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La deriva mercenaria de Washington hacia Venezuela

Written by Debate Plural

Mision Verdad (15-1-19)

La proclamación y autojuramentación de Juan Guaidó como “Presidente interino y de la transición” en Venezuela, empleando la figura de la Asamblea Nacional en desacato e inhabilitada en sus funciones administrativas, sugiere para Venezuela otra etapa en la trama de desestabilización que ha conocido la nación petrolera.

También Guaidó fue “habilitado” para asumir la presidencia de Venezuela, por la instancia autodenominado “Tribunal Supremo de Justicia en el exilio”, que meses antes había proclamado a Antonio Ledezma como “Presidente de la transición en Venezuela”. Mediante carta firmada en Washington, el llamado tribunal que fue creado como instancia paralela a las instancias en ejercicio y con legitimidad en Venezuela, autorizó a Guaidó para hacerse del poder.

En un marco de asedio de espectro total como el que sufre Venezuela, la fijación de instancias paralelas, paralegales, como tribunales supremos y presidentes paralelos, prefija condiciones para el desmembramiento de la legitimidad en la que está investida el presidente Maduro, al menos ante la comunidad internacional, que es donde en realidad se demarcan y desarrollan estos eventos.

Se propaga un intento de fragmentación de la institucionalidad venezolana que en teoría, legitimaría el uso de la fuerza contra el Estado venezolano bajo el supuesto de un “rescate de la democracia”.

Ante la autoproclamación de Guaidó, las reacciones no se hicieron esperar desde Washington mediante varios de sus más importantes voceros. Mike Pompeo, Secretario de Estado, el senador de La Florida Marco Rubio y John Bolton, asesor de seguridad de Trump, desde el 10 de enero declararon al presidente venezolano Nicolás Maduro como “usurpador” del cargo  y seguidamente el 11 de enero, proclamaron a Juan Guaidó como figura “legítima” que ostenta el cargo de “Presidente” de Venezuela.

En contexto, la trama de deslegitimación de las autoridades venezolanas, está claramente delineada desde la postura de la Casa Blanca en intentar doblar la institucionalidad venezolana y con ello presionar a Nicolás Maduro para una entrega del poder, en un claro acto de intento de desmantelamiento del Estado-nación venezolano, dada la negación de Washington de las leyes venezolanas y la ausencia, hasta la fecha, de un nuevo acuerdo que coloque al chavismo y a la oposición venezolana en vías de resolver la pugna interna.

Para la oposición venezolana, claramente dirigida y apoyada por EEUU, no hay diálogo posible con el chavismo. Por lo tanto la agenda venezolana luce cada vez más en vías de choque y convulsión.

El rol de Pompeo, Rubio y Bolton ha sido indispensable para posicionar el tema venezolano como una situación de primer nivel en la ajetreada y compleja mesa de las relaciones internacionales estadounidenses. Con varios frentes de choque en simultáneo, la Casa Blanca dirime y ordena su política para la región amalgamando su apresto político en el Grupo de Lima, condensando un lobby de presión política regional contra Venezuela y promoviendo el cerco diplomático y económico contra la nación petrolera.

Pero al mismo tiempo, la agenda que involucra acciones militares regulares e irregulares contra Venezuela, parecen escalar a nuevos niveles esta vez cuando estos funcionarios han llamado, en la misma narrativa de Juan Guaidó, a las fuerzas armadas venezolanas, a la comunidad internacional y a los factores civiles de la vida venezolana, a “hacer efectivo” un gobierno de transición presidido por Guaidó. Un abierto señalamiento al empleo de la fuerza.

El desmantelamiento de la “Operación Constitución”, señalado por el medio estadounidense Bloomberg a mediados de 2018 y que confirma la planificación de acciones armadas irregulares en Venezuela mediante la cooptación de militares y otros componentes de seguridad en Venezuela, así como la colaboración logística desde Florida (EEUU) y Colombia, con la probable inserción de elementos mercenarios a Venezuela, es un elemento relevante e indispensable a reconocer, por tratarse de un aflujo importante de intenciones armadas que no tendría lugar sin el apoyo de funcionarios norteamericanos.

El ex coronel venezolano Oswaldo García Palomo habló para Bloomberg en diciembre de 2018 explicando la intención de una sublevación militar en Venezuela, al unísono de los continuos pronunciamientos que ha hecho el senador Marco Rubio para el derrocamiento de Maduro por parte de sus fuerzas armadas.

A mediados de diciembre, luego de su visita a Rusia, el presidente Nicolás Maduro presentó serias denuncias que involucran al asesor de seguridad estadounidense John Bolton en fraguar una inserción de fuerzas regulares e irregulares estadounidenses y colombianas en Venezuela, que actuarían bajo la apariencia de ser fuerzas regulares venezolanas, en la acometida de un golpe de Estado.

Esta trama de señalamientos y situaciones que suponen el desarrollo de una fluida colaboración entre funcionarios y países, para otra “Bahía de Cochinos” en Venezuela, contaría sin dudas con el beneplácito u apoyo de Mike Pompeo, quien dirige la política exterior estadounidense con métodos de la CIA, donde fue su director.

El empleo de las vías irregulares y mercenarizadas contra Venezuela camufladas como fuerzas armadas nacionales, es sugerida como una seria posibilidad para bypassear la falta de consensos políticos alrededor de los países de la región, buena parte de ellos integrados en el Grupo de Lima, sobre la opción militar contra Venezuela.

La cancillería rusa emitió un comunicado recientemente que explica esa situación, pues de ella se decantaría un conflicto de proporciones regionales que serían técnicamente imposible de encapsular eficazmente, agudizando fenómenos como la migración desde Venezuela al extranjero y la creación de un foco de inestabilidad a gran escala en la región sudamericana y el Caribe.

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