Internacionales Nacionales

Del fin del comienzo al comienzo del fin (2)

Written by Debate Plural

Jorge Beinstein (Rebelion, 25-6-14)

Desde 1990 (aproximadamente) mientras el Producto Bruto Mundial venía decrecíendo suavemente en progresión aritmética (desde los años 1970) la masa financiera comenzó a crecer en progresión geométrica. Los productos financieros derivados, su espina dorsal, pasaron de representar unas dos veces el PBM a fines de los 1990 a unas 12 veces en 2008 pero a partir de allí la expansión se estancó y tendió a decrecer poco a poco.

Durante su ascenso la especulación financiera fue la muleta parasitaria que permitió a los consumidores, empresas y estados del Primer Mundo seguir gastando e invirtiendo aunque los rendimientos marginales de la avalancha financiera fueron decrecientes al cuadrado en términos de crecimiento del producto bruto de los países centrales, cada vez hacía falta más droga financiera para obtener cada vez menos expansión económica hasta que finalmente en 2008 el mecanismo se quebró, el peso financiero se hizo insostenible y se desató una seguidilla de auxilios estatales al sistema financiero para impedir su derrumbe.

Pero estos auxilios no reactivaban la economía solo frenaban la debacle financiera haciendo aumentar las deudas públicas hasta el punto en que el estado norteamericano estuvo dos veces al borde del default mientras las deudas publicas más las privadas de Japón llegaron en 2013 al 520 % del PBI, al 510 % de Gran Bretaña, etc. A partir de allí los auxilios se agotaron y el Primer Mundo ingresó en lo que en el mejor de los casos para él podría ser descripto como un largo periodo de estancamientos, recesiones y crecimientos anémicos que no debe ser pensado como una meseta de enfriamiento estable de la producción, el consumo y el empleo sino como un tobogán descendente.

El crecimiento cero o la declinación aunque sea suave significan el aumento tendencial del desempleo y en consecuencia el ingreso en un complejo fenómeno de desintegración social.

Por su parte la militarización de los Estados Unidos no terminó con el fin de la guerra fría, luego de un breve estancamiento hacia fines de los años 1990 recomenzó la expansión de los gastos militares de tal modo que para 2012 su volumen real (sumando todas la erogaciones con finalidad militar del estado, no solo las del Departamento de Defensa) se llega a una cifra equivalente a aproximadamente el 9 % del producto Bruto interno3. Lo que podríamos abarcar como área militar y de seguridad se deslizó del pasado “clásico” poblado por militares y agentes profesionales de tipo tradicional adscriptos directamente a la administración pública a una nueva etapa con participación ascendente de mercenarios, estructuras privadas contratadas por el estado, y una multitud de organizaciones públicas y privadas informales oscilando entre la legalidad y la ilegalidad, mezcladas con negocios clandestinos (drogas, prostitución, tráfico de armas, etc.). Guerra de Cuarta Generación, lumpen-burguesía financiera y lumpen-militarismo se conviertieron en el núcleo duro ideológico-físico de una élite imperial degradada que algunos autores señalan como lumpen-imperialista4.

Pero así como la mega burbuja financiera apuntaló primero el funcionamiento del sistema para luego convertirse en un salvavidas de plomo, la degeneración militarista-mafiosa y su novedosa doctrina aparecieron como la tabla de salvación de estructuras militares y de inteligencia ineficaces ante una periferia aparentemente lista para ser devorada pero que se les escapaba de las manos. Sin embargo esas esperanzas eran ilusorias, lo único que han conseguido es destruir países, fracasar en el intento o ambas cosas al mismo tiempo acumulando gastos y déficits fiscales: la criminalidad converge con la estupidez.

La “transición 2008-2013” significó un cambio fundamental en las formas de la guerra (su degradación radical) que dejó al descubierto el carácter de la mutación en curso del conjunto del capitalismo. Hacia mediados de los años 1950 y haciendo referencia a la por entonces reciente practica bélica nazi Johan Huizinga señalaba que históricamente la guerra siempre había formado parte de las civilizaciones o culturas “puesto que una comunidad (en guerra) reconocía a la otra (contra la que hacia la guerra) como humana… y separaba claramente y de manera expresa la guerra de la paz, por un lado, y de la violencia criminal, por otro. La teoría de la guerra total – destacaba el historiador- ha renunciado al último resto lúdico de la guerra (es decir a toda regla de juego) y con ello a la cultura, al derecho y a la humanidad en general5

