Cultura Nacionales

El “quantum” de la cultura

Written by Debate Plural

Marcio Veloz Maggiolo (Listin, 4-1-19)

Para mi amigo Euro Capella

Leyendo a Fritjof Capra me obsede la idea de que  la concepción de  cultura que tradicionalmente nos domina e influye , es la de un todo donde puede, erráticamente, tener vigencia  la fusión acomodada  de una serie de hechos considerados como culturales aglutinados  de manera más o menos coherente,  para proporcionarles  un  sello puramente clasificatorio, sea este bajo títulos como por  “la cultura norteamericana”, “la cultura francesa”  etc., o  en nuestro caso “la dominicana”, donde predomina la  singularización gramatical, “la”  que es el signo de esa aglutinación.  El idioma es aglutinante y tiende a ser resumidor, formula de tres expresiones, la oralidad, la escritura y el signo dentro de ella.

Capra, en su obra El Tao de la Física,  apunta que, en los años  sesenta del pasado siglo, al llegar  a California e integrarse a la  vida hippie   notó con sorpresa como una “contra cultura”  encarnaba con éxito  la refutación de la cultura general de los  Estados Unidos de aquel momento, mostrando una conformación diferente de la generalmente conocida como  cultura norteamericana, mientras desaparecían las influencias con  la precedente cultura europea, de donde se colige  que dentro de un mismo bloque cultural,  pueden existir núcleos contradictorios con fuerza suficientemente expansivas como  para extenderse hasta alcanzar expresiones universales. La época hippie se dilató y tomo fuerzas en países orientales entre los cuales estuvo el Japón cuya expresión de este tipo fue casi un calco de la que también alcanzo las modalidades europeas.  El “hippismo” fue  que ante todo un sentimiento.  Fue la época del Angela Davis, Joan Báez,  de Mohamed Ali, del Black Power;  la de una visión cultural que se sintió en las predicas del LSD como camino esotérico de una juventud arropada por la decepción  de donde aflora  la primera liberación del cannabis o marihuana como un proceso de protesta  integrador, aglutinante, de  una fusión autónoma  de las expresiones culturales. La época de la cultura psicodélica promovida por el psicólogo Timothy Leary.

Una cultura, aparte de ser ideológica, es también cronológica, pudiendo ser a su vez la idealización  de  una totalidad político- social que aspira a presentar como unificadas las diversas modalidades interiores de sus  expresiones dándose a veces el caso de que  las que eran antes rechazadas, puesto que no se consideraban valores compatibles con los del establishment, sino antivalores,  fueran  aceptadas como valores establecidos absorbidos e integrados. La historia camina derrumbando, recreando y manteniendo, gracias a su funcionalidad, tradiciones y formas de la tradición.

El caso de Fritjof Capra, notable físico subatómico, autor de numerosos textos sobre la física quántica, revela, según lo muestra el mismo, la posibilidad de sin “dañarse”  intelectualmente y haciendo gala de estudios sobre la relación científica entre física y creencias orientales, encontrar junto a otros investigadores de su misma línea, la correlación entre la física quántica y muchas coincidencias entre esta y numerosas aplicaciones presentes en las experiencias contenidas en textos orientales, chinos, hindúes y japoneses,  que considera compatibles con el pensamiento religioso oriental.

Tal pensamiento, como si fuese una forma de “exsoesperiencia” (La experiencia exterior diferente a la normal), me lleva entonces a entender las que podrían considerarse como  culturas internas de una cultura, tal vez, guardando la distancia, (los átomos ideológicos de las expresiones culturales), y a pensar que toda gran cultura puede estar compuesta por expresiones fragmentarias entre las cuales las típicamente contraproducentes  deben ser consideradas también como parte de  una expresión definitoria por contradictoria aunque  equivocada para muchos, que es   parte integral  de la cultura general tratada como  unicidad acomodaticia para su mejor comprensión.

La organización y expresividad de las culturas tiene liturgias, rituales propios, que van desde la palabra hasta las creencias. Cada palabra posee un contenido histórico que avala y justifica su aparición. En la biografía de los vocablos existe  una parte de la de los humanos.   Desde el pensamiento hasta los idiomas y símbolos, y desde lo pensado hasta lo conformado, en  las ideologías existe una historia descifrable, un escondrijo del pasado. Gerundio y participio contienen un trayecto mental que no es mensurable, ni puede  ponerse en una balanza. Son un movimiento quántico. Un aprendizaje y no una expresión física, sino algo que, sin ser material, forma parte de las sugerencias  de la materia. En este camino se inscriben los modos de vida y los de trabajo, compuestos por acciones.  Vale decir que una concepción de lo cultural como un marco rígido, ha sido hasta hoy la concepción para encajar forzadamente su enunciación.

En las interpretaciones para establecer la unidad de una cultura se ha producido muchas veces el olvido de sus componentes, lo que puede llevar a una interpretación unitaria de algo que no lo es. Me parece que la cultura interpretada como si fuese la unidad de limaduras en el imán, tiende a ser confusa siempre por acumulaciones distintas  en su contenido. Fusión de formas que, como en un rompecabezas, pueden ser la resultante de modelos o modos de vida diversos y dispersos, atraídos solo por algunas coincidencias, las de un paisaje artificial  con sus variantes, consideradas como  integrables con la finalidad de una lógica característicamente cartesiana como es la de presentar mecánicamente el mundo, clasificándolo y mostrando del mismo la unicidad necesaria para su entendimiento, el  cual se apoya en un alto grado de idealismo.

Lo observado por Capra en la California de los sesenta, percibido como una cultura californiana contraria a la tradicional norteamericana, parece ser un modelo común a algunos   procesos de fusión cultural desde la prehistoria, o sea desde el inicio de culturas fundidas en la  vida cotidiana.

La desaparición de las culturas originarias y su transformación  se traduce en una conversión que llamamos por razones acomodaticias “cultura tal o cual”, pero que son en verdad denominaciones que el orden  histórico, realista, ha usado para encubrir la realidad dispersa de los elementos globalizados de un complejo proceso con muchas facetas.

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