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Irán y Venezuela doblegan al halcón cobarde

Written by Debate Plural

Henry Escalante (Aporrea, 27-6-19)

 

Irán y Venezuela, se han convertido en Estados-Naciones, libres y soberanas, que despiertan las ambiciones de la burguesía estadounidense. Ambas naciones, constituyen la primera reserva de petróleo del planeta y la cuarta. En términos de gas natural, Irán es la segunda reserva certificada y Venezuela, la quinta reserva certificada de gas natural del planeta. Ambos países, se convierten en apetitosos platos para el imperio de EEUU, primer consumidor de petróleo del planeta (22 por ciento del total consumido en el planeta) y también, primer consumidor de gas natural (20 por ciento del consumo total del planeta). Los hidrocarburos, petróleo y gas, constituyen el 32,5 y 21,3 por ciento, respectivamente, de la matriz energética mundial. Además de su importancia, como reservas planetarias de las principales fuentes de energía del planeta; ambos países, se ubican en privilegiadas locaciones geoestratégicas de alto interés para la élite imperialista de Norteamérica. Venezuela, como bisagra unificadora del Mar Caribe con el Atlántico, y puerta principal de ingreso al continente Suramericano, se integra a la Ruta de la Seda al igual que Irán, país incorporado a la iniciativa comercial China, denominada «Franja y Ruta». Iniciativa comercial, que se ha convertido en una de las causas fundamentales del trastorno del sueño y alto estrés de la élite burguesa norteamericana. La rivalidad comercial sino-estadounidense es enorme, al punto que informes de seguridad nacional de la Administración Trump, señalan que: «China y Rusia desafían el poder, la influencia y los intereses de EEUU. Están intentando erosionar la seguridad y el bienestar del país«. Tal nivel de nerviosismo, no tiene antecedentes en la arrogante potencia del norte, y refleja el miedo de la élite imperialista ante lo que ya es una realidad, verse desplazado como primera potencia militar, económica y tecnológica del planeta por ambos países.

Irán, ubicado en la región que han denominado Eurasia, es considerada por la Administración Trump, en su Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU, como el principal rival a los intereses estadounidenses en Oriente Medio. La opinión de Brzezinski, aún después de muerto, tiene un peso considerable en las decisiones de la élite imperialista estadounidense: «La potencia que domine Eurasia podrá controlar dos de las tres regiones del mundo más avanzadas y económicamente más productivas» (Zbigniew Brzezinski: El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos). Brzezinski, le otorga a Irán: «el papel de pivotes geopolíticos extremadamente importantes«. Importancia tal, que no ha desdeñado la Administración Trump desde que ingresara a la Casa Blanca. Por lo demás, la Política Exterior de EEUU en Medio Oriente, desde que se le conoce, ha estado signada por los dictámenes del régimen nazisionista de Israel, en específico, el lobby judío-estadounidense, que desde la llegada de la Revolución Iraní al poder, le ha visto como un potencial enemigo y ha buscado por distintos medios, procurar su destrucción. De hecho, si armáramos el rompecabezas de la cadena de eventos, que se iniciaron con el desconocimiento de la Administración Trump del llamado Acuerdo Nuclear P5+1, que involucró a Irán, Francia, Reino Unido, Rusia, China, Alemania, la Unión Europea y EEUU, del 14 de julio de 2015; mediante el cual, Irán se comprometió a restringir sus reservas de uranio enriquecido y no construir reactores de agua y plutonio; mientras, EEUU y Europa, se comprometían a levantar las sanciones económicas contra la nación Persa. Acción de Trump, que desmoronó el Acuerdo Nuclear; no obstante, Irán dio garantías de continuar aplicándolo pues como ha afirmado –reiterativamente- «no está en sus planes obtener la bomba nuclear«, sino sus fines son totalmente pacíficos. La imagen de EEUU, quedó muy mal parada ante la llamada Comunidad Internacional. Hecho, que obligó al propio Donald Trump a propiciar encuentros con los gobernantes iraníes para iniciar un diálogo entre ambas naciones y reconfigurar un nuevo acuerdo, para lo cual se prestó el Primer Ministro de Japón, Shinzo Abe.