A mi entender la ruptura hitleriana con relación a la práctica y a la teoría de la guerra, es decir la “guerra total” y sus genocidios fue un anticipo, un primer ensayo en plena crisis capitalista de lo que actualmente aparece como Guerra de Cuarta Generación. En el primer caso se trató de una monstruosidad temprana, pionera “alemana” pero con antecedentes en la cultura más reaccionaria de los Estados Unidos, autores como Domenico Losurdo han establecido de manera rigurosa evidentes raíces ideológicas estadounidenses del nazismo6. Ese desastre expresaba la enfermedad de una civilización que todavía disponía de reservas sistémicas (morales, productivas, institucionales, etc.) como para reponerse y que aún no había sufrido una metástasis general. El tumor hitleriano fue extirpado a medias y el mal pudo sobrevivir ocultándose en las sombras a la espera de una nueva oportunidad, llegaron los juicios de Nüremberg, los crimenes de guerra (la violación de las reglas de juego de la guerra moderna) fueron condenados selectivamente de manera prolijamente desprolija.

Cuando hacia fines de los años 1930 Hermann Rauschning escribió una obra esencial para entender el funcionamiento del fenómeno: “La revolución del nihilismo”, acertó al señalar que “la esencia de la dominación nazi es el nihilismo”, la negación a la vez criminal y suicida de la realidad humana, pero se equivocó completamente cuando pronosticó que “ese fanatismo producido y difundido por la maquinaria del poder es tan vacío, tan artificial e inauténtico que todo ese gigantesco aparato podría derrumbarse de un día al otro a causa de un solo acontecimiento sin dejar ningún rastro de vida autónoma7. Rauschning no supo (o no quiso) hundir el bisturí hasta el fondo, de hacerlo se hubiera visto obligado a colocar en el banquillo de los acusados al conservadorismo burgués en su conjunto y a partir de allí a los aspectos destructivos (y autodestructivos) de la civilización occidental a la que él se enorgullecía pertenecer.

Ahora cuando vemos al cáncer fascista propagarse tranquilamente por toda Europa al ritmo de la crisis, desde el avance irresistible del Frente Nacional en Francia hasta la victoria neonazi en Ucrania, pasando por Holanda, Belgica, Croacia, Hungría, los países bálticos, Grecia, etc. no podemos dejar de constatar el enraizamiento profundo del mismo no solo en la tragedia de los años 1920-1930-1940 sino en historias muchos más antiguas, en fanatismos religiosos, en genocidios coloniales y otras prácticas sociales de gran crueldad (el nazismo clásico no era superficial ni inauténtico, hundía sus raíces en la larga trayectoria criminal de Occidente).

Pero lo más significativo y terrible ha sido la reinstalación sin mayores escándalos de la doctrina hitleriana de la guerra total, rebautizada Guerra de Cuarta Generación y a veces edulcorada como “golpes blandos” o “suaves” o bajo la delirante presentación de guerras o bombardeos “humanitarios”. Ahora ya no se trata de una experiencia pionera y en cierto modo sorpresiva, “anormal” sino de un vale-todo aceptado por el conjunto de las élites imperialistas. El hecho de que la forma capitalista de hacer la guerra haya sufrido tal transformación está estrechamente vinculado a (forma parte de) la transformación del capitalismo en un sistema destructor de fuerzas productivas extendiéndose al contexto ambiental con sus tierras, mares, montañas, animales, etc. apuntando hacia la aniquilación de todo el patrimonio histórico de la humanidad, de toda la acumulación de civilizaciones.

¿Retorno al origen?

Podríamos establecer paralelos entre la coyuntura actual y los orígenes de la modernidad. Robert Kurz puso al descubierto los orígenes militares del capitalismo. Hacia el siglo XVI, según Kurz “no fue la fuerza productiva, sino por el contrario una contundente fuerza destructiva la que abrió el camino a la modernización, a saber, la invención de las armas de fuego. La producción y movilización de los nuevos sistemas de armas no eran posibles en el plano de estructuras locales y descentralizadas que hasta entonces habían marcado la reproducción social, sino que requerían en diversos planos una organización completamente nueva de la sociedad. Las armas de fuego, sobre todo los grandes cañones, ya no podían ser producidas en pequeños talleres, como las premodernas armas de punta y filo. Por eso se desarrolló una industria de armamentos específica, que producía cañones y mosquetes en grandes fábricas8 .

Un buen ejemplo de ello es la presencia en pleno siglo XVI del célebre “Arsenal de Venecia” fabrica militar muy admirada en su época, probablemente la primera industria moderna, que inspiró a muchos emprendimientos militares y civiles posteriores y cuya organización productiva basada en una eficaz división de tareas esbozaba el modelo que varios siglos después en el inicio de la revolución industrial inglesa describió Adam Smith.

Fue efectivamente en torno de los desarrollos militares que se fueron generando redes comerciales y financieras que permitían a los príncipes y demás señores de la guerra lanzar sus aventuras.

