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Los peligros de las sanciones económicas de EE.UU.: tragedias humanitarias y guerras

Written by Debate Plural

Luis Gonzalo Segura (Russia Today, 14-6-19)

 

Estados Unidos está dispuesto a la guerra, a la guerra mundial, ya sea económica, comercial o bélica, y lo demuestra día tras día. En un momento en el que su hegemonía comienza a ser discutida, su imperio construido sobre guerras mundiales, bombas atómicas, napalm, Hollywood y hamburguesas muestra síntomas evidentes de debilidad. De agotamiento. Las grietas son cada vez más visibles y el descontento recorre las calles de Occidente impulsado por las desigualdades y unos índices de pobreza insospechados tras vaporosos anuncios cosméticos. Y en esa situación se ha desatado y está dispuesto a vulnerar el derecho internacional y los derechos humanos con tal de mantener su supremacía.

A la guerra arancelaria con China, la pequeña guerra fría con Rusia, las exigencias imperiales a los subordinados europeos o la sumisión forzosa de México habría que añadir una nueva vuelta de tuerca a los países sancionados: Cuba, Venezuela, Nicaragua e Irán. Una vez destrozado Oriente Medio y el Magreb, con Siria humeante, Corea del Norte en una calma tensa y el Estado Islámico desarbolado —el mismo que creció con el armamento y la inteligencia occidental—, la ‘Troika del mal’ latinoamericana y la antigua Persia son sus objetivos. Y no son tiempos para misericordias.

Las sanciones a Irán

Después de las duras sanciones impuestas en los últimos años —en noviembre de 2018 se sancionó a Irán para impedir su exportación de petróleo—, el pasado mes de mayo Estados Unidos impuso sanciones que afectaron a los metales industriales, los cuales suponen un 10% de las exportaciones de Irán. Metales como hierro, acero, aluminio y cobre son la segunda forma de ingresos más importante del país.

Donald Trump se felicitó por «imponer la campaña de presión más poderosa jamás presenciada» y Tim Morrison, director para las armas de destrucción masiva del Consejo de Seguridad Nacional, aseguró entonces que si Irán no cedía a las condiciones norteamericanas estaba en disposición de imponer todavía más sanciones.

Frente a Estados Unidos se han posicionado China, Rusia y hasta Europa, aunque esta última con el mayor de los disimulos. De hecho, la Unión Europea ha estado trabajando en un sistema jurídico y financiero con intención de sortear las sanciones para que sus empresas pudieran comerciar con Irán en divisas distintas al dólar. Esta compleja estructura, denominada ‘vehículo especial’, pretende evitar que las empresas del Viejo Continente se vean perjudicadas por las sanciones norteamericanas.

Pero Estados Unidos, al que solo acompaña en esta aventura Israel —en pleno aumento de la violencia con Hamas—, también ha amenazado con derribar el ‘vehículo especial’. Por si fuera poco, al tiempo del anuncio de las nuevas sanciones los norteamericanos arrojaron pólvora al fuego, por si estallaba todo de una vez, con el envío de un portaaviones a la región.

Como consecuencia de esta política de aumento de la presión, este mes de junio Estados Unidos impuso nuevas sanciones contra el grupo empresarial Persian Gulf Petrochemical Industries Company (PGPIC), al que calificó en abril pasado como terrorista. Este grupo petroquímico, el mayor del país, extrae el 40% de todo el petróleo iraní y exporta el 50% del crudo persa. Las sanciones también afectaron a 39 empresas subsidiarias, nacionales e internacionales.

Según Estados Unidos, la respuesta iraní, tanto a las sanciones de mayo como a las de junio, ha sido el ataque a petroleros en el estrecho de Ormuz. Cuatro en el mes de mayo y dos en el mes actual (el noruego Front Altair y el japonés Kokuka Courageous), de estos últimos, Japón ha intentado mediar sin éxito en el conflicto.

Dando por buena la versión norteamericana, país conocido por embustes de tamaño mundial como el Maine o las armas de destrucción masiva en Irak, la respuesta de Irán ha sido entorpecer el flujo de petróleo. Si yo no puedo comerciar con petróleo, los demás tampoco podrán. No al menos de forma segura ni económica. De hecho, los ataques se producen en una zona, el estrecho de Ormuz, por la que transita una quinta parte del petróleo consumido en el mundo, lo que ha provocado que el precio se disparara  en los momentos posteriores al ataque a un 4%, aunque pocas horas después bajó al 2%.

La guerra aparece, de nuevo, en el horizonte de Oriente Medio como consecuencia de la agresiva política de Donald Trump.