Todo el entramado de falsos positivos, que tienen como epicentro de las acciones de guerra el Estrecho de Ormuz y el territorio iraní, nos hacen concluir que a Trump se le escapó de las manos su tamborilero de la guerra, que decía controlar. «John Bolton es absolutamente un halcón. Si dependiera de él, se enfrentaría al mundo entero de una vez«, ha declarado Trump. Tal pareciera, que Trump no controla sus locos, como ha dicho: «Tengo dos grupos de personas, tengo palomas y halcones«. Entre esos dos extremos, se define la política exterior imperialista. John Bolton, Asesor de Seguridad Nacional de la Administración Trump, abogado ultra conservador a quien se le recuerda por haber sido uno de los principales instigadores de la invasión imperialista de Irak, su devastación y posterior genocidio del pueblo iraquí, quien padeció en más de un millón de muertos por causa de los bombardeos estadounidenses. A Bolton, se le cuenta entre los autores del pretexto que Irak ocultaba armas de destrucción masivas, causa desmentida por los propios hechos. «Estamos seguros de que Sadam Hussein ha escondido armas de destrucción masiva«, decía Bolton, en un discurso en 2002.

Extraño guerrerista, que no demuestra con el ejemplo lo que exige pues si bien se alistó en la Guardia Nacional, se negó ir a la guerra de Vietnam, y algunos le atribuyen la cita: «no quería perder la vida en el arrozal de ningún país asiático«. La publicación más antigua de los EEUU, The New Hampshire Gazette, publicó una base de datos de los halcones cobardes (Chickenhawk), donde señala a las principales figuras públicas de la sociedad estadounidense, que se negaron ir a la guerra de Vietnam. Dos connotados Chickenhawk, forman parte del equipo de Trump, estos son Elliot Abrahms, el «carnicero de Centroamérica», y John Bolton el antípodas de Isidro Llusá, el niño tamborilero del Bruc, un pueblito del Anoia, cerca de las montañas de Montserrat en Catalunya, cuyos habitantes estaban desesperados ante la avanzada de las tropas invasoras de Napoleón. El 6 junio de 1808, el niño Isidro, hizo sonar su tambor con tanta energía que al reverberar contra los flancos montañosos de Montserrat, las tropas invasoras francesas creyeron que se enfrentaban a un enemigo superior y optaron por la retirada ante una derrota segura. John Bolton es, el antípodas del niño Isidro, ya que al tocar su tambor de la guerra, pretende presentarse ante sus contendientes como poderoso e imbatible, logrando el efecto contrario ante la realidad ineludible, descrita por el Embajador de China en Irán, Pang Sen, en mayo pasado: «El futuro declive del poder de EEUU es evidente, y la victoria será para China e Irán«. Lejos de poner en huida al poderoso ejército y gobierno iraní, el imperialista de Norteamérica se encontró con un férreo muro de dignidad que le espichó un dron con su poderoso sistema de defensa aérea y le desmontó el falso positivo de los buques atacados en el Estrecho de Ormuz; en el cual, el mundo todo fue testigo de hasta qué nivel de barbarie es capaz de llegar el imperialismo, en la obtención de sus nefastos objetivos geopolíticos. Y, a qué nivel de ridiculez es también capaz de llegar, a decir del propio Trump, que se excusó de no responder –militarmente- a Irán, bajo el falso supuesto de que asesinaría 150 personas, si concretaba su agresión contra el pueblo persa. ¿Cuándo en su historia, el imperialismo, se había detenido en la obtención de sus criminales objetivos por causa humana?