Las mismas estaban destinadas a las luchas intestinas de las aristocracias y a la represión de las masas campesinas pero su objetivo principal era el pillaje de la periferia, disparador decisivo y alimentación duradera, plurisecular de la emergencia y consolidación del capitalismo, sus mercados internos centrales, su ciencia, su arte y su expansión industrial y tecnológica (existe por ejemplo una sobreabundante literatura referida a la incidencia de la inundación de oro y plata proveniente de las colonias americanas en la transformación burguesa de Europa) 9 .

Fue la alianza militar-parasitaria, entramado de mercenarios, aristocracia militarizada, comerciantes-bandidos, usureros de alto nivel, etc. la plataforma de lanzamiento de la conquista de la periferia permitiendo que una relativamente pequeña economía guerrera realizara un pillaje desmesurado con relación a su tamaño inicial. En el siglo XVI el producto bruto de Occidente apenas superaba el 10 % de lo que podríamos considerar como producto bruto mundial contra 23%-24 % China o 27%-28% India10.

Hubo una primera tentativa: las Cruzadas cuando aproximadamente en los siglos XII y XIII los occidentales lanzaron una sucesión de invasiones al rico Cercano Oriente ocupando parte de su territorio11.

Pero esa colonización fracasó pese a la enorme crueldad desplegada, los pueblos invadidos disponían de una capacidad militar que les permitió expulsar al invasor por medio de lo que podríamos llamar guerra de larga duración, la disparidad militar entre invasores e invadidos no fue lo suficiente grande como para sellar la derrota definitiva de las víctimas.

La situación fue cambiando desde el siglo XV y experimentó un gran viraje en el siglo XVI en que Occidente adquirió una superioridad técnico-militar decisiva sobre el resto del mundo.

La batalla de Lepanto (1571) probó la superioridad técnica occidental sobre el Imperio Otomano, la eficacia del Arsenal de Venecia estuvo detrás de esa victoria12, medio siglo antes los españoles habían utilizado su abrumadora superioridad técnica para aplastar al Imperio Azteca que no conocía la pólvora ni las armas de metal.

Esa superioridad militar de Occidente no fue producto del azar, se apoyó en el vertiginoso desarrollo de su ciencia militar durante los siglos XV y XVI, la ingeniería militar estuvo en el centro del Renacimiento europeo, heredaba a la ingeniería militar medieval que su vez mantenía vínculos con la ciencia militar de la antigüedad greco-romana. Bertrand Gille relata que “cuando en 1328 Felipe V de Valois concibió el proyecto de partir a las cruzadas Guy de Vigevano se convirtió en su consejero militar y escribió para el rey un tratado sobre maquinas de guerra…que puede ser considerado como uno de los principales antecedentes de la ciencia militar posterior”. Gille destaca que “ciertas ilustraciones del tratado presentan analogías sorprendentes con algunas imágenes de antiguos manuscritos griegos y romanos” que junto a otros desarrollos medievales demuestran según el autor una clara continuidad científico-técnica en el tema militar desde Grecia y Roma hasta llegar a los siglos XV y XVI13.

La continuidad histórica de la “demanda” (el militarismo) para esa ciencia se remonta primero a la Edad Media europea una de cuyas características principales fue el sobre dimensionamiento de sus dispositivos bélicos, la excesiva proliferación de organizaciones militares conducidas por príncipes aspirantes a emperadores y titulares de “imperios” como Carlomagno pasando por señores de la guerra de todo tamaño, bandas de mercenarios, etc. Militarismo feudal enlazado históricamente con la Antigüedad europea guerrera e imperialista, constatemos solamente que como lo observa James O’Donnell con relación al imperio romano ya en decadencia: ”después de llegar al trono en el año 284 el emperador Diocleciano y sus sucesores pudieron restaurar las fronteras romanas y el orden romano multiplicando por cinco o diez el número de soldados y funcionarios. Diocleciano aumentó el número de soldados a 400 mil y más tarde llegó a alcanzar los 650 mil14.

En su libro “Matanza y cultura”15 Victor Hanson desarrolla la larga trayectoria belicista de Occidente y al referirse a sus victorias militares del siglo XVI señala que “el dinamismo militar europeo era un continuo de la Antigüedad clásica, no una consecuencia casual de la edad de la pólvora y del descubrimiento del Nuevo Mundo… desde Grecia hasta el presente… las afinidades demostradas por las sociedades occidentales en su forma de hacer la guerra resultan asombrosamente duraderas” y agrega luego: “las falanges macedonias, igual que el ejército de Cortés, la flota cristiana que combatió en Lepanto y la compañía de fusileros británicos que defendió Rorque’s Drift (1879-África, las tropas coloniales fueron derrotadas por los zulues) disponían de un armamento muy superior al de sus adversarios”.

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