Las sanciones a Cuba

Cuba también ha sido sancionada a principios de junio por Estados Unidos por considerar que está cometiendo injerencia en las sanciones ya impuestas a Venezuela y Nicaragua (los otros dos miembros de la ‘Troika del Mal’ junto a los cubanos). En esta ocasión la prohibición alcanzó a los viajes educativos grupales de estadounidenses y a la exportación norteamericana de barcos y aviones privados. Sanciones que no son nuevas en Cuba, pues Estados Unidos ha ejercido un bloqueo económico durante casi sesenta años. Bloqueo y sanciones que fueron revertidas en parte por el anterior presidente norteamericano, Barack Obama, pero que Donald Trump está implementando de nuevo.

En mayo pasado, al igual que sucediera con Irán, el presidente norteamericano aplicó nuevas demandas al activar los títulos III y IV de la ley Helms-Burton, que se encontraban suspendidos indefinidamente desde que en 1996 Europa presentara una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Con estos títulos se permite que aquellos estadounidenses, incluidos los cubanos nacionalizados, que sufrieron expropiaciones en 1959 puedan, siempre que su valor supere 50.000 euros, demandar a las compañías que se beneficien de las mismas. Igualmente, se prohibiría la entrada en Estados Unidos de quienes hubieran confiscado propiedades de estadounidenses o comerciado con las mismas.

La primeras demandas fueron interpuestas por Javier García Bengoechea, heredero del propietario del puerto de Santiago de Cuba, y Mickael Behn, heredero de la compañía Havana Docks Corporation. Ambos demandaron a la empresa de cruceros Carnival. Y, previsiblemente, habrá más empresas demandas, siendo la española Meliá y la canadiense Sherritt las más afectadas, puesto que el objetivo de los norteamericanos es que estas demandas bloqueen el flujo de cruceros a la isla y ello incida en las sanciones económicas impuestas.

La ilegalidad de las sanciones

Como afirmó en mayo pasado Federica Mogherini, responsable de la Política Exterior de la Unión Europea, como consecuencia de las sanciones a Cuba, estas son contrarias al derecho internacional. De hecho, ya entonces anunció que la Unión Europea recurriría a tribunales internacionales. En el mismo sentido se manifestó el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, al manifestar que acudirían a la Organización Mundial del Comercio para detener estas sanciones.

Las Naciones Unidas explican con claridad que las sanciones se han demostrado muy negativas para los civiles, especialmente para los grupos más vulnerables, puesto que estas no van acompañadas de planes para mitigar el impacto humanitario de las mismas. Además, son consideradas medidas coercitivas obsoletas.

Aunque se han creado lo que se denominan ‘sanciones inteligentes’, esto es sanciones que en teoría solo afectan a un determinado grupo de personas, lo cierto es que las sanciones internacionales tienen su mayor efecto en la ciudadanía. Es imposible que las poblaciones queden al margen de las mismas, puesto que en la práctica no hay sanciones ‘inteligentes’, como no hay bombas ‘inteligentes’. El hambre y las armas matan.

¿Cómo puede pretenderse que los iraníes no pasen hambre si los norteamericanos han reducido sus dos sectores más importantes para la exportación, petróleo y metales? ¿Y qué sucederá cuando en Cuba dejen de llegar turistas en cruceros? ¿Y qué está sucediendo en Venezuela desde que está sufriendo tan salvaje ataque económico a sus exportaciones de petróleo y otros sectores?

Se dice, para justificar las sanciones económicas, que son una alternativa a las intervenciones militares, a las guerras, pero ¿por qué habría que invadir militarmente Cuba, Irán o Venezuela? ¿Por ser diferentes, quizás porque sí o tal vez porque Estados Unidos así lo quiere? ¿Por sus intereses económicos y comerciales? ¿Y por qué no sancionar o invadir militarmente a Arabia Saudí o Israel, dos países envueltos en los desastres humanitarios más importantes del mundo?

Sin embargo, las sanciones económicas norteamericanas son las que están cerca de provocar una guerra con Irán y las que han intentado derrocar Venezuela, aunque ello necesitara de un golpe de Estado y un conflicto armado. Por tanto, Estados Unidos no usa las sanciones económicas para evitar guerras o conflictos, sino para generarlos.

Estados Unidos no puede seguir sosteniendo la política de confrontación, bélica o económica, que tanto daño genera a las poblaciones y el mundo no puede seguir tolerándolo, sobre todo, porque como afirmó Richard Younghs, ex director de FRIDE (Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior), las sanciones internacionales se han revelado como un completo fracaso para promover la democracia, pues la población es la que sufre todas las consecuencias.

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