La imposibilidad de poder concretar su agresión militar contra el pueblo de Irán, lleva al «Calígula del copete naranja» del Trump a expresar con sinceridad, las causas que motivan a su tamborilero Bolton a retumbar los cueros para ver si retumban en Teherán, y atienden el llamado a diálogo formulado por Trump, en medio de sanciones y agresiones de todo tipo contra el liderazgo iraní, y sus devastadores efectos sobre la vida del pueblo persa. «No permitiremos que Irán tenga un arma nuclear«, dijo Trump a periodistas fuera de la Casa Blanca, rematando: «Cuando acepten esto, tendrán un país rico. Serán muy felices y yo seré su mejor amigo. Espero que eso ocurra«. ¡Mayor desparpajo! El Guía Supremo de la Revolución Islámica, Ali Jameini, le respondería en términos contundentes a Trump, en su cuenta tuiter: @khamenei_ir «No creemos para nada que EEUU esté buscando negociaciones genuinas con Irán; porque unas negociaciones genuinas no vendrían jamás de personas como Trump«. Mientras que, el presidente iraní Hasán Rohani, respondía en términos más vergonzantes para Trump: «las sanciones demuestran la desesperación de Washington y evidencian que la Casa Blanca sufre un retraso mental«. Poner fin a su Programa Nuclear, para así calmar el nerviosismo nazisionista que ve en Irán, una potencia en ascenso y con capacidades militares que ya superan en mucho, a las que tiene ese portaviones gringo en Oriente Medio que es Israel, y, a diferencia de Irán, sí posee armamento nuclear y es un enemigo declarado de la paz en esa región del planeta. Como bien pudiera confirmarlo, el malogrado pueblo palestino, víctima inocente de sus horrendos crímenes de lesa humanidad.

La historia de la humanidad, es testigo del uso criminal que le ha dado a las armas nucleares los EEUU. Hiroshima y Nagasaki, 6 y 9 de agosto 1945, el holocausto japonés, ha quedado como testigos mudo de la crueldad criminal del imperialismo de EEUU y su presidente Harry Truman, sus 340 mil muertos y sus 190 mil supervivientes, padeciendo leucemia y otros tipos de cánceres, producto de su exposición a la radiación nuclear. Wilfred Burchett, primer periodista extranjero que llegó a Hiroshima, describió el holocausto que presenció: «De miles de personas, más cerca del centro de la explosión, no hubo rastro. Desaparecieron. La teoría en Hiroshima es que el calor atómico fue tan grande que se quemaron al instante a cenizas… excepto que no hubo cenizas…» Irak, superó en creces la crueldad de Hiroshima y Nagasaki juntas. Just Foreign Policy, estima las víctimas de esa acción de invasión imperialista comandada por EEUU, «en nombre de la libertad«, en 1 millón 455 mil 590 de seres humanos. La radiación, producto de balas, misiles, bombas estadounidenses que contienen uranio empobrecido, estimado por el Pentágono, y utilizado en esa guerra fue de 4 millones de libras. Cantidad de radiación, que comparada con la bomba lanzada contra Nagasaki, dan muestra –en términos comparativos- que, para poder igualar ambos eventos, se requerirían 400 mil bombas nucleares, tipo Nagasaki. El holocausto nuclear japonés, fue ampliamente superado en Irak por las fuerzas militares de EEUU y sus aliados.

Irán y Venezuela, constituyen un referente universal de dignidad que los pueblos del mundo observan y aprecian con marcado interés. Si en el pasado reciente, Cuba y Palestina, se convirtieron en los objetos deseados de las maldades imperialistas; hoy , el imperialismo se afinca en maldad extrema contra Irán y Venezuela, en sus fracasados intentos de doblegar la gallardía de ambos pueblos, libres y soberanos, que han sabido enarbolar con orgullo, el testigo recibido de manos de Fidel y Arafat. Tantas derrotas juntas, acumuladas por los halcones de Trump, en Irán y Venezuela, comienzan a preocupar a los ornitólogos, quienes alertan por las migraciones de éstos hacia lugares en que puedan conseguir presas más dóciles y permisibles a sus ansiados deseos de destrucción y muerte. Huyen de las palomas de la paz mundial, que en acompañamiento con Rusia y China, hoy representan Irán y Venezuela…

Postcriptum: ¡No es tiempo de cobardes! Cuenta el Gral. José Antonio Páez, uno de los episodios más dramáticos de la Batalla de Carabobo, en que las fuerzas patrióticas del Ejército Libertador se enfrentaban a las imperiales españolas. Era junio 24, 1821, en medio de la contienda se le acerca a caballo el Teniente de Caballería, Pedro Camejo, Negro Primero le llamaban sus camaradas en armas. Páez, le grita: «¿Por qué huyes cobarde?«. A lo que Negro Primero, le responde con absoluta firmeza: «¡Mi General, vengo a decirle adiós, porque estoy muerto! Y acto seguido, Camejo y su caballo, cayeron a sus pies!«…

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