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La esencia del sionismo: colonialismo, racismo y limpieza étnica (y 2)

Written by Debate Plural

Pablo Jofre Leal (Hispantv, 28-12-18)

La lógica criminal del sionismo

La racionalidad fundamentalista judía, a la hora de entender el proceso de usurpación de Palestina ha sido expresado por los autores Israel Shahak y Norton Mezvinsky en el texto “Fundamentalismo Judío en Israel“que signa el ideario criminal sustento del régimen israelí “los sionistas argumentan, que aquello que parece ser la confiscación de tierra de propiedad árabe, no es un acto de robo, sino un acto de santificación. Desde su perspectiva, la tierra está siendo redimida al ser transferida de la esfera satánica a la divina…Para promover este proceso, se permite el uso de la fuerza todas las veces que sea necesaria…El Halaka permite a los judíos que roben a los no judíos, en las situaciones en los que los judíos son más fuertes que los no judíos”. 

Para completar este cuadro del ala fundamentalista judía, los rabinos de Gush Emunim – Organización fundamentalista militante israelí que busca extender la autoridad de la ley judaica y establecer un Estado basado en ella – reiteran continuamente en sus prédicas, que los judíos que maten árabes no deberían ser castigados.  “Basándose en el Código de Maimónides y el Halaka, el rabino Ariel declaró – según expresan en su libro Shahak y Mezvinsky – un judío que mata a un no judío está exento de ser juzgado por humanos y no ha violado la prohibición (religiosa) del asesinato…la trascendencia de esto es de un impacto máximo si se considera el amplio apoyo, tanto directo como indirecto, del que goza Gush Emunim. Aproximadamente la mitad de la población judía de Israel apoya a este movimiento”. 

Yitzhak Shapira, un rabino ultraortodoxo, que además es parte de los cientos de miles de colonos que usurpan Cisjordania publicó el año 2013 un libro en el cual señala que es permitido “autorizado•” a los judíos matar los “Gentiles” que “amenazan” Israel. Yitzhak Shapira, que dirige una yeshiva (centro de estudio talmúdico), precisa que hasta los bebés y los niños pueden ser asesinados “Está permitido matar a los Justos entre las Naciones, aunque no sean responsables de la situación amenazante…”. Shapira llama al asesinato apelando para ello en sus creencias basadas en lo que dice el Talmud “En cualquier situación y en cualquier caso cuando la presencia de un no-judío provoca peligro para los judíos, el no-judío puede ser asesinado…Existe una justificación para matar bebés si está claro que crecerán para dañarnos, y en tal situación se les puede dañar deliberadamente, y no sólo durante el combate con adultos”.

No resulta extraño entonces que judíos sionistas, influenciados por este tipo de prédica terrorista enarbolen sus propios argumentos criminales. Tal es el caso de la Ministra de Justicia del régimen de Netanyahu, del partido ultranacionalista Hogar Judío. Ayelet Shaked, quien afirma “Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos…- Refiriéndose a las mujeres palestinas Shaked señaló: «Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes» 

Esta perversión ha generado que miles de judíos huyan horrorizados de ese Israel creado al amparo de una ideología colonialista, racista. Tal es el caso del músico y escritor israelí Gilad Atzmon, quien tomando al pié de la letras las palabras del que fuera superviviente de los campos de concentración nazi, el profesor alemán, de religión judía Israel Shahak, en el prólogo de su libro “La Identidad Errante: la identidad judía a examen” consigna «Los nazis me hicieron tener miedo de ser judío y los israelíes me hacen tener vergüenza de ser judío”. Un Atzmon que tiene muy presente y así lo señala, que el extremismo nacionalista israelí tiene buena parte de responsabilidad en la falta de paz en Oriente Medio.

Un Gilad Atzmon, según consigna un artículo escrito al efecto, se marchó a Londres mediada la década de los 90, cansado de la radicalidad sionista y después de haber cumplido el servicio militar, en la guerra que Israel declaró al Líbano a comienzos de los 80. Su participación en aquel conflicto acabó por despejar todas sus dudas sobre la ‘identidad judía’: «Veía a palestinos por todas partes, hasta que me dije, ‘¡diablos, si es que estoy viviendo en territorio palestino!’. Fue entonces cuando decidí marcharme». Hoy, Gilad Atzmon ya no se siente judío: «He dejado atrás la idea de pueblo elegido» planteando quemantes interrogantes a sus paisanos: «¿Cómo es que un pueblo que ha sufrido tanto y durante tanto tiempo puede infligirle tanto dolor al otro? “

Atzmon recuerda los primeros combates contra su propio pensamiento: «Asimilé el hecho devastador de que en 1948 los palestinos no habían abandonado sus hogares voluntariamente, como se nos decía en la escuela, sino que habían padecido una brutal limpieza étnica a manos de mi abuelo y los suyos…empecé a comprender que en Israel nunca ha dejado de haber limpieza étnica, sino que, simplemente, ésta ha adoptado otras formas y empecé a admitir el hecho de que el sistema legal israelí no era imparcial, sino racista…en el verano de 1984, justo tres semanas antes de librarme del uniforme militar, nos enviaron al Líbano para una gira de conciertos. Al final de un sucio y polvoriento camino en un día de calor espantoso, a primeros de julio, llegamos al infierno en la tierra. El inmenso centro de detención estaba rodeado por una alambrada. El lugar era un campo de concentración. Los presos eran los “judíos”, y yo, un “nazi'». 

El tema del sionismo ha tenido para este cronista una especial preocupación. Entenderlo, estudiarlo, denunciar su conducta donde el principal destinatario de las políticas de colonialismo, ocupación y apartheid que lleva implícito el sionismo, es el pueblo palestino. Una ideología, que a la par del imperialismo y el wahabismo se han convertido en uno de los mayores peligros de la humanidad. Es por ello que en general suelo publicar artículos donde denuncio a esta ideología lo que implica recibir las clásicas críticas de los militantes y simpatizantes de este mundo respecto a que dejar al descubierto su política criminal camina por la línea del antisemitismo y del antijudaismo. Nada más lejos y absurdo de la labor imperativa, que debemos tener de censurar y combatir a esta ideología cuyos fundamentos y práctica revelan una doctrina con rasgos de trastorno severo además de retorcida y siniestra.

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