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Max Henríquez Ureña: panorama, trazado histórico, generaciones literarias

(28-3-17)

 

“Las nuevas generaciones han dedicado su atención, cada vez con mayor ahínco, a trabajos históricos y a ensayos ya filosóficos, ya históricos, ya literarios; pero a pesar de esa tendencia y del auge que, por otra parte, han seguido teniendo los géneros de índole narrativo –la novela y el cuento- la primordial actividad de las nuevas generaciones literarias se concentra en el campo de la poesía. Sin que falten brillantes figuras representativas en todos los géneros literarios, siguen siendo los poetas los que más amplio radio abarcan en las letras dominicanas.  Constituyen hoy como ayer, legión, y en esa legión nunca han faltado los buenos poetas”.  (Letras dominicanas, en Letras de América 1, Tomo XVI, Op. cit. p. 147)

Lo que revela el panorama o el trazado de las letras dominicanas en Max Henríquez Ureña es la opinión, la cronología, el concepto de taxonomía como fuerza que activa y pronuncia su práctica de crítico, historiador cultural, literario y por lo mismo su instrucción intelectual que cobró valor en las primeras dos décadas del siglo XX.

Los papeles de MHU publicados en Obra y Apuntes (op. cit.), obligan  a una lectura de la historia literaria, cultural e institucional caracterizada por la cronología y la taxonomía, formas que definieron en toda Europa y en América el estilo del quehacer histórico y comparativo, pero también del tratado, el ensayo biográfico, el índice histórico, el manual, la introducción, la historia, el compendio, las tablas cronológicas y otros designadores propios de la divulgación literaria y cultural que lograron imponerse como mecanismos de autoridad, erudición y trazado intelectual en el mundo europeo y de la América continental.

La fórmula escrituraria comprendida en el trabajo filológico, enciclopédico y morfológico-cultural cultivado en Europa y América de manera preponderante, conserva sus aciertos, límites y determinaciones como parte del triunfo del historicismo y las preceptivas histórico-literarias asumidas por las llamadas historias epocales y geográficas que triunfaron con el origen y desarrollo del Estado-nación, las fuerzas proyectadas del colonialismo cultural y sus posicionamientos oficiales y oficiosos. (Ver Madame De Stael, F. Stella, I. N. Tinianov, Paul Van Tieghem, A. Watten, O. Waltzel)

De ahí el trazado impuesto por las historias literarias y culturales de Américas coincidentes con el origen mismo de los Estados nacionales y el imperio de la geografía física, económica, espiritual, literaria y cultural en la conformación de los saberes en todos los Estados y espacios políticos de la modernidad y la transmodernidad.

Notorio resulta el uso de dicha práctica intelectual en el joven y más tarde adulto intelectual Max Henríquez Ureña y muchos, muchísimos historiadores, eruditos, compiladores, críticos y comparatistas e historiógrafos de la América continental.

El estilo historiográfico y compendioso de MHU abunda en sus panoramas, muchas veces clasificatorios y cronológicos; indica una práctica intelectual basada y fundamentada en los modos preponderantes de la llamada historia intelectual y literaria al modo de E. Faguet, F. Brunetiere, A. Thibaudet, G. Lanson, M. Menéndez y Pelayo, Amador de los Ríos y otros historiadores que influyeron en el mundo europeo y americano.

De ahí la influencia que presenta el estilo de divulgación histórico-literario y cultural de nuestro intelectual e historiador en sus Letras de América.

La fórmula indicadora y propedéutica es la que marca la sección Letras dominicanas del primer tomo, intitulado por los compiladores de Letras de América en Obra y Apuntes.  Así, en la segunda sección de Letras dominicanasnuestro historiador comienza con una fórmula propia del historicismo epocal de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX:

“La República Dominicana fue proclamada el 27 de febrero de 1844 por la eficaz acción del grupo de jóvenes que integraron la sociedad patriótica La Trinitaria y tenían como mentor y guía a Juan Pablo Duarte (1813-1876)”. (Ver, p. 131)

Este foco de nacimiento resulta de la historia que “lee”, divulga y motiva MHU en sus grandes obras históricas y escritos sobre la República Dominicana (Ver, La Independencia efímera, El arzobispo Valera, La conspiración de Los Alcarrizos, El ideal de los trinitarios, El ideal de los trinitarios, Los Yanquis en Santo Domingo, Panorama de la República Dominicana, Panorama histórico de la literatura dominicana y otros).

El “Índice histórico de la poesía dominicana” está lleno de datos relativos al surgimiento de la poesía, al momento de fundarse el Estado-República Dominicana. Según MHU:

“Uno de los trinitarios, Félix María del Monte (1819-1899), que compuso al iniciarse la lucha por la independencia el primer himno de guerra que entonaron los patriotas, merece ser considerado como padre de la literatura en la república independiente. Su personalidad fue múltiple: lírico de noble inspiración a la vez que ardiente poeta político, prolífico autor dramático, jurista distinguido, orador forense y académico, periodista, profesor, hombre de Estado…” (Ver, p. 131).

La doxología de MHU se articula mediante el juicio biográfico y generacional sobre su abuelo, el poeta Nicolás Ureña de Mendoza, José María González y Félix María del Monte, señalados como poetas que introdujeron la “nota del Criollismo en la poesía dominicana”.

Según MHU:

“Otros poetas pueden recordarse en aquel período: el fabulista Felipe Dávila Fernández de Castro (1806-1879); Javier Angulo Guiridi (1816-1884), que publicó en Cuba sus primeros Ensayos poéticos (1843); Manuel María Valencia (1810-1870), con el cual hace su entrada el romanticismo en la poesía dominicana; Félix Mota (1829-1861); Manuel Rodríguez Objío (1838-1871), vibrante cantor político y patriótico; Manuel de Jesús de Peña y Reinoso (1834-1915) y Josefa Antonia Perdomo (1834-1896); pero hasta la generación subsiguiente no alcanzará la poesía dominicana sus más altas y brillantes manifestaciones. Así lo apreció Menéndez y Pelayo cuando dijo: “Para encontrar verdadera poesía en Santo Domingo hay que llegar a D. José Joaquín Pérez, el autor de El junco verde, de El voto de Anacaona y de la abundantísima y florida Quisqueyana en quien verdaderamente empiezan las Fantasías indígenas, interpoladas con los Ecos del destierro y con las efusiones de La vuelta al hogar; y a la egregia poetisa Salomé Ureña de Henríquez (Herminia) que sostiene con firmeza en sus brazos la lira de Quintana y de Gallego, arrancando de ella robustos sones en loor de la patria y de la civilización, que no excluyen más suaves tonos para cantar deliciosamente La llegada del invierno o vaticinar sobre la cuna de su hijo primogénito”.

El enmarque histórico e historiográfico de Max, unido al del polígrafo Marcelino Menéndez y Pelayo, desarrolla la doxa en torno a las llamadas generaciones literarias que sobresalieron con el nacimiento del Estado-nación dominicano.

Max utiliza el concepto de generación y de promoción indistintamente para clasificar y ordenar su historia.

El trazado panorámico tiene en MHU su influencia como procedimiento, recurso y posicionamiento; lo que hace repetitivo y hasta monótono su desarrollo. La abundancia de datos como marca del tratamiento historicista y descriptivo no oculta sus guiños, líneas y hasta influencias de los historiadores de finales del siglo XIX y XX.  El mismo procedimiento escriturario y hasta exegético-biográfico ha sido cultivado por clasificadores, historiadores, divulgadores y profesores dominicanos de literatura, historia y ciencias sociales.

Otro ejemplo abundante en elCompedium panorámico de MHU es el siguiente:

“Otros nombres que corresponden a ese período (se refiere a la generación de José Joaquín Pérez (1845-1897): Emilio Prud’Homme (1856-1932), autor de las estrofas del Hinmo Nacional; el humorista Pablo Pumarol (1857-1889); César Nicolás Penson (1855-1901), a quien se debe una composición de gran vigor imaginativo, La víspera del Combate, y el benjamín de ese grupo, Enrique Henríquez (1859-1940), que acierta a producir en sus Nocturnosrecóndita sensación de quietud y de misterio, no menos que en otro de sus más bellos poemas, inspirado por la sombra de Edgar Allan Poe: Never More.

Promoción y generación constituyen en el marco de la historia literaria dominicana, dos puntales utilizados por críticos y divulgadores literarios dominicanos.  Al revisar manuales, tablas cronológicas, breviarios, valoraciones historicistas e histórico-literarias, encontramos que gran parte de los mismos “imitan” dicho registro que analizamos en el caso de un maestro dominicano y de su obra histórica y crítica.

About the author

Odalís G. Pérez

Profesor Investigador de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

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