana Kimberly Breier fue designada como subsecretaria de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos por el presidente Donald Trump en 2018, presentándola como una «adición clave» a su personal.
Sobre su nombramiento, el director para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo Nacional de Seguridad bajo el mandato de Obama, Mark Feierstein, dijo: «Ella está altamente calificada (…) encaja perfectamente en las tradiciones bipartidistas de la política exterior de Estados Unidos en general y de la política exterior hacia la región».
Al inicio de sus trabajos al servicio gubernamental, hizo de analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) por más de una década. Sus tareas estaban orientadas a realizar informes sobre países de América Latina para los responsables de diseñar políticas en el Senado y en el poder ejecutivo de Estados Unidos.
Tuvo un breve desempeño de seis meses, hasta el año 2000, en el Fondo Nacional para la Democracia (NED), brazo legal de la CIA que empuja los cambios de régimen en naciones que rechazan la hegemonía estadounidense.
En 2005, bajo la administración de George W. Bush, Breier ingresó a la Casa Blanca asumiendo la dirección de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional hasta junio de 2006, con énfasis en los países de México, Canadá, Brasil y el Cono Sur.
En 2012 trabajó en la consultora Peschard-Sverdrup International. Allí, combinó la experiencia gubernamental con la apuesta por los intereses de grandes corporaciones de energía y minería, realizando evaluaciones de riesgo país en Argentina, Chile y México, para ofrecerlas a las compañías Capstone Mining Corp., Goldcorp Inc. y Royal Gold.
Asimismo, en 2003, fue consultora empresarial de la empresa de espionaje Threat Pattern. Blake Mobley, cofundador de la empresa, explicó en una entrevista a Forbes que ahí se encargan de utilizar «técnicas de análisis de inteligencia y contrainteligencia para proteger las marcas y los activos corporativos».
Entre 2016 y 2017, Breier fue directora de la Iniciativa de Futuros México-Estados Unidos en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), think tank que también tiene una Iniciativa Venezuela y que en marzo de este año organizó una reunión secreta para evaluar «el uso de la fuerza militar en Venezuela».
En el CSIS, Breier se centró en aspectos clave de la relación bilateral entre México y Estados Unidos, sobre todo en la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), la inmigración y seguridad fronteriza.
Este vasto prontuario en los campos de la inteligencia y la diplomacia le valieron el puesto que ahora ejerce en una de las oficinas más influyentes dentro del Departamento de Estado.
OPERADORA DEL ASEDIO INTERNACIONAL, AÑO 2019
La tildan de republicana moderada y tiene aceptación entre demócratas, pero en sus primeras declaraciones al asumir el cargo de subsecretaria, Breier afirmó que ejercería más presión a los «regímenes corruptos» de Venezuela y Nicaragua.
Y de eso mismo se ha tratado su agenda diplomática.
Además de acompañar a Juan Guaidó en su única gira como autoproclamado, Kimberly Breier visitó Argentina en mayo, para avanzar en la fractura del Gobierno Bolivariano, en el marco de las múltiples agresiones financieras y políticas contra Venezuela. Estando en el país suramericano afirmó que «las sanciones sí están funcionando. Porque están cortando las bases del pueblo que tiene el régimen. Entonces vamos a seguir en la ruta con la presión».
En ese mismo mes, participó en la sesión inaugural del octavo diálogo con el Caribe en seguridad, encuentro llevado a cabo en el Departamento de Estado, en Washington, con el objetivo de revertir la posición consistente de no injerencia que han adoptado los países del Caribe.
El ministro de Seguridad Nacional de Trinidad y Tobago, Stuart Young, respondió a esta maniobra contra Venezuela pidiendo una relación de respeto mutuo y «una resolución pacífica para Venezuela por el efecto que puede tener en nuestro hemisferio».
Recientemente, hizo otra visita a Argentina. Se reunió con la empleada de Guaidó en ese país, Elisa Trotta, y orientó el encuentro a divulgar las falsas cifras de la migración venezolana que maneja la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Allí también hizo acto de presencia el embajador estadounidense en Argentina, Edward Prado, y representantes de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Seguirá la gira con el secretario de Estado, Mike Pompeo, por Ecuador, México y El Salvador.
Desde las redes sociales, instrumentaliza los datos manipulados del informe Bachelet, así como la muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo o los guardaespaldas de Guaidó apresados por robo de armas, como mecanismo de presión diplomática, en réplica a los últimos desaciertos de Juan Guaidó.
De este modo, es evidente que el comportamiento operativo de Breier con respecto a difundir la propaganda antichavista en la región del Caribe y el Cono Sur, así como de tutelar las acciones de Guaidó en la diplomacia internacional, obedece a la narrativa de la «troika del mal» correspondiente al formato de intervención en Venezuela que encabezan Bolton, Pompeo y Abrams